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José Jofre Riera

Biografía

Jofre Riera, José. San Hipólito de Voltregá (Barcelona), 27.XI.1812 – Moyá (Barcelona), 2.I.1890.

Escolapio (SChP), pedagogo, director de la primera Escuela Normal de Cuba, provincial de Cataluña.

Comenzó los estudios en su pueblo; cursó la retórica en el seminario conciliar de Vic. Su padre había conocido al escolapio Jaume Arbós y él había visto algunos religiosos de esta Orden. Decidió entrar a la Escuela Pía y vistió el hábito el 14 de octubre de 1827; profesó el 7 de diciembre de 1828. Desde un principio se distinguió por la bondad de su carácter, sencillez e inteligencia. Estudió Ciencias, pero sobresalió más en Latín y Griego, lenguas en que componía en prosa y en verso.

Al sobrevenir la exclaustración de 1835, aún no era sacerdote; se recogió primero con su familia y luego marchó a Italia a ponerse a las órdenes del superior general de la Orden. Fue destinado a Rieti y después a Roma. Enseñó Latín. Trabó amistad con el capuchino padre Jacinto Martínez, después obispo de La Habana (1865-1873). A instancias del padre Calassanç Casanovas regresó a la provincia antes de la restauración. Quedó en Sant Antoni de Barcelona como director del internado y profesor de Filosofía y Teología (1844-1852); después pasó temporadas en Moyá. En 1856 fue enviado a Guanabacoa (Cuba), a la nueva fundación. El padre Bernat Collasso le nombró director de la Escuela Normal, primera que se establecía en la isla, cargo que mantuvo diez años. En 1863 la Escuela se convirtió de elemental en superior.

Desde este mismo año enseñó Religión en el instituto de La Habana, y fue rector de la casa desde 1867 hasta 1872). En 1865 se vio precisado a cerrar la Normal y convertirla en un colegio de primaria (ya existía como anejo a la Normal) y secundaria con un internado que pronto adquirió mucho prestigio. Organizó el nuevo colegio a semejanza del de Sant Antoni de Barcelona que él bien conocía, es decir, según las últimas disposiciones del Gobierno del Estado con primaria elemental y superior, con bachillerato. Intimó con el obispo de La Habana Francisco Fleix y Solans, de manera que, al morir éste en Tarragona, nombró al padre Jofre albacea testamentario. En Cuba fue miembro del Consejo Supremo de Instrucción Pública y de la Junta de Beneficencia y de Enseñanza. En 1875 regresó a la Península, pero inmediatamente fue enviado a Roma como procurador general de la Vicaría española. El general padre Calassanç Casanovas le nombró su secretario. Acompañó al padre general en su visita a las casas de Centroeuropa.

En 1878 fue nombrado provincial de Cataluña y tuvo que reincorporarse a su provincia. Dimitió el 10 de octubre de 1881 a causa de la edad y de la salud quebrantada. Se retiró a la casa noviciado de Moyá.

Enseñó teología escolástica y moral a algunos jóvenes.

Se dedicó a la traducción del libro italiano del padre Anastasio Canata El Educador Católico según el espíritu de san José de Calasanz, del que se han hecho varias ediciones y que había traído de Italia. Sólo salió de Moyá para acompañar al padre Joan Miracle a la fundación de Tàrrega (1884) de la que el último había sido nombrado primer superior. Anciano venerado y estimado por todos, el padre Jofre murió en Moyá.

Las ideas pedagógicas que expuso en los discursos pronunciados en Cuba se pueden resumir en los puntos siguientes: la educación de los niños dependía primeramente de la familia, como educadora natural; la Iglesia era la responsable de garantizar la verdad de las doctrinas enseñadas y de velar para que se mantuvieran las normas de moralidad; el Estado había de crear el clima de seguridad para que la educación pudiera desarrollarse adecuadamente a base de planificarla, organizar los centros, dotarlos económicamente. En su viaje por la Europa central tuvo largas conversaciones con el escolapio húngaro padre Benedek Csaplár y se percató de la importancia de la historia de las instituciones (como la de la Escuela Pía en general o de las provincias en particular o de las biografías de religiosos eminentes del pasado) para vivir el presente y sobre todo para enfocar el futuro. Como consecuencia de ello, el padre general Casanovas impulsó la publicación de diversas obras de historia escolapia o calasancia (como Abrégé de la vie de Saint Joseph de Calasanz, Madrid, 1884) y el padre Jofre propuso en el Capítulo Vicarial de 1888 que cada casa redactara una crónica anual y que se nombrara a un religioso como historiador de la Orden.

El padre Jofre se llevó a Moyá diversos libros publicados en otras provincias no españolas, pues se preocupó de la reforma de la provincia a base de orientar la formación de los nuevos pretendientes.

El padre Calassanç Casanovas y otros orientaron al padre Joaquim Parera, maestro de novicios, en los contenidos formativos que debían darse: inculcar la idea de que el escolapio es para la escuela y a ella se debe totalmente; la enseñanza requiere formación en el maestro y por ello el escolapio ha de estudiar siempre, nunca termina su formación; la vida espiritual se ha de fundamentar en las constituciones, las reglas de novicios (se hizo una nueva edición), el Combate espiritual del padre Lorenzo Scupoli, es decir, la lucha interior para conseguir el autodominio y que la voluntad bien informada sea capaz en cada momento de tomar las decisiones; el padre Jofre se opuso, sin conseguirlo, a que se incluyera entre las obras de lectura de los novicios El camino de perfección y virtudes cristianas del padre Alfonso Rodríguez.

 

Obras de ~: Ejercicios para escolapios, s. f. (ms.); Pláticas a sacerdotes, s. f. (ms.); Lecciones de pedagogía explicadas a los alumnos de la Normal de Guanabacoa, Cuba, 1856-1865 (ms.); Discurso pronunciado por el Director de la Escuela Normal Elemental de Guanabacoa en el acto inaugural de los exámenes de los alumnos de dicha escuela, La Habana, Imprenta El Tiempo, 1860, 1861, 1862, 1863, 1867; Sermón inaugural de la iglesia de Cienfuegos, Cienfuegos, 1867; Discurso leído en la solemne apertura de los cursos de 1.ª y 2.ª enseñanza en las Escuelas Pías de Guanabacoa, 1868, 1870; Historia sagrada y profana: desarrollo de unas lecciones, Guanabacoa, 1870 (ms.); Catecismo: desarrollo del temario, Guanabacoa, 1870 (ms.); Historia de la Iglesia y lugares teológicos: esquemas, Guanabacoa, 1870 (ms.); A. Canata, El educador católico según el espíritu de san José de Calasanz (trad. del italiano de ~), Valencia, Imprenta Ortega, 1886; Necrologia Rmi. P. Josephi Calasanctii Casanonas a Scto. Francisco Scholarum Piarum Praepositi Generalis, Barcelona, Luis Niubó, 1889; “El Estado y la Educación”, en Revista Calasancia (1890), págs. 363-370.

 

Bibl.: L. Falguera, Libro de oro (1617-1917), Barcelona, J. Huguet, 1918; Enciclopedia Universal Ilustrada europeoamericana, Barcelona, Espasa Calpe, vol. XXXVIII (2.ª parte), 1926, pág. 2835; S. Albertí, Diccionari biogràfic, vol. II, Barcelona, Albertí, 1966-1970, pág. 483; C. Vila Palá y L. M. Bandrés Rey (coords. y dirs.), Diccionario Enciclopédico Escolapio, vol. II, Salamanca, Ediciones Calasancias, 1983, pág. 306; A. Manent, Diccionari dels catalans d’Amèrica, vol. II, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 1992, pág. 401; J. Florensa, “Notas para una historia de la historiografía escolapia”, en Analecta Calasanctiana, 69 (1993), págs. 77-93; “Els escolapis a Guanabacoa (Cuba) durant l’etapa colonial”, en Analecta Sacra Tarraconensia, 66 (1993), págs. 79-109; P. M. Alonso Marañón, La iglesia docente en el siglo xix. Escuelas Pías en España y en América. Formación del profesorado y expansión educativa, Guadalajara, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá, 1996; R. Corts i Blay, J. Galtès i Pujol y A. Manent i Segimón (dirs.), Diccionari d’història eclesiàstica de Catalunya, Barcelona, Generalitat de Catalunya, Claret, 1998-2001, pág. 431; J. Florensa, “Los escolapios de Cataluña y el decenio de supresión de religiosos (1835-1845)”, en Analecta Calasanctiana, 87-88 (2002), pág. 415.

 

Joan Florensa Parés, SChP

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