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Juan Antonio de los Heros Fernández de La Sierra

Biografía

Heros Fernández de la Sierra, Juan Antonio de los. El Molinar, Carranza (Vizcaya), c. 1725 – Madrid, 16.I.1780. Hombre de negocios, administrador y escritor de temas económicos.

Fruto del matrimonio de los también carranzanos Juan de los Heros Chorrote y Antonia Fernández de la Sierra (1713), nació en una familia numerosa de al menos diez hijos, de los que llegaron a sobrevivir siete. Ya a mediados del siglo XVI, diversos personajes habían dado prestigio a la casa solar familiar, entre ellos, Juan Alonso de los Heros, caballero de la Orden de Santiago y general del Ejército, y Fernando Jorge de los Heros y Pando, obispo de Sigüenza, arzobispo de Granada y patriarca de las Indias. En el primer tercio del siglo XVIII el nivel económico que había alcanzado la familia, en un valle relativamente pobre y esencialmente ganadero, no era lo que permitían sospechar los altos cargos que habían desempeñado sus antecesores; no obstante, la práctica de algunas actividades comerciales —administración de ferrerías, abastos de vino y carne, tráfico de paños, arriendo de diezmos, etc.— en su tierra natal les permitió a algunos de sus miembros generar los ahorros suficientes para emprender el camino de la emigración hacia Madrid.

La sólida red de contactos personales que existía entre los comerciantes y funcionarios de origen encartado —y, más en particular, del valle de Carranza— ya asentados en la villa fue la otra clave del éxito económico y social de Juan Antonio de los Heros, que se desplazó a Madrid junto con sus hermanos Manuel y Josefa. Una vez consolidada su posición y siguiendo la voluntad de sus padres, Juan Antonio, el hermano que quedó soltero, se fue haciendo cargo de los numerosos familiares que siguieron el camino de la emigración, entre los que se encontraba Juan Francisco Antonio de los Heros, fiscal de la Junta de Comercio (1784) y del Consejo de Hacienda (1785) y secretario del Consejo de Estado (1795), con quien aquél ha sido confundido con frecuencia.

Durante la década de 1750, aparece ya como mercader de sedas en el Portal de Santa Cruz, pero fue a lo largo de la siguiente década cuando se consolidaron sus negocios en el entorno del gremio de especería, mercería y droguería. El éxito de los hermanos Manuel y Juan Antonio en el mercado madrileño se vio facilitado por la tupida red de paisanos suyos que comerciaban en él, y muy particularmente en los ramos de lienzos y especería. Precisamente, si existía un grupo dominante entre la influyente colonia vasca en Madrid a mediados del siglo XVIII, éste era el de los comerciantes procedentes de Carranza y de sus alrededores. El origen de los apellidos de quienes controlaban La Soledad, una de las sociedades constituidas en 1757 por los minoristas de lencería para hacerse con el comercio al por mayor y disponer de almacenes que surtieran sus tiendas privadas, así lo demuestra. Y esto mismo viene corroborado por las familias que se asociaron en el mismo año para la creación de la compañía de Nuestra Señora de la Nieva, cuyo objeto era dominar el mercado de droguería, o por las que, en 1753, constituyeron una fábrica de holandillas para abastecer sus propias tiendas.

Aunque Juan Antonio de los Heros fue diversificando sus negocios, adquirió verdadera notoriedad como representante del gremio de mercería, droguería y especería y, a través de éste, como organizador de las grandes operaciones económicas promovidas por los Cinco Gremios Mayores, que en su tiempo constituían el mayor conglomerado económico del país, con actividades que incluían el arrendamiento de rentas de la Real Hacienda, la recaudación de impuestos, los préstamos al Gobierno, el abastecimiento del Ejército, la gestión de fábricas y los negocios de seguros y bancario. Así, se le encomendaron las funciones de apoderado del gremio para el trienio 1761- 1763, quedando a su cargo cuanto afectaba a la fábrica de holandillas, la compañía de comercio al por mayor y la administración de los demás negocios comunes. De la misma manera, a partir de 1763 entró de lleno en la organización y lanzamiento de las grandes empresas de los Cinco Gremios, actuando como representante del suyo en la constitución de la Compañía General de Comercio, cuyo objeto era “hacer el comercio en Europa, América y demás partes del mundo” y trabajar en “los ramos de seguros, rentas vitalicias y banco de cambios”.

Así pues, Juan Antonio de los Heros llegó a formar parte del selecto grupo de personas (cinco apoderados —uno por cada gremio—, dos diputados de rentas y un contador) que gobernaban los intereses manufactureros, financieros y comerciales de los Cinco Gremios Mayores. Su prudencia y talento empresarial hicieron que se le encomendaran las funciones de repartidor general de su gremio y diputado de rentas de los Cinco Gremios para el período 1766-1768. Y, en virtud de este último encargo, compartió con su amigo y también carranzano Francisco de Guardamino la administración y recaudación de alcabalas, cientos y otros impuestos de Madrid y su provincia.

Nada de esto le impidió mantener unas relaciones muy estrechas con su tierra natal y, más en particular, con el sistema asociativo de los vascos en Madrid y las primeras instituciones ilustradas del País Vasco. Si su hermano Manuel fue apoderado y bienhechor de la Congregación de San Ignacio, constituida en Madrid para la ayuda mutua de los naturales y originarios de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, Juan Antonio ingresaba en la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País tan pronto como ambas instituciones establecieron formalmente lazos de fraternidad en 1775. Y, como hombre ilustrado, participó, igualmente, en la fundación de la Sociedad Económica Matritense, de la que fue 2.º contador.

A su fallecimiento, sin descendencia directa en 1780, disponía de una considerable fortuna, tanto bajo la forma de negocios en funcionamiento como de propiedades inmobiliarias en Carranza y en Madrid, destacando entre estas últimas una espléndida mansión adquirida en 1776 entre las madrileñas calles de Alcalá y Madrazo, que sería su propia residencia familiar y posteriormente palacio del infante Sebastián, presidencia del Consejo de Ministros y sede del Ministerio de Instrucción Pública.

Su intensa actividad mercantil no constituyó un obstáculo para sus contribuciones a la cultura económica y social de su tiempo, como lo refleja su obra escrita, recopilada por Antonio Valladares y reeditada nuevamente doscientos años más tarde.

Más allá de su carácter apologético, su obra —dirigida a justificar las prácticas mercantiles de los Cinco Gremios Mayores— contribuyó decididamente a la difusión de las ideas ilustradas de mediados del siglo XVIII y constituyó un jalón importante en la historia de las ideas económicas en España.

Escrita entre 1763 y 1775 —fechas en torno a las que se produjeron el clímax de fervor y curiosidad suscitado por la escuela fisiocrática en Francia y la aparición de la obra de Adam Smith en Gran Bretaña—, pertenece a un período en el que la literatura económica británica va perdiendo su liderazgo en beneficio del pensamiento francés, fenómeno que favoreció la renovación del pensamiento económico español por su mayor proximidad a la cultura del país vecino. A través de Heros se hizo presente en castellano lo mejor de la literatura económica en ascenso en Europa: la filosofía del orden natural procedente del mundo jurídico, la reciente “aritmética política”, el cameralismo de origen germano o las obras de Forbonnais y Coyer.

Estos conocimientos, junto con su profundo conocimiento de la literatura y legislación económicas españolas y de las prácticas mercantiles de la administración, le permitieron emprender la crítica de los impedimentos de todo tipo que frenaban el desarrollo económico en el marco social del Antiguo Régimen. Pero su mayor originalidad residió en plantear que las reformas económicas ilustradas no debían pivotar sobre las sociedades de agricultura, como proponía Campomanes, sino sobre un consejo de comercio en el que habrían de dominar los intereses industriales y comerciales.

Fue también decisiva la participación de Juan Antonio de los Heros en la polémica acerca de la legitimidad moral del cobro de interés en los préstamos de dinero, planteada nuevamente en su época con motivo de la creciente necesidad de recursos ajenos que sentían los Cinco Gremios para sus operaciones comerciales internacionales. En su defensa del interés se ha visto el origen del Decreto de 4 de julio de 1764 por el que los depósitos remunerados se declaraban legítimos y obligatorios.

 

Obras de ~: “Discursos sobre el comercio”, en A. Valladares de Sotomayor (ed.), Semanario erudito, Madrid, Antonio Espinosa, 1790, t. XXVI, págs. 145-280, y t. XXVII, págs. 3-222 [también en J. M. Barrenechea (ed.), Discursos sobre el comercio, representaciones y dictámenes, Madrid, Espasa Calpe, 1989 págs. 1-356]; (atrib.), “Representación al Rey Nuestro Señor sobre el Comercio Clandestino de América, y su remedio, hecha por un buen vasallo”, en A. Valladares de Sotomayor (ed.), Semanario erudito, op. cit., t. XXVII, págs. 223-240 [también en J. M. Barrenechea (ed.), Discursos sobre el comercio, representaciones y dictámenes, op. cit., págs. 357-374]; con F. de Guardamino, “Representación hecha al Rey N. Sr. por los Diputados Directores de los cinco Gremios mayores, sobre lo que predicó contra sus contratos el Rmo. P. Mtro. Fr. Antonio Garcés”, en A. Valladares de Sotomayor (ed.), Semanario erudito, op. cit., t. XXVII, págs. 240-244 [también en J. M. Barrenechea (ed.), Discursos sobre el comercio, representaciones y dictámenes, op. cit., págs. 374-378].

 

Bibl.: A. de Otaola, “Nobleza comerciante y Sociedades de Amigos del País”, en Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, XXI (1965), cuad. 2.º, págs. 131-150; J. M. Barrenechea, “Prólogo”, en Discursos sobre el comercio, representaciones y dictámenes, op. cit., págs. [XIV]-[LXXXV]; L. Perdices de Blas y J. Reeder, Diccionario de pensamiento económico en España (1500-2000), Madrid, Fundación Ico-Editorial Síntesis, 2003.

 

José Manuel Barrenechea González