Garcés Bermúdez de Trastámara, Juana. Beata Juana de Aza. Castillo de Aza, Aranda de Duero (Burgos), 1140 – Caleruega (Burgos), 1203-1205. Madre de santo Domingo de Guzmán, beata.
Hija de García Garcés y Sancha Bermúdez de Trastámara, señores del castillo y villa de Aza. Contrajo matrimonio con Félix de Guzmán, señor del lugar de Caleruega, donde se conserva todavía un torreón de aquella época. A pesar de los años transcurridos, Caleruega es una modesta villa de Castilla la Vieja, en torno a la iglesia parroquial, al monasterio de las dominicas y al nuevo convento de los frailes predicadores.
Fueron muchas las virtudes de Juana de Aza; su caridad con los pobres era muy grande, por lo que recibió las censuras de su marido, pero Dios obró un prodigio multiplicándose milagrosamente una cuba de vino generoso que había dado a los pobres, sin el consentimiento de su marido.
Domingo fue el tercero de los hijos habidos en el matrimonio de Félix de Guzmán y Juana de Aza. Parece que Juana le puso en el bautismo el nombre de Domingo por el influjo del santo abad del vecino monasterio de Silos, al que según la tradición fue a dicho monasterio a impetrarle el feliz alumbramiento de su hijo. Los primeros biógrafos de santo Domingo aluden en sus leyendas a una visión que contempló Juana de Aza antes de alumbrar a su hijo, según la cual le parecía llevar en su seno un cachorro con un haz de llamas en la boca, con el cual, al salir de sus entrañas, encendía todo el mundo. A esta visión se debe el que la figura de santo Domingo de Guzmán haya pasado al arte inseparablemente unida a la representación emblemática del cachorro con el haz de llamas. Esta visión simbólica se cuajó más tarde en realidad.
También según sus biógrafos su madre, o según otros, su madrina de bautismo, contempló el fulgor de una estrella sobre la frente del niño, cuya lumbre durante toda su vida dio a su rostro un resplandor de inalterable serenidad. De ahí que la iconografía le suela representar con una estrella en la frente.
Juana de Aza se prodigó en la educación de su hijo.
Su súplica era: “¡Señor, que no se apague el hacha encendida!” Pedagoga y maestra, le orientó en sus primeros pasos hacia la vocación sacerdotal. Ella misma fue quien le enseñó las primeras letras. A los siete años (1176) sus padres confiaron a Domingo a su tío Gonzalo, arcipreste de Gumiel de Izán, para que lo iniciara en el conocimiento y en la práctica de las funciones eclesiásticas, e impregnase su alma de las exigencias de la santidad. Luego sus padres lo enviaron al Estudio General de Palencia. Allí figuró como universitario, intelectual, académico y catedrático de Exégesis Bíblica.
No se sabe exactamente la fecha de la muerte de Juana de Aza, probablemente fue entre 1203 y 1205.
Recibió primero sepultura en Caleruega, fuera de la iglesia parroquial de San Sebastián. Luego fue trasladada a San Pedro de Gumiel de Izán y, por último, entre 1334 a 1340, a Peñafiel, donde todavía se veneran sus restos. En su primitiva sepultura en Caleruega constó esta inscripción: “Esta capilla se construyó para la sepultura de Santa Juana, madre de Santo Domingo”.
El 1 de octubre de 1828 el papa León XII confirmó oficialmente el culto de la beata Juana de Aza.
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Arturo Llin Cháfer