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Antonio de Sotomayor

Biografía

Sotomayor, Antonio de. Santo Tomé de Freijeiro (Pontevedra), 7.IX.1557 – Madrid 3.IX.1648. Dominico (OP), arzobispo, confesor real e inquisidor general.

Segundo hijo de Baltasar de Sequeiros-Benavides y de Isabel Ozores- Sotomayor, señores de Santo Tomé de Freijeiro. Tuvo tres hermanos: Rodrigo, Francisco (arzobispo de las Charcas, en Bolivia) y Álvaro (abad primado de la Orden benedictina en España). El 20 de abril de 1573, toma el hábito en el Convento de San Esteban de Salamanca de la Orden de Predicadores y el 28 de abril de 1574 profesa de manos del prior, fray Alonso de Hontiveros. Allí recibe su primera formación filosófica y teológica, que continuó posteriormente en el Colegio de San Gregorio de Valladolid. Finalizados sus estudios, y tras pasar unos meses en la comunidad de Nuestra Señora del Rosario en Tordesillas, regresa al convento salmantino para leer el curso de Filosofía. Se sabe que después se trasladó al convento de San Ildefonso, en Toro, donde leyó artes, teología y, además, fue maestro de estudiantes, labor que también realizó en Salamanca, finalizada su estancia en Toro.

En el año 1589 oposita a la Cátedra de Prima de la Universidad de Santiago de Compostela y consigue la plaza, que conservará durante doce años, siendo elegido, además, prior del convento de su Orden en esta ciudad. De 1601 a 1608 se encuentra en Valladolid como regente de estudios del Colegio de San Gregorio.

En ese período conoció al duque de Lerma, con quien entabló amistad; éste le regaló varios relicarios, que Sotomayor llevó a Salamanca. Probablemente, también entró en contacto con la Familia Real, que en esos momentos se encontraba en Valladolid. De hecho, en 1603 fue nombrado por el Rey calificador del Santo Oficio. Tras esos ocho años regresa a su Convento de San Esteban, del que fue elegido prior en 1609. Apenas finalizado el priorato, asiste al capítulo general de su Orden celebrado en Roma en 1612 en calidad de definidor. Presidió la asamblea final en la que se trataron las conclusiones del capítulo. Entre los numerosos cardenales presentes en dicha asamblea se encontraba el cardenal Belarmino, con quien, según cuenta el mismo fray Antonio en una carta, mantuvo una discusión en torno al tema De Auxiliis. Nada más regresar, lo vuelve a elegir prior, en esta ocasión la comunidad de San Pedro Mártir de Toledo. No podrá terminar su mandato, porque en 1615 el capítulo de los dominicos de la provincia de España, celebrado en el Convento de San Ildefonso de Toro, decide de modo unánime que fray Antonio tome las riendas provinciales; será prior provincial durante los años 1615-1619.

En 1616, el rey Felipe III lo nombra confesor de su hijo primogénito, el entonces príncipe y futuro Felipe IV. Cuando éste sube al trono, decide mantenerlo como su confesor personal, ejerciendo también esta función para otros miembros de la familia real, entre ellos su esposa Isabel de Borbón, sus hijos el príncipe Baltasar Carlos y la infanta María Teresa, y sus hermanos los infantes don Carlos y don Fernando.

Desde el momento de su nombramiento como confesor de la Familia Real, a Sotomayor se le incrementó el número de cargos y servicios prestados al Estado y a la Iglesia. En 1623 utiliza sus dotes diplomáticas y consigue que Galicia recupere el voto en las Cortes, perdido hacía dos siglos. Desde 1629 es miembro del Consejo Supremo de la Inquisición y también, en esas fechas, entra a formar parte de los Consejos de Guerra y de Estado, al tiempo que recibe el cargo de presidente y comisario de la Santa Cruzada. Dos años después será instituido abad de las colegiatas de Alcalá la Real y de Santander.

En julio de 1631 queda constituida, por orden de Felipe IV, la llamada Junta Grande, que recibe el encargo de redactar un Informe acerca de las relaciones entre el Estado y la Iglesia. El Rey eligió cuidadosamente a los miembros de esa Junta, que debían ser personas fieles a la Monarquía y extremadamente discretas, ante el peligro de que los temas que allí se trataran pudiesen llegar a oídos del nuncio César Monti. En un primer momento la Junta, bajo la presidencia de Sotomayor, estaba formada por diecisiete miembros, pero en octubre se reduce el número a seis para agilizar los trabajos y asegurar la confidencialidad. Esta nueva Junta también estaba presidida por fray Antonio, lo que indica el alto grado de confianza que el Rey tenía en su confesor. El resultado de esa comisión fue la publicación del documento titulado Parecer de la Junta sobre abusos de Roma y Nunciatura, que recogía todos los problemas de la relación Iglesia- Estado. Sotomayor dio el visto bueno al documento manifestando así su apoyo incondicional a la Corona.

Como premio a esa fidelidad es propuesto para el cargo de inquisidor general al Papa, que ya había rechazado la candidatura del cardenal-infante. Antes de recibir el nombramiento, es elevado a la dignidad de arzobispo de Damasco (16 de julio de 1632), y al día siguiente recibe su nombramiento como inquisidor general, labor que él siempre consideró la más honrosa de cuantas desempeñaba.

Pero no van ser todo facilidades para fray Antonio. En el año 1634, un canónigo de la Catedral de Toledo, el doctor Barreiro, acusa a Sotomayor de la venta de los oficios de Cruzada. Ante tal acusación, el papa Urbano VIII expide un Breve por el que despoja a Sotomayor de la Presidencia y Comisaría de la Bula de la Santa Cruzada. Inmediatamente, fray Antonio respondió a Su Santidad con una carta en la que mostraba su indignación y le recordaba todos los servicios que durante sus casi ochenta años había prestado fielmente a la Iglesia y a la monarquía española. Finalmente, el Breve no se llevó a efecto y Sotomayor se mantuvo en el cargo hasta junio de 1643. En ese año, fray Antonio escribe al Rey pidiéndole que le retire de las tareas de inquisidor general y comisario de la Cruzada, porque su elevada edad no le permitía desempeñarlas correctamente.

El Rey le responde con otra carta aceptando la renuncia “para teneros mas desocupado para asistir a las cosas de mi conciencia mientras Dios os diere la vida que yo os deseo”. De sus once años como inquisidor queda su Index librorum prohibitorum, publicado en 1640, obra de referencia para posteriores inquisidores.

El hecho de que Sotomayor renunciara a tan altas dignidades no significa que desapareciera del plano público. Él se mantuvo en su servicio de confesor y asesor espiritual del Monarca, y siguió ligado a los asuntos de Estado. De hecho, cuando en el año 1643 el Rey sale de Madrid para encabezar las campañas militares de Cataluña, fue fray Antonio uno de los que mantuvieron al Monarca informado de lo que sucedía en su ausencia. Se conservan sesenta y seis de estas cartas, convenientemente respondidas por Felipe IV de su puño y letra. En ellas, Sotomayor daba noticia al Monarca de la salud de su familia, y al mismo tiempo le ponía al corriente de algunas noticias que llegaban a la Corte, especialmente las que hacían referencia a la campaña contra los portugueses en Galicia, de la que estaba muy bien informado. Además, en todas y cada una de las epístolas, y de modo insistente, el confesor le pedía al Rey que volviera a Madrid para encargarse desde allí del gobierno del Reino, mostrando así su desacuerdo con la decisión del Monarca de dirigir personalmente sus ejércitos.

A pesar de la avanzada edad, fray Antonio de Sotomayor mantuvo su actividad pública hasta sus últimos días, muriendo en la Corte el 3 de septiembre de 1648. El cuerpo fue velado en la iglesia de Santo Domingo el Real de Madrid. Ocho meses después lo trasladaron al oratorio que él mismo había mandado construir veinte años antes, en el noviciado del convento salmantino de San Esteban, siendo depositados sus restos en un nicho situado en el presbiterio.

 

Obras de ~: Index novissimus: index librorum prohibitorum et expurgandorum [...], Madrid, Tipographeo Didaci Diaz, 1640-1667.

 

Bibl.: Mora, De la historia analítica del convento de San Esteban de la Sagrada Orden de Predicadores de la ciudad de Salamanca, ms., vols. V-VI, Salamanca, 1676; J. Cuervo, Historiadores del convento de San Esteban de Salamanca, vols. I-II-III, Salamanca, Impr. Católica Salmanticense, 1914-1916; J. Espinosa Rodríguez, Fray Antonio de Sotomayor y su correspondencia con Felipe IV, Vigo, Impr. M. Roel, 1944; G. Fraile, “Sotomayor, Antonio de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2510; F. Barrios, El Consejo de Estado de la Monarquía española (1521-1812), Madrid, Consejo de Estado, 1984; J. Martínez Millán y T. Sánchez Rivilla, “El Consejo de Inquisición (1483-1700)”, en Hispania Sacra (Madrid), vol. XXXVI, n.º 73 (1984), págs. 71-194; Q. Aldea Vaquero, “Iglesia y Estado en la época barroca”, en VV. AA., La España de Felipe IV. El gobierno de la Monarquía, la crisis de 1640 y el fracaso de la hegemonía europea, pról. de F. Tomás y Valiente, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España de Menéndez Pidal, t. XXV, Madrid, Espasa Calpe, 1990; A. Rodríguez, G. de Ceballos, Fray Antonio de Sotomayor, cliente de Velázquez. A propósito del cuadro de Velázquez de la catedral de Orihuela, Madrid, Centro de Estudios Históricos, CSIC, 1991.

 

Iván Calvo Alonso, OP

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