al-Ṭurṭūšī: Abū Bakr Muḥammad b. al-Walīd b. Muḥammad b. Jalaf b. Sulaymān b. Ayyūb al-Fihrī, el Tortosino, conocido también por “Ibn Abī Randaqa”. Tortosa, 1059 – Alejandría (Egipto), 19.IX.1126. Jurista malikí, asceta y censor de costumbres, tratadista.
Perteneciente a una familia de sabios religiosos y soldados activa en la Frontera Superior, al-Ṭurṭūšī se formó en el reino de taifas de Zaragoza con Abū l-Walīd al-Bāyī. Tras cursar estudios en otras ciudades, abandonó al-Andalus en el año 1083, viajando por Egipto, Siria e Iraq. Su itinerario fue el siguiente: pasó por Alejandría y por Antioquía (donde estaba en 1084), se dirigió a Iraq, donde estudió en Bagdad, Basora y Wasit entre los años 1084-1087 y en ese último año hizo la peregrinación a La Meca. Se dirigió a continuación a Siria/Palestina, donde residió en Jerusalén y Damasco entre 1087-1096. Marchó luego a Egipto, residiendo en Roseta y estableciéndose en Alejandría en 1097, donde se dedicó a la enseñanza con gran éxito. En esa ciudad contrajo matrimonio y falleció.
Los maestros con los que estudió en Oriente fueron muy numerosos, destacando entre ellos al-Gazālī, figura central en la renovación intelectual y religiosa del s. xi y cuya obra y ejemplo moral ejercieron una gran influencia en al-Ṭurṭūšī, si bien no dejó de criticar algunos aspectos centrales de la doctrina gazaliana, como la influencia en ella ejercidas por la filosofía y la mística. Las tendencias ascéticas de al-Ṭurṭūšī le llevaron durante un tiempo a llevar una vida retirada, pero una vez se estableció en Egipto acabó predominando en él la dedicación a la enseñanza y a la composición de obras de carácter legal y religioso. Esta región estaba bajo el gobierno de los califas fatimíes, que eran šī‘íes, considerados herejes por los sunníes. En tanto que sunní, al-Ṭurṭūšī se esforzó por combatir las innovaciones legales y religiosas de los fatimíes, siendo este combate la razón que adujo para no regresar a al-Andalus (“encontré a unas gentes extraviadas y fui la razón de que volviesen al buen camino”). Su estancia en Egipto coincidió con el visirato de al-Afḍal y al-Baţā’iḥī, que eran sunníes y quienes parecen haberle dispensado un trato de favor. A al-Baṭā’iḥī dedicó su “espejo de príncipes” Sirāŷ al-mulūk.
Su estancia en Oriente coincidió con la primera Cruzada, al tiempo que en al-Andalus la amenaza cristiana (conquista de Toledo en el año 1085) trajo consigo la intervención almorávide. Al-Ṭurṭūšī escribió en favor de la guerra santa (ŷihād) y dejó escritas unas reflexiones interesantes sobre la pérdida de efectividad militar musulmana en la Península Ibérica y sobre sus causas. Los peligros exteriores (avance cristiano) e interiores (herejía šī‘í) que sacudían al mundo islámico debieron contribuir a una serie de crisis espirituales sufridas por al-Ṭurṭūšī y que le hicieron meditar sobre la muerte y la necesidad de reformar las prácticas y creencias de los musulmanes, llevándole a manifestar la necesidad de adoptar restricciones religiosas frentes a judíos y cristianos y a exaltar la sacralidad de Jerusalén en el Islam.
El derecho predominó en su actividad intelectual, atribuyéndole Ibn Jaldūn una influencia decisiva en haber hecho conocer en Oriente la escuela malikí andalusí.
A la vez, contribuyó a difundir las doctrinas orientales entre los numerosos discípulos procedentes de la Península Ibérica que estudiaron con él en Egipto y a través de los cuales su magisterio se diseminó por al-Andalus durante las épocas almorávide y almohade. Se atribuye a Ibn Tūmart, fundador del movimiento almohade de reforma religiosa y política, haber sido discípulo suyo.
Su tumba en Alejandría era visitada como lugar santo y parece que en la actualidad es todavía uno de los monumentos más importantes de la ciudad.
Obras de ~: Sirāŷ al-mulūk (varias ediciones del texto árabe; trad. Maximiliano Alarcón, Lámpara de príncipes, 2 vols., Madrid, Instituto Valencia de Don Juan, 1930-31); Kitāb al-ḥawādiṯ wa-l-bida‘ (ed. M. Talbi, Túnez, 1959; ed. A. M. Turki, Beirut: Dār al-garb al-islāmī, 1990; trad. y estudio M. I. Fierro, El libro de las novedades y las innovaciones, Madrid, CSIC, 1993); Risāla dirigida a Ibn Tāšufīn, trad. M. J. Viguera, “Las cartas de al-Gazālī y al-Ţurţūšī al soberano almorávid Yūsuf b. Tāšufīn”, en Al-Andalus (Madrid-Granada), XLII (1977), págs. 341-374; Risāla dirigida a Ibn al-Muẓaffar, de la que se conservan fragmentos en citas de obras posteriores (ed. S. Ghrab “Ḥawla iḥrāq al-murābiṭīn Iḥyā’ al-Gazālī”, Actas del IV Coloquio Hispano-Tunecino. Palma de Mallorca, 1979, Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1982, págs. 133-63, págs. 158-163); Birr al-walidayn (sobre la piedad filial) (ed. M. A. H. al-Qadi, Beirut, 1986); Kitāb al-du‘ā’ (sobre la invocación) (ed. M. R. al-Daya, Beirut: Dār al-fikr al-mu’āşir, 1988); Risāla fī taḥrīm al-yubn al-rūmī wa-Kitāb Taḥrīm al-ginā, wa-l-samā‘ (Epístola sobre la prohibición del queso de los cristianos y Libro de la prohibición del canto y de la audición mística), Beirut, Dār al-garb al-islāmī, 1997.
Por lo que se refiere al resto de sus obras (que versaban sobre derecho, comentario del Corán, ascetismo, censura de costumbres y refutación de la obra de al-Gazali), algunas se conservan en manuscrito (véase la relación detallada en el estudio que acompaña a la traducción de su Kitāb al-ḥawādiṯ wa-l-bida‘).
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Maribel Fierro