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Bernardino de Avellaneda y Leiva

Biografía

Avellaneda y Leiva, Bernardino deConde de Castrillo (I). Aranda de Duero (Burgos), 18.X.1544 – Madrid, 6.XII.1629. Marino, virrey de Navarra, consejero del Consejo de Estado y del Consejo de Guerra.

Primogénito de Juan Gregorio de Avellaneda —señor de Valverde, Alcoba, Alcubilla y Santa María del Mercadillo, lugares cercanos a Peñaranda de Duero, hoy pertenecientes a las provincias de Burgos y Soria— y de Francisca de Leiva, fue señor de Valverde, Alcoba de la Torre, Alcubilla de Avellaneda, Arauzo de Torre y Cevico Navero. En 1564 asistió de voluntario a la conquista del Peñón de Vélez de la Gomera, iniciando una carrera naval que le llevaría al generalato de la Armada oceánica (1594). No obstante, resulta complicado rastrear los jalones intermedios de la misma debido a la utilización de diversos apellidos por el mismo personaje: Avellaneda, González y Delgadillo, incluso combinados entre sí de forma diversa.

Por ejemplo, en la documentación judicial y de señorío, aparece frecuentemente mencionado como “González de Avellaneda” o “Delgadillo de Avellaneda”, mientras que en la militar suele constar por Bernardino de Avellaneda.

Sirvió a las órdenes de Miguel de Oquendo en la jornada de Portugal (1580) y la conquista de las Azores (1583), siendo probable que continuara haciéndolo desde la formación de la Escuadra de Vizcaya, también llamada de Cantabria (1585), de la que Oquendo fue nombrado capitán general y en la que su hijo mayor, Lope de Avellaneda, tuvo el cargo de veedor. Aunque no se ha podido documentar su presencia en la Gran Armada de 1588, debió de tomar parte en la expedición porque, al regresar a Laredo las tres galeazas supervivientes de la escuadra de Hugo de Moncada, quedó encargado “del gobierno y de la administración de justicia en ellas”. Trasladada dicha escuadrilla a la base naval de Ferrol, la mandó en misiones de vigilancia, protección y limpieza de las costas gallegas de corsarios enemigos hasta su relevo por Esteban de Contreras (10 de enero de 1591). El estandarte que desarboló de su capitana fue enviado al convento jerónimo de Espeja de San Marcelino (Soria), donde casi dos siglos después lo describiría minuciosamente Juan Loperráez, así como también la inscripción donde se leía: “Para memoria del ilustre D. Bernardino de Avellaneda, caballero del hábito de Calatrava y comendador de su orden, gentilhombre de S. M., virrey de Navarra, asistente de Sevilla, capitán general de las galeras de España y primer conde de Castrillo”.

Conviene precisar que Bernardino nunca fue capitán general de las galeras de España, ni siquiera accidentalmente, por lo que cabe colegir que el pedestal se labrara con posterioridad, confundiendo el empleo de gobernador de las galeazas o capitán general de las mismas —funcionalmente hablando— con el mucho más acrisolado de “capitán general de las galeras de España”, uno de los más importantes en la jerarquía naval de los Austrias, que suprimiría el primer Borbón (1733). En cambio, la escuadra de galeazas que él mandó había llegado de Nápoles en 1587 para la invasión de Inglaterra, concluyendo su peripecia orgánica en Galicia a finales del siglo XVI.

Tras servir como almirante de la escuadra de Portugal (1591-1594), con base en Lisboa, que formaba parte la Armada Real de la Mar Océano, fue promovido al generalato de la misma en 1594. Al año siguiente hubo de armarla al completo, inclusas las urcas y pataches, para salir en busca de una flota inglesa que, a las órdenes de los almirantes Francis Drake y John Hawkins, se dirigía al Caribe tras haber sido rechazada ante Las Palmas de Gran Canaria (6 de octubre de 1595). Zarpó de Lisboa el 2 de enero de 1596, con diecinueve velas, aunque solamente ocho galeones, atacando el 11 de marzo a la superior fuerza enemiga a la vista de la isla de Pinos (hoy isla de la Juventud, al oeste de Cuba). Hawkins y Drake habían muerto durante la travesía, por lo que detentaba el mando sir Thomas Baskerville. Pese a gozar de superioridad numérica y de viento a favor (barlovento), el almirante inglés quiso rehuir el combate aunque no pudo evitar un prolongado cañoneo en el cual perdió cuatro naves, dos de ellas apresadas por los españoles, que solamente perdieron el galeón del almirante Juan Gutiérrez de Garibay, muy castigado al forzar la acción interponiéndose ante el enemigo. Bernardino regresó triunfalmente a Sanlúcar, donde aportó el 1 de octubre de 1596 con su escuadra, las presas, la flota de Indias, a la que dio escolta, y trescientos cincuenta prisioneros ingleses. Con ellos pudieron rescatarse algunos de los tomados en Cádiz por el conde de Essex en julio del mismo año, mientras él se hallaba en América.

El rey le recompensó con la presidencia de la Casa de Contratación de Sevilla (26 de mayo de 1598), una vez que había quedado vacante la presidencia de la institución, tras la licencia de Pedro Gutiérrez Flóres. Felipe II llevó a la práctica una política que desde algún tiempo tenía en mente y no proveyó en ella a un consejero letrado de Indias, sino a un hombre de capa y espada. En la Real Cédula de su nombramiento se le definía como persona “de las partes y experiencia que se requiere”, pero sólo por el término de tres años, y por Real Cédula de la misma fecha se le remitieron unas “Instrucciones” sobre lo que debía observar en el ejercicio de su empleo, del que tomó posesión el 30 de julio siguiente y en el que se mantuvo hasta 1606.

Al año siguiente (1599) quiso el monarca mejorarle el puesto con la capitanía general de Filipinas, que Bernardino rechazó, manteniéndose al frente de la Casa y Audiencia de Indias.

Durante su presidencia de la Casa de Contratación, en 1601, se produjo la quiebra del banco de Jácome Mortedo, Juan de Castellanos y compañía, que tuvo especial repercusión en la hacienda indiana, porque Castellanos el año anterior había sido nombrado depositario de los bienes de difuntos de las Indias y los caudales de esta caja se habían depositado en el referido banco; por ello, el 23 de marzo de 1601 se comisionó como jueces de la quiebra al presidente González Delgadillo y al juez letrado de la Casa Bustos de Bustamante, uno de cuyos resultados fue que la administración de los bienes de difuntos volviera a manos de los jueces oficiales de la Contratación en el mismo año de 1601.

Antes de dejar la presidencia de la Casa fue destinado como asistente de Sevilla, empleo que ejerció conjuntamente con la presidencia de la Casa hasta 1606 y luego continuó como asistente.

En 1604 se consultó en el Consejo la merced de un título nobiliario que habría de aguardar aún seis años, pero fue nombrado asistente de la ciudad de Sevilla y capitán general de su distrito —que incorporaba la tenencia general de las Costas de Andalucía y de la Armada del Océano—, todo ello con retención de su empleo anterior. El mismo año se declaró un pavoroso incendio en la Casa de Contratación que le granjeó algunas críticas. Se ha dicho que, por resquemor a ellas, llevó al patíbulo al joven poeta Alonso Álvarez de Soria sin que lograran conmoverle las súplicas que compuso en verso Juan de la Cueva ni las más prosaicas, pero también más numerosas, de notables personalidades de la capital hispalense.

Finalmente, fue relevado de aquel gobierno por el marqués del Carpio, con quien estaba emparentado (6 de octubre de 1609), siendo compensado con los títulos de gentilhombre de la cámara del rey y el nobiliario de conde de Castrillo (12 de enero de 1610).

Además, el 23 de enero del mismo año se le nombró mayordomo mayor y sumiller de corps del príncipe Filiberto de Saboya, al cual hubo de acompañar al Puerto de Santa María cuando éste fue designado, en 1612, generalísimo de la Mar.

El Puerto de Santa María compartía con Cartagena la sede de la Escuadra de galeras de España, pero en el tiempo que Bernardino sirvió como jefe de la casa del príncipe de Saboya desempeñaron la jefatura de las galeras el conde de Niebla y el marqués de Santa Cruz, en propiedad, así como Antonio de la Cueva y Córdoba interinamente. Viene esto a confirmar lo arriba expuesto sobre la época y empleo que tuvo nuestro biografiado al mando de las galeazas, no de galeras. En julio de 1617 regresó a la Corte con el príncipe, a quien acompañaría a El Escorial y Lerma antes de su regreso a Turín; luego, sería designado mayordomo de la Reina, cargo que juró el 28 de diciembre de 1618. En agosto de 1621 se le dio asiento en el Consejo de Guerra y a finales del siguiente fue elegido para ejercer el virreinato de Navarra. Tomó posesión del cargo en marzo de 1623 y lo serviría hasta 1629, en que se le concedió una plaza de consejero de Estado. Debido a la renuncia de Pedro Girón para ocupar su vacante, así como a la tardía incorporación del marqués de Fuentes (nombrado el 19 de junio), hubo de salir de Pamplona antes de la toma de posesión de su sucesor, quedando allí como su representante el marido de su nieta. El conde de Castrillo murió en Madrid poco después de su regreso a la Corte y su bisyerno, García de Haro, que aún se hallaba en Pamplona, sería llamado para ocupar la plaza que dejó vacante en el Consejo de Estado.

En 1593 se obraron sus pruebas para ingresar en la Orden de Calatrava y fue comendador de las casas de Talavera.

Había casado con Isabel Delgadillo de Avellaneda, hija de Juan Álvarez Delgadillo, señor de Castrillo y Cevico Navero, razón por la que a menudo antepuso el apellido Delgadillo al suyo propio. Tuvieron dos varones, Juan y Lope, que le premurieron; por ello sucedió en sus títulos y estados su nieta María de Avellaneda Delgadillo y Portocarrero, II condesa de Castrillo, casada con el citado García de Haro, hijo del marqués del Carpio.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Contratación, 577, l. 1; Contratación, leg. 5784, fols. 99-100, “Nombramiento de Bernardino González Delgadillo y de Avellaneda como Presidente de la Casa de la Contratación, Madrid, 26 de mayo de 1598”; Indiferente, leg. 746, n. 40, “Consulta del Consejo de Indias para el gobierno de las islas Filipinas y nombramiento de D. Bernadino de Avellaneda, Madrid, 24 de enero de 1599”; Indiferente General, 746, n. 199; Indiferente General, 1.957, l. 5, fols. 75v.-81v.; Archivo General de Navarra, Comptos, Mercedes reales, lib. 22, fol. 213r.; Archivo General de Simancas, Patronato Real, caja 88, doc. 320; Archivo Histórico Nacional (Madrid), Cámara de Castilla, lib. 527, fols. 104r.-v.; Órdenes Militares, Calatrava, exp. 191, “Pruebas para la concesión del título de Caballero de la Orden de Calatrava de Bernardino Avellaneda y Leiva Delgadillo, natural de Aranda de Duero, 1593”; Consejos, leg. 4417, exp. 180, “Consulta a nombre de Bernardino de Avellaneda, asistente de Sevilla, sobre merced de título en uno de sus lugares, 1604”; Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Pleitos Civiles, F. Pérez Alonso, caja 745, “Pleito del Concejo, justicia y regimiento de Alcoba de la Torre (Soria) contra Bernardino González de Avellaneda, Señor de Valverde, representado por su curador Martín de Avellaneda, por abuso de autoridad en el nombramiento de los alcaldes, regidores y alguaciles, 1565-1569”.

 

F. Caro de Torres, Relación de los servicios que hizo a S. M. el rey D. Felipe II y III don Alonso de Sotomayor, del hábito de Santiago, comendador de Villamayor, del Consejo de Guerra de Castilla. Madrid, viuda de Cosme Delgado, 1620, págs. 75-76; J. Gascón de Torquemada, Gaceta y nuevas de la Corte de España desde el año 1600 en adelante, 1650 (ms.) (ed. A. de Ceballos-Escalera, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1991, págs. 58, 79, 106, 133, 182 y 309); J. Pellicer de Ossau, Genealogía de la Casa de Avellaneda, precedida de los señores de Vizcaya, Madrid, M. de Llanos, 1667; L. de Salazar y Castro, Historia genealógica de la Casa de Lara, t. II, Madrid, Imprenta Real, 1696, lib. VI, pág. 569; J. Loperráez Corvalán, Descripción histórica del Obispado de Osma, vol. II, s. l., 1788 (ed. príncipe), pág. 210 (Madrid, Ediciones Turner, 1978); L. Cabrera de Córdoba, Relaciones de las cosas sucedidas principalmente en la Corte desde 1599 hasta 1614, Madrid, J. Martín, 1857, págs. 165, 180, 275 y 374; M. Méndez Bejarano, “La casa del Océano”, en Revista de las Españas, 2.ª época, n.os5-6 (1927), págs. 32-39; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, t. I, Sevilla, Universidad, 1935, págs. 157, 187, 341, 343 y 377; L. de Salazar y Castro, Los comendadores de la Orden de Santiago, vols. I y II, Madrid, Patronato de la Biblioteca Nacional, 1949, pág. 70 y págs. 416-417, respect.; F. Barrios Pintado, El Consejo de Estado de la Monarquía Española 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984, pág. 353; M. C. Saavedra Vázquez, Galicia en el camino de Flandes, La Coruña, Ediciones do Castro, 1996, pág. 99; C. Apestegui, Los ladrones del Mar. Piratas en el Caribe, 1493-1700, Barcelona, Lunwerg, 2000, págs. 99-100; M.ª I. Ostolaza Elizondo, Gobierno y administración de Navarra bajo los Austrias (siglos XVI-XVII), Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura, 1999, págs. 112-114; J. V. de Frías Balsa, “Mecenazgo de Don Diego de Avellaneda, Obispo de Tuy, en el Monasterio de San Jerónimo de Guijosa”, en Revista de Soria, 2.ª época, n.º 32 (2001), págs. 65-70.

 

Javier Barrientos Grandon y Juan Luis Sánchez Martín

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