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Francisco de Moura y Corte Real Melo

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Biografía

Moura y Corte Real Melo, Francisco deDuque de Nochera (I), marqués de Castelo Rodrigo (III) y conde de Lumiares (IV). Madrid, 13.XII.1621 – 23.XI.1675. Embajador en el Sacro Imperio, virrey de Cerdeña y Cataluña, consejero de Estado y presidente del Consejo de Flandes.

Tercero de los hijos varones de Manuel de Moura y Corte Real, II marqués de Castelo Rodrigo y I conde de Lumiares, y de Leonor de Melo, Francisco de Moura heredó en 1637, tras la muerte de su hermano mayor Nuno Alvares, el título de conde de Lumiares, pasando a ser su IV poseedor, y la sucesión de la Casa de su padre. Vivió su juventud en Roma, ciudad en la que su padre ejercía como embajador de Su Majestad Católica desde 1632. Allí casó con Ana María de Moncada y de la Cerda, hija de Antonio de Aragón y Moncada, duque de Montalto y Bivona, y de Ana de la Cerda.

Con la sublevación de Portugal en 1640 los Moura perdieron todas sus posesiones y privilegios en el vecino Reino. Fueron considerados traidores por Juan IV de Braganza al haber mantenido su fidelidad al monarca español. Otros muchos nobles lusos fueron igualmente objeto de persecución y padecieron desprecio y olvido. El 29 de agosto de 1641 el doblemente cuñado de Castelo Rodrigo, el duque de Caminha, Miguel Luis de Meneses, casado en primeras nupcias con Margarita de Melo, y en segundas con su cuñada y hermana de ésta, Mariana de Castro, ambas hermanas a su vez de Francisco de Moura, fue decapitado en Lisboa acusado de traición a la causa de Juan IV, por haberse mantenido fiel a Felipe IV.

Para compensar las grandes pérdidas sufridas, el Rey otorgó a los Castelo Rodrigo el ducado de Nochera, en el Reino de Nápoles, tras haber fracasado una primera investidura como duque de Trani en 1646 de Manuel de Moura. El nuevo título recayó finalmente en Francisco de Moura en 1660.

El marqués fue nombrado gentilhombre de la cámara del Rey en 1645, oficio que le permitió mantener una estrecha comunicación con Felipe IV. Al año siguiente, sin embargo, partió de Madrid con destino a Viena con las credenciales de embajador extraordinario para casarse por poderes, en nombre del Rey, con la archiduquesa Mariana de Austria. Tras esta empresa, fue designado embajador ordinario ante el Emperador, en sustitución del duque de Terranova, Diego de Aragón y Pignatelli, mientras su padre ejercía entonces como gobernador general de los Países Bajos. En la Corte imperial le alcanzó la nueva de la muerte de su padre, ocurrida en Madrid el 28 de enero de 1651. Dos años más tarde consiguió, merced a su gran habilidad diplomática, la elección como Rey de Romanos de Fernando IV, rey de Hungría y Bohemia, hijo del emperador Fernando III y cuñado de Felipe IV. Sus méritos fueron generosamente reconocidos por el Emperador, que le concedió una renta hereditaria de 100.000 florines. Además sostuvo un activo papel para consolidar la colaboración militar de España con la rama vienesa de los Habsburgo, mientras se mantenían abiertos los frentes bélicos con Francia y las Provincias Unidas. Asistió a las negociaciones de paz convocadas en la ciudad de Münster cuando su mandato ya se había expirado. En 1656, abandonaba la embajada imperial para trasladarse a Cerdeña, después de haber sido nombrado virrey y capitán general del Reino. Allí permaneció hasta junio de 1662, fecha en la que fue promovido al virreinato de Cataluña. Su nuevo cargo, sin embargo, lo desempeñó brevemente, hasta 1664. El 23 de marzo llegó su despacho de teniente de gobernador y capitán general de Flandes cuando más arreciaban la hostilidad de Francia. Iniciada la invasión gala de los Países Bajos españoles, en el verano de 1667, todavía en el seno del Consejo de Estado se enfrentaban los partidarios de establecer una alianza con Inglaterra y las Provincias Unidas y los que preferían no contrariar a Luis XIV. Finalmente en 1668, Castelo Rodrigo fue autorizado a firmar el Tratado de Aquisgrán con Francia al año siguiente, que puso fin a la llamada Guerra de Devolución y por el que aquélla conservaba algunas de las plazas conquistadas a cambio de reconocer el statu quo establecido. Concluido su mandato en Bruselas, regresó Moura a Madrid para ocupar su plaza de consejero de Estado y presidir el Consejo de Órdenes Militares. Además obtuvo la caballeriza mayor de la Reina, tras haber gozado veinte años de la llave dorada de gentilhombre de la cámara, hasta la muerte de Felipe IV en septiembre de 1665.

El 16 de agosto de 1670 fue promovido a la presidencia del Consejo Supremo del Estado de Flandes y de Borgoña, nombramiento con el que se reconocían sus conocimientos flamencos y que ponía broche a una fecunda carrera política, en una coyuntura no demasiado favorable a sus intereses. Sus relaciones con el valido de la Reina gobernadora, Fernando Valenzuela, fueron en todo momento muy tensas, hasta el punto de negarse a reconocer a éste como primer caballerizo de la Reina, tal y como era el deseo de su protectora. Finalmente hubo de ceder a las exigencias de la Regente y firmar su nombramiento en 1673.

De su matrimonio con Ana María de Moncada y de la Cerda, Francisco de Moura sólo tuvo descendencia femenina. Sucedería a su muerte en la casa, Leonor de Moura Moncada, como II duquesa de Nochera y IV marquesa de Castelo Rodrigo, casada con Anielo de Guzmán y Caraffa, hijo de los duques de Medina de las Torres, general de la Caballería de Cataluña, apresado y cautivo largo tiempo tras la derrota española en Estremoz en junio de 1663. Fallecida Leonor tras un segundo matrimonio sin sucesión, con Carlos de Omodei Pacheco y Laso de la Vega, marqués de Almonacid, le heredó su hermana Juana de Moura, casada con Gilberto Pío de Saboya, príncipe de San Gregorio, más conocido como príncipe Pío de Saboya. En 1672 nació en Viena el nieto de Moura, el futuro príncipe Francisco Pío de Saboya, heredero de sus estados.

Castelo Rodrigo, al igual que su padre, fue un caballero culto y refinado, aficionado a la arquitectura y a la pintura. Ordenó edificar un gran palacio en los altos que más tarde serían conocidos como montaña de Príncipe Pío, próximos a la Casa de Campo, la llamada Casa de la Florida. Aquella quinta, afamada por la calidad de las colecciones artísticas que albergaba en sus numerosos aposentos y por sus grandes jardines, fue retiro del cuñado de Francisco de Moura, el cardenal protector de España en Roma, Luis Miguel de Moncada, ex duque de Montalto y ex mayordomo mayor de la reina Mariana, viudo en dos ocasiones, que renunció a la púrpura a finales de 1668, tras negársele la ayuda de costa solicitada para acudir al cónclave que habría de elegir a Clemente IX. Murió en mayo de 1672.

Francisco de Moura, duque de Nochera, marqués de Castelo Rodrigo y conde de Lumiares, consejero de Estado y presidente del Consejo de Flandes otorgó testamento en la Villa y Corte de Madrid el 21 de noviembre de 1675, falleció dos días después, en su residencia de la Florida, tras haber redactado el codicilo.

 

Bibl.: A. Valcárcel, príncipe Pío, marqués de Castel-Rodrigo, Documentos de mi Archivo: la elección de Fernando IV Rey de Romanos. Correspondencia del III Marqués de Castel-Rodrigo, don Francisco de Moura, durante el tiempo de su embajada en Alemania (1648-1656), Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1929; G. Maura y Gamazo, duque de Maura, Vida y reinado de Carlos II, Madrid, Aguilar, 1990; J. Connors, “Borromini and the Marchese di Castel-Rodrigo”, en Burlington Magazine, CXXXIII (1991), págs. 434-440; V. M.ª Márquez de la Plata y L. Valero de Bernabé, El Libro de Oro de los Duques, Madrid, Prensa y Ediciones Iberoamericanas, 1994, págs. 260- 261; F. Bouza Álvarez, “Entre dos Reinos, una patria rebelde. ‘Hidalgos’ portugueses en la Monarquía hispánica después de 1640”, en Estudis, 20 (1994), págs. 83-103; J. L. Barrio Moya, “Las colecciones de pintura y escultura de Don Francisco de Moura, tercer marqués de Castel Rodrigo (1675)”, en Academia: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), n.º 82 (1996), págs. 295-332; B. García García, “Retrato de Francisco de Moura y Corte Real, tercer marqués de Castel Rodrigo”, en El final de la Guerra de Flandes (1621-1648), Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 1998, pág. 161; R. Valladares Ramírez, “De ignorancia y lealtad. Portugueses en Madrid, 1640-1670”, en Torre de los Lujanes, 37 (1998), págs. 133-147; J. A. Sánchez Belén, “Las relaciones internacionales de la Monarquía hispánica durante la regencia de doña Mariana de Austria”, en Studia historica. Historia moderna, 20 (1999), págs. 137-172.

 

Santiago Martínez Hernánde

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