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Gabriel Hernández Laborda

Biografía

Hernández Laborda, Gabriel. Daroca (Zaragoza), 24.VII.1741 – Zaragoza, 16.XII.1826. Escolapio (SChP), orador sagrado, filólogo, humanista, pedagogo, primer vicario general de las Escuelas Pías en España.

Alumno de los escolapios de Daroca. Tomó el hábito escolapio en Peralta de la Sal (Huesca) y allí mismo hizo su profesión solemne. Realizó los estudios eclesiásticos en Daroca. Pasó a Valencia, enseñó Retórica en el Colegio Andresiano de esta ciudad y fue director de internos. Contribuyó al esplendor del centro de renombrado prestigio en España y América.

En 1774 vuelve a Daroca como profesor de Filosofía y Teología de los júniores y lector de Artes, siendo posteriormente nombrado rector (1781-1784) y asistente provincial. Asume el cargo de superior provincial (1785) al morir el provincial y primer asistente.

De nuevo es nombrado rector de Zaragoza (1786- 1787) y asistente. Por dos períodos será provincial de Aragón (1787-1970) y 1796-1801. El visitador Cabañas lo nombra de nuevo asistente provincial y tres años después la comunidad lo elige juez de Cuentas de los legados de la casa. El 10 de noviembre de 1795, ante el arzobispo de Zaragoza, juró su cargo de examinador sinodal, siendo el primer escolapio que ejerció este cargo en el Arzobispado. Todos sus biógrafos lo presentan como orador privilegiado que “rayó a la altura a donde nadie antes que él había podido llegar”.

Dotado de gran erudición escriturística y conocimiento de la patrística, no hubo catedral o iglesia importante en Valencia, Aragón, Navarra o Madrid, donde no fuera llamado, causando siempre admiración su elegancia y fácil elocuencia. En la inauguración del Seminario Andresiano de Valencia pronunció la oración latina de acción de gracias al arzobispo Mayoral. El Hospital de Gracia de Zaragoza, centro de gran renombre de la ciudad, contaba con ilustres oradores canónigos. El padre Gabriel fue nombrado predicador de la citada institución por varios años; y finalmente la Junta del Patronato del Hospital le encargó la predicación “para siempre”. El sabio padre Juan F. Isla escribió extensos elogios hacia él. Fue también profesor de Retórica, de Historia, de Geografía y de Arqueología. Era además experto Pedagogo. Fuertes fueron las conmociones originadas por la Revolución Francesa en la sociedad y vida religiosa españolas, y difíciles las circunstancias por las que atravesaba el papado a finales del siglo xviii. La Iglesia española tampoco se vio libre de la política regalista imperante.

La presión política y forcejeo sobre el papa Pío VII le obligaron a firmar la bula Inter Graviores (3 de mayo de 1804), que afectaba a la forma de gobierno de todas las corporaciones religiosas de España. Todas las instituciones religiosas debían tener su vicario general en España, y el prepósito general que tendría jurisdicción en el extranjero. Se consumaba así la separación de Roma. El padre Gabriel fue nombrado (13 de marzo de 1805) primer vicario general de las Escuelas Pías de España y el 13 de junio se dio cuenta al padre general José Beccaría de San Ildefonso del nombramiento y toma de posesión. Estableció su residencia en el colegio de San Antón de Madrid. Le acompañó el exprovincial padre Tomás Báguena, como secretario, y el hermano Ramón Alegría. El 11 de marzo de 1806 regresó a Zaragoza con sus acompañantes “echado de la corte por envidia”, dice su necrología, y volvió a Madrid el 22 de abril de 1808, pero la explosión popular contra los franceses invasores y el riesgo que corría le obligó a salir disfrazado hasta ubicarse en Gandía. Por razones de salud pasó a Valencia donde vivió de incógnito y oculto. Acabada la guerra, volvió a Zaragoza (4 de septiembre de 1814) con el padre provincial, Braulio Cavero, y con el hermano Ramón.

Poco después fue confirmado en el cargo de formaindefinida (4 de agosto de 1814) por el nuncio Gravina.

Azaroso y delicado fue el período de su gobierno.

Las cualidades personales y sus precedentes parecían garantizar una feliz gestión como primer vicario general de las Escuelas Pías de España, pero las circunstancias bélicas, la dispersión de muchos de los religiosos y la política regalista forjaron un período incierto de gran desorientación. El padre Gabriel Hernández asumió el cargo con toda responsabilidad y diligencia. Se esforzó por conservar e incrementar la vitalidad de las Escuelas Pías. Empezó a escribir el Catálogo de los Superiores Generales de España. Creó el Archivo de la Vicaría General de las Escuelas Pías de España. En una de sus primeras comunicaciones pidió a todos los colegios que remitieran a la Vicaría los documentos fehacientes de interés para constituir el Archivo Vicarial, “Memoria de los Instrumentos auténticos existentes en los archivos locales”. Dio órdenes para que todos los religiosos dispersos volvieran a los colegios y se reintegrasen a las comunidades.

Redactó y presentó a las Cortes una exposición en defensa del sistema de estudios, profesorado y labor educativa de las Escuelas Pías. Mantuvo relación directa con los provinciales de Aragón-Valencia, Cataluña y Castilla. Autorizó el traslado a Barcelona de la Casa Provincial de Mataró. Se ocupó permanentemente de la reconstrucción de los colegios y funcionamiento de las escuelas. En muchas partes sólo había ruinas, fruto de la guerra francesa. Autorizó nuevas fundaciones en las tres provincias escolapias; algunas de ellas no llegaron a realizarse. Se comunicó en diferentes ocasiones con el superior general de Roma. Trabajó con preocupación en distintas épocas para que pudieran celebrarse los Capítulos provinciales y general, el nombramiento de los asistentes generales, renovación de los rectores de las comunidades.

Para todo ello recurrió a diversas instancias: cardenal visitador, señores nuncios, incluso al Rey.

En este período marcharon a la América española los primeros escolapios, forzados por la Guerra de la Independencia.

La celebración de los capítulos y normalización de la vida religiosa fue la gran preocupación del padre vicario general. Normalizada la situación social, el 25 de julio de 1823 concedió a los provinciales licencias para convocar los Capítulos, hicieran propuestas, etc. Para poder actuar con fidelidad jurídica presentó al nuncio apostólico diversas dudas sobre la validez o invalidez de los diversos rescriptos de secularización, dado que muchos de los religiosos deseaban ser admitidos de nuevo en la Orden.

El día 15 de enero de 1825 se despachó a las provincias la convocatoria para el Capítulo General, señalando para su celebración el 25 de septiembre en el colegio de Zaragoza, dando cuenta de ello al nuncio y al prepósito romano, resultando elegido 2.º vicario general el padre Pío Peña.

Después de cuatro lustros de penalidades y duro trabajo por el logrado prestigio de las Escuelas Pías, el padre Gabriel, todavía con buena salud, formó parte de la comunidad del colegio de Zaragoza.

Nada hacía pensar que una súbita enfermedad, seguida de apoplejía, acabaría con sus ochenta y seis años de edad el día 16 de diciembre de 1826. Tras solemnes funerales, su cuerpo fue depositado en la cripta común de la iglesia.

 

Obras de ~: Ex universo theologicarum disciplinarum systemate secundum Angelici Doctoris doctrinam constituto ilustriores Proposiciones, Valencia, 1763; Dissertatio de necessaria scientiarum notitia ad eloquentiam comparandam, Valencia, 1771; Ejercicios literarios, Valencia, 1771; Universum philosophicum sistema ad studia theologiae accomodatum, Valencia, B. Monfort, 1776; Oración fúnebre en las solemnes exequias del Excmo. e Ilmo. Sr. D. Agustín de Lezo, arzobispo de Zaragoza, Zaragoza, 1796; Exposición que hace a las Cortes el Vicario General de las Escuelas Pías de España acerca de su Instituto, Madrid, Collado, 1820.

Fuentes y bibl.: Archivo de la Vicaría General, Elogio fúnebre: Elogios de los Superiores Generales.

Latassa, Biblioteca de escritores aragoneses, Zaragoza, Gómez Uriel, 1884; C. Lasalde, Historia literaria y Bibliográfía de las Escuelas Pías de España, Madrid, Agustín Avrial y Revista Calasancia, 1893-1927, 3 vols.; T. Viñas, Index biobibliographicus scriptorum Scholarum Piarum, Roma, Revista Calasancia, 1908, págs. 239-244; C. Rabaza, Historia de las Escuelas Pías en España, Valencia, Tipografía Moderna, 1917, 4 ts.; A. Clavero, Historia de las Escuelas Pías de Aragón, Zaragoza, 1947 (ms.), págs. 244-271; D. Cueva, Las Escuelas Pías de Aragón, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 2000-2002.

 

Mariano Blas Sebastián, SChP

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