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Manuel Soto Redondo

Biografía

Soto Redondo, Manuel. Madrid, 15.XI.1882 – Madrid, 21.VII.1972. Ingeniero Industrial, Ingeniero Naval “honoris causa”, catedrático y director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, presidente de la Asociación de Ingenieros Industriales y de la Asociación de la Ingeniería Civil.

Hijo de un Ayudante de Obras Públicas, estudió el Bachillerato en el Instituto de San Isidro. Ingresa en la entonces llamada “Escuela Central de Ingenieros Industriales” en el mismo año en que fue reabierta, 1901. Cursa brillantemente sus estudios, que termina en 1906, obteniendo el nº 1 de la promoción constituida por diez nuevos ingenieros. Tenía 23 años. Su proyecto fin de carrera fue “Tranvía eléctrico de Madrid al Pardo con salida de hora en hora”. Enseguida abrió una academia de preparación de ingenieros; tuvo como alumnos a los después grandes ingenieros Clemente Cebrián y Ernesto Laporte.

La industrialización de España se encontraba en pleno crecimiento y pronto ingresa como ingeniero en el ferrocarril de Soria. Sigue después en la Compañía de ferrocarriles de Madrid a Cáceres y Portugal. Ingresa como funcionario del Estado, adscrito a la Dirección General de Obras Públicas como “Ingeniero Mecánico Segundo”. Y, además, en el segundo y tercer decenio del siglo XX efectúa una serie de trabajos monográficos privados, entre los que destacan: el proyecto de aprovechamiento del salto de Villora (Cuenca), actuación pericial en el litigio entre la fábrica de vagones de Beasain y la Compañía minera Sierra Menera, proyecto de transporte de carbones desde la mina de hulla “La Esperanza” a la estación del ferrocarril de Ciudad Real a Badajoz, instalación de energía por motores en las fábricas de harinas de San Gerardo (Fuentes de Andalucía, Sevilla) y Melgar de Fernamental (Burgos). Y es ingeniero de la comisión de estudio sobre alcantarillado y distribución de aguas de Cartagena (Murcia).

El año 1921 fue elegido Diputado a Cortes por el distrito de Pastrana (Guadalajara).

En 1931 la Asociación de Ingenieros Industriales le nombra “socio de honor”; lo mismo hace, en 1936, la Federación Española de Asociaciones de Ingenieros Industriales.

Fue amigo de dos poderosos hombres: uno, el político Conde de Romanones, quien le nombró albacea de su testamento; junto con su hijo fundó la empresa naviera “Carbones Figueroa”. El otro fue el capitalista Juan March, quien le nombró director de dos de sus empresas: los astilleros Unión Naval de Levante y la Compañía Transmediterránea.

En julio de 1936 la guerra civil le sorprendió en El Escorial. Consciente de que lo buscaban, se refugió en el Hotel Victoria de Madrid y luego se refugió en la Legación de Noruega en Barcelona; de allí escapó a Francia y llegó al bando “nacional”. Instaló a su familia en Sevilla y entró en el ejército como Capitán de Ingenieros: tenía 54 años.

Terminada la guerra reanuda su profesión, que pronto concentra en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid. Ya en 1928 había sido nombrado profesor auxiliar. En 1940 hay una algarada de estudiantes que le cuesta la dirección a José Antonio de Artigas. El Ministro de Educación, Ibáñez Martín, le ofrece la dirección de la Escuela y Soto se resiste, porque era amigo de Artigas y su dirección la veía como un perjuicio a su amigo. Pero todos desean su nombramiento. Accede con dos condiciones, dignas de alabanza: la primera, que se le acepte un documento escrito pidiendo el cese, sin que conste la fecha; segundo, que todos sus emolumentos pasen a constituir un fondo privado de becas a estudiantes necesitados. Fue director de la Escuela de Ingenieros Industriales durante 23 años. Y esta última condición la cumplió a rajatabla. El Habilitado de la Escuela, don José Molina, lo certificó y añadió: “no era una gran suma, pero en general suficiente para pagar a cada uno el Colegio Mayor, los libros, lo que fuera menester”. Su labor en la Escuela fue enorme. Partiendo de un edificio casi en estado ruinoso, rehízo sus instalaciones. Dictó un Reglamento y un plan de estudios. Le ayuda siempre su subdirector y amigo, Don Abelardo de Lamadrid. Contacta con las otras dos Escuelas de Industriales (Barcelona y Bilbao) y hace reuniones de trabajo en el Monasterio de Piedra y en Zarauz, de donde salen unificados los planes de estudios y los criterios de selección de profesores. Crea el Patronato de Laboratorios de la Escuela, en el que implica a grandes empresas. Crea el Laboratorio Central de Electrotecnia. Inicia en 1943, en dependencias de la parte trasera del edificio, el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, germen de la futura Escuela Oficial de Cinematografía. Le ayudan grandes empresas y funda el Servicio de Publicaciones de la Escuela. Permanece hasta 1963 en la dirección. La deja cuando tiene 81 años.

También se eterniza en la Presidencia de la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales. Como cada año se nombraba presidente del Instituto de la Ingeniería Civil, a un Presidente de Colegio, por rotación, fue presidente de este último Instituto en los años 1930, 1943, 1949 y 1955. Gracias a su impulso se llevó a feliz término el II Congreso Nacional de la Ingeniería (Madrid, 1950). Se le acumulan los cargos. Es nombrado Procurador en Cortes, Ingeniero Naval “honoris causa”, vicepresidente del Patronato “Juan de la Cierva” del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Consejero de Educación Nacional, consejero de la empresa nacional Bazán, de CAMPSA, del Comité de registro del Lloyds. Y continúa con los cargos de Gerente de la Unión Naval de Levante, y vicepresidente y Presidente de la Transmediterránea. Se le nombra, el 29 de enero de 1954, por la Asociación Nacional de la Ingeniería Civil “miembro de honor”, es el decimotercero de una lista que empezó con don José Echegaray, Ingeniero de Caminos y Premio Nobel de Literatura. Con el tiempo va abandonando su vida llena de trabajo. Fallece el 28 de julio de 1972, a los 89 años.

J. J. Alzugaray, quien publica un libro (Ingenieros egregios, 1989), en el que selecciona los 100 más importantes entre los de los dos últimos siglos, no panegírico, cierra su biografía así: “Soto era ponderado, sereno, diplomático, componedor, flexible, acomodaticio, optimista, puntual, friolero, de verbo fácil, improvisador. Alardeaba de gracejo madrileño… Escribía poco. Apenas si ha dejado escritos suyos. Algún discurso, algún que otro prólogo… Versos íntimos para los familiares. Poco más. Es la estampa viva de caballero español. Enamorado de su profesión y de su patria” (pág. 205).

 

Obras de ~: Tranvía eléctrico de Madrid al Pardo, con salida de hora en hora, Proyecto fin de carrera, Madrid, Escuela Superior Técnica de Ingenieros Industriales, 1906; “Prólogo”, en J. M. Alonso Viguera, La ingeniería industrial española en el siglo XIX. Sucinta historia de una especialidad de la ingeniería civil. Prólogo del Ilustrísimo señor Don Manuel Soto Redondo, Madrid, Imp. Blass, 1944 (2ª ed.: La ingeniería industrial española en el siglo XIX. Prólogo del Ilustrísimo señor Don Manuel Soto Redondo, Madrid, Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, 1961); “Prólogo”, en J. M. Alonso Viguera, Realidades y enigmas del mundo subatómico. La compleja estructura del átomo. Los constituyentes elementales, rayos cósmicos. Prólogo del Ilustrísimo señor Don Manuel Soto Redondo, Madrid, Imp. Blass, 1947; “Prólogo por el Ilustrísimo señor Don Manuel Soto Redondo”, en F. Moral Martínez, Hormigón armado, Madrid, Dossat, 1966.

 

Bibl.: M. de Foronda y Gómez, Ensayo de una Bibliografía de los Ingenieros Industriales, Madrid, Estader Artes Gráficas, 1948, pág. 25, nº 367, pág. 511 [remite al nº 367]; Escuela Técnica superior de ingenieros industriales de Madrid, Memoria de la Dirección, Curso 1959-60, Madrid, Imp. Nuevas Gráficas, 1960, pág. 33; Consejo Superior de Colegios de Ingenieros industriales, Lista de los Ingenieros Industriales colegiados, Madrid, Consejo Superior de Ingenieros Industriales, 1961, págs. 251, 330 y 416; [Redacción], [“Esquela Mortuoria”], en ABC, 23 de julio de 1972, pág. 75; J. J. Alzugaray Aguirre, “Manuel Soto Redondo”, en Ingenieros egregios, Madrid, Ediciones Encuentro, 1989, págs. 203-205; Historia de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, 1996, págs. 110-118 (ms. en Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid); J. Mª. Martínez-Val Peñalosa, Un empeño industrial que cambió a España, 1850-2000. Siglo y medio de Ingeniería Industrial, Madrid, Ed. Síntesis, 2001, págs.253-256.

                                   

Fernando Rodríguez de la Torre

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