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Jorge de Cárdenas y Manrique

Biografía

Cárdenas y Manrique, Jorge de. Duque de Nájera (VI) y duque de Maqueda (IV). Madrid, c. 1592 – Madrid, 24.X.1644. Militar, gobernador de Orán, consejero de Estado, Grande de España.

Jorge de Cárdenas y Manrique fue el segundo hijo de Bernardino de Cárdenas, III duque de Maqueda, y de Luisa Manrique de Lara Manuel, hija y here­dera de Juan Manrique de Lara, IV duque de Ná­jera, V conde de Treviño y VI conde de Valencia. Tras la muerte de Nájera en el año 1600, su hija Luisa sucedió en los títulos a su progenitor, uniendo los du­cados de Maqueda y de Nájera. Ambos títulos pasa­rían a Bernardino de Cárdenas y Manrique, hijo ma­yor de Bernardino y Luisa Manrique, quien murió en 1596, sucediéndole su hermano Jorge de Cárdenas, en las mercedes de conde de Treviño (VII) y conde de Valencia de Don Juan (VIII), cuando su padre fa­lleció en 1608. Tenía dieciséis años. Por entonces ya estaba en posesión de una importante encomienda; en 1592 Felipe II había dado señal de las esperanzas que tenía puestas en Jorge al conseguir una dispensa papal que le permitiese ingresar en la encomienda de Medina de las Torres de la Orden de Santiago, a pe­sar de ser tan sólo un niño. Esta encomienda fue muy apreciada por la familia, que había estado en su pose­sión desde 1547.

Cuando Jorge sucedió en los títulos, Felipe III le concedió la prestigiosa encomienda de Ventosilla, re­afirmando el hecho de que el joven gozaba del favor real. Sin embargo, su violencia innata amenazaba en ese momento con destruir sus esperanzas de progreso. En 1608, junto a tres de sus criados cometieron el grave delito de tender una emboscada y asesinar a un escribano del Consejo de Castilla que estaba re­uniendo pruebas relativas a una disputa en la que el duque de Maqueda y Nájera se había visto envuelto. Por su implicación en el crimen, fue condenado por el Consejo de las Órdenes Militares a estar recluido durante seis meses en la ciudad de Torrijos. Fue un castigo indulgente en comparación con la seriedad del delito, pero Maqueda fue incapaz de soportar la restricción y en 1609 logró regresar furtivamente a Ma­drid para visitar a su madre con el fin de felicitarla por la sentencia favorable que ésta había obtenido en el juicio relacionado con un asunto importante. En lugar de pasar inadvertido, se vio envuelto en una vio­lenta pelea con el duque de Sessa, a quien rajó la cara con un cuchillo. Volvió a toda prisa a Torrijos para borrar sus huellas, pero fue perseguido con vehemen­cia por un alcalde que puso la administración de los bienes de la familia en manos de la Corona.

Parece que estos incidentes mantuvieron a Ma­queda alejado de la Corte hasta 1611, momento en que se le vio asistiendo al funeral de la reina Marga­rita. A partir de ese momento, aprovechó su condi­ción de Grande de España para asistir a las celebra­ciones más importantes de la Corte hasta 1629. De hecho, se metió en algunos problemas (e incurrió en algunos gastos) para destacar en esos acontecimien­tos; por ejemplo, lo hizo entre los nobles en la entrada de la princesa Isabel en Madrid a finales de 1615, y en 1623 se dijo de él que durante las celebraciones en honor del príncipe de Gales estaba tan espléndido como un César.

De manera excepcional para un duque, Maqueda sirvió a la Corona en la marina. En 1601, siendo muy joven, embarcó en la armada destinada a atacar Argel, pero fue un fracaso. En 1614 sirvió en las fuerzas que conquistaron La Mamora. Dos o tres años más tarde fue nombrado gobernador, alcaide y capitán general de las Fuerzas de Orán, Mazalquivir y de los reinos de Tremezén; no eran cargos a la altura de un duque y Grande de España, pero permitieron a Maqueda em­pezar a reconstruir su carrera. Se le atribuyen algunos pequeños éxitos, que consiguió magnificar haciendo que los pusieran por escrito contando sus grandes hazañas. Por ejemplo, en 1619 se publicó en Sevilla un panfleto en el que se relataban “Heroicas hazañas y famosos hechos del Excelentisimo duque de Ma­queda, Virrey de Orán [...] en este año”. A ésta le si­guieron otras publicaciones; se conservan las fechadas en 1620, 1624 y 1625. Estas supuestas victorias no dejaron huella significativa en la historia de la época, pero alegaban que había demostrado ser servidor fiel y capaz de la Corona. Hacia 1623 también envió barcos “en corso” al Mediterráneo y a lo largo de la costa atlántica de África; aparentemente lo hacía en servicio a la Corona, pero es probable que obtuviese beneficios económicos de todas sus victorias. Sin la menor duda, al conde-duque de Olivares no le causó buena impresión y existen indicios de que hacia 1626 Ma­queda comenzó a oponerse a él; fue uno de los siete aristócratas que se empeñaron deliberada y pública­mente en no asistir a la Corte para dar la bienvenida al cardenal Barberini, el legado papal, y el desaire al cardenal fue interpretado por la gran mayoría como un reproche al valido del Rey.

Parece ser que Maqueda regresó a la Corte a prin­cipios de la década de 1630. En 1634, a los cuarenta y dos años de edad, contrajo matrimonio con Isabel de la Cueva y Enríquez, que tenía tan sólo dieciséis. En 1636 consiguió finalmente un puesto militar im­portante al ser nombrado capitán general del Mar Océano en sustitución de Fadrique de Toledo, pero no contaba con la total confianza del Rey y sus minis­tros, ya que nombraron a Antonio de Oquendo como ayudante suyo para orientarle —y controlarle—. Oquendo no lo consiguió; en 1637, Maqueda se negó tanto a reaccionar con la necesaria celeridad ante la orden de enviar una flota a Italia, como a trabajar a las órdenes del marqués de Villafranca. Fue relevado de su cargo. Sin embargo, se reconcilió con Villafranca y se le volvió a dar un puesto bajo su mando. En 1638 persiguió con vigor a una flota francesa adentrándose en el Atlántico, y en 1639 y de nuevo en 1641 (al ju­gar un papel importante en la expulsión de los fran­ceses durante el asedio de Tarragona) demostró que podía trabajar lealmente a las órdenes de su comandante. Regresó a la Corte en marzo de 1642 y juró su cargo como consejero de Estado, asistiendo por primera vez a la reunión del 22 de marzo. En 1643 viajó al Reino de Aragón y parece ser que como re­compensa a su leal servicio fue restituido en su puesto de comandante de la flota atlántica (13 de octubre de 1643). Disfrutó de este honor durante poco tiempo, ya que falleció un año después. No dejó herederos, y sus títulos nobiliarios pasaron a su hermano Jaime. Su viuda, Isabel de la Cueva, volvió a casarse, un año después de enviudar, con el duque de Veragua.

 

Fuentes y bibl.: British Library, Egerton Manuscripts, 319, fol. 126, “Minute of Junta de Armadas”, 8 de agosto de 1626.D. de la Mota, Libro del principio de la órden de la Cavalle­ría de S. Tiago del Espada, Valencia, en casa de Aluaro Franco, 1599; Recopilación de las Heroycas hazañas y famosos hechos del Excelentísimo Duque de Maqueda, Virrey de Orán [...] en este año de 1619, Sevilla, 1619; Presas, Tres famosas y ricas pre­sas qve en este presente año ha tenido en Oran el Excelentísimo don Iorge de Cardenas, Duque de Maqueda [...], Sevilla, Iuan Serrano de Vargas y Vreña, 1619; A. López de Haro, Nobi­liario Genealógico de los Reyes y Títulos de España, Madrid, Luis Sánchez, 1622; M. de Novoa, “Historia de Felipe IV, rey de España”, en VV. AA., Colección de documentos inéditos para la historia de España, vols. 69, 77, 80, 86, Madrid, 1876-1886; A. Rodríguez Villa, La Corte y Monarquía de España en los años de 1636 y 1637, Madrid, Luis Navarro, Madrid, 1886 (col. Curiosidades de la Historia de España, vol. II); C. Fernández Duro, Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y de León, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1895-1903, 9 vols.; F. Fernández de Béthencourt, His­toria genealógica y heráldica de la Monarquía Española, Casa Real, y Grandes de España, vol. IV, Madrid, Enrique Teodoro, 1897-1920, págs. 233-237; L. de Salazar y Castro, Los Co­mendadores de la Orden de Santiago, Madrid, Patronato de la Biblioteca Nacional, 1942-1949, 2 vols.; J. H. Elliott, The Count-Duke of Olivares. The Statesman in an Age of Decline, New Haven London, Yale University Press, 1986; G. Gascón de Torquemada, Gaçeta y Nuevas de la Corte de España desde el año 1600 en adelante, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1991; L. Cabrera de Córdoba, Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614, Salamanca, Consejería de Educación y Cultura, 1997; A. de Almansa y Mendoza, Obra periodística. Andrés de Almansa y Mendoza, ed. de Henry Ettinghausen y Manuel Borrego, Madrid, Castalia, 2001; J. Pellicer de Touar, Avisos: 17 de mayo de 1639-29 de noviembre de 1641, ed. de J. C. Chevalier y L. Clara, notas de J. Moll, París, Éditions hispaniques, 2002-2003.

 

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