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Francisco Fernández Navarrete

Biografía

Fernández Navarrete, Francisco. Granada, c. 1680 – Madrid, 1.IV.1742. Catedrático de la Universidad de Granada, médico de Felipe V y escritor científico.

Fue hijo de Juan Fernández Cañasveras y de Andrea Navarrete, ambos naturales y vecinos de La Zubia (Granada), según testimonia su expediente de limpieza de sangre aprobado en 1709.

Fernández Navarrete había obtenido en 1702 el título de bachiller y asistía a la Universidad de Granada, donde realizó diversos trabajos sobre Teología, Filosofía, Retórica y Medicina y en 1708 descubrió los vasos pomagogos; obtuvo la licenciatura el 27 de mayo de 1709 tras disertar sobre el aforismo XXIII del libro I de Hipócrates. Incorporado a la docencia universitaria, se hizo con la cátedra de Vísperas, equivalente a la actual de Anatomía, de la facultad de Medicina de Granada y en 1717 consiguió la de Prima de Medicina de la misma institución.

Destacó como tratadista hidráulico en la polémica desatada sobre el valor medicinal de las aguas, en la que participó en 1719 con la obra El Nereo Director [...], única publicada en su etapa granadina, en cuyo título anticipaba disertar contra la perniciosa práctica “de curar con el agua natural, contra las Reglas y Preceptos de la Medicina”.

De sus trabajos se desprende que hablaba y escribía, además de su lengua natal, en latín y francés y tenía conocimientos de griego, portugués, italiano e inglés, junto a noticias de diversas lenguas americanas; tenía conocimientos de música, pues se encontraron partituras de canciones populares entre sus escritos. Además, era excelente dibujante y pintor, habilidad que le permitió enriquecer con notables ilustraciones buena parte de sus trabajos; incluso presentó el 17 de noviembre de 1738 un dibujo que fue adoptado como sello mayor de la Real Academia de la Historia; contenía “un río que mana entre peñas, con la leyenda: IN PATRIAM POPVLVM QVE FLVIT”.

En 1724 Fernández Navarrete ascendió al Real Protomedicato y en 1733 llegó a médico supernumerario de Cámara.

En el citado año de 1724 hubo de asistir como comisionado a la curación de la epidemia que había prendido en Úbeda y Baeza y en el de 1728 sufrió una grave enfermedad que le llevó a reponerse a los baños de Graena, lo que aprovechó para redactar un interesante informe sobre ellos. Ya por entonces, abrigaba la intención de escribir una historia natural sobre su tierra y al año siguiente de 1729 inició observaciones atmosféricas sistemáticas, que posteriormente integraría en sus trabajos.

La visita en 1730 de Felipe V y su comitiva cambió la vida del ilustre profesor, pues se incorporaría a ella, primero al servicio del duque de Arcos y posteriormente al del mismo Monarca; por tal motivo, se trasladó a Madrid el resto de su vida, donde se integró plenamente en el movimiento ilustrado de la capital.

En dicho periplo, completó la redacción de su topografía médica Cielo y suelo granadino, dedicada al arzobispado de Granada, con el fin de contestar adecuadamente a las preguntas que le hacían sobre su tierra.

Perteneció a la Regia Sociedad Médico Química de Sevilla y en Madrid a la Real Academia de la Historia desde 1736 y a la Academia Médica Matritense, antecedente de la Real Academia Nacional de Medicina, desde 1737, instituciones para las que realizó diversos trabajos por iniciativa particular o por encargo de las mismas; también sufrió en 1738 un enojoso malentendido de protocolo entre ambas instituciones madrileñas que le alejó de la Academia Médica, volcándose en sus últimos años en la de la Historia, donde publicó su Disertación sobre el carácter de los Españoles e intentó amparar trabajos como la Historia natural de España, que dejó inconclusa.

Seguidor de Kircher y de Bacon, botánico, mineralogista y zoólogo, a pesar de haber quedado inéditos la mayor parte de sus trabajos, durante el siglo XVIII fue considerado introductor de la Historia natural en España y contribuyó a la difusión de la Botánica elevando a la Real Academia Española en 1740 unas reglas para la nominación de las plantas.

Francisco Fernández Navarrete falleció víctima de una neumonía, a pesar de las atenciones que le prestaron el famoso médico Tomás Francisco Monleón y Ramiro, también miembro numerario de la Academia Médica Matritense, y Diego Nicolás de Heredia y Barnuevo, canónigo del Sacromonte granadino; fue enterrado el 2 de abril de 1742 en la iglesia madrileña de San Martín.

Fernández Navarrete había contraído matrimonio con Feliciana de Bargas, a quien dejó viuda; asimismo, consta que había designado en 1739 a la Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla y posteriormente a la abadía del Sacromonte granadino como herederas y depositarias de sus escritos, aunque dichos mandatos nunca llegaron a cumplirse y la mayor parte de sus manuscritos quedaron incorporados, entre otras bibliotecas, a los fondos que custodian la Real Academia de la Historia y la Real Academia Nacional de Medicina, probablemente por intervención del citado Monleón y Ramiro.

 

Obras de ~: El Nereo Director y Juez Medicinal, entre las verdaderas y supuestas virtudes y uso legítimo del Agua pura, Elemental, natural, en sanos y enfermos, como bebida y como Medicina, Granada, 1719; Cielo y suelo granadino, 1732 (ed., Almería-Barcelona, G. B. G. Editora, 1997); Ephemérides barométrico-médicas matritenses [...], Madrid, Imprenta Real, 1737; Philopolitae speculatoris ac doctissimos patriaeque amantissimos por Hispaniam Medicos, Madrid, 1738; La sal admirable de España: discurso médico-histórico y físico-analítico, 1738 (transcrip., ed., estud. e índices de A. Gil Albarracín, Almería- Barcelona, G. B. G. Editora, 1998); Disertación sobre el carácter de los españoles, Madrid, 1739; Herbario español, 1740 (inéd.); Historia Natural de España, c. 1740 (inéd.).

 

Bibl.: J. Villalva, Epidemiología española, Madrid, Imprenta de Fermín Villalpando, 1802, 2 ts.; A. Chinchilla y Piqueras, Anales históricos de la medicina en general y biográficos-bibliográficos de la española en particular, Valencia, López, 1841- 1846, 4 ts.; A. Hernández Morejón, Historia bibliográfica de la Medicina Española, vol. VI, Madrid, Jordán e hijos-José Rodríguez, 1842-1852, págs. 433-440; N. Mariscal y García, Historia de la Academia Nacional de Medicina, 1734-1934, Madrid, 1936; M. Menéndez Pelayo, La ciencia española, ed. de E. Sánchez Reyes, Santander, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1953-1954, 4 ts.; A. Hermosilla Molina, Cien años de medicina sevillana (La Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla en el siglo XVIII), Sevilla, Diputación Provincial, 1970; Marqués de Siete Iglesias, “Real Academia de la Historia. Catálogo de sus individuos. Noticias sacadas de su archivo”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), t. CLXXV, cuad. I (enero-abril de 1978); L. S. Granjel, La medicina del siglo XVIII, Salamanca, Universidad, 1979; A. Gil Albarracín, “Sobre Cielo y suelo granadino”, en Cielo y suelo granadino (1732), Almería-Barcelona, G. B. G. Editora, 1997, pags. 19-102; “Sobre Francisco Fernández Navarrete y La sal admirable de España”, en La sal admirable de España (1738), Almería-Barcelona, G. B. G. Editora, 1998, págs. 13-32.

 

Antonio Gil Albarracín

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