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Pedro Fernández de Velasco y Tovar

Biografía

Fernandez de Velasco y Tovar, Pedro. Marqués del Fresno (II), Conde de Peñaranda de Bracamonte (V). Madrid, 5.VII.1633 – 4.I.1713. Embajador, consejero del Consejo Real y Supremo de Indias, consejero de Estado.

Fue hijo de Catalina de Ayala y Velasco y de Luis Fernández de Velasco Tovar y Velasco, I marqués del Fresno, merced que le fue concedida con el vizcondado previo de Sauquillo y que luego sucedió Pedro Fernández de Velasco. Contrajo matrimonio con Antonia de Bracamonte Portocarrero y Luna, V condesa de Peñaranda desde 1689. Tuvieron dos hijos: María de Velasco Bracamonte y Agustín Fernández de Velasco Bracamonte y Guzmán (Bracamonte y Tovar, según García Carrafa), VI conde de Peñaranda, desde la muerte de su madre en 1703, X duque de Frías y III marqués del Fresno.

Siguió los estudios y la carrera de la toga ocupando distintos oficios, desde el de notario hasta el de ministro del Consejo Supremo de Indias y de su Cámara.

También fue gentilhombre de la Cámara de Carlos II y nombrado caballero de dos órdenes militares, Santiago y Calatrava, así como comendador de Portezuelo.

El de Peñaranda no gozó de la simpatía del padre Everardo Nithard, valido de la reina regente Mariana de Austria, madre de Carlos II. El jesuita, que había sido designado por el emperador Fernando III confesor de sus hijos Leopoldo y Mariana, acompañó a esta última a España cuando contrajo matrimonio con Felipe IV. Tras la muerte del Rey, en 1665, fue nombrado inquisidor general y formó parte del Consejo de Regencia. Aunque Pedro Fernández de Velasco estaba protegido por algunos círculos nobiliarios de la Corte, la enemistad con Nithard impidió que se cumplieran sus aspiraciones al virreinato del Perú. Los desaciertos en política exterior del teatino y el odio generado en algunos miembros de la nobleza provocaron el descontento general en el país, así como la oposición del Consejo de Castilla y de la Junta de Gobierno. Estos sectores se mostraron favorables a las demandas de Juan José de Austria, hijo natural de Felipe IV, que había propiciado el levantamiento de parte de la nobleza frente al confesor. La expulsión de Nithard, enviado a Roma como embajador en 1669, abrió nuevas expectativas a la carrera política de Peñaranda.

Designado embajador extraordinario en Inglaterra por Carlos II, llegó a Londres el 30 de octubre de 1671. Los diplomáticos que llevaban los asuntos del norte, también llamados “Ministros del Norte”, recibieron instrucciones concretas para apoyar la misión de Fernández de Velasco. El conde de Monterrey, el conde de Molina, el marqués de los Balbases, el conde de Hernán Núñez y Manuel de Lira componían un cuerpo diplomático de altura en las embajadas más importantes de la Europa de la época. Las instrucciones recibidas por el conde de Peñaranda, a comienzos de marzo de 1672, se orientaban a mejorar las relaciones anglo-holandesas, que llevaban varias décadas enturbiadas desde la proclamación de la primera acta de navegación inglesa en 1651.

La rivalidad entre Londres y La Haya, durante los conflictos de 1652-1654 y 1664-1667, pusieron las bases de una nueva forma de hacer política desde la supremacía militar de Francia. En este sentido, la misión de Pedro Fernández de Velasco consistía en recuperar el espíritu de la Triple Alianza que, firmada en 1668 entre Inglaterra, Suecia y las Provincias Unidas, había podido frenar la política expansionista de Luis XIV. Peñaranda desde Londres y el conde de Molina desde París, deberían establecer los contactos necesarios para que fracasaran los planes del rey francés, interesado en la duración del conflicto entre ingleses y holandeses.

Cuando la política intervencionista francesa parecía no tener obstáculo en Europa, entre el 1 de julio y el 8 de agosto de 1673, se organizó una coalición antifrancesa conocida como Gran Alianza de La Haya, formada por las Provincias Unidas, España, el emperador Leopoldo I, Brandemburgo, Dinamarca y los duques de Sajonia, Brunswick, Hesse, Tréveris y Lorena.

Las buenas relaciones de Pedro Fernández de Velasco con la Inglaterra de Carlos II Estuardo y con la Cámara de los Comunes permitieron que Londres se sumara a la coalición al año siguiente.

El éxito del embajador español se puso de manifiesto al lograr la segunda paz anglo-holandesa de Westminster (19 de febrero de 1674), en cuyas negociaciones también participó Manuel Francisco de Lira, enviado por los Países Bajos. Las paces tuvieron cierto eco en la Europa de entonces y el marqués del Fresno, según señala J. Pablo Alzina, aparecía en algunos grabados conmemorativos holandeses de la época junto a Carlos II de Inglaterra. Poco después, el 6 de junio, Fernández de Velasco finalizaba su misión en Inglaterra y regresaba a España para incorporarse al Consejo y Cámara de Indias, tras su nombramiento como consejero de capa y espada, en 1674.

El 29 de noviembre de 1699 le nombró Carlos II su consejero de Estado, votando a favor de la sucesión en Felipe V. Dada su avanzada edad, cuando el archiduque Carlos tomó Madrid durante la Guerra de Sucesión, en 1710, Pedro se negó a reconocerle. La rápida contraofensiva borbónica, con las victorias de Brihuega y Villaviciosa, abrieron a Felipe V las puertas de Cataluña. La situación política internacional más propicia al entendimiento tendría en la firma del tratado de Utrecht, en abril de 1713, un oscuro epitafio para la Monarquía hispana. Tan sólo cuatro meses antes, el 4 de enero de 1713, Pedro Fernández de Velasco, fiel en su servicio a Felipe V, fallecía en Madrid a la edad de setenta y nueve años.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, I, 327, págs. 152-154; Archivo Histórico nacional, Estado, legs. 230/2, 246/10, 248/29, 250/12, 799/209, 1294/36, 3456/19 y 6402/21; Archivo General de Indias (Sevilla), 16403.2.40/Santo Domingo, Confirmación de Oficio.

L. Salazar y Castro, Historia genealógica de la Casa de Lara, t. II, Madrid, 1697 lib. XII; A. y A. García Carrafa, Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispano-Americana. Madrid, 1919-1968; V. Bacallar y Sanna, marqués de San Felipe, Comentarios de la Guerra de España e historia de su rey Felipe V, el Animoso. Madrid, Atlas, 1957; P. Geyl, Orange and Stuart, 1641-1672, London, Phoenix Press, 1969; J. A. Á lvarez de Baena, Hijos de Madrid, Ilustres Santidad, Dignidades, Armas, Ciencias y Artes, t. IV, Madrid, Atlas, 1973; L. Bittner y L. Gross, Repertorium der diplomatischen Vertreter aller Länder seit dem Westfällischen Frieden (1648), I. Band (1648-1715), Berlin, 1976; R. A. Stradling, Europa y el declive de la estructura imperial española, 1580-1720, Madrid, Cátedra, 1983; F. Barrios, El Consejo de Estado de la monarquía española, 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984; J. J. I srael, Dutch Primacy in World Trade, 1585-1740, Oxford, Clarendon Press, 1989; D. Salinas, La diplomacia española en las relaciones con Holanda durante el reinado de Carlos II (1665- 1700), Madrid, 1989; M. Nieto Nuño, Diario del conde de Pötting, embajador del Sacro Imperio en Madrid (1664-1674), vol. I, Madrid, Biblioteca Diplomática Española, 1993; J. L. Van Zanden, The Rise and Decline of Holland’s Economy. Merchant capitalism and the labour market, Manchester, 1993; M. A. Echevarría Bacigalupe, Flandes y la Monarquía Hispánica, 1500-1713, Madrid, Sílex, 1998; M. Herrero Sánchez, El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000; M. Rivero Rodríguez, Diplomacia y Relaciones Exteriores en la Edad Moderna. De la cristiandad al sistema europeo, 1453- 1794, Madrid, Alianza Editorial, 2000; J. P. Alzina, Embajadores de España en Londres. Una guía de retratos de la Embajada de España, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 2001; L. Ribot García, La Monarquía de España y la Guerra de Mesina (1674-1678), Madrid, Editorial Actas, 2002.

 

Porfirio Sanz Camañes

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