Bellido González, Luis. Logroño (La Rioja), 8.V.1869 – Madrid, 15.XII.1955. Arquitecto.
Por su dilatada trayectoria y su amplia actividad como arquitecto municipal, Bellido es una de las personalidades más representativas de la arquitectura española, y particularmente madrileña, en el amplio período que abarca los últimos años del siglo XIX y el primer tercio del XX; una etapa de profundas transformaciones durante la que se produjo la compleja evolución desde el eclecticismo decimonónico hasta la modernidad. Natural de Logroño e hijo del ingeniero jefe de esta provincia, cursó sus estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde se tituló el 4 de abril de 1894 con un proyecto de fin de carrera sobre un “gran salón de conciertos”. En toda su labor se distinguen claramente tres etapas: la primera (1894-1904), en la que fue arquitecto municipal de Lugo (1894-1899) y Gijón (1899-1904), además de arquitecto diocesano de Oviedo (1896-1904); la segunda (1905- 1929), caracterizada por su ejercicio como arquitecto de propiedades del Ayuntamiento de Madrid —cargo que desempeñó durante toda su vida profesional—, y la tercera (1929-1939), durante la que actuó como director de Arquitectura de la corporación madrileña.
En sus inicios destacan principalmente los edificios realizados en Asturias, sobre todo algunos encargos religiosos y domésticos. Los primeros, recibidos como arquitecto diocesano bajo el mecenazgo del obispo Martínez Vigil, recogen todas las posibilidades del historicismo medievalista de origen decimonónico, desde el neorrománico de la iglesia de Santo Tomás de Avilés (1896-1903) hasta el neogótico de la iglesia de San Lorenzo de Gijón (1896- 1901), el seminario conciliar de Oviedo (1896- 1905) y la iglesia de la Merced de Avilés (1904).
Esta corriente culminó años después con un proyecto de iglesia en Oviedo de aire neobizantino, que recibió una mención honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1906. Respecto a las construcciones privadas, donde manejó con soltura diversos repertorios eclécticos, deben mencionarse algunas viviendas gijonesas, como las de Gumersindo García (1901), con alusiones afrancesadas; Eduardo Martínez (1902), con algunos detalles modernistas, y Antonio Riera (1903), de un original estilo neogótico. Contemporánea a éstas es su primera obra en Madrid, el edificio de viviendas que proyectó para su hermano Manuel en la calle Almagro (1900-1903) —cuyas obras dirigió Ignacio de Aldama—, donde combinó los repertorios cosmopolitas con las referencias a la arquitectura tradicional madrileña.
Afincado definitivamente en la capital desde 1904, ingresó al año siguiente en el cuerpo de arquitectos del ayuntamiento como responsable de las propiedades municipales, labor a la que se entregó con absoluta dedicación; tanta, que casi dejó de atender encargos privados. Su cometido principal consistió en dirigir y supervisar todas las intervenciones en el patrimonio municipal (dependencias corporativas, escuelas, mercados, casas de socorro, etc.), así como la proyección de nuevas construcciones. Uno de sus primeros trabajos vinculados a este puesto, aunque debido a una iniciativa privada, fue la realización de los pabellones principales y la planificación general de la Exposición de Industrias Madrileñas, promovida por el ex alcalde Alberto Aguilera, que se celebró en el parque del Retiro en 1907. Para ella Bellido diseñó unas singulares construcciones modernistas inspiradas en las que había contemplado poco antes en algunos certámenes internacionales.
Ese mismo año comenzó a preparar la elaboración del proyecto del nuevo matadero y mercado de ganados, su obra más sobresaliente, en cuya realización estuvo involucrado durante casi veinte años (hasta 1925). Este magno conjunto, compuesto por numerosos pabellones y edificios diversos, fue ejecutado en colaboración con el famoso ingeniero José Eugenio Ribera, y se encuentra a la altura de las mejores creaciones de similares características erigidas en Europa a comienzos del siglo XX. En él Bellido supo conciliar con maestría recuerdos de la tradición arquitectónica española (ladrillo visto, mampostería castiza y detalles neomudéjares) con un tratamiento racional de los materiales constructivos y una resolución funcionalista de los espacios. Por ello fue un precursor en la renovación constructiva de la arquitectura de ladrillo que se desarrolló en Madrid a partir de los años veinte.
Una faceta esencial de su cometido como arquitecto jefe de la sección de Propiedades fue la de restaurador de los diversos edificios municipales (Escuela de Cerámica, Escuelas Aguirre y Real Hospicio, entre otros). El caso más trascendente es el de las construcciones de la plaza de la Villa —rehabilitadas en sucesivas intervenciones entre 1909 y 1922—, donde debe mencionarse particularmente la restauración de la llamada Casa de Cisneros (1909-1914), emblemático edificio plateresco del siglo xvi que había sido adquirido por el ayuntamiento. Por este trabajo Bellido recibió sucesivamente un galardón de la Sociedad Española de Amigos del Arte (1911), una segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1912) y un premio del ayuntamiento a la mejor reconstrucción de un edificio singular (1915).
También fue la actuación que sirvió para vincularlo con los regeneracionistas de raíz autóctona que por entonces estaban triunfando en la arquitectura española. No obstante, Bellido no se involucró de manera decidida en las corrientes regionalistas más imitativas, sino que optó por la reinterpretación moderna de los antiguos materiales, tal y como se puede apreciar en la iglesia del convento de las Reparadoras (1919-1920), donde aún perviven modelos clasicistas, y principalmente en el espléndido edificio comercial Casa dos Portugueses (1919-1922) de la calle de la Virgen de los Peligros, donde es fácil encontrar paralelismos con la más avanzada arquitectura de ladrillo practicada en Europa por autores de la talla de Berlage.
En aquella época, Bellido ya era un personaje de reconocido prestigio profesional, que acumulaba cargos y distinciones, como comendador de la orden francesa de Nischar Iftijar o académico de número de la Academia de Bellas Artes de San Salvador de Oviedo. Por ello, en 1925 ingresó también en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, leyendo un discurso titulado significativamente La insinceridad constructiva como causa de la decadencia en la arquitectura, donde defiende la lógica estructural y el empleo racional de los materiales y sistemas constructivos. Estos planteamientos prerracionalistas quedan reflejados en algunas de sus últimas obras, como las que realizó primero al frente del Gabinete Técnico Municipal y después como director de Arquitectura, encabezando un cualificado equipo integrado, entre otros, por figuras tan relevantes como Gustavo Fernández Balbuena y Francisco Javier Ferrero.
Aquí merece una mención especial el “plan de nuevos mercados municipales”, que fue ejecutado en colaboración con otros facultativos, caso de Leopoldo José Ulled Espadero o el mencionado Ferrero.
Precisamente este último fue el principal responsable del mercado central de frutas y verduras de Legazpi (1926-1935), una obra moderna e innovadora que recoge la influencia de quien es considerado como uno de los más significativos integrantes del racionalismo madrileño.
Otra de las responsabilidades derivadas de sus distintos cargos fue la participación en diversos proyectos para la renovación urbanística de Madrid. Desde la oficina dirigida por Bellido se redactó en 1929 un Informe de la ciudad y se preparó, con la intervención de arquitectos como Secundino Zuazo, Eugenio Fernández Quintanilla, Luis Lacasa y Gustavo Fernández Balbuena, un plan de extensión urbana que asumía los planteamientos de destacadas propuestas anteriores, incluido el famoso proyecto Zuazo-Jansen.
Pese a que en 1932 se iniciaron algunas intervenciones, la conflictiva situación política que caracterizó a España en los años siguientes paralizó todas las obras; lo cual no impidió que Bellido siguiese proponiendo diversas ideas para la remodelación urbanística de Madrid. Tras la Guerra Civil, con setenta años de edad y cuarenta y seis de ejercicio profesional, se jubiló definitivamente, aunque siguió vinculado al mundo arquitectónico a través de los dictámenes técnicos redactados para la sección de Arquitectura de la Academia de Bellas Artes. Gracias a todo ello, y a su activa longevidad, se convirtió en puente generacional entre las antiguas y las nuevas promociones de arquitectos.
Obras de ~: iglesia de San Lorenzo, Gijón, 1896-1901; iglesia de Santo Tomás, Avilés, 1896-1903; Seminario Conciliar, Oviedo, 1896-1905; capilla del Palacio Episcopal, Gijón, 1897; proyecto de Escuela de Maestras, La Coruña, 1899; proyecto del Círculo de Artes, Lugo, 1899; con I. de Aldama Elorz, viviendas para Manuel González en la calle Almagro, Madrid, 1900-1903; viviendas para Gumersindo García, Gijón, 1901; viviendas para Rogelio García, Gijón, 1902; viviendas para Manuel Villaverde, Gijón, 1902; viviendas para Eduardo Martínez, Gijón, 1902; casa de Miguel López, Gijón, 1903; casa Bauer, Gijón, 1903; viviendas para Antonio Riera, Gijón, 1903; villa Marchesi, La Coruña, 1903; iglesia de la Merced, Avilés, 1904; proyecto de iglesia en Oviedo (no realizado), 1906; pabellones principales de la Exposición de Industrias Madrileñas, 1907; con J. Eugenio Ribera, matadero y mercado de ganados (hoy dependencias diversas) del paseo de la Chopera, Madrid, 1907-1925; reformas de las Escuelas Aguirre en la calle Alcalá, Madrid, 1908-1909 y 1929; restauración y reforma de la Casa de Cisneros en la plaza de la Villa, Madrid, 1909-1914; restauración y reforma de la Casa de los Lujanes en la plaza de la Villa, Madrid, 1910-1912; ampliación del mercado de la Cebada, Madrid, c. 1910; proyecto de Palacio de Justicia (no realizado), Madrid, 1912; anteproyecto para el nuevo mercado de Olavide, Madrid, 1914; Teatro Robledo, Gijón, 1915; reconstrucción del Teatro de la Comedia en la calle del Príncipe, Madrid, 1915; reforma para hemeroteca de la Casa de la Carnicería en la plaza Mayor, Madrid, 1916-1922; reforma de la antigua hemeroteca en la plaza de la Villa, Madrid, 1916-1922; edificio comercial (Casa dos Portugueses) en la calle Virgen de los Peligros, Madrid, 1919- 1922; iglesia del convento de las Reparadoras en la avenida de Burgos, Madrid, 1919-1925; con L. José Ulled Espadero, reconstrucción, reforma y ampliación de la Escuela de Cerámica de la Moncloa, Madrid, 1921-1934; Instituto Municipal de Puericultura y Escuela de Maternología (hoy dependencias ministeriales) en plaza Campillo Nuevo, Madrid, 1923; viviendas para José Martínez en la calle Pelayo, Madrid, 1924- 1926; noviciado de los Santos Ángeles Custodios en Caídos de la División Azul, Madrid, 1924; restauración del Real Hospicio (hoy Museo Municipal) en la calle Fuencarral, Madrid, 1924- 1929; con P. Aranda y E. Colás, ampliación y reforma del Teatro Español en la calle del Príncipe, Madrid, 1924-1929; hospital de Lugo, 1925-1927; mercado de libros de la Cuesta de Moyano, Madrid, 1925; tenencia de Alcaldía de Latina en la carrera de San Francisco, Madrid, 1926; restauración de la Puerta de Neoburgo del Retiro, Madrid, 1926; con F. Javier Ferrero y J. A. Peña Boeuf, mercado central de frutas y verduras (hoy dependencias municipales) en la plaza de Legazpi, Madrid, 1926-1935; reforma del Instituto Militar de Higiene para Casa de Socorro (hoy dependencias comunitarias y municipales) en la calle Alberto Aguilera, Madrid, 1927; con L. José Ulled Espadero, mercado de Pardiñas, Madrid, 1928-1933, y mercado de Tirso de Molina, Madrid, 1929-1933; con J. de Lorite, S. Zuazo et al., proyecto del plan de extensión de Madrid, 1931; con L. José Ulled Espadero, matadero de Aves y Gallinas, Madrid, 1933.
Escritos: “La arquitectura en España en el siglo xix: provincia de Asturias”, en Resúmenes de Arquitectura, 7 (1900), págs. 98-101; “Nuevo Seminario de Oviedo”, en La Construcción Moderna, 2 (1905), págs. 26-30; “Exposición de Industrias Madrileñas”, en Pequeñas Monografías de Arte (PMA), 3 (1907), págs. 6-11; con E. Gambra, “Memoria de la Sociedad Central de Arquitectos acerca de la construcción de casas baratas e higiénicas”, en PMA, 27 (1910), págs. 232- 238; Proyecto de matadero y mercado de ganados para Madrid. Memoria, Madrid, Imprenta Municipal, 1910 [también en La Construcción Moderna, 18 a 23 (1910)]; La Casa de Cisneros, Madrid, Imprenta Municipal, 1915; El nuevo matadero y mercado de ganados. Memoria explicativa del edificio, Madrid, Imprenta Municipal, 1918; La insinceridad constructiva como causa de la decadencia en la arquitectura, discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, 1925; “Restauración de la Puerta de Ana de Neoburgo, en el Retiro”, en Arquitectura, 26 (1926), págs. 226-227; “Un caso de reforma interior de Madrid: sector San Francisco-Puerta de Toledo”, en Revista del Cuerpo Municipal de España, 44 (1932), págs. 165-167; “Servicios Municipales de Madrid: Dirección de Arquitectura”, en Administración y Progreso, 15 y 16 (1933), págs. 38-41 y 9-14; “El antiguo Hospicio”, en Tiempos Nuevos, 2 (1934), págs. 1-3.
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Óscar da Rocha Aranda