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Honorio

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Biografía

Honorio. Flavius Honorius. ¿Estambul (antes Constantinopla) (Turquía)?, 9.IX.384 – Rávena (Italia), VIII.423. Emperador del Imperio romano de Occidente (393-423).

Fue el menor de los hijos del emperador Teodosio I (347-395) y de Aelia Flavia Flaccilla (muerta en 386), según se sabe por Zósimo (Nueva Historia, 4, 58, 1) y otros autores. Aunque se ignora su lugar de nacimiento, es probable que fuera originario de la parte oriental del Imperio romano, donde residía habitualmente la Corte paterna en los años de su nacimiento. Fue hermano de Arcadio (c. 377-408) y de Pulcheria, así como hermanastro de Gratianus (c. 388/389-394), Galla Placidia (esposa del monarca visigodo Athaulfus y el año 417 de Constancio III) y Ioannes (muerto en 394), los tres hijos del segundo matrimonio de Teodosio I con Galla, hija de Valentiniano I. Estuvo casado sucesivamente con las dos hijas del general de origen bárbaro Stilicho (Estilicón); con la primera, Maria, contrajo matrimonio hacia el año 398 (Zósimo, Nueva Historia, 5, 12 y 28, 1; Claudiano, Sobre el matrimonio de Honorio y Maria); el matrimonio con Thermantia, que murió en el año 415, se celebró en el 408 (Zósimo, 5, 28, 1-3; 35, 3 y 37, 5-6). No hubo descendencia de ninguna de estas dos uniones (Zósimo 5, 28, 2-3).

Con sólo dos años de edad ocupó su primer consulado con Flavius Evodius el año 386, y a los nueve, el 23 de enero del 393, fue proclamado en Constantinopla como Augusto de la parte occidental del Imperio romano. Ambas designaciones a tan corta edad son muestra de los planes dinásticos de Teodosio I, máxime tras la muerte de Valente en el 378, de Graciano en el 383 y de Valentiniano II en el 392, lo que había precipitado el fin de la dinastía valentiniana. Hay que recodar que Arcadio, el hermano de Honorio y primogénito de Teodosio I, había sido elevado ya a la categoría de Augusto el 19 de enero del año 383, unos meses antes del asesinato de Graciano.

El asesinato de Valentiniano II en los alrededores de Vienna (Vienne, Francia) el 15 de mayo del año 392 (Zósimo, 4, 54, 3; Sozomeno, Historia eclesiástica, 7, 22) había permitido a Arbogastes proclamar Augusto al retórico Eugenio y hacerse con el control de Occidente. La expansión de Eugenio hacia Italia en la primavera del año 393 desató las hostilidades con Teodosio I —que ya tenía planes sucesorios para Honorio en Occidente— y provocó la derrota y muerte del usurpador el 6 de septiembre del año 394 en la batalla del río Frigidus (Vipava, Eslovenia).

Muerto Eugenio —y antes de su fallecimiento el 17 de enero del año 395—, Teodosio I entregó a Honorio en Mediolanum (Milán) el gobierno de Italia, Hispania, Galia y norte de África, al tiempo que, como tutor y jefe militar, se nombraba a Stilicho (Estilicón) (Zósimo, 4, 59, 1-4). La Corte se estableció provisionalmente en esta ciudad, mientras Arcadio dirigía el Oriente romano desde Constantinopla (Istambul, Turquía). La muerte de Teodosio I el año 395 se considera el final de facto del Imperio romano unificado. Aunque oficialmente se siguió manteniendo la imagen de un solo Estado —como puede verse en la estructura administrativa, parte de la legislación, amonedación, etc.—, en la práctica el Oriente y el Occidente romanos siguieron desde entonces caminos separados y no sólo en la gestión política y militar, sino incluso en la lengua —con el griego hegemónico en Oriente y el latín en Occidente— y en la religión.

El gobierno de Honorio, escasamente protagonista de las tareas del Estado, estuvo marcado por el dominio de sus generales, primero de Stilicho hasta su asesinato el año 408 y luego de Constantius, el futuro Constancio III. En este tiempo, la presión fronteriza y el progresivo asentamiento en tierras romanas de los pueblos del norte y este de Europa alcanzó cotas inimaginables unas décadas antes. Esa presión se hizo más patente el año 402 con la invasión de Italia, que obligó a trasladar la Corte de Mediolanum a Ravenna. Poco después, el año 405, los ostrogodos de Radagaisus invadían el Danubio y asolaban luego algunas ciudades de Italia, obligando a Stilicho a intervenir hasta derrotarlos en Faesulae (Fiésole, Italia) el 406. Ese mismo año, los contingentes de suevos, vándalos y alanos cruzaban el Rhin y se desplazaban hacia el sur de la Galia; estos mismos pueblos entrarían en la Península Ibérica el año 409. Incluso la propia ciudad de Roma sería saqueada por las tropas godas de Alarico el año 410.

No menos importancia tuvieron las sucesivas usurpaciones, sin duda favorecidas por el hecho de que Honorio asumiera el gobierno de Occidente a la muerte de su padre con sólo once años. En África, la revuelta el año 397 de Gildo —hijo del rey Nubel de Mauretania, emparentado con Aelia Flaccilla (San Jerónimo, Cartas, 79, 2) y jefe del ejército romano en África— cortó el aprovisionamiento de grano de Italia y obligó a recurrir a los suministros de Hispania, Galia y Germania (Zósimo, 5, 11, 2; Claudiano, Sobre la guerra de Gildo [De bello Gildonico]). En Britannia se sucedieron las revueltas de Marcus (406-407), Gratianus (407) y Constantino III (407-411); este último llegó a cruzar a la Galia y estableció su Corte en Arlés el año 407. La restauración del poder imperial en la Galia corrió a cargo del general Constantius, que casaría con Galla Placidia —hermanastra de Honorio— el año 417 y que el 421 sería elevado a la categoría de Augusto como co-regente con el título de Constancio III.

La escasa información sobre el gobierno de Honorio en Hispania guarda relación con la usurpación de Constantino III y Gerontius y con la entrada de los pueblos bárbaros. Por la Notitia Dignitatum Occidentis se conoce la existencia de guarniciones militares romanas en León, Rosinos de Vidriales, Astorga, Lugo, Retortillo e Iruña (Álava); una guarnición de Pompaelo (Pamplona) es conocida por una carta de Honorio contenida en el Códice de Roda.

La Península Ibérica, entre los años 407 y 408, debió de estar en manos del usurpador Constantino III, que desde Arlés controlaba Britannia, Hispania y las Galias, y que aspiraba a convertirse en Augusto reconocido por Honorio; para asegurar el control de la Península Ibérica envió a ella el año 408 a su hijo Constante II (Zósimo, Nueva Historia, 6, 4) al frente de las tropas que habían de enfrentarse a Didimus y Verenianus, parientes del emperador Honorio, que organizaron con sus propias tropas la resistencia al usurpador antes de ser apresados y ejecutados (Orosio, Historias contra los paganos, 7, 40, 6-8; Zósimo, Nueva Historia, 6, 1, 1 y 6, 5, 1). Constante II estableció su Corte en Caesaraugusta (Zaragoza), hasta la revuelta de Gerontius en el 409.

Más allá de la cuestión de la hegemonía militar, la noticia sobre la resistencia de Didimus y Verenianus indica que en tiempos de Honorio existían en la Península Ibérica grandes latifundios privados, algunos ligados a miembros de la aristocracia imperial, y que la riqueza de estas explotaciones permitía incluso el reclutamiento de ejércitos propios (Orosio, Historias contra los paganos, 7, 40, 6). Con estos latifundios hay que asociar algunas de las grandes villas rústicas con impresionantes mosaicos que se conservan en toda la meseta norte. Durante el siglo iv, Hispania se vio libre de la glebalis collatio, que gravaba las posesiones de los senadores, hasta que en el año 398 una constitución de Honorio suprimió este privilegio (Código de Teodosio, 6, 2-11).

En octubre del 409 vándalos, alanos y suevos cruzaron los Pirineos y entraron en Hispania (Hidacio, Crónica, 34); Arce y otros autores explican este paso por el consentimiento de Gerontius, el general británico y hombre fuerte del usurpador Constantino III, que se había levantado contra éste y que pretendía reducir su influencia en la Península Ibérica. Respaldado por los contingentes bárbaros y por las tropas que controlaban el Pirineo (los Honoriaci), Gerontius nombró Augusto para Hispania, la diocesis Hispaniarum, a Máximo, con lo que la Península Ibérica se apartaba de la órbita de Constantino III. El año 411 se repartió el territorio peninsular de la siguiente forma: la Lusitania y la Carthaginiense se asignaron a los alanos; los vándalos adsingos, con su rey Gunderico al frente, se establecieron en la Gallaecia oriental; los suevos ocuparon la Gallaecia occidental atlántica y los vándalos silingios, acaudillados por Fredbal, obtuvieron la Baetica; del reparto quedaban excluidas la Tarraconense, las Baleares y Mauritania Tingitana.

Sin embargo, esta situación cambiaría drásticamente seis años más tarde, cuando el rey godo Valia, en nombre de Roma, llegó con sus tropas a Hispania el año 417 para recuperar el control peninsular (Hidacio, Crónica, 59). Después de 417-418, el contingente bárbaro en Hispania quedó prácticamente reducido a Gallaecia, donde suevos y vándalos adsingos rivalizaron por el control del territorio hasta que el año 420 los vándalos fueron expulsados de nuevo hacia la Baetica con el apoyo de las tropas romanas de Asterius y de Maurocellus, vicarius de la diocesis Hispaniarum; a finales del gobierno de Honorio, fracasó el intento romano de expulsarles de la Baetica el año 422 (Hidacio, Crónica, 69) y los vándalos permanecerían en Hispania hasta el año 429 en que cruzaron a África al mando de Genserico, hermano del difunto Gunderico.

 

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Juan Manuel Abascal Palazón

 

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