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Antonio de Acuña Cabrera y Bayona

Biografía

Acuña Cabrera y Bayona, Antonio de. Seseña (Toledo), ? – Lima (Perú), 1662. Militar español.

Gobernador, capitán general y presidente de la Audiencia del Reino de Chile, caballero de Santiago.

Nació en Seseña, Toledo. Sobrino de Fernando de Fonseca Ruiz de Contreras, marqués de Pilla, que figuró en la Corte de Felipe IV como integrante de los Consejos de Gobierno. Soldado en las guerras de Flandes, sirvió en el Piamonte y en Lombardía.

Ordenado caballero de Santiago en 1634.

Venido a Indias como maestre de campo de la plaza del Callao, siendo el primero que —con nombramiento del Rey— ocupó ese cargo. También fue general de las Armas del Perú; maestre de campo de las milicias de Lima y, en 1649, corregidor de Sabana y Sabanillas. En Arequipa, contrajo matrimonio con María de Salazar Palavicino.

En 1649, el virrey conde de Salvatierra, que lo conoció en Europa, lo designó gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia de Chile, en reemplazo de Martín de Mújica, el 9 de marzo de 1650, aduciendo que lo hizo por “la mucha opinión que merecen los servicios que en aquellas partes (Europa) hizo a S. M., y ha continuado en estas de las Indias...”.

Para venir a su gobierno, levantó una compañía de infantería, y se embarcó en el Callao el 26 de marzo de 1650, llegando a Concepción el 4 de mayo de ese mismo año.

El pueblo, que lo esperaba, lo acogió con salvas de artillería y el cabildo lo recibió, solemnemente, el 7 de mayo.

Una vez instalado en el gobierno, se dedicó a administrar la guerra. Había recibido informes bastante auspiciosos acerca de ella y, por eso, creyendo que pondría fin al ya largo conflicto, planificó un parlamento en Boroa que se celebró el 24 de enero de 1651, después del cual el padre Diego de Rosales, testigo de él, escribió: “acabóse con gran regocijo de todos el juramento de las paces y fue este día el más festivo que se ha visto en Chile, por no haberse visto jamás, si no es hoy, todo Chile de paz, de Copiapó a Chiloé, sin que hubiese en todo el reino indio ni provincia de guerra”.

Sin embargo, del parlamento, los indígenas, como era su costumbre, no cumplieron lo pactado. Poco después, el 21 de marzo de 1652, un barco, que conducía dineros a Valdivia, se estrelló contra los arrecifes de la costa y los indios “cuncos” que poblaban la costa, asesinaron a los náufragos sobrevivientes.

Las represalias de los españoles no se hicieron esperar, todos estaban acordes en que era necesario darles un escarmiento a los indígenas, pero el gobernador dudaba de ese accionar.

Paralelamente el Ejército era conducido por los cuñados del gobernador, uno con el rango de maestre de campo y el otro con el de sargento mayor. Estos, no eran grandes capitanes y sólo deseaban valerse de la guerra para enriquecerse bajo el expediente de apresar indígenas y reducirlos a esclavitud.

El 18 de mayo de 1652 recibió confirmación real de su nombramiento por un período de ocho años.

Afianzado en el poder y sometido a los designios de sus cuñados, los Salazar, el gobernador preparó una expedición a tierras indígenas que terminó en un enorme desastre en Río Bueno que costó la vida de varios oficiales, más de cien soldados españoles y cerca de cien indios auxiliares. La ineptitud del maestre de campo fue la causante de la derrota y pese al clamor de los capitanes, el gobernador no realizó un cambio en el mando.

Entusiasmados con la impunidad de sus actos y deseosos de acumular mayores riquezas, los Salazar —una vez más— convencieron al gobernador de realizar una nueva expedición para castigar a los indígenas.

La noticia de sus preparativos pronto encontró respuesta entre los auxiliares, que señalaban que esas entradas sólo tenían por objeto esclavizar a mujeres y niños o conducían a la muerte de los participantes.

Paralelamente los indígenas preparaban una rebelión general que se materializó en la madrugada del 14 de febrero de 1655. Ese día, los naturales, desde Osorno hasta el río Maule, se levantaron en armas y provocaron un alzamiento general. Los que estaban sirviendo en las estancias, las arrasaron, dieron muerte a los españoles, cautivaron a mujeres y niños, robaron los ganados, destruyeron los sembrados y se reunieron con los no sometidos para, juntos, tomar por asaltos los fuertes. En pocas horas más de cuatrocientas estancias fueron destruidas. La reacción de los españoles fue abandonar toda habitación aislada y refugiarse en Concepción. Allí, el cabildo y los angustiados vecinos que habían perdido más de un familiar, protestaron, se reunieron y al grito de “¡Viva el Rey, muera el mal Gobierno!”, destituyeron, el 20 de febrero de 1655, al gobernador poniendo, en su reemplazo, como interino, al veedor general del Ejército, Francisco de la Fuente Villalobos.

La deposición de un gobernador no tenía precedentes en Chile y por ello la Real Audiencia tomó cartas en el asunto por estimar que era muy grave. Ordenó que se repusiera en el mando al gobernador y comunicó lo ocurrido al virrey conde de Alba de Liste. Éste mandó llamar al gobernador y ante la negativa de aquél para concurrir a Lima, ordenó a Pedro Porter Casenate que fuera a Chile con cuatrocientos soldados a reducirlo y trasladarlo a la capital del virreinato, donde se le inició un proceso.

Paralelamente, los cabecillas de la deposición fueron apresados, conducidos a Lima y encerrados en las mazmorras de la Audiencia. De allí salió libre sólo uno de ellos, mientras que el líder de la revuelta, Francisco de Gaete —heredero de conquistadores y descendiente de un hermano de la mujer de Pedro de Valdivia—, moría en prisión lejos de los suyos.

Las consecuencias del alzamiento indígena fueron de grandes proporciones. Los indígenas destruyeron todas las estancias ubicadas entre el río Maule y el Biobío y la economía chilena se resintió de tal manera que en ese territorio se abandonaron ciudades y se debió empezar de nuevo la construcción de una economía rural.

El causante del desastre, Acuña y Cabrera, retirado en Lima, falleció en 1662.

 

Bibl.: D. Rosales, Historia General del Reino de Chile. Flandes Indiano, Valparaíso, 1877; J. T. Medina, Diccionario Biográfico Colonial, Santiago, Imprenta Elzebiariana, 1906; F. A. Encina, Historia de Chile, Santiago, Ed. Nascimento, 1940; J. L. Espejo, Nobiliario de la Capitanía General de Chile, Santiago, Ed. Andrés Bello, 1956; A. Ovalle, Histórica Relación del Reyno de Chile, Santiago, 1969; S. Villalobos, Historia del pueblo chileno, tomo IV, Santiago, ed. Universitaria, 2000; D. Barros Arana, Historia General de Chile, Santiago, Editorial Universitaria/Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2000.

 

Julio Retamal