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Lorenzo Ramo Laoz

Biografía

Ramo Laoz, Lorenzo. Mezquita de Jarque (Teruel), 3.VII.1772 – Huesca, 15.IX.1845. Escolapio (SChP), orador sagrado, vicario general de las Escuelas Pías, obispo de Huesca.

Pasa por ser el valedor de la Orden escolapia ante las Cortes, en las que representaba a la Iglesia, en el momento de la exclaustración, sin que se hayan aducido pruebas fehacientes. Vistió el hábito escolapio en 1788 en Peralta de la Sal e hizo la profesión solemne en 1789. Tras sus estudios de Filosofía y Teología en Alcañiz y Valencia, comenzó su tarea docente con los niños más pequeños en esta última ciudad y la predicación en la Catedral de Albarracín en el bienio 1795-1797. En Zaragoza (1797-1804) estuvo al frente de las clases de Latín de “mínimos” y “menores”.

Durante este período se dio al púlpito y a la lectura de los autores del Siglo de Oro español. En Valencia (1804-1833) desempeñó la clase pública de Retórica y Poética en el Seminario Andresiano, desde donde trabajó varias Academias literarias. En los archivos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia queda algún rastro de sus intervenciones y producciones literarias como la Canción a la amistad patria (1807). En 1824 fue nombrado académico de honor de la Real Academia de Nobles Artes de San Carlos de Valencia. Fue también examinador sinodal y lector de Filosofía (1818) y Teología de los juniores escolapios. Fue el último rector aragonés del Colegio de San Joaquín de Escuelas Pías (1821-1826) de esta ciudad. Elegido provincial de Aragón y Valencia, no se le nombró, pues se le destinaba a ser el primer vicario provincial o viceprovincial de Valencia (1826-1829) al dividir la demarcación en dos: aragonesa y valenciana. Junto al padre Joaquín Esteve se le considera como el padre de ésta.

Mientras estuvo al frente de la viceprovincia, los problemas de administración escolar que se le presentaron atañeron a la regulación de los períodos de admisión de los alumnos, su edad y la readmisión del alumno ausentado sin causa justa. Ramo y su Congregación contestaron que mientras el Estado no lo regulase, se siguiera la costumbre calasancia que venía practicándose desde 1597. Respecto a la vuelta del alumno, cuando los padres, desilusionados ante otras experiencias, quieren volverlo al colegio, la respuesta literal fue: “Los padres tienen derecho a procurar la mejor enseñanza de sus hijos. Cuando los vuelven a nuestras Escuelas elogian su enseñanza; deben, pues, ser admitidos, previniéndoles eficazmente que esta veleidad puede llegar a ser perjudicial a los adelantamientos del niño, y por consiguiente al crédito del maestro; si abandonare segunda vez las Escuelas cualquiera que sea el motivo o pretexto no será admitido”.

Menéndez Pelayo resume la última ejecución realizada por la Inquisición en Valencia tras relajar un reo al brazo secular. Se vale de dos fuentes ideológicamente opuestas: Salustiano Olózaga (1864) y Gaspar Bono-Serrano (1870). El maestro deísta catalán Cayetano Ripoll fue el protagonista. Tras varios intentos frustrados de convertir al reo, se acudió al escolapio Ramo y al carmelita Félix Guillén de San José que tampoco lograron nada. A Ramo le rodeaba entonces en Valencia una gran fama como buen predicador y excelente superior de l’Escola Pia. Y Gaspar Bono-Serrano convivía y era súbdito entonces de Ramo siendo estudiante escolapio de teología. Ramo era el consultor obligado de las autoridades tanto civiles como eclesiásticas valencianas de la década de los 20: los arzobispos Veremundo Arias, después del destierro, Simón López y Joaquín López y Sicilia, los gobernadores civiles de Valencia y Murcia Santmarc, Bassecourt, Carvajal y Santocildes. Llamaron la atención sus sermones cuaresmales y sus oraciones fúnebres a la muerte de Veremundo Arias y de la reina María Josefa Amalia.

En el capítulo general de 1830 fue elegido general de las Escuelas Pías, aunque con jurisdicción exclusiva en España, de acuerdo con la bula Inter graviores de 1805 que nacionalizaba e independizaba a los generales de las principales Órdenes religiosas de la jurisdicción romana.

Las leyes, órdenes ministeriales y cualquier tipo de normativa relativa a la educación, le era transmitida directamente desde la dirección general de estudios, como cabeza visible de la Orden en España que él hacía llegar a los provinciales de Aragón, Cataluña, Castilla y Valencia y éstos la comunicaban a los colegios de su propia jurisdicción. Muchos de los oficios enviados a las casas (en 1829 había treinta y un centros escolapios en España) eran meras transcripciones de las normativas recibidas de los poderes públicos.

Sus cuatro años de generalato se tradujeron en pocos, pero significativos logros: erección canónica, en 1833, de la provincia de Valencia, como había mandado el capítulo general de 1829 y la preparación y publicación de la editio hispanica de las Constituciones escritas por San José de Calasanz en el invierno 1621-1622 en Narni (Italia) ese mismo año 1833 en Madrid. La congregación general que reunió en Valencia en enero de este año aprobó su publicación con los añadidos en notas de las normas emanadas en la Orden desde la muerte de Calasanz en 1648.

En 16 de noviembre de 1832 fue presentado por Fernando VII para el obispado de Huesca. Fue preconizado por Gregorio XVI en 15 de abril de 1833.

Designado como obispo-seglar pobre de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, “único que se ha visto, quizá, con el título que a él le fue conferido en la Iglesia de Padres Escolapios de Valencia” (Mariano Sánchez- Muñoz, Apuntes críticos y biográficos acerca de los hombres célebres de la provincia de Teruel, 1881), gobernó la diócesis hasta su muerte, aunque, elegido vocal de la Real Junta Eclesiástica, creada por Real Decreto de 5 de julio de 1843 y nombrado prócer del Reino, ocupó su escaño en las Cortes, alejado de la misma. Había recibido la consagración episcopal el 8 de septiembre de 1833. Juan Arolas, que convivía con él en Valencia le dedicó una oda “con el plausible motivo de su promoción al obispado de Huesca”. Antes de pasar a Madrid, realizó dos veces la visita pastoral a su diócesis, se distinguió por su amor a los pobres, incluso pidiendo dinero prestado para socorrerlos y con su neutralidad consiguió velar eficazmente por sus diocesanos, y especialmente por su Cabildo. “Él con otro grupo de obispos había estado comprometido, de algún modo y a niveles distintos, con los revolucionarios del Trienio. Colaboraron en forma más o menos explícita, con el nuevo régimen y desde luego, simpatizaron abiertamente con la ideología liberal menos radicalizada” (V. Cárcel Ortí, El liberalismo en el poder, 1833-1868, en R. Villoslada, Historia de la Iglesia en España, t. V, Madrid, BAC, págs. 177-178). Su aperturismo no impidió el desmantelamiento de los religiosos de su diócesis y sus bienes culturales en los años penosos de 1834-1837, como el Museo Numismático de la Merced (Huesca), fundado en el siglo anterior y desaparecido en 1835. Incluso fracasó en la introducción de los escolapios en Huesca, a pesar de la tolerancia de que gozaban éstos ante las autoridades civiles.

Sus publicaciones fueron escasas. Sin embargo, en la tradición escolapia ha perdurado la idea de haber sido uno de los buenos humanistas de que abundó la Orden durante los siglos XVII-XIX y de que dejó muestras manuscritas a su muerte. Sus funerales tuvo que pagarlos el Cabildo de la Catedral porque él no había dejado nada de dinero.

 

Obras de ~: Ejercicios de Piedad y Bellas Letras, que bajo la protección del Ilmo. Y Excmo. Señor D. Fray Veremundo de Arias Teixeyro, Arzobispo de Valencia, etc. etc. etc. presentan al Público los Discípulos de la Clase de Retórica de las Escuelas Pías dirigidos por su maestro el P. Lorenzo de San Blas, Valencia, Manuel López, 1817; Prima Magistratus cura esto de vera Religione adamussim custodienda, in qua cives a teneris annis sedulo instituantur; alioquin continget civium popularumque ruina”; Oración fúnebre en las honras solemnes en sufragio de D. Fray Veremundio Arias de Teixeyro, Arzobispo de Valencia, Valencia, F. Brusola, 1831; Oración fúnebre que en las solemnes exequias que celebró el M. I. Ayuntamiento de la Villa de Alcira el día 18.VII.1829 por la señora Doña María Josefa Amalia, Reina Católica de las Españas, pronunció el M.R.P. Lorenzo Ramo de San Blas, Vicario Provincial de las Escuelas Pías de Valencia, Examinador Sinodal del Arzobispado, Académico de Honor de la Real de San Carlos, etc., Valencia, Oficina de José Ferrer de Orga, 1829.

 

Bibl.: C. Rabaza, Historia de las Escuelas Pías en España, t. III, Valencia, Tipografía Moderna, 1917, págs. 153-169; V. Cárcel, Política eclesial de los gobiernos liberales españoles 1830-1840, Pamplona, Universidad de Navarra, 1975; Correspondencia diplomática de los Nuncios en España. Nunciatura Riberi, 1827-1834, Pamplona, Universidad de Navarra, 1976; S. Giner y otros, Escuelas Pías, ser e Historia, Salamanca, Ediciones Calasancias, 1978, págs. 256-257; C. Vila Palá y L. M. Bandrés Rey (coords. y dirs.), Diccionario Enciclopédico Escolapio, t. II, Salamanca, Ediciones Calasancia, 1983; V. Faubell Zapata, Acción educativa de los escolapios en España, Madrid, Instituto Domingo Lázaro, 1987.

 

Vicente Faubell Zapata, SChP

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