Pompeius Faventinus. [-.] Pomp[eius -.] f(ilius) Quir(ina tribus) Faventinus. ¿Astorga (antes Asturica Augusta) (León)?, p. m. s. I – ?, p. s. II. Flamen de la provincia Hispania citerior.
Una inscripción honorífica, antiguamente descubierta en Astorga (León), y hoy perdida, es todo lo que queda de este Pompeius Faventinus que desarrolló su carrera militar en Germania. Debió de ser originario de Asturica Augusta (Astorga) o de alguno de los municipios flavios de la región inmediata, como parece indicar su censo en la tribus Quirina.
Durante el reinado de Vespasiano (69-79), Pompeius Faventinus se encontraba en Germania inferior y cuando se empieza a tener noticias suyas ya pertenecía al orden ecuestre; allí fue primero prefecto de una unidad auxiliar de infantería, la cohorte VI Asturum; más tarde ocupó el puesto de tribuno militar de la legión VI Victrix, que desde el año 70 se encontraba en aquel territorio y, por último, recibió el mando de un ala auxiliar de caballería. Durante la década de los 70 del siglo i de la era, Pompeius Faventinus desarrolló una carrera normal para un militar de su época, lo que se conoce como las tres militiae, es decir, el mando de unidades de caballería e infantería y el tribunado militar en una legión. Por su participación en aquellas campañas recibió además diversas condecoraciones, entre las que se encontraba la corona áurea.
Muerto ya Vespasiano, es decir, después del año 79, regresó a Hispania y fue elegido por la asamblea provincial de la Citerior (concilium) para ocupar el sacerdocio del culto imperial de este territorio, que tenía su capital en Tarraco (Tarragona). Allí debió de estar Pompeius Faventinus un año, aunque de su paso por la ciudad no queda constancia documental; pero su carrera no había terminado, pues a continuación desempeñó un nuevo sacerdocio, esta vez probablemente en Roma como máxima autoridad religiosa de la ciudad.
Al término de su carrera, seguramente ya a finales del siglo i o comienzos del ii, fue homenajeado en Asturica Augusta (Astorga) con una estatua y su correspondiente pedestal epigráfico, que constituye hoy la única evidencia de sus actividades.
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Juan Manuel Abascal Palazón
