Caelius Calvinus Balbinus, Decimus. Balbino. ?, c. 178 – Roma (Italia), X.238. Emperador de Roma.
Miembro de una familia senatorial, era quizá hijo del cónsul Caelius Calvinus (PIR 2 C125). Su carrera pública parece haber sido la habitual en un miembro del orden senatorial, que alternaba cargos públicos de carácter civil y militar. Aunque no era exactamente un hombre de guerra, tuvo algún mando militar, tal y como recordaban vagamente las fuentes. En su carrera hubo también gobiernos provinciales, aunque quizá no tantos como nos quiere hacer creer la Historia Augusta, que menciona Asia, África, Bitinia, Galatia, Ponto, Tracia y las Galias (Scriptores Historiae Augustae [SHA], Vita Maximi et Balbini 7,2).
En un momento no precisado, Balbino se promocionó al consulado. En cualquier caso, tuvo que ser antes del 201-202, porque en esa fecha ocupó el proconsulado de la provincia de Asia (éste sí, documentado: AE 1909, 175). El año 213, Balbino alcanzó el consulado por segunda vez. Desempeñó al menos un cargo sacerdotal, como miembro del colegio de los salios, sacerdotes del culto a Júpiter Capitolino, en algún momento no anterior al año 191 (CIL VI, 1981).
El año 238, el Senado rechazó la autoridad del emperador Maximino, apoyado por el Ejército. Para sustituirle, ofreció el trono a un anciano senador de África Proconsular que gobernó con el nombre de Gordiano I y que asoció al trono a su hijo Gordiano II. En enero de ese año, el Senado nombró también una comisión de decemviros encargados de velar por la salvaguarda del estado (Xviri ex senatu consulto rei publicae curandae); entre ellos estaban Balbino y Pupieno, quienes serían elegidos poco después (entre principios de enero y finales de febrero del 238 d. C.) para sustituir a los fallecidos Gordiano I y II (Herodiano 7,10,3-5). Balbino, que por entonces contaba unos sesenta años (Zonaras 12,17), recibió los títulos que ostentaban los príncipes, que compartió con su colega, siendo desde entonces su titulatura: Imperator Caesar D. Caelius Calvinus Balbinus P. F. Aug. Pontifex Maximus, Pater Patriae. El consular Claudio Juliano se encargó del discurso de felicitación a los nuevos monarcas (SHA, Vita Maximi et Balbini 17, 1 y ss.), quienes ofrecieron un congiario a la población de Roma.
Mientras Pupieno marchaba contra Maximino, Balbino permaneció en Roma. La Historia Augusta cuenta las desavenencias entre ambos príncipes, a los que retrata como individuos muy diferentes.
Balbino sería amable, bondadoso, refinado y hedonista, querido por el Senado y alejado de la plebe, que prefería a un vástago de los Gordianos (el futuro Gordiano III), a quien la presión popular había impuesto como heredero. La misma fuente menciona también las alabanzas de Dexippo, que junto con Herodiano había estudiado la historia de Balbino y escrito sobre él.
Después de noventa y nueve días de un gobierno que pasó a la posteridad como eficaz y bien administrado (Herodiano 8,8,1), una revuelta pretoriana puso fin al breve reinado de Balbino y Pupieno (probablemente en mayo del 238 d. C., como afirma D. Kienast). Ambos fueron capturados en el palacio por los pretorianos y llevados a la fuerza hacia su campamento en medio de vejaciones y maltrato (Herodiano 8,8,6-8), siendo asesinados por el camino.
Después de su muerte, su familia conservó la casa “grande y majestuosa” que Balbino había tenido en Roma (SHA, Vita Maximi et Balbini 16,1).
Bibl.: Corpus inscriptionum latinarum (CIL) VI (Roma), n.º 1981; L’Année épigraphique (AE) (1909), n.º 175; E. Groag y A. Stein, Prosopographia Imperii Romani saec. I, II, III. Editio altera. Pars II, Berlin, Walter de Gruyter, 1936 (1958²), n.º C 126; G. Barbieri, L’albo senatorio da Settimio Severo a Carino (193-285), Roma, Studi pubblicati dall’Istituto Italiano per la storia antica 6, 1952; X. Loriot, “À propos d’une intaille représentant les empereurs Pupien et Balbin”, en Bulletin de la Société Française de Numismatique, 26 (1971), págs. 56-58; J. F. Rodríguez Neila, “Aspectos del siglo III d. C.”, en Hispania Antiqua, 2 (1972), págs. 179- 201; X. Loriot, “Les premières années de la grande crise du iiiè siècle, de l’avènement de Maximin le Thrace (235) à la mort de Gordien III (244)”, en Austieg und Niedergang der römische Welt, II.2, Berlín, De Gruyter, 1975, págs. 657-787; J. Arce, “El supuesto Balbino de Itálica: una nota”, en Archivo Español de Arqueología, 49 (1976), págs.195-196; “La ‘crisis’ del siglo iii d. C. en Hispania y las invasiones bárbaras”, en Hispania Antiqua, 8 (1978), págs. 257-270; D. Kienast, Römische Kaisertabelle. Grünzuge einer römischen Kaiserchronologie, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1996; X. Loriot y F. Nony, La crise de l’Empire romain, 238-285, Paris, Armand Colin, 1997; A. Cepas, Crisis y continuidad en la Hispania del siglo iii, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1997.
María del Pilar González-Conde