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Gregorio de Valencia

Biografía

Valencia, Gregorio de. Medina del Campo (Valladolid), III.1549 – Nápoles (Italia), 25.IV.1603. Jesuita (SI), catedrático, teólogo y controversista.

Este vallisoletano de Medina conoció la presencia urbana de los jesuitas en su villa natal de las ferias, cuando todavía la importancia económica de esta localidad no había comenzado su proceso de decadencia. En 1564, ya se encontraba en la Universidad de Salamanca y allí la palabra que despertó su vocación —como ocurrió con otros estudiantes universitarios— fue la del notable predicador Juan Ramírez. Su entrada en la Compañía se produjo en noviembre de 1565 en su Medina natal, cuando el noviciado de Castilla se encontraba establecido en el colegio que había sido fundado por las inquietudes de los mercaderes y hombres de negocios, Rodrigo de Dueñas y Pedro Cuadrado. En su segundo año de probación, en 1566, sus superiores le trasladaron a Salamanca, para que estudiase Teología, compartiendo lecciones con su condiscípulo Francisco Suárez. Gregorio Valencia continuó con su estancia en Valladolid, entre 1568 y 1570, cuando en la ciudad del Pisuerga comenzaba su andadura la casa profesa de San Antonio y el Colegio de San Ambrosio. Inició su preparación a la docencia, que desarrolló, no solamente en Valladolid, sino también en Salamanca hasta 1572.

Fue en el último año de la vida de su prepósito general, cuando Francisco de Borja le requirió para el Colegio Romano como profesor de Filosofía. Borja tuvo que dedicar los últimos meses de su existencia a acompañar al cardenal legado en su viaje a Francia, España y Portugal y murió cuando apenas había regresado a la Ciudad Eterna. Para entonces, Gregorio Valencia todavía no había conocido este su nuevo destino. Pronto, empezó a atraer la atención, no solamente de los que le escuchaban sino también de los superiores de la Compañía —como los provinciales de Francia— o el rey Esteban Báthory de Polonia, deseando todos ellos contar con su magisterio. El nuevo prepósito general, el flamenco Everardo Mercuriano, consideró que la enseñanza de Gregorio de Valencia era más necesaria en Alemania y el provincial de estas tierras lo envió a Dilinga, donde permaneció entre 1573 y 1575. En este último año, comenzó a desempeñar la Cátedra de Teología en Ingolstadt, que entonces ya era el centro teológico más importante con el que contaba la provincia jesuítica de Alemania. Su estancia en este territorio de la Europa Central fue prolongada, diecisiete años, quince de ellos con el oficio de prefecto de estudios. Consideró, en 1592, que era el momento de ceder la cátedra al que había sido su alumno Jakob Gretser, y concentrar sus energías y su tiempo en la publicación de sus Commentarii theologici.

Antes de concluir el siglo xvi, en 1598, Gregorio de Valencia se convertía de nuevo en profesor del Colegio Romano, además de prefecto de estudios. El quinto prepósito general, Claudio Aquaviva, le encomendaba en 1600 la defensa de la Compañía de Jesús en la complicada controversia de la gracia o de auxiliis, contando en frente con la postura de los frailes dominicos. Una controversia iniciada, precisamente, en la Castilla de finales del siglo xvi, en los Colegios de Salamanca y Valladolid, en los Conventos Dominicos de San Esteban y San Gregorio y en los Jesuíticos de Salamanca y San Ambrosio de Valladolid. El padre Valencia, apostando por la Compañía, tenía que defender también la postura de Luis de Molina. A su vez, la Orden de Predicadores acusaba a Molina y a sus defensores de ir contra las enseñanzas de san Agustín, extendiendo con exceso el papel de la libertad humana en la salvación. Las disputas de la gracia en Roma fueron, no solamente estériles para alcanzar una conclusión final, sino también agotadoras. Nueve disputas públicas tuvo que protagonizar, desde 1602, Gregorio de Valencia, lo que condujo a un notable deterioro de su salud. Su salida de Roma fue entendida, por sus superiores, como un horizonte adecuado para su recuperación. Y aunque fue enviado a Nápoles, allí murió.

Publicada en 1585 en Ingolstadt, en las páginas de Analysis fidei catholicae defendía la tesis por la cual la fe solamente en la Iglesia Católica Romana se podía desarrollar con una infalible seguridad, lo que conducía a que la adhesión y la unión con la misma posibilitase la salvación del alma. Esta tesis permitía además defender el magisterio de infalibilidad de la cabeza de la Iglesia Católica, es decir, del obispo de Roma, cuando hasta el siglo xix no fue formulada esta verdad en forma de dogma, empleando para ello expresiones que coincidían casi literalmente con lo escrito por el teólogo de Medina del Campo. Con todo, no fue esta obra la más importante del padre Valencia, como se ha expuesto anteriormente. A la elaboración de la segunda —Commentarii theologici— se había dedicado abandonando la cátedra. Unas páginas que se convirtieron, como indica Lachenschmid, en la primera teología sistemática completa que elaboró un jesuita, apoyándose en la Summa Teologica de santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico. Eso sí, es la primera elaborada dentro de la Compañía, pero más completa que otras ofrecidas desde autores procedentes de ámbitos diversos. Valencia se mostraba, incluso, más vanguardista que Luis de Molina en el momento de tratar la cooperación divina con la libertad humana. Una obra, los Commentarii, muy bien recibida, lo que posibilitó que fuese reeditada en numerosas ocasiones en un intervalo de veinte años. Presentó este teólogo jesuita que la Sagrada Escritura y la reflexión de los santos padres era el punto de partida de las propuestas teológicas que se realizasen. Con todo, mostró los defectos propios del escolasticismo tradicional, cuando no conseguía una adecuada comprensión de los textos de los santos padres, porque se basaba en antologías anteriores. No se mostró crítico con la tradición y asumió algunas visiones míticas, elaboradas y bien aceptadas por otros hasta el momento. Sus escritos se incluyen dentro de una línea polemista, por lo que no dejó de ser rebatido por sus propios hermanos de la Compañía, por ejemplo por uno de los grandes teólogos de Alemania, Pedro Canisio.

Como pensador se retrató claro y profundo, sistemático en sus razonamientos y muy adecuadamente aceptado. De hecho, ha sido considerado como el teólogo más importante de Alemania entre 1550 y 1650. Fue piedra angular del prestigio que acumuló la Universidad de Ingolstadt en aquel período de tiempo, contribuyendo de manera decidida a la formación de una generación de profesores, tanto en materia de filosofía como en teología. Todo ello contribuyó a que el papa Clemente VIII le distinguiese con el apelativo de “Doctor doctorum”. Su proyección fuera del ámbito académico y teológico se concretó en la palabra de consejo prestada a los pontífices romanos y a los duques de Baviera. Defendió, a partir de una consulta que se le realizó, la posibilidad de incluir intereses en un préstamo, en torno a un cinco por ciento y desde un contrato mutuo que podía ser rescindible. Una postura que se convirtió en una norma legal en Baviera. En la actual Real Iglesia Parroquial de San Miguel y San Julián de Valladolid, antiguo Colegio de San Ignacio, se conserva un retrato de este jesuita, de grandes dimensiones, parejo a otro del también jesuita vallisoletano Alonso Rodríguez, maestro, este segundo, de la ascética.

 

Obras de ~: Analysis Fidei catholicae, Ingolstadt, ex officina typographica Davidis Satorii, 1585; De rebus fidei hoc tempore controversis, Lyon, apud haeredes Gulielmi Rouillij, 1591; Commentarii theologici, Ingolstadt, 1591-1597, 4 vols; Disputationes 37 circa doctr. Molinae, Biblioteca Universitaria Salamanca, ms. 622.

 

Bibl.: C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jesús, Bruxelles, O. Schepens, 1898, vol. VIII, págs. 388-400; vol. IX, pág. 897; W. Hentrich, Gregor von Valencia und der Molinismus, Innsbruck, 1928; “War Gregor von Valencia Prämolinist?”, en Scholastik, 4 (1929), págs. 91-106; J. Espasa, “Relación entre la fe infusa y la adquirida en Gregorio de Valencia”, en Archivo Teológico Granadino, 8 (1945), págs. 99- 123; J. A. Asensio, “La obra eclesiológica de Gregorio de Valencia”, en Anthologica Annua, 33 (1986), págs. 11-157; R. Lachenschmid, “Valencia, Gregorio de”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, vol. IV, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu, Universidad Pontificia Comillas, 2001, págs. 3871-3872.

 

Javier Burrieza Sánchez

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