Suárez de Tangil y Angulo, Fernando. Conde de Vallellano (IV), marqués de Covarrubias de Leyva. Madrid, 3.VIII.1886 – 6.IX.1964. Político y jurista.
Su infancia estuvo marcada por el desastre del 98, que le produjo honda impresión. Lector precoz, aprendió también desde muy joven latín. A los catorce años era bachiller y por influencia de Eduardo Dato, amigo de su padre, estudió Derecho en la Universidad Central de Madrid, licenciándose a los diecinueve años y alcanzando el grado de doctor un año después.
Trabajó como abogado en los prestigiosos bufetes de Matos y de Bugallal. Obtuvo plaza de letrado del Ministerio de Gracia y Justicia, por oposición. Contrajo matrimonio con una hija del exministro conservador Francisco de los Santos Guzmán. Nombrado secretario de la Comisión de Códigos y Leyes, conoció allí a José Canalejas, presidente de la citada Comisión.
El asesinato de tan destacada figura influyó decisivamente en la vida del joven jurista, toda vez que llegó a admirarle profundamente. A los veintiséis años obtuvo, también por oposición, plaza en el prestigioso Cuerpo de Letrados del Consejo de Estado.
Alistado en las Juventudes Mauristas, en las que coincidió con José Calvo Sotelo, lo hizo convencido de la certeza del aserto “la Revolución desde arriba”.
Desde muy joven manifestó igualmente inquietudes sociales que le llevaron a fundar, junto con Osorio y Gallardo, un partido político llamado Social Popular.
Devoto admirador de Antonio Maura y leal a él por encima de algún desencuentro, fue nombrado secretario del Partido Maurista y obtuvo escaño de diputado por Madrid. Pronto fue nombrado director general de Primera Enseñanza y en el Congreso intervino sobre materias jurídicas poniendo de relieve extraordinaria competencia y condiciones oratorias.
Primo de Rivera, ya en el poder, le designó alcalde de Madrid, siendo Calvo Sotelo director general de Administración Local. En la alcaldía desarrolló una eficaz labor. Ante una campaña de difamación de la Monarquía, promovida por Blasco Ibáñez, el conde de Vallellano inició y capitaneó un movimiento favorable a la institución monárquica, que fue secundado por todos los alcaldes de España y que culminó con una gran manifestación que desfiló ante los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Con tal significación monárquica se presentó a las elecciones municipales de 1931, cuyo resultado dio lugar a la proclamación de la República. Su actuación como concejal en el Ayuntamiento de Madrid, en calidad de jefe de la minoría monárquica, adquirió gran relieve. Tal fue el interés de las sesiones del pleno municipal que algunas de ellas se llegaron a trasmitir en directo por radio.
En las elecciones celebradas en noviembre de 1933 consiguió acta de diputado y fundó con Goicoechea y Calvo Sotelo el partido Renovación Española. En el clima tenso y cada vez más hostil del Congreso de los Diputados, Vallellano defiende ardorosamente su ideario monárquico y conservador. La violencia en la Cámara va en aumento y las amenazas republicanas y de la izquierda a los diputados de la derecha se repiten.
A tal punto llegan que José Calvo Sotelo es secuestrado por un grupo de las fuerzas de seguridad en la madrugada del 13 de julio de 1936, y en la misma camioneta de los guardias de asalto en que era conducido es asesinado por un pistolero que en ella iba. A las tres de la mañana de aquel día, Vallellano conoció la detención efectuada. Tras una violenta conversación telefónica con el director general de Seguridad, éste le amenazó con enviarle otro grupo de guardias para apresarle. Actuando como jefe de la minoría monárquica da cuenta de los graves hechos producidos al presidente de la Cámara, Diego Martínez Barrio.
Hallado el cadáver de Calvo Sotelo y extendida la noticia de su muerte por todo Madrid, el Gobierno acuerda suspender las sesiones parlamentarias durante ocho días. Mas, como vencía el plazo de vigencia del estado de alarma, hubo de convocar para el día 15, a las diez de la mañana, la Diputación Permanente con objeto de acordar la prórroga. En dicha sesión, Vallellano pronuncia un valiente y apasionado discurso, tras el cual abandona el Congreso y, avisado de que se había dado orden para su inmediata captura, huye a una finca de la provincia de Salamanca, lindante con la frontera portuguesa, lo cual le permite salvar la vida.
Durante la etapa republicana, Vallellano había permanecido en prisión gubernativa durante seis meses y ya en libertad, alejado por el Gobierno francés de la frontera española, se exilia en París. Allí mantuvo frecuentes contactos con el rey Alfonso XIII tratando de establecer entre el Monarca y el representante de la dinastía carlista, don Alfonso Carlos, relaciones de cooperación que, al fin, se lograron.
Al producirse el levantamiento de 1936, Vallellano se reunió con los generales Saliquet y Mola, especialmente con este último. Mola encomendó a Vallellano gestiones diversas y le designó jefe supremo de la Cruz Roja, cargo que desempeñó durante toda la guerra. Terminada la misma se reintegró a su trabajo, especialmente en el Consejo de Estado. En 1945 fue designado consejero permanente de dicho organismo.
Durante los años siguientes trabajó incansablemente por la causa monárquica. En el año 1951 Franco le ofreció la cartera de Obras Públicas, que aceptó en la esperanza de que el jefe del Estado estaba decidido firmemente a restaurar la Monarquía. Durante cinco años desempeñó el cargo de ministro colaborando denodadamente en la tarea de mejorar y sobre todo de crear las infraestructuras vitales de las que España era deficitaria o sencillamente carecía. Elegido académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, aludió en su discurso de ingreso a la necesaria evolución del Régimen. Señaló también que éste estaba falto de una ideología política definida, palabras que llegaron a conocimiento de Franco y que provocaron entre ambos una cierta tensión que llevó a Fernando Suárez a poner su cargo a disposición del Caudillo. La situación se aclaró, merced a los buenos oficios de Alberto Martín Artajo —a la sazón ministro de Asuntos Exteriores y perteneciente al cuerpo de letrados del Consejo de Estado— y de Luis Carrero Blanco, ministro subsecretario de la Presidencia. De nuevo continuó el ministro al frente del departamento, aunque por breve tiempo. Posteriormente, cesado en febrero de 1957, fue nombrado presidente del Consejo de Estado, cargo que le proporcionó la mayor satisfacción de su vida pública. No se olvide que llevaba gran número de años en el alto Cuerpo Consultivo.
Fernando Suárez de Tangil y Angulo sirvió a España en el municipio, en las Cortes y en el Gobierno. Sufrió persecución política y ejerció en el más alto grado la caridad. Al mes de su fallecimiento, Franco quiso honrar su memoria con el otorgamiento de la dignidad nobiliaria de Grande de España, aneja al Condado de Vallellano.
Obras de ~: Breve estudio histórico-político y sociológico legal sobre las Grandezas de España y títulos del Reino, Madrid, Juan Pérez Torres, 1914; Maura y la política exterior de España: unidad de pensamiento y de orientación en sus tres últimos discursos, Madrid, Juan Pérez Torres, 1917; Caso curioso y moderno de derecho vincular: legislación nobiliaria, Madrid, Juan Pérez Torres, 1920; Mis recuerdos hasta la Guerra Civil, Madrid, 1945 (inéd.); Antonio Cánovas del Castillo, Madrid, Purcalla-José Ruiz Alonso, 1946; Las obras públicas en España y los gobiernos de autoridad: discurso de recepción [...], Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1954; Lo que no se conoce de la vida del Rey: Memorias de un gentil hombre ferroviario, pról. de ~, Madrid, Vicente Rico, 1955; Los primeros veinticinco años de la vida de José Calvo Sotelo (apuntes para una biografía), Zaragoza, El Noticiero, 1961; “Notas sobre los Consejos de Ministros de Franco”, en Aportes, 51 (2003), págs. 108 y 143.
Bibl.: E. Aunos Pérez, “Contestación”, en F. Suárez de Tangil, Las obras públicas en España y los gobiernos de autoridad: discurso de recepción [...], op. cit.; L. Jordanas de Pozas, Discurso pronunciado en la sesión inaugural del curso 1964-65, Madrid, 24 de septiembre de 1964 (inéd.); A. Cruz Conde y Conde, Notas biográficas sobre el Conde de Vallellano con motivo del centenario de su nacimiento, Córdoba, 1986 (inéd.); J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998; C. Seco Serrano, La España de Alfonso XIII, Madrid, Espasa Calpe, 2002; R. de la Cierva, Historia actualizada de la Segunda República y de la Guerra de España, 1931-1939, Madrid, Fénix, 2003.
Manuel Soroa y Suárez de Tangil, conde de Vallellano