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Juan Bautista Lardito Camposaprani

Biografía

Lardito Camposaprani, Juan Bautista. Madrid, c. 1688 – 15.XII.1723. Abad benedictino (OSB), teólogo y escritor.

Alguna fuente dice que nació en Monella, a treinta millas de Génova. Sus padres, hijosdalgo genoveses, fueron el matrimonio Juan Benito Lardito y Ángela Camposaprani. Juan Bautista tomó el hábito benedictino en el monasterio de San Martín de Madrid el 2 de febrero de 1664 con el nombre de Plácido, y fue admitido a la profesión en el consejo del 12 de enero de 1665, pero profesó con el nombre de Juan Bautista.

Estudió en los colegios de la Congregación de Valladolid, singularmente en el de Salamanca, tras visitar en Guadix al obispo benedictino Diego de Silva y Pacheco.

Fue pasante de Artes en el colegio de Nuestra Señora de Obona (Asturias) (1673-1677), lector de Filosofía en el colegio de San Juan de Poyo (Pontevedra) (1677-1681), maestro de estudiantes de la Universidad navarra de Irache (1681-1685), y lector de Vísperas de Teología de Salamanca (1685-1689).

El Capítulo General de 1685 le dio licencia para graduarse y opositar a cátedras. En efecto, se graduó de bachiller y de maestro en Teología en la Universidad de Irache el 16 de junio de 1685, apadrinado por el padre Íñigo Royo el 13 de agosto de 1685 e incorporó el grado de maestro a la Universidad de Salamanca el 20 de septiembre de 1685. Tomó posesión de la cátedra de Físicos de aquella Universidad el 2 de octubre de 1687 y la tuvo hasta que pasó a la de Prima de Teología el 20 de diciembre de 1692, rigiéndola hasta su jubilación por motivos de salud, en 1703. Asimismo fue regente de estudios y lector de Tercia de Teología de Salamanca (1689-1693) y dos veces abad del monasterio de San Vicente de la misma ciudad (1693- 1697, 1701-1705). Colaboró activamente con el cardenal benedictino fray José Sáenz de Aguirre en la fundación de tres cátedras de Teología de Salamanca, a pesar de la oposición de los dominicos y jesuitas, pero finalmente se fundaron por disposición del rey Carlos II, que a propuesta del mencionado cardenal, le nombró primer catedrático de Teología de una de las nuevas cátedras el 10 de diciembre de 1692. Por decreto del Capítulo General de 1693 formó parte de la comisión encargada de elaborar nuevos estatutos para el colegio de Salamanca, a causa de la situación creada por las nuevas cátedras. Fue elegido abad general en el Capítulo General de 1705 para un cuatrienio y bajo su presidencia el Capítulo ayudó a la reparación de la casa procura de Roma, arruinada por los terremotos de 1703; confió al padre Luis Álvarez la edición de las nuevas Constituciones de la Congregación, que mandó imprimir en Madrid, en 1706, y fueron las últimas impresas que tuvo la Congregación hasta su extinción en 1835. Pasó visita a los monasterios, tratando de corregir corruptelas en la comida y vestido de los monjes.

Fue examinador sinodal del Arzobispado de Toledo (1702 y años siguientes), teólogo del Rey, miembro de la Real Junta de la Inmaculada Concepción, y a lo largo de su vida prologó, examinó y dio su aprobación a muchas obras de autores de dentro y fuera de la Congregación. Además del prólogo que precede a la edición de las obras espirituales del venerable fray José de San Benito, imprimió una traducción ampliada con el título: Historia del estado presente del Imperio Otomano, que dedicó al cardenal Aguirre, su gran amigo, interesante para el conocimiento del pueblo y religión musulmanes de la época. Intervino en la polémica levantada por el Nodus praedestinationis del cardenal benedictino Sfondrati, publicando su Tractatus de peccatis, dedicado a la causa de los niños que mueren sin bautizar, donde se muestra sutil, excelente dialéctico y teólogo moderado en la contienda, aunque a veces se deslizan en su pluma palabras acedas contra el anónimo impugnador del cardenal, que era Liberto Hennebel, mostrándose en sus opiniones con una libertad tal, que ni siquiera admite deferencias con los teólogos de la propia Orden.

Y como el también benedictino fray Manuel Navarro, que calificaba de probable la tesis al parecer defendida por Sfondrati, de que en el limbo, los niños muertos sin bautizar habían de disfrutar una felicidad natural, luchó contra el jansenismo y a favor del magisterio eclesiástico entonces impugnado. Publicó diversas obras teológicas y espirituales, pero lo que más fama le dio fueron los tres tomos de comentarios de la doctrina de san Anselmo, con los que trató de continuar los comentarios del cardenal Aguirre, que solamente había comentado el Menologium. En esta obra, el padre Lardito intentó demostrar que san Anselmo concuerda con santo Tomás de Aquino, y lo hace con habilidad y fineza, aunque no siempre con éxito, demostrando un conocimiento profundo de los escolásticos y doctrina segura, aunque se detiene demasiado en disputas escolásticas menores, muy del gusto de la época. Escribió también la biografía de santa Gertrudis la Magna, con el título: Idea de una perfecta religiosa, que contiene también los ejercicios de la misma santa, traducidos por el padre Leandro de Granada.

Dejó de ser abad general en el Capítulo General de 1709, en el que fue elegido abad de San Martín de Madrid (1709-1713), de donde fue desterrado en 1711 al monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos), por haber tomado partido en la Guerra de Sucesión por la causa de los Austrias, pero pudo pronto regresar a Madrid. No asistió al Capítulo General de 1713, que le permitió usar parte de las rentas de las cátedras de Salamanca, pero sí asistió en cambio al de 1717, donde fue elegido “juez de incorregibles” y abad de San Pedro de Cardeña, cuya abadía no aceptó “por sus achaques”. El padre Ángel Benito le elogia como fiel observante de la regla benedictina, por su amor al retiro y al silencio, por su dedicación a las letras, y porque supo compaginar la cátedra con el gobierno y éste con la pluma.

 

Obras de ~: “Sermón”, en Sermones panegíricos, predicados en la dedicación de la iglesia nueva del colegio de N. P. S. Bernardo de la Universidad de Salamanca, Salamanca, Gregorio Ortiz Gallardo, ¿1689?; Historia del estado presente del Imperio Otomano, que traducida y añadida ofrece a la luz pública, con un compendio de los progresos de la Liga Sagrada contra los Turcos [...], Salamanca, Lucas Pérez, 1690; Tratados teológicos, en Biblioteca Xeral de Santiago de Compostela, ms. 110, 1692-1693 [quizás sean los originales de sus comentarios a san Anselmo]; Sancti Anselmi Archiepiscopi Cantuariensis, Ordinis Sancti Benedicti Angliae Primatis, ac Doctoris Clarissimi [...], Salamanca, María Estévez, Viuda, 1699; II y III, Salamanca, Eugenio Antonio García, 1700 y 1701, respect.; Appendix et vindex pro Nodo Praedestinationis, Salamanca, 1703; Idea de una perfecta religiosa en la vida de Santa Gertrudis, la Grande, hija del Gran Padre y Patriarca San Benito, Madrid, Francisco del Hierro, 1717 y 1718, 2 vols.; [como anónimos] Disertación sobre el juego de naipes, y Disertación sobre que pecan mortalmente los abades negligentes en asistir al coro, impresos, s. f.; Respuestas a consultas canónicas (1692 y 1719), en Biblioteca Tomás de Lorenzana (Gerona), ms. 140, fols. 41r.-42r.

 

Fuentes y bibl.: Biblioteca Nacional de España, ms. 13284, Libro de actas del Consejo del Monasterio de San Martín de Madrid (1659-1782), fols. 18v.-19r.

Á. Benito, Práctica de la Regla de San Benito, Madrid, 1706, dedicatoria; A. Pérez Goyena, “Controversias teológicas de los padres benedictinos de la Observancia”, en Razón y Fe, 49 (1917), págs. 308-317; G. M. Colombás, “Historia de la fundación de tres cátedras de teología de la Universidad de Salamanca (1692)”, en Hispania Sacra, 13 (1960), págs. 308- 311; E. Zaragoza, Los Generales de la Congregación de San Benito de Valladolid, V, Silos, Abadía, 1984, págs. 45-49 y 489-490; “Abadologio del monasterio de San Martín de Madrid (1594-1835)”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 25 (1988), págs. 170-171; “Abadologio del monasterio de San Vicente de Salamanca (siglos xiii-xix)”, en Archivos Leoneses, 83-84 (1988), págs. 113-165; “Lardito, Juan Bta.”, en R. Aubert (dir.), Dictionnaire d’Histoire et de Géographie Ecclésiastiques, t. XXX, Paris, Letouzey et Ané, 2008.

 

Ernesto Zaragoza i Pascual

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