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Diego Fernández de Córdoba y Mendoza

Biografía

Fernández de Córdoba y Mendoza, Diego. Conde de Cabra (III). ?, ú. t. s. XV – Baena (Córdoba), 11.VIII.1525. Alcalde mayor y alcaide de Alcalá la Real, ricohombre y Grande de Castilla, embajador, virrey y gobernador.

Diego fue hijo de otro personaje del mismo nombre, el II conde de Cabra, vizconde de Iznájar, señor de Baena y de otra gran cantidad de señoríos, uno de los hombres más sobresalientes de la Castilla bajomedieval, protagonista de las más destacadas hazañas en la conquista del reino nazarí de Granada (sobre todo, la captura de Boabdil) durante la etapa de Enrique IV, quien le entregaría, entre otras muchas mercedes, el mariscalato de Castilla en 1458. Su madre había sido María Hurtado de Mendoza, miembro de este linaje e hija del primer duque del Infantado, también, por tanto, de la más alta nobleza castellana de la época.

La infancia del III conde de Cabra y su educación se desarrollaron principalmente en el ámbito del arte de la guerra, y acompañó a su padre en la conquista de Granada. Éste sucedería a su progenitor en su casa en 1487, fecha a partir de la que empieza a brillar con luz propia en la larga empresa de asedio de dicho reino. Así, en 1488 recibía instrucciones por parte de los Reyes Católicos para iniciar una ofensiva desde Murcia contra el reino nazarí, a donde acudió el joven conde “con todas las gentes que de sus Estados y señoríos pudo”, según relata Fernández de Bethencourt, y donde obtuvo numerosas victorias que concluyeron con la toma de Baza y Huéscar.

Al año siguiente era reclamado, de nuevo por los soberanos para que fuese en el mes de mayo con sus tropas hasta Guadix, desde donde se pretendía invadir Granada. Allí mandaba doscientas cincuenta lanzas y trescientos peones junto a su tío Martín Alfonso de Córdoba y Montemayor, logrando el ejército cristiano hacer caer toda la Alpujarra al año siguiente. Las batallas no cesarían, siendo, una vez más, requerido por los Reyes Católicos para atacar el reino nazarí, talar la Vega de Granada, defender Baza, así como el 23 de abril de 1491 acompañar al propio Monarca en una nueva tala de la Vega, resuelto éste ya a acabar con el conflicto armado. Estaría presente de este modo en diciembre de 1491 en las Capitulaciones de Santa Fe, donde aparece citado como “don Diego Fernández de Córdoba, conde de Cabra, vizconde de Iznájar, señor de Baena”.lustio

Acabada la guerra, los Monarcas le hacían merced en 1493 de las villas de Canillas de Aceituno, Arches y Churumbela, en la Sierra de Bentomiz y área de Vélez- Málaga en recompensa a todos sus esfuerzos.

Gracias a sus hazañas militares, Diego se había forjado un lugar en Castilla de enorme peso e influencia política, la cual se expresaría con nitidez a partir de su nombramiento por parte de los Monarcas como virrey y gobernador de Castilla, junto al conde de Feria, Gómez Suárez de Figueroa, padre del marqués de Priego, su pariente, el 11 de junio de 1499, para sustituir a éstos durante su viaje a Andalucía. Dos años más tarde era designado, junto con Alonso de Fonseca, arzobispo de Santiago de Compostela, y con su primo Antonio de Rojas, obispo de Mallorca, embajador en Inglaterra para formar parte de la comitiva que acompañó a la princesa Catalina con motivo de su matrimonio con Arturo, príncipe de Gales, que partiría el 26 de agosto de 1501.

Durante la última etapa de su vida parece que llevó a cabo una importante labor pacificadora en Córdoba, sobre todo, durante las Comunidades, labor que le sería agradecida por el emperador Carlos V.

Parece que conjugó bien su vocación militar con las letras, combinación que destaca Fernández de Bethencourt, quien le describe de la siguiente manera: “Amante de las letras, como su bisabuelo el gran marqués de Santillana, tradujo a Salustio en unión con el maestro Pedro Mártir de Anglería, según éste relató en una de sus célebres cartas”.

El conde de Cabra contrajo matrimonio dos veces.

La primera de ellas con Beatriz Enríquez de Velasco, prima hermana del Rey Católico, hija de Alfonso Enríquez, tercer almirante de Castilla, conde de Melgar y Rueda y tío carnal del rey Fernando, y de María de Velasco, hija del I conde de Haro, Pedro Fernández de Velasco. El segundo de los matrimonios se celebró con Francisca de Zúñiga y de la Cerda, hija de Diego de Zúñiga, pretenso duque de Béjar, y de Juana de la Cerda y Castañeda.

 

Bibl.: F. Fernández de Bethencourt, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía española, t. VII, Madrid, Imprenta de Jaime Ratés, 1905, págs. 65-72; J. de Mariana, Historia de España, Madrid, Atlas, 1950; F. Fernández de Córdoba, “Historia de la Casa de Córdoba”, en Boletín de la Real Academia de Córdoba (1954-); M. A. Ladero Quesada, Andalucía en el siglo XV. Estudios de Historia Política, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Jerónimo Zurita, 1973; B. Yun Casalilla, Crisis de subsistencia y conflictividad social en Córdoba a principios del siglo XVI: una ciudad andaluza en los comienzos de la Modernidad, Córdoba, Diputación Provincial, 1980; M. Cabrera Sánchez, Nobleza, oligarquía y poder en Córdoba al final de la Edad Media, Córdoba, Cajasur, 1998; R. Molina Recio, “La familia del Gran Capitán: el linaje Fernández de Córdoba en la Edad Moderna”, en VV. AA., El Gran Capitán. De Córdoba a Italia al servicio del rey, Córdoba, Cajasur, 2003, págs. 67-86; La nobleza española en la Edad Moderna: los Fernández de Córdoba. Familia, riqueza, poder y cultura, tesis doctoral, Córdoba, Universidad, 2004.

 

Raúl Molina Recio