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Joaquín María de Navascués y de Juan

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Biografía

Navascués y de Juan, Joaquín María de. Zaragoza, 17.II.1900 – Madrid, 11.V.1975. Epigrafista, numismático y museólogo.

Hijo del general de Artillería Ricardo de Navascués y de Gante. Se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza, ciudad en la que se casó en 1923 con María del Pilar de Palacio y de Azara, con quien tuvo varios hijos, de los que algunos se han dedicado a la historia, como Javier de Navascués, arquitecto que participó en las excavaciones de Gabii (Italia) y Nubia (Egipto); Jorge de Navascués, malogrado especialista en numismática hispano-árabe, y Pedro de Navascués, académico de Bellas Artes y catedrático de Historia del Arte de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (UPM).

En 1921 ingresó como facultativo del Cuerpo de Archivos, Bibliotecas y Museos y pasó como director al Museo Arqueológico de Córdoba (1921-1925), participando en las excavaciones de Medinat al-Zahra (1923-1924), de las que redactó la correspondiente memoria. Se trasladó a Zaragoza como profesor auxiliar de Paleografía y Diplomática de la Universidad (1926-1928), y de allí a Tarragona, como director del Museo Arqueológico (1928-1929). En 1930 fue nombrado conservador del Museo Arqueológico Nacional en Madrid, colaborando en el nuevo proyecto museográfico iniciado en 1933. En 1930 hizo un largo viaje, junto con Camps Cazorla, por Italia y Francia, pensionados ambos por el Cuerpo de Archivos. En 1931 ingresó en la sección de Arqueología y Arte Medieval del Centro de Estudios Históricos que dirigía Manuel Gómez Moreno, con quien viajó por el Marruecos español y francés (1932), colaborando activamente en los trabajos del Fichero Artístico y Monumentos Españoles. Fue en este ámbito del Centro de Estudios Históricos y en 1932 cuando, animado por Manuel Gómez-Moreno, comenzó a trabajar en el “acopio de materiales y estudio de la epigrafía hispano-latina” (Memoria correspondiente a los cursos 1931 y 1932 de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas), que sería su futuro campo de investigación. Junto a Camps y Cabré, excavó en 1931-1932 el castro abulense de Los Castillejos, en Sanchorreja. Por entonces intervino en las Misiones de Arte de Pablo Gutiérrez Moreno, con Camps, Cabré, Lafuente, Moreno Villa, Gaya Nuño y otros. Con Obermaier, Cabré, García y Bellido, Camps y Bosch Gimpera formó parte de la Junta Asesora de la Ley del Patrimonio Artístico Nacional de 1933. Al estallar la Guerra Civil estuvo en la Cárcel Modelo de Madrid y’, habiendo conseguido evadirse (1937), logró pasar por la línea del Tajo hasta llegar a Zaragoza (1938), donde se incorporó al Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional del que, más adelante, sería subcomisario general dependiente de la Dirección General de Bellas Artes hasta 1964. En la Universidad Central hizo el doctorado con Manuel Gómez-Moreno, quien dirigió su tesis doctoral en 1948 sobre los Epígrafes cristianos latinos de Mérida. Siglos IV al VIII-X, llegando a ser un reconocido especialista en epigrafía romana y visigoda, así como en numismática hispánica.

Acabada la Guerra y reintegrado al Museo Arqueológico Nacional, organizó una exposición resumida de sus colecciones, el que se llamó “Museo breve” (1940), así como la Exposición de orfebrería y ropas de culto. Arte español de los siglos XV al XIX (1941-1942), exhibición montada en parte con objetos procedentes de su incautación durante la guerra para facilitar así la devolución a sus propietarios. Como conservador, colaboró con Blas Taracena, director del museo, haciendo frente a la urgente restauración del mismo tras el paso de la guerra, rehaciendo las salas que ocuparon los servicios de de Recuperación Artística y del Tesoro Español, así como la revisión de los fondos almacenados de modo precario, además de dar entrada al Museo de América en el mismo edificio. Tras el fallecimiento de Blas Taracena (1951) y de Emilio Camps (1952), que no llegó a tomar posesión de la dirección del museo, fue nombrado director del Museo Arqueológico Nacional por concurso de méritos el 17 de marzo de 1952, logrando abrir nuevamente el Museo al público el 17 de mayo de 1954. Desempeñó el cargo de director hasta 1967, siendo a continuación presidente del Patronato del Museo Arqueológico Nacional hasta 1970.

Es bien conocida su labor como inspector general de Museos Arqueológicos a partir de 1940, pues impulsó la reparación de los museos arqueológicos españoles dañados durante la Guerra Civil. En aquellos duros años puso su experiencia al servicio de la mejora de los museos y adquisición de nuevos edificios. A él se debe la eficaz normalización del catálogo e inventario de piezas de los museos españoles, que supuso la modernización de las fichas usadas en los sistemas de catalogación sistemática, que se han empleado en los museos españoles hasta el actual proceso de informatización. Para ello redactó una precisas Instrucciones para la redacción del inventario general, catálogos y registros en los museos servidos por el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos (1942). También como inspector de Museos inició las Memorias de los Museos Arqueológicos Provinciales (1954-1960), creadas como órgano para dar a conocer las nuevas instalaciones y adquisiciones de los museos españoles que suponen hoy la más completa documentación sobre aquellos años cruciales de la museografía española. En 1953 fue elegido presidente de la Asociación Nacional de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos (ANABA). Fue también miembro de la Sección de Epigrafía y Numismática del Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Ivestigaciones Científicas (CSIC) (1942) y fundador-director del Instituto Antonio Agustín de Numismática del CSIC y de su revista Numario Hispánico (1952-1967). Desempeñó igualmente el cargo de consejero nacional de Educación (sección de Bellas Artes) en 1944, y en 1950 ganó por oposición la Cátedra de Epigrafía y Numismática de la Universidad Central, que desempeñó hasta su jubilación.

En el campo de la investigación se esforzó por renovar y sistematizar los estudios de Numismática y, sobre todo, de Epigrafía, en estrecha relación con el gran paleógrafo francés Jean Mallon, atendiendo tanto al contenido de los epígrafes como a su soporte y forma de la escritura o ductus, atendiendo de forma muy especial a lo que llamó “caracteres externos”. Su campo de trabajo más especializado fue el de la epigrafía romana, paleocristiana y visigoda, así como el de la moneda ibérica, romana e hispanoárabe, a la que dedicó conocidos trabajos. Participó en congresos y comisiones de estudio internacionales en Italia, Francia, Alemania y Marruecos y fue propuesto para coordinar el proyecto de un nuevo Supplementum al volumen de Hispania del Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL, II), trabajo que, por encargo de la Academia de Ciencias de Berlín, no llegó a culminar.

Propuesto por Manuel Gómez Moreno, Francisco Javier Sánchez Cantón y Miguel Gómez del Campillo, ingresó en la Real Academia de la Historia el 10 de noviembre de 1950 para la medalla n.º 5 y tomó posesión el 15 de enero de 1953 con un discurso sobre El concepto de la Epigrafía, consideraciones sobre la necesidad de su ampliación, al que contestó Manuel Gómez Moreno. En esta institución formó parte de diversas comisiones, fue bibliotecario accidental (1973) y anticuario perpetuo (1956-1975), cargo en el que inició una labor de catalogación de las colecciones numismáticas en colaboración con María Ruiz Trapero y María Cruz Pérez Alcorta. También se ocupó de instalar las colecciones en la nueva sede del Palacio del Marqués de Molins, destacando la conservación y exposición del disco o missorium de Teodosio sobre el que hizo un detallado estudio. Fue también miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ingresando el 8 de febrero de 1958 con un discurso sobre Aportaciones a la Museografía española, al que contestó José Yarnoz. Correspondiente (1922) y numerario (1933) de la Real Academia de Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, correspondiente de la de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza (1933), del Instituto de Estudios Ilerdenses (1942), de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría (1943), condecorado con la Medalla de los Sitios de Zaragoza y la Encomienda con placa de la Orden de Alfonso X el Sabio. Entre otras distinciones cabe señalar la de gran canciller de la Academia Internacional de la Cerámica (1953); correspondiente de la Academia Colombiana de la Historia; miembro del Instituto Arqueológico Alemán; de la Royal Numismatic Society; de la Hispanic Society de Nueva York; oficial de la Orden de las Palmas Académicas otorgada por el Gobierno francés (1966). Falleció dejando un lago estudio, acabado pero inédito, sobre las inscripciones vadinienses de León y Asturias.

 

Obras de ~: Tudela. Sus monumentos románicos, Zaragoza, La Editorial, 1918; con R. Jiménez, R. Castejón, F. Hernández Jiménez y E. Ruiz Martínez, Excavaciones en Medina Azzahara (Córdoba) (Memoria de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 67), Madrid, 1924; Museo Arqueológico Nacional. Adquisiciones en 1930. Colección de antigüedades que pertenecieron al Sr. Marqués de Monsalud, Madrid, 1931; Museos Españoles, I-II, Madrid, Blass, 1932; Guía de Tarragona, Madrid, Patronato Nacional del Turismo, Espasa Calpe, 1932; “El folklore español. Boceto Histórico”, en F. Carreras y Candi (dir.), Folklore y costumbres de España¸ I, Barcelona, Alberto Martín, 1934, págs. 1-164; “Plomos romanos con inscripción mágica, hallados en Córdoba”, en Archivo Español de Arte y Arqueología (AEAA), 10 (1934), págs. 51-60; “Nuevas inscripciones de San Pedro de la Nave”, en AEAA, 13 (1937), págs. 61-71; Exposición de orfebrería y ropas de culto. Arte español de los siglos XV al XIX, Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, Madrid, 1941; Instrucciones para la redacción del Inventario general, catálogos y registros de los museos servidos por el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, Madrid, Ministerio de Educación Nacional, 1942; “De epigrafía cristiana extremeña: novedades y rectificaciones”, en Archivo Español de Arqueología (AEA), 20 (1947), págs. 265-309; “La dedicación de la Iglesia de Santa María y de todas las Vírgenes de Mérida, en AEA, 21 (1948), págs. 309-353; “Losas y coronas sepulcrales en Mérida (Ensayos sobre algunos caracteres externos de los epitafios de los siglos V al VII)”, en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 15 (1948-1949), págs. 103-144; La era ‘...AS’, Scripturae. Monumenta et studia, I, Madrid, Instituto Antonio de Nebrija de Filología, 1951; “El mapa de los hallazgos de epígrafes romanos con nombres de divinidades indígenas en la Península Ibérica”, en II Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, 1952, págs. 327-336; El concepto de la Epigrafía. Consideraciones sobre la necesidad de su ampliación (Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia por ~), Madrid, 1953; Manuscritos latinos en barro del Museo Arqueológico Nacional, Madrid, Instituto de España, 1956; “El Gabinete Numismático del Museo Arqueológico Nacional (1951-56)”, en Numario Hispánico (NH), 5 (1956), págs. 177-192; Aportaciones a la museografía española (Discurso de recepción en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), Madrid, 1958; “Los sueldos hispano-árabes”, en NH, 8 (1959), págs. 5-66; “El epitafio de Rebbi Jacob hijo de Rebbi Senior (IHC 34 y Suppl. p. 19 = IHE 289)”, en Atti del terzo Congresso Intenazionale di Epigrafia greca e latina, Roma, 1959, págs. 29-44; “Nueva inscripción de los ‘Orgenomesci’”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 147 (1960), págs. 99-103; “Los epitafios hispano-romanos de Antonio Festa y de Clodia Lupa. Ensayo sobre su atribución cronológica”, en Klio, 38 (1960), págs. 185-206; La dedicación de San Juan de Baños, Palencia, Diputación Provincial, 1961; “El Tesoro de Segura (Guipúzcoa)”, en NH, 10 (1961), págs. 175-179; “Tesoro árabe de la calle Cruz Conde, Córdoba”, en NH, 10 (1961), págs. 170-171; “Ni Bárquidas ni Escipión”, en Homenaje al profesor Cayetano de Mergelina, Murcia, 1962, págs. 665-686; “Caracteres externos de las antiguas inscripciones salmantinas. Los epitafios de la zona occidental”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH), 152 (1963), págs. 159-224; con J. de Navascués, “Museo Arqueológico Nacional. Hallazgos monetarios”, en Memoria de los Museos Arqueológicos. 1958 a 1961, Madrid, 1963, págs. 77-89; “Caracteres externos de las antiguas inscripciones salmantinas. Su trascendencia epigráfica e histórica”, en Akte des IV. Internationalen Kongresses für griechische und lateinische Epigraphik, Viena, 1964, págs. 281-297; “El tesoro de Gazteluberri”, en NH, 11 (1967), págs. 93-114; Las monedas hispánicas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. I. Ciclos griego e íbero-romano, Barcelona, Asociación Numismática Española, 1969; Las monedas hispánicas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. II. Ciclo andaluz: grupo bástulo-turdetano. Tesoros de Azaila, Salvacañete y Cerro de la Miranda, Barcelona, Asociación Numismática Española, 1971; “Memoria del Gabinete de Antigüedades, correspondiente a 1974”, en BRAH, CLXXIII (1975), págs. 241-246; “Informe sobre el disco de Teodosio, en BRAH, CLXXII (1976), págs. 427-437.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de la Administración, Sección de Educación y Ciencia, Exp. personal, legs. 1068-14, 12666-99 y 31/6057; Real Academia de la Historia, Exp. personal.

A. Palau, Manual del librero hispanoamericano, I, Barcelona, A. Palau, 1948, pág. 454, n.º 188778-188785; P. Parra Garrigues, Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, Madrid, C. Bermejo, 1956, págs. 319-321; A. Ruiz Cabriada, Biobibliografía del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, 1858-1958, Madrid, Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958, n.º 11167-11237; J. Pavón, “El Excmo. Sr. D. Joaquín María de Navascués y de Juan”, en BRAH, CLXXII (1975), págs. 257-262; J. de M. Carriazo, Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, Madrid, 1977; Marqués de Siete Iglesias, “Real Academia de la Historia. Catálogo de sus individuos. Noticias sacadas de su archivo”, en BRAH, 127 (1980), págs. 603-605; E. Sáez y M. Rosell, Repertorio del Medievalismo Hispánico, III, El Albir, Barcelona, 1983, págs. 11-12, n.º 3710-2712; A. Marcos Pous, “Origen y desarrollo del Museo Arqueológico Nacional”, en De Gabinete a Museo. Tres siglos de historia, Madrid, Ministerio de Cultura, 1993, págs. 94-95; P. Losada Castillo y J. Massó Carballido, “El Museo Arqueológico de Tarragona: un siglo y medio de historia”, en G. Mora y M. Díaz Andreu, La cristalización del pasado: génesis y desarrollo del marco institucional de la Arqueología en España, Málaga, Servicio de Publicaciones de la Universidad y Centro de Estudios Históricos, 1997, págs. 149-162; M. Almagro-Gorbea, “XIX. Joaquín Mª de Navascués y de Juan”, en El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1999, págs. 158-160; G. Pasamar Alzuria e I. Peiró Martín, Diccionario Akal de Historiadores Españoles Contemporáneos (1840-1980), Madrid, 2002, págs. 440-441; M. Ramírez Sánchez, “El concepto de Epigrafía. Observaciones sobre la necesidad de su ampliación, cincuenta años después”, en Signo. Revista de Historia de la Cultura Escrita¸ 15 (2005), págs. 47-73; H. Gimeno Pascual, V. Salamanqués Pérez y E. Sánchez Medina, “Joaquín M.ª de Navascués”, en Corpus Inscriptionum Latinarum II, http://www2.uah.es/imagines_cilii/Epigrafistas/textos/navascues.htm.

 

Faustino Menéndez Pidal de Navascués