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Jaime Clotet y Fabrés

Biografía

Clotet y Fabrés, Jaime. Manresa (Barcelona), 24.VII.1822 – Barcelona, 4.II.1898. Claretiano (CMF), venerable, cofundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (misioneros Claretianos) y catequista de sordos.

Nació en el seno de una familia burguesa, emprendedora, devota y moderadamente progresista. El negocio paterno, un reconocido taller de tintorería, le introdujo en un mundo de pequeños industriales que con su esfuerzo contribuyeron al desarrollo económico y demográfico de la comarca durante todo el siglo xix; una época marcada por la inestabilidad política, la decadencia de la cultura católica, el anticlericalismo de los gobiernos liberales y los constantes enfrentamientos sociales.

A la edad de nueve años, comenzó sus estudios de Humanidades en el colegio de los jesuitas de Manresa.

Desde pequeño destacó por su pulcritud, meticulosidad y esmerada caligrafía. Cultivó con esmero su propia religiosidad y albergó el deseo de ser sacerdote.

Cuando fue suprimida la Compañía de Jesús (1835), se trasladó al Instituto de Segunda Enseñanza anejo a la Universidad de Barcelona y, más tarde, ingresó en el Seminario (1839). Su proceso formativo concluyó en Vic, por pertenecer a esta diócesis (1843). Sin embargo, para ser ordenado sacerdote se vio obligado a viajar a Roma (20 de julio de 1845).

Durante este período se inició en la lectura asidua de la Sagrada Escritura, recibió una buena formación catequística y desarrolló una espiritualidad apostólica que le mantuvo en la presencia de Dios cumpliendo los deberes cotidianos y proyectándose en obras de misericordia.

Su primera responsabilidad pastoral fue como vicario de Castellfollit del Boix (23 de junio de 1846).

Allí se inscribió en la Archicofradía del Corazón de María, fundada en Manresa por el misionero apostólico Antonio Claret. Poco después le nombraron ecónomo de Santa María de Civit (3 de febrero de 1848). En esta parroquia conoció a un joven deficiente auditivo e hizo el propósito de aprender “el arte de hablar con signos” para instruir cristianamente a personas con esa discapacidad. De hecho, apenas existían escuelas especiales y muchos sordos utilizaban la mímica natural como único medio de comunicación que, al ser generalmente incomprensible, les relegaba de la vida social y eclesiástica.

El canónigo Jaime Pasarell admite a Clotet en la Hermandad de la Doctrina Cristiana de Vic.

También conoce su deseo de abandonar el ministerio parroquial para dedicarse “al celo apostólico de la conversión de las almas” y, por ello, le pone en contacto con Antonio Claret. Éste le invita a participar en la fundación de una congregación de “sacerdotes, que se dedicasen exclusivamente a dar misiones y ejercicios, en cuanto lo permitieran las circunstancias de los tiempos”. Al principio se muestra algo reticente, pues cree no tener “buenas cualidades para la predicación, ni buena presencia, ni buena voz”, pero le seduce la idea y acepta. El 16 de julio de 1849, Jaime Clotet participa en la fundación de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Sus numerosos manuscritos le convertirán en cronista fiel de aquel acontecimiento y de los primeros años de vida del nuevo instituto.

Los tiempos, según él, exigían una intensa actividad evangelizadora. Y el momento era propicio, pues las relaciones Iglesia-Estado discurrían por nuevos cauces de moderación y tolerancia. De la intensa labor pastoral que desarrolló, ofrecen buena prueba sus diarios, en los que se conservan alrededor de un millar de esquemas y “planes” que fueron utilizados en diversas formas del ministerio de la palabra: doctrinales, sermones, pláticas, instrucciones catequísticas, etc. Aparecen índices temáticos con citas de la Escritura, del Breviario o el Catecismo Romano y reseñas de más de ochenta libros de consulta, como el Catecismo Explicado del padre Claret. Por sus anotaciones se sabe de la importancia que daba a la sencillez, sobriedad y proyección práctica de la doctrina; de su esfuerzo por adaptarse a las necesidades concretas de los oyentes y de las exhortaciones a una piedad que se tradujera en las obras cotidianas.

Entre 1850 y 1868, Jaime Clotet participa en unas cuarenta misiones populares por diversas diócesis de Cataluña. Pero, al ser nombrado subdirector general (1858-1888), superior local de la casa madre de Vic (1864-1868) y responsable de la formación de los primeros hermanos coadjutores, debe abandonar la itinerancia en favor de un apostolado más estable. Se dedicará, sobre todo, a los ejercicios espirituales y la catequesis, por estar convencido de que los ejercicios producen mayor fruto que las misiones.

En ellos invitará a la conversión desde la experiencia del amor y la misericordia de Dios. Y con los sacerdotes pondrá especial énfasis en la plática sobre “el celo apostólico”.

Al poco tiempo de entrar en la congregación, una operación de rodilla le llevó a Barcelona y aprovechó su convalecencia para recibir clases del confesor de sordos. De regreso en Vic, se ocupó de la educación cristiana y la integración social de al menos dieciséis sordos de la comarca. Implicó y formó a otros claretianos, a un maestro local y a varias religiosas carmelitas de la Caridad. Con el tiempo, visitó el colegio para sordos de París y mantuvo correspondencia con profesores de Roma. Valoró sus progresos sobre la lectura labial y la didáctica de la palabra, pero le parecieron inasequibles para un elevado porcentaje de sordos que aún no tenían acceso a las escuelas especiales.

El estudio, la experiencia y su innata capacidad de observación, ampliaron sus conocimientos sobre la mímica natural y su aplicación metodológica a la instrucción religiosa de los sordos; y para divulgarlos publicó varias obras: La Comunicación del Pensamiento por medio de Señales Naturales (1866); El Catecismo de los Mudos (1870); El Catequista del Sordomudo Ignorante (1890) y un Suplemento (1892) a esta última. Los propios claretianos facilitaron su difusión por toda la Península, Canarias, Santiago de Chile, París y Roma. Para muchos de ellos, la catequesis a los sordos fue un modo de cumplir la “Definición del Misionero”: “[...] procurar por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor”.

Desde 1868 hasta 1878, disminuyó su actividad pastoral, al tener que ocuparse de la dirección del instituto en circunstancias políticas adversas. La congregación se vio obligada a establecerse en el sur de Francia y Clotet queda al frente de los colegiosnoviciados de Prades (1869-1872) y Thuir (1872- 1878). En la fiesta del Corazón de María de 1870, habiendo llegado el reconocimiento de la Santa Sede, emitió por fin su profesión religiosa. Y durante el mes de octubre, en el monasterio cisterciense de Fontfroide asistió al padre Claret en su última agonía y muerte, que le sobrevino el 24 de octubre. Para promover la beatificación del fundador publicará un Resumen... de su vida (1882) y durante años seguirá recopilando testimonios sobre sus virtudes. Retornada la calma, pasará por diversas comunidades: Vic, Thuir, Santo Domingo de la Calzada, Cervera y Gracia. El 17 de junio de 1888, a los treinta años de permanencia en el cargo, cesa como subdirector general de la congregación; aunque prosigue como secretario por un trienio. El 24 de junio de 1892 le prohibieron predicar por razones de salud. Durante sus últimos años, tanto en Vic (1892-1895) como en Barcelona (1895-1898), prestó atención espiritual a numerosas personas y se dedicó a la que fue siempre su ocupación predilecta: la catequesis de niños, jóvenes y sordos. La formación de cataratas en los ojos redujo progresivamente su capacidad de trabajo y limitó su movilidad. Repetidos ataques de apoplejía provocaron su fallecimiento el 4 de febrero de 1898, a los setenta y cinco años de edad. Fue un hombre “contemplativo, vinculado a un ideal de vida apostólica”. Aspiró a la santidad conservando la libertad del corazón mediante el espíritu de pobreza y manteniendo la presencia de Dios en las ocupaciones de la vida cotidiana. Fiel imitador del padre Claret, hizo suyo el propósito de fray Luis de Granada: “Tendré para con Dios corazón de hijo, para con el prójimo corazón de madre y para conmigo mismo corazón de juez”. El papa Juan Pablo II lo declaró venerable el 13 de mayo de 1989. Sus restos reposan en la parroquia del Corazón de María de Barcelona.

 

Obras de ~: La comunicación y el pensamiento por medio de señas naturales. O sean reglas para entender y hacerse entender de un sordomudo. Útiles a los Sres. párrocos, sacerdotes y maestros, Vich, 1866; El catecismo de los mudos, Vich, 1870; Resumen de la admirable vida del Excmo. é Ilmo. Sr. D. Antonio María Claret y Clará, Arzobispo, primero de Cuba, y después de Trajanópolis, in part. infid., Barcelona, 1882; El catequista del sordomudo ignorante, Vich, Imprenta de Ramón Anglada, 1890; Suplemento de la obra el catequista del sordo-mudo ignorante. Principales verdades sacadas de la misma, Vich, 1892; Vida edificante del Padre Claret misionero y fundador, 1892 (ed., transcrip., revisión y notas de Jesús Bermejo, CMF, Madrid, Publicaciones Claretianas, 2000).

 

Bibl.: M. Aguilar, Biografía del Siervo de Dios P. Jaime Clotet y Fabrés, confundador de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, Barcelona, 1907; Sacra Rituum Congregatio, Barcinonen. seu Vicen. Beatificationis et Canonizationis Servi Dei Jacobi Clotet, Sacerdotis Congregationis Missionariorum Filiorum Immaculati Cordis B. Mariae Virginis. Positio super causae introductione, Roma, 1963; C. Fernández, La Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María, compendio histórico de sus primeros sesenta y tres años de existencia (1849-1912), Madrid, 1967, 2 vols.; J. M. Lozano, Un hombre en la presencia de Dios, Estudio sobre la experiencia espiritual del Siervo de Dios, P. Jaime Clotet CMF, Roma, Tipografía italo-orientale S. Nilo, 1971.

 

Manuel Ricardo Segura Giráldez, CMF

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