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Baltasar Gilimón de la Mota

Biografía

Gilimón de la Mota, Baltasar. Medina del Campo (Valladolid), c. 1547 – Madrid, 5.IX.1629. Juez, consejero de Castilla, presidente del Consejo de Hacienda, consejero de Estado.

De familia hidalga, sus progenitores eran Diego Rodríguez Gilimón, nacido en Hontiveros, e Isabel de la Mota, natural de Medina del Campo. Estudió Derecho en la Universidad de Valladolid, incorporándose como abogado el 7 de octubre de 1585 a la Chancillería radicada en esa ciudad. Más tarde ejerció la abogacía.

Comenzó su carrera como oficial público el 2 de enero de 1608 al suceder a Melchor de Molina en una fiscalía del Consejo de Hacienda. Gilimón había entablado amistad con el valido Lerma cuando la Corte radicaba en Valladolid. Al valido debía su ingreso al servicio de la Administración. Unos días después de su nombramiento como fiscal, el Rey dispuso que asista, para defender los intereses de la hacienda regia, a la junta de jueces encargada de conocer la causa instruida por Fernando Carrillo al consejero de Hacienda Alonso Ramírez de Prado, acusado, entre otros delitos, de cohecho, malversación de caudales públicos, prevaricación y fraude. Los meses de junio, julio y agosto, concurrió a las sesiones de la junta de visita. También, en cumplimiento del mandato real, desde septiembre de 1608 hasta febrero del año siguiente, estuvo presente en las reuniones de la junta de visita que sentencie los cargos formulados por el instructor Carrillo a Ana Velázquez, mujer de Alonso Ramírez de Prado, y a su hijo Antonio. Finalmente asistió, desde el 20 de junio hasta el 3 de octubre de 1609, a la junta de visita que vio y determinó los cuatrocientos ochenta y cuatro cargos que planteó el mismo instructor al conde de Villalonga, otrora favorito del valido Lerma. Desde octubre de 1609, fue fiscal del proceso contra el padre Juan de Mariana.

Fiel y protegido de Lerma, que propició su ascenso en 1612 a una fiscalía del Consejo de Castilla, cuatro años más tarde, cuando apenas llevaba un mes en la presidencia del Consejo de Castilla Fernando de Acebedo, se tuvieron que proveer dos plazas del mismo. El duque de Lerma y su favorito Rodrigo Calderón, ya en declive, todavía consiguieron que el Rey nombrara a Gilimón de la Mota para una de las vacantes. En 1618, al ser designado el consejero Bonal presidente del Concejo de la Mesta, Gilimón le sustituyó interinamente por las tardes en el Consejo de Hacienda. El mismo año se le cometió la inspección y control de la Universidad de Salamanca. El año siguiente obtuvo en ese Consejo la propiedad de la plaza del recién jubilado Diego López de Ayala.

A pesar de su íntima relación con el duque de Lerma, tuvo la confianza del nuevo régimen encarnado por Baltasar de Zúñiga y el conde duque de Olivares. Este último le definió como “el más docto, discreto, informado y prudente ministro que he conocido en mi vida”. Una de las reformas del gobierno consistía en la reducción de dos tercios de los oficios municipales de Castilla que, en febrero de 1623, confió Olivares a Gilimón de la Mota, reforma que encontó una férrea resistencia de las Cortes y ayuntamientos, sobre todo de los de Andalucía. Síntoma de la confianza que despertaba Gilimón en Olivares fue el que éste le atribuyera la administración de su patrimonio. Participó en la Junta creada en noviembre de 1623 para tratar de la administración del hospital de convalecientes, formada por los consejeros de Castilla Chaves, Tejada, Pérez de Araciel y el propio Gilimón de la Mota. El mismo año obtuvo hábito de la Orden de Santiago. Una muestra más del apoyo del valido se produce en enero de 1626, cuando el Rey partió a Zaragoza a celebrar Cortes le designó para suceder en la presidencia del Consejo de Hacienda al marqués de Montesclaros, aunque lo hizo con el título de contador mayor de Cuentas y no de presidente. Finalmente, el 3 de septiembre de 1629, ya moribundo, fue nombrado miembro del Consejo de Estado.

Contrajo matrimonio con Gregoria de Vega, nacida, como él, en Medina del Campo. Tuvieron ocho hijos: Tomás, Rodrigo, Eugenio, Agustín, Paulo-Eugenio, Fabiana, Feliciano e Isabel. Uno de sus hijos, Agustín, llegó en 1630 al Consejo de Hacienda. Para su hijo Antonio reclamaba en 1616 el oficio de alférez mayor y de regidor de la villa de Arévalo. Fabiana, casó con el abogado Antonio de la Cueva y Silva, fiscal del Consejo de Indias desde 1624 hasta su fallecimiento a finales de 1626, y Feliciana, con el embajador del duque de Mantua. Sus tres hijas eran muy conocidas en la Corte y protagonizaron algunos incidentes muy sonoros. En el año 1629 fundó un mayorazgo a favor de su hijo Agustín, integrado por: el señorío de Redueñas, cerca de Torrelaguna, que había adquirido dos años antes; una escribanía en Fuente de Cantos; propiedades en Madrid y Extremadura; una capilla en Santo Domingo el Real de Madrid y casi 800.000 maravedís en juros. Dueño de una inmensa fortuna, compró detrás del convento de San Francisco, un amplio jardín y un conjunto de casas junto al denominado “Portillo de Gilimón”. Sus casas sirvieron de aposento al embajador del rey de Polonia y de cárcel del duque de Osuna, donde moriría el 5 de septiembre de 1629. Su mujer tenía, cosa excepcional, una carroza para sus salidas a la Corte, y otra, sus hijas. A su muerte fue enterrado en la capilla de Santo Domingo el Real.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Quitaciones de Corte, legs. 5 y 9; Archivo Histórico Nacional, Consejos, lib. 724.

G. González Dávila, Teatro de las grandezas de la villa de Madrid, Corte de los Reyes Católicos de España, Madrid, Thomas Iunti, 1623; M. Escagedo y Salmón, “Los Acebedos”, en Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, 7 (1925), págs. 50- 64; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, t. I, Sevilla, Imprenta Carmona, 1935; N. Alonso Cortés, “Gilimón de la Mota”, en Miscelánea Vallisoletana, t. II (1955), págs. 463-469; F. de Quevedo, Obras completas, est. prelim., ed. y notas de F. Buendía, Madrid, Aguilar, 1961, 2 vols.; T. Pinheiro da Veiga, Fastiginia o fastos geniales, trad. del port. y notas por N. Alonso Cortés, Valladolid, Servicio de Información y de Publicaciones del Ayuntamiento, 1973; J. M. Pelorson, Les Letrados, juristes castillans sous Philippe III, Le Puy-En-Velay, Université de Poitiers, 1980; J. Fayard, Los miembros del Consejo de Castilla (1621-1746), Madrid, Siglo XXI, 1982; Los Ministros del Consejo Real de Castilla (1621-1788). Informes biográficos, Madrid, Hidalguía, 1982; F. Barrios, El Consejo de Estado de la Monarquía Española, 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984; J. H. Elliott, El conde-duque de Olivares, Barcelona, Crítica, 1990; G. Gascón de Torquemada, Gaçeta y nuevas de la corte de España desde el año 1600 en adelante, ed. de A. de Ceballos- Escalera y Gila, marqués de la Floresta, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1991; J. F. Baltar Rodríguez, Las Juntas de Gobierno en la Monarquía Hispánica (Siglos xvi-xvii), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998; R. Gómez Rivero, “Consejeros de Castilla de Felipe III”, en Anuario de Historia del Derecho Español, t. LXXIV (2004), págs. 97-138; A. Alvar Ezquerra, El Duque de Lerma. Corrupción y desmoralización en la España del siglo xvii, Madrid, La Esfera de los Libros, 2010.

 

Ricardo Gómez Rivero

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