Codorniu Nieto, Antonio. San Martín de Provensals (Barcelona), 11.VII.1817 – Madrid, 14.I.1892. Médico militar, científico, historiador y periodista.
Hijo del también médico militar Manuel Codorniu Ferreras. Los primeros años de su niñez los pasó en México, donde su padre realizó una gran labor científica y cultural. La familia abandonó este país en 1827, pero dada la situación política en España, de gran peligrosidad para los liberales, desembarcaron en Francia y residieron durante algún tiempo en Burdeos, ciudad en la que reanudó sus estudios.
En 1829 la familia se trasladó definitivamente a Madrid, donde Antonio continuó sus estudios y obtuvo el grado de bachiller a la temprana edad de quince años.
En 1832 inició los estudios de Filosofía y Medicina, y en 1836, mientras se hallaba en cuarto de carrera, fue nombrado practicante con destino en el Ejército del Norte. En 1838 obtuvo el grado de licenciado en Medicina y Cirugía expedido por el Real Colegio de Cirugía de San Carlos, y se reincorporó al Ejército como ayudante de cirugía destinado al cuartel del general en jefe Baldomero Espartero.
Terminada la contienda, fue destinado a ocupar los siguientes puestos: médico del 3.er batallón del Regimiento de Infantería Reina Gobernadora, secretario de Inspección de Cirugía y, por último, médico del Hospital de Madrid hasta que, en 1843, fue destinado a Filipinas con el cargo de jefe de Sanidad militar de las islas. En marzo de 1843, antes de partir para su destino en Ultramar, obtuvo el grado de doctor en Medicina.
Desde 1839 hasta 1843 fue redactor del Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, fundado por su padre en 1834, y uno de los directores de la Biblioteca Escogida de Medicina y Cirugía.
A primeros de 1844 embarcó en el puerto de Cádiz, con destino a Manila, teniendo ante sí seis meses de navegación difícil y a menudo penosa.
Una vez en Filipinas desempeñó importantes cometidos, entre los que cabe destacar la redacción de los reglamentos para el Servicio de Policía del puerto de Manila, conservación y propagación de la vacuna y servicios médico-legales. También formó parte de la comisión encargada de proponer una Facultad de Medicina en Manila y de una Junta de jefes para la reforma de los hospitales militares, entre otros asuntos.
En 1851 participó, como viceconsultor a bordo del bergantín Oquendo, en la expedición a Joló que organizó el gobernador general de Filipinas, al objeto de poner fin a las actividades bélicas de los corsarios musulmanes en los mares del sur y algunas de las islas del archipiélago de las Visayas.
Tuvo que afrontar una epidemia de viruela en la provincia de Tondo y en 1854 otra de cólera en Manila, sin que en ninguno de los casos decayera su serenidad ni le abatiera el peligro, circunstancia que puso a prueba su entrega y abnegación, proporcionando a la población auxilios de toda índole.
Cumpliendo órdenes del Gobierno Superior de Filipinas, tuvo que llevar a cabo unas misiones que le obligaron a viajar por la mayor parte de las provincias del archipiélago, debido a lo cual pudo llevar a cabo la realización de su obra Topografía Médica de Filipinas (1856), donde describe el clima, alimentos, vestimenta, percepciones, forma de vida y cuantas condiciones influían en la salud y la vida de sus habitantes.
El valor de este laborioso estudio, teniendo en cuenta la fecha en que lo escribió, es que trata sobre ciencias tales como: sociología, antropología, etnografía, etnología, climatología, geología, bromatología o estadística, entre otras, muchas de las cuales en aquella época no habían ni comenzado a ser conocidas como tales ciencias. Por este magnífico trabajo, de acuerdo con el informe emitido por el Consejo Real, le fue concedida la Cruz de Emulación Científica.
En Manila dirigió y colaboró en el periódico La Estrella, donde mostró sus dotes periodísticas con artículos científicos y literarios, que siempre eran esperados con interés por sus lectores.
Regresó a España en 1857 y, una vez en Madrid, publicó la obra que había escrito en Filipinas y que dedicó a su padre. El diario de Madrid El Fénix, de fecha 26 de febrero de 1858, se hizo eco del acontecimiento con un artículo muy pormenorizado en el que destacaba, aparte de su valor científico, su valor didáctico, que facilitaba el conocimiento de las costumbres de los habitantes del archipiélago filipino, ignoradas en gran medida por los peninsulares de la época.
En 1862, debido a sus problemas de salud, contraídos durante su estancia en Ultramar, le fue concedida la jubilación solicitada, no sin antes concederle el empleo de inspector médico en recompensa de los servicios prestados. Su valía profesional y los importantes servicios que prestó al país, le llevaron a ser merecedor de las siguientes distinciones: Cruz del Ejército liberador de Bilbao (1836), Cruz de Caballero de Isabel la Católica (1839), socio de número de la Sociedad Económica de Amigos del País de Manila (1848), secretario vocal facultativo de la Junta Superior de Sanidad de las Islas Filipinas (1849), consiliario de la Sección de Historia Natural de Manila (1855), Cruz concedida al Ejército expedicionario de Joló (1857) y Cruz de Emulación Científica (1858).
El historial de méritos que reunía, tanto en el campo de las humanidades como en el de la ciencia, sirvió para que la Real Academia Nacional de Medicina le abriera sus puertas el 28 de marzo de 1864, en la que entró a ocupar la vacante producida por el fallecimiento del ilustre catedrático Juan Drumen.
Obras de ~: con J. M. de la Rubia, Compendio de la Historia de la Medicina, Madrid, Imprenta de Ignacio Boix, 1839; Topografía médica de las Islas Filipinas, Madrid, Imprenta de Alejandro Gómez, 1857; “Discurso de ingreso en la Academia [Nacional de Medicina]”, en El Pabellón Médico (Madrid), t. IV (1864), pág. 198.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Universidades, leg. 1358, exp. 38, historial académico de A. Codorniu Nieto; Archivo General Militar de Segovia, leg. C.2977, historial militar.
J. Olmedilla y Puig, Sucinta Reseña Biográfica-Real Academia de Medicina, Madrid, Imprenta Manuel Tello, 1892; L. Comenge, La Medicina del siglo xix, Barcelona, Hijos de J. Espasa, 1914; A. M. Molina, Historia de Filipinas, t. I, Madrid, Cultura Hispánica-Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1984, pág. 221.
Alejandro Belaústegui Fernández