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Crisóstomo Enríquez

Biografía

Enríquez, Crisóstomo. Madrid, 1594 – Monasterio de Alna, Lovaina (Bélgica), 23.XII.1632. Historiador cisterciense (OCist.), hagiógrafo y visitador de los monjes irlandeses.

Nace fray Crisóstomo en Madrid, en 1594; sus padres aparecerán después al servicio de la hija de Felipe II, Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos. Escasas o casi nulas son las referencias al nombre de sus progenitores y hermanos y a su formación infantil; solamente se tiene la referencia que él mismo narra, de que cursó los estudios de Humanidades y primer curso de Filosofía en la Universidad de Alcalá de Henares.

Sorprende cómo un monje puede escribir unos cuarenta libros en sus cuarenta escasos años de vida, viviendo infancia y juventud en Castilla, y el resto de su vida en Centro Europa, Países Bajos, norte de Alemania e Irlanda.

Con trece años, pide el ingreso en el monasterio cisterciense de Santa María de Huerta (Soria). Extraña esta precoz vocación para la vida monástica, lo mismo que su primer año de Filosofía terminado en esta fecha; parece como si tuviera prisa por vivir. En Alcalá hay un colegio universitario de cistercienses y también monjes cistercienses profesores en la universidad; coincidió con fray Lorenzo de Zamora de profesor, quien en 1607, le dará como abad el hábito de novicio en el monasterio de Huerta. Probablemente, debido a su corta edad, le prolongaron por tres años la etapa del noviciado; emite sus votos monásticos en 1610.

Prosiguió su formación específicamente monástica dos años más y pasó luego a la formación académica en los colegios que tenía la Congregación. En estos momentos, la congregación cisterciense de Castilla, llamada de Bernardos, se encuentra en su punto álgido, tanto a nivel intelectual como espiritual; muchos de sus miembros ocupan altos cargos en las universidades de Salamanca y Alcalá y también en la Iglesia de Castilla y de América, en sus diversas prelacías; la vida espiritual interna de las comunidad iba a la zaga. En este ambiente empieza sus estudios eclesiásticos el joven monje. La Filosofía la estudia en el colegio que tenía la congregación en el monasterio de Meyra (Lugo) y la Teología en el de Montederramo (Orense). En estos monasterios va a encontrar lo más selecto de la Orden; muchos de ellos terminarán de abades y de catedráticos de universidad. Pronto descubrirá su interés por la Historia. En Montederramo encontrará un maestro, fray Francisco de Bivar, monje de Nogales. Con apenas veinte años publicará su primera obra, una historia del colegio de Meyra, su primer destino como estudiante. Terminada la formación académica, retorna a su monasterio de profesión, Huerta, donde probablemente recibiría la ordenación sacerdotal. El monasterio, confiesa, está muy cambiado. Huerta se encuentra en una época de grandes construcciones, que estarían finalizándose o en proyecto muy avanzado, biblioteca, refectorio alto y comienzos del claustro herreriano o de la hospedería. Su estancia en el monasterio fue muy breve; sus padres y hermanos, que apenas lo conocen, lo reclamarán a Bélgica, por mediación de los archiduques, Alberto e Isabel Clara Eugenia, a cuyo servicio está su padre; los superiores autorizan el traslado.

Ya no volverá más a España, aunque seguirá en continuo contacto sobre todo, con la máxima autoridad de la congregación, los capítulos generales y el abad general, que animarán y mimarán al joven monje e investigador. Después de visitar brevemente a su familia se asentó oficialmente en el monasterio cisterciense de Dunas, aunque únicamente como centro de operaciones de una actividad prodigiosa en su terreno específico, la Historia. Aquí entrará en contacto con grandes maestros y encontrará bibliotecas y multitud de datos que le suministrarán los monasterios. Entre sus maestros en historia e investigación, están Enrique Vander Heyden, prior de San Salvador de Amberes, Auberto Mírico o Mireo, decano de Nuestra Señora de Amberes, y Crisóstomo Vander Sterre, premonstratense.

Es increíble la facilidad que tenía para captar datos y componer historias. Su especialidad es la hagiografía y, según los cánones de la época con la correspondiente falta de crítica, se dedicó especialmente a escribir vidas de santos y de personas ilustres de la Orden, tanto antiguas como modernas, con el deseo principal de edificar. Su labor inmensa en tan pocos años sirvió para fomentar la piedad en los monasterios y en los ambientes piadosos de la época.

Sus obras no tienen la misma calidad y valía. Entre todas ellas, cabe resaltar el Menologium Cisterciense, publicado un poco antes de morir en 1630, obra de una vasta erudición, donde relata de una manera sucinta y precisa, con un claro dominio del latín, la noticia hagiográfica, que ampliará luego con eruditas notas. Su latín es elegante y preciso, fruto de una educación exquisita en las lenguas clásicas. Lo mismo se puede decir de la lengua castellana, que por entonces se encuentra en sus momentos de esplendor.

La calidad académica del personaje iba pareja a su formación teológica y espiritual, a su buen espíritu religioso. Toda su ingente labor la realizó bajo la mirada y beneplácito de la congregación. El capítulo general de 1620 lo autorizó a permanecer en Bélgica, es más, se lo ordenó explícitamente, honrándole, asimismo, con el título de cronista general de la Orden; al año siguiente con el de paternidad, propio de los abades, definidores y visitadores generales. Poco después se le nombró comisario general de los monjes irlandeses.

Este último cargo, más bien pastoral, de cuidado de monjes preparados en Castilla para ayudar a los cristianos perseguidos de Irlanda, le sirvió para entrar en contacto con los monasterios irlandeses, que quedaban, y con su rica tradición desde los orígenes de la Orden. Fue una buena ocasión para viajar y conocer otros ambientes y otras historias; de aquí saldrían de su pluma biografías y crónicas sobre monjes y personajes de ese país.

Por fin recibió un puesto muy relevante: el abad de Morimond le nombró gran prior del Sacro Convento de Calatrava, Orden Militar, fundada por san Raimundo, abad de Fitero, de la línea de Morimond. Era un título más honorífico, y de prebendas, que real; no fueron, sin embargo, frecuentes en la orden nombramientos de este estilo.

Este ascenso vertiginoso tuvo su límite con la muerte, cuando acababa de cumplir treinta y nueve años, el 23 de diciembre de 1632, con veintisiete años de vida religiosa y catorce de sacerdocio. Ésta ocurrió en el monasterio de Alna, Lovaina (Bélgica), de cuya universidad era profesor. En el epitafio de su sepulcro se dice, lo que compendia su vida, que leyó, escribió e imitó las vidas de muchos santos; siempre fue un monje sencillo, humilde y obediente.

 

Obras de ~: Thesaurus Evangelicus, seu de viris sanctite egregiis Hispaniae, Madrid, Viuda de Alfonso Martínez, 1619; Kalendarium Ordinis Cisterciensis, Bruxellis, Casa de Huebert Antonio, 1620; Sol Cisterciensis in Belgio, Bruxellis, apud Hubertum Antonium, 1622; Arbor Martyrum cisterciensis, Bruxellis, 1622; Vita Joannis Rusbrokii, Bruxellis, apud J. Pepermanum, 1622; Constantia Católica, Bruxellis, apud J. Meerbequium, 1623, 2 libs.; Fasciculus Sanctorum Ordinis Cisterciensis. Bruxellis, apud J. Pepermanum, 1623; Vita Beatae Idae Lovaniensis, Bruxellis, 1623; Apologeticus Tractatus, Bruxellis, 1623; Effigies Reginarum et Infantarum Ordinis Cisterciensis, Bruxellis, apud J. Meerbequium, 1624; Corona Sacra Ordinis Cisterciensis, Bruxellis, 1624; Bernardus immaculatus, Bruxellis, apud J. Meerbequium, 1624; Apología pro S. Guillielmo, Bruxellis, apud J. Meerbequium, 1624; Vitae Sanctorum Patrum Eremi Dunensis, Bruxellis, apud J. Meerbequium, 1626, 2 libs.; Poenix reviviscens, sive Ordinis Cisterciensis Scriptorum Angliae et Hispaniae series, lib. 2, Bruxellis, apud J. Meerbequium, 1626, págs. 305-332 (biografía); Apología en defensa de una carta de San Bernardo, Ámberes, 1629; Lilia Cistercii, seu Sacrarum Virginum Cisterciensium, origo, instituta, et res gestae, vol. I, Bruxellis, apud J. Meerbequium, 1630, 2 libs. (Amberes, Baltasar Moreto, 1633); Menologium Cisterciense annotationibus illustrarum. Antuerpiae, Baltasar Moreto, 1630; Sylva Sanctorum, Antuerpiae, 1630; Compendio de la vida de D. J. De Vendeville, obispo de Tournay, Bruselas, 1630; Historia de la Vida, virtudes y milagros de la Venerable Madre Ana de San Bartolomé, Bruselas, 1632 (trad. al fr. por R. Gavitier, París, 1633); Enchiridion Heroicum septem Serenissimorum Principus Austriacae domus, Colonia, 1656; Summarium praecipuarum constitutionum Militiae Cisterciensis de Calatrava, Bruxellis, s. f.; Miracula nostri temporis, s. l., s. f. (inéd.); Paradysus Ordinis Cisterciensis, s. l., s. f. (inéd.); Historia del Colegio de Meira, s. l., s. f. (inéd.); Vida de Cándido Furlongio, Sevilla, s. f.

 

Bibl.: C. Cordón, Obispos, Generales y Abades de Huerta, s. l., s. f. (inéd.) (en Archivo de la Abadía de Santa María de Huerta, fol. 75r.); C. de Visch, Bibliotheca Scriptorum Sacrae Ordinis Cisterciensis, Coloniae Agripinae, apud Ioannem Busaeum..., 1656, págs. 65-69; A. Manrique, Cisterciensium seu verius Ecclesiasticorum Annalium a condito Cisterci, vol. IV, Lugduni, sumptibus Lavr. Anisson & Io. Bapt. Devenet, 1659, pág. 724, n.os 14-15; N. Antonio, Biblioteca hispana nova, vol. I, Madrid, Joaquín Ibarra, 1783, págs. 253-255 (trad. de G. de Andrés y M. Matilla Martínez, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1999); R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense Española, Burgos, Joseph de Navas, 1793, págs. 163-168. L. Esteban, ‘Los Escritores hortenses’, en Cistercium, 79 (1962), págs. 280; P. Guerin, “Henríquez, Crisóstomo”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1082; D. Yáñez Neira, “Centenario de Fray Crisóstomo Enríquez 1594-1994”, en Cistercium, 199 (1994), págs. 743-764.

 

Agustín Romero Redondo, OCist.

 

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