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Melchor de Soria y Vera

Biografía

Soria y Vera, Melchor de. Jaén, 1558 – 1643. Obispo de Troya y auxiliar de Toledo, catedrático, prior, escritor y consejero real.

Inició sus estudios en la Universidad de Baeza, obra de Rodrigo López y del maestro Juan de Ávila. La ciudad de Baeza fue considerada en el siglo xvi matriz de alumbrados, pero “fue también, a título más cierto, matriz de saberes y de libros” (Huerga, 1978: 7 y 105). Entre los años 1560 y 1590, los alumnos de esta universidad superan la cifra de los tres mil. La Facultad de Derecho se creó ya en el siglo xvii, y el 5 de noviembre de 1667 se firma “acuerdo de hermandad” con la Universidad de Salamanca, con mutuo reconocimiento de grados (Huerga: 1978: 14-15). Sin embargo, los años de esplendor ya se habían pasado y la vida académica era menos vigorosa a medida que pasaban los años. La Universidad fue extinguida en 1807, con la Guerra de la Independencia; renacerá sin fuerza en 1815 y, finalmente, desaparecerá en 1924.

Melchor de Soria se matriculó como estudiante de gramática el año 1568, y unos años después, cuando contaba doce años, se matriculó de “Súmulas” y “Lógica.” Obtuvo el grado de bachiller en Artes y Filosofía el año 1572, y marchó en 1573 a la Universidad de Alcalá de Henares, donde al año siguiente se le expidió el título de maestro en Artes; Melchor de Soria contaba entonces dieciséis años y había recibido las cuatro “órdenes menores” un año antes, es decir, en 1573. En la Universidad de Alcalá se graduó en 1578 como bachiller en Teología, y más tarde, en 1579, presentará los dos títulos obtenidos en la Universidad de Alcalá para ser admitido por la Universidad de Baeza como maestro en Artes y bachiller en Teología. La incorporación a la Universidad de Baeza tuvo lugar el 6 de octubre de ese mismo año. Los años 1579 y 1580 fueron de intensa actividad académica para Melchor de Soria. Además de sus actividades docentes ordinarias, argumenta en numerosas “repeticiones” y otros actos académicos. El año de 1580 le nombran “depositario del arca” de la Universidad de Baeza, y dos años después es ordenado de presbítero en la iglesia parroquial de Villanueva de Andújar. En 1584 recibe el grado de licenciado en Teología y, meses después, el título de doctor en Teología. Ese mismo año actúa como “primer examinador” de los estudiantes que aspiran al título de bachiller en Teología. Los últimos años ochenta supondrán un cambio importante en la vida de Melchor de Soria: disminuirá su actividad académica y se acentuará la sacerdotal.

Si hasta ese momento su vida se había desarrollado básicamente en la provincia de Jaén, en los años siguientes se desarrollará en Toledo; y si los primeros cuarenta y dos años de su vida estuvieron marcados por los estudios y la enseñanza en la Universidad, los cuarenta y cuatro restantes lo estarán por sus servicios como obispo auxiliar de Toledo. Este cambio decisivo en la vida de Melchor de Soria se debió al nombramiento de Bernardo de Sandoval y Rojas, hasta entonces obispo de Jaén, para ocupar la Sede Primada de España. Además de los fieles servidores de su casa, el obispo de Jaén admitió en su séquito cuando fue destinado a la silla toledana a algunos jiennenses célebres.

Aquel prior de San Ildefonso, Melchor de Soria y Vera, elevado después a su obispo auxiliar, y tan identificado con sus pensamientos [...], y el ilustre médico de su cámara, doctor Antonio de Freilas, publicista de muy curiosos tratados de medicina general, uno de los cuales conocemos, el publicado en Jaén el año 1606 y que se titula Conocimiento, curación y preservación de la peste (Laínez, 1958: 67).

En esta nueva etapa de su vida fundó Melchor de Soria el convento de franciscanas descalzas, en Jaén, y publicó en Toledo su Tratado sobre la justificación y conveniencia de la tasa de el pan. Fue ordenado obispo de Troya y auxiliar de Toledo el año 1602. Las visitas pastorales por los pueblos de Toledo las aprovecha para informarse de los labradores sobre lo que cuesta producir una fanega de trigo, las faenas que requiere su producción y los rendimientos habituales de la tierra.

El contacto con los párrocos, que “hacen las tazmías de lo que coge cada labrador” (Soria, 1633: 16), le permite conocer las fluctuaciones cíclicas de las cosechas, y como asesor de Bernardo de Sandoval, conoce a personas de gran estima intelectual e influjo social: entre otros, a Cristóbal de Fonseca, Pedro de Valencia y Juan de Mariana.

Este aspecto económico de las visitas pastorales que Melchor de Soria realizaba merece ser notado, pues explica el conocimiento concreto y cercano que de la realidad socioeconómica española encontramos en su obra, así como la insistencia con que nos advierte que para resolver los problemas morales con acierto es necesario estar muy bien informados de “la verdad del hecho”. La obra pastoral que mayor repercusión histórica habría de tener fue, sin duda, la fundación del convento de franciscanas descalzas de Jaén; en él se conserva un retrato del fundador atribuido a Velázquez.

La familia de Melchor de Soria no estuvo exenta de toda sospecha inquisitorial, y a Rodrigo de Soria, padre del obispo de Troya, y a sus hermanos se les acusó de “conversos”. Esta acusación —que de haberse demostrado cierta les hubiera privado de su hidalguía y de los privilegios que a ella iban unidos—, originó una investigación inquisitorial con la que se trataba de probar que tanto Rodrigo de Soria como sus hermanos “eran cristianos viejos y limpios, que no tenían raza de moros, ni judíos, ni conversos”.

El testimonio final de la Inquisición de Córdoba fue favorable a los hermanos de Soria y Vera. Basta recordar que la Universidad de Baeza fue considerada por la Inquisición “una sospechosa colmena donde se alimentan las larvas del Alumbradismo”, y que la mayoría de sus profesores fueron “lo mismo que Ávila, cristianos nuevos” (Huerga, 1978: 11), para comprender que Melchor de Soria, alumno y profesor de esta Universidad, fuera objeto de investigación inquisitorial. En dos ocasiones se fijó la Inquisición en Melchor de Soria: cuando en 1625 fue propuesto para calificador del Consejo del Santo Oficio de la Inquisición de Toledo y, pocos años después, al solicitar Melchor la aprobación necesaria para poder publicar su obra sobre la tasa del trigo. En un siglo en que la censura vigilaba escrupulosamente la ortodoxia de la doctrina que se profesaba y enseñaba, el libro del obispo de Troya no podía ser una excepción a la norma general. El resultado de los diferentes exámenes no pudo ser más positivo para la obra de Melchor de Soria.

Melchor de Soria murió en Jaén el año 1643.

 

Obras de ~: Tratado de la justificación y conveniencia de la tassa de el pan, y de la dispensación que en ella haze S. M. Con los que siembran. Dirigido al Ilustrísimo señor dean y cabildo de la Santa Iglesia de Toledo, primada de las Españas, Toledo, 1627 (2.ª ed. Toledo, 1633); Adición hecha por el Doctor Don ~ Obispo de Troya, del Consejo de su Majestad, al libro de la tassa que compuso por el año 1627, Toledo, 1633 (ed., est. prelim. y notas de F. Gómez Camacho, Madrid, Fundación Banco Exterior, 1992).

 

Bibl.: J. A. Ceán Bermudez, Diccionario Histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, III, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1800, págs. 222 y 224; M. Colmeiro, Biblioteca de los economistas españoles en los siglos xvi, xvii y xviii, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1953-1954, n.º 368; R. Laínez, Don Bernardo de Sandoval y Rojas, Protector de Cervantes, (1546-1618), Salamanca, Anaya, 1958, pág. 67; A. E. Pérez Sánchez, Borgianni, Vavarozzi y Nardi, en España, Madrid, Instituto Diego Velásquez, 1964, págs. 27-28 y 36, láms. 41, 42 y 43; M. Colmeiro, Historia de la Economía Política, II, nota prelim. y bibliogr. por G. Anes, Madrid, Taurus, 1965, pág. 866; D. Angulo Íñiguez y A. E. Pérez Sánchez, Escuela madrileña del primer tercio del siglo xvii, Madrid, Instituto Diego Velásquez, 1969, págs. 273, 276, 284-285, láms. 225, 226, 227 y 228; F. Portela Sandoval et al., Tesoros artísticos de España, Madrid, 1973, págs. 341; A. Huerga Teruelo, Los alumbrados de Baeza, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses- Excma. Diputación Provincial, 1978, pág. 11.

 

Francisco Gómez Camacho

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