Gálvez y Gallardo (o De Gálvez Madrid García y Cabrera), Miguel. Macharaviaya (Málaga), 1.XII.1725 – Gotha (Alemania), 17.VII.1792. Jurista y diplomático.
De pequeña y pobre nobleza, los Gálvez vivían, desde hacía varias generaciones en Macharaviaya, cerca de Vélez-Málaga, de cuyo conquistador, García de Rueda, pretendían descender. Era el tercer hijo legítimo de los cuatro habidos en el matrimonio contraído en 1716 entre Ana Gallardo y Cabrera (1699) y Antonio de Gálvez y García del Carvajal (1691).
Colegial de Santa María en la Universidad de Alcalá de Henares, estudió Derecho durante varios años. Tenía más de treinta años cuando empezó su carrera como auditor de Guerra (29 de septiembre de 1756), primero en Orán y, a partir de 1760, en Cataluña.
Diez años más tarde, el Rey le nombró regidor perpetuo de Málaga el 29 de abril de 1770 y, sobre todo, alcalde de Casa y Corte el 20 de julio de dicho año, empleo que le acercaba a la Corte y podía favorecer ulteriores ascensos. Al año siguiente ganó, junto a sus hermanos José y Matías, ejecutoria de continuación de su hidalguía en la Real Chancillería de Granada el 18 de noviembre de 1771. Con motivo de la nueva planta del Consejo de Guerra de 1773 se designó a Miguel Gálvez como ministro togado de este Consejo de Guerra (7 de enero de 1774), confiándole además el cargo de asesor general de las tropas de la Casa Real y Artillería, al que añadió luego los de gobernador de la Junta del Montepío Militar y ministro de la Real Junta de Correos y Postas de España e Indias (7 de enero de 1777) y superintendente general de Penas de Cámara del Real Fisco de la Guerra. Fue presidente de la Real Academia de Derecho Patrio, Público y Práctica de Tribunales y el 10 de octubre de 1777 fue admitido como académico numerario en la Real Academia de la Historia, tomando posesión de su plaza y leyendo su oración gratulario el 21 de noviembre siguiente. El 14 de julio de 1779, el Rey le nombró caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III.
Tantas ocupaciones no colmaban las ambiciones de Miguel Gálvez, quien aspiraba a pasarse a la carrera diplomática, contando para ello con la ayuda de su hermano, el ministro. Hizo un primer intento, al solicitar el puesto de Toscana, vacante desde 1780, pero se prefirió al propio hermano de Floridablanca, Francisco Moñino (22 de octubre de 1781). Parece que por esos años Miguel Gálvez estaba en un momento delicado, pues el encargado de negocios del Emperador en Madrid le acusaba de cobrar comisiones indebidas y de portarse “con el tono y los modales de un judío”. Tuvo mejor suerte unos años más tarde, cuando logró la plaza de ministro plenipotenciario cerca de la Corte de Prusia, con retención del empleo de consejero de Guerra (21 de junio de 1786). Al ser designado como ministro plenipotenciario en Prusia, pasó a la clase de académico honorario —siendo académico numerario desde el 30 de marzo de 1781— en Junta de la Real Academia de la Historia de 26 de enero de 1787.
Llegó el 8 de octubre de 1786 a Berlín, donde había fallecido el rey Federico II el Grande unas semanas antes (17 de agosto). No se quedó mucho tiempo. En efecto, su colega en Rusia, Pedro Normande, aquejado de accesos de demencia, había sido llamado a España (5 de mayo de 1788), y Floridablanca, no queriendo dejar sin titular un puesto tan importante, lo proveyó en Miguel Gálvez, el 10 de mayo. Éste salió de Berlín el 1 de julio y llegó el 20 a San Petersburgo, de donde había marchado Normande el 5 del mismo mes. Tuvo su primera audiencia el 27 de julio y hizo buena actuación en la Corte rusa, aunque breve por su fallecimiento, informando acerca de las pretensiones de esa nación sobre las costas occidentales de la América del Norte y sirviendo de mediador en la guerra de Rusia con Suecia. También se preocupó del comercio de pieles y otras especies, motivo principal de la expansión e interés de los rusos sobre los territorios norteamericanos. Conocedor del buen bouquet de los vinos de Málaga, escribió Miguel desde San Petersburgo una carta a la Junta de Gobierno de la Hermandad de Vinateros de su provincia natal, para que enviasen un obsequio a la emperatriz Catalina, la cual, después de degustar el sabroso Málaga, concedió la libre franquicia de estos vinos en todos los puertos de Rusia. El mismo Floridablanca manifestó que ejerció su oficio más que decentemente: “D. Miguel de Gálvez, propuesto y nombrado para los ministerios de Prusia y Rusia, ha desempeñado con tal acierto aquellos encargos que gozó en la primera de aquellas cortes toda la confianza de los soberanos y sus ministros y en la segunda empieza a tener la misma, con gran ventaja y honor de la España [8 de septiembre de 1789]”. Esta satisfacción fue corroborada con la concesión de los honores de consejero de Estado el 13 de noviembre de 1789. Pero, al cabo de tres años, debilitado por el clima riguroso de Rusia, Gálvez solicitó licencia para volver a curarse en España. Abandonó la capital rusa el 8 de junio de 1792 y emprendió el viaje en compañía de su secretario, Luis del Castillo, mas no llegó a su destino, pues al llegar a la ciudad alemana de Gotha el 14 de julio de 1792, enfermo y cansado por el penoso viaje de regreso, le sobrevino una fuerte calentura, como consecuencia de la cual murió a los tres días. Había permanecido soltero. Sus restos fueron trasladados al panteón familiar en Macharaviaya.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Dirección General del Tesoro, invent. 16, g. 22, leg. 52; Tribunal Mayor de Cuentas, legs. 2063, 2069-2071, 2113, 2129 y 2133; Archivo Histórico Nacional, Estado, leg. 3421; Órdenes Militares, Carlos III, exp. 60.
J. Granados y Gálvez, Tardes Americanas [...], México, Nueva Imprenta de Don Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1778; A. Rubio-Argüelles y Alessandri, Pequeña Historia de Málaga del siglo XVIII, Málaga, Imprenta Antonio Gutiérrez, 1951, pág. 102; J. Moñino Floridablanca, “Observaciones sobre el papel intitulado: Confesión del conde de Floridablanca”, en Obras originales del conde de Floridablanca, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1952, pág. 292; I. Vázquez de Acuña, Historial de la Casa de Gálvez, t. I, Madrid, Villena Artes Gráficas, 1974, págs. 1138-1140; A. Vargas-Zúñiga y Montero de Espinosa, marqués de Siete Iglesias, “Real Academia de la Historia. Catálogo de Individuos. Noticias sacadas de su Archivo”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), t. CLXXV, cuad. I (enero-abril de 1978), págs. 62-63; F. Andújar Castillo, Consejo y consejeros de Guerra en el siglo xviii, Granada, Publicaciones de la Universidad, 1996; D. Ozanam, Les diplomates espagnols du XVIIIe siècle, Madrid-Bordeaux, Casa de Velázquez-Maison des Pays Ibériques, 1998.
Didier Ozanam e Isidoro Vázquez de Acuña y García del Postigo