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Juan Hurtado de Mendoza

Biografía

Hurtado de Mendoza, Juan. Marqués de la Hinojosa (I). ?, c. 1572 – Madrid, 24.II.1628. Gobernador de Milán y Galicia, virrey de Navarra, consejero de Estado, presidente del Consejo de Indias.

Juan Hurtado de Mendoza era el tercer hijo de Antonio Gómez Manrique de Mendoza y Sandoval, IV conde de Castrogeriz, y de Isabel de Velasco, hermana de Íñigo Fernández de Velasco, IV duque de Frías, condestable de Castilla. Su hermano mayor, Gómez Manrique de Mendoza, heredó el título de la familia, mientas que Juan ostentó un título de la casa de Saboya, el de marqués de San Germán, que utilizó desde 1600 hasta que Felipe III creó para él el título de marqués de San Germán y de la Hinojosa en 1612, momento a partir del cual se le conoció comúnmente como marqués de la Hinojosa.

Hurtado de Mendoza reforzó su relación con la familia de su madre al contraer matrimonio con María de Velasco, hija de García López de Alvarado, I conde de Villamor. De esta manera, consiguió estar muy bien relacionado durante el reinado de Felipe III: por parte de padre, a la familia de los Castro, fieles aliados de los Sandoval —familia del duque de Lerma, valido del Rey—, y por parte de madre, a la familia de los Velasco, principales adversarios de los Sandoval.

Inició su carrera militar en Nápoles y Milán como cabo de Infantería, y a finales de la década de 1580 sirvió en los Países Bajos, destacando por su valentía antes de ser hecho prisionero en 1591. Fue liberado, a cambio de un rescate de 7.000 ducados, al cabo de seis meses, y volvió a la acción. Regresó a España en 1599 y tuvo un papel importante en los festejos que se celebraron en Valencia y Barcelona con motivo del enlace de Felipe III con Margarita de Austria. Su éxito en la Corte se vio asegurado cuando a finales de 1599 fue nombrado gentilhombre de la cámara del Rey con ejercicio. Sin embargo, Lerma ya debía de tener entonces alguna sospecha sobre él, ya que a lo largo de 1599 intentó convencerle, sin éxito, de que aceptase el gobierno de Galicia y un cargo militar en Italia. En 1600, Hurtado de Mendoza accedió a viajar a Italia en una importante misión diplomática, realizando negociaciones para solventar la crisis de Saluzzo. Inició una amistad tan estrecha con Carlo Emmanuel, duque de Saboya, que le concedió el título de marqués de San Germán. Al regresar a España entró nuevamente de lleno en la vida de la Corte y dio una impresión tan favorable al duque de Lerma, que le nombró su teniente cuando se convirtió en capitán general de la Caballería de España en mayo de 1603.

Lamentablemente, en vez de aceptar el padrinazgo del todopoderoso ministro, San Germán se involucró casi de inmediato en una conspiración contra Lerma dirigida por la marquesa del Valle. No está muy claro lo que trataba de conseguir con ello, y es probable que se debiera sencillamente a que se vio seducido por los encantos de la marquesa, que era una vieja amiga de su madre. También puede ser que la lealtad familiar le animase a apoyar al condestable de Castilla, principal conspirador en esta malograda empresa. Como castigo, San Germán fue enviado a Lisboa como capitán general del ejército de Portugal. Parece que aceptó su sino con optimismo —se comentaba que había dado una impresión muy buena en Portugal— y se puso de nuevo a la labor de volver a conseguir el favor en la Corte. En 1605 ya lo había logrado. Se le permitió regresar a España y fue nombrado miembro del Consejo de Guerra, asistiendo por primera vez al mismo el 27 de agosto. Más adelante demostró su deseo de agradar a Lerma, al acceder a viajar a Inglaterra como embajador especial en 1606 y, como consecuencia de ello, obtuvo un segundo ascenso importante el 22 de agosto de 1607, cuando le nombraron capitán general de la Artillería. Su puesto llevaba implícito un notable prestigio, colocándolo en el rango más alto de la administración militar, y compaginó éste con el de miembro del Consejo de Guerra entre 1605 y 1609, 1611 y 1612, y 1616 y 1621. Se le permitió dejar su puesto de teniente de la Caballería de España en 1609 y se le otorgó una encomienda más prestigiosa en la Orden de Santiago —comendador de Aledo y Totana, 12 de octubre de 1609—. En 1610 se le responsabilizó de dos importantes tareas: trabajar en Cádiz con la expulsión de los moriscos del Sur y luego servir a las órdenes de Pedro de Toledo en el exitoso ataque del fuerte africano de Larache. Con ambas empresas mejoró su reputación e instó al Rey a nombrarle presidente del Consejo de Italia, pero su solicitud fue rechazada con desdén. Se había extralimitado.

San Germán reforzó su relación con los Velasco en 1611 accediendo a contraer matrimonio con , hija de García López de Alvarado, I conde de Villamor, y de su esposa Mariana de Velasco, hermana del condestable de Castilla. También supo asegurarse un cargo en el gobierno al ser designado gobernador de Milán, como sucesor del condestable. Con el nombramiento, también ascendió al marquesado de la Hinojosa, de manera que pudo viajar con el rango propio de su cargo (11 de abril de 1612). Llegó a Milán el 30 de junio y, apenas quince días después, celebró su primera reunión con Carlo Emmanuel de Saboya el 11 de julio. Por desgracia, después del encuentro Carlo Emmanuel pensó que no tenía nada que temer de su viejo amigo, y, cuando en el mes de diciembre falleció Francisco II de Gonzaga, duque de Mantua, Carlo Emmanuel planeó la invasión del ducado de Monferrato, reclamando el territorio para su nieta María. Hinojosa no estuvo a la altura del desafío que Carlo Emmanuel le había planteado de tal manera. Por tres veces durante el curso de la “primera Guerra de Monferrato” en 1614, condujo a su ejército hacia Piedmont para obligar a Carlo Emmanuel a retirarse, y tres veces retrocedió sobre sus pasos sin conseguir nada (en agosto, septiembre y noviembre). Intentó conseguir el apoyo de Lerma al construir una fortaleza orientada hacia Vercelli, a la que dio el nombre de Sandoval en honor de la familia del duque, pero al hacer esto sólo consiguió poner a Lerma en una situación aún más embarazosa. Después agravó sus errores al salir victorioso de una batalla en 1615 y a continuación desperdiciar su triunfo firmando la paz con Carlo Emmanuel —Paz de Asti, 23 de junio de 1615—. Lo hizo en contra de la opinión de sus consejeros y, aún peor, accedió a que el embajador francés mediase en el acuerdo de paz. Consiguió enfurecer con su cortedad a Felipe III, a Lerma y al Consejo de Estado, ya que era evidente que el monarca español no tenía equivalente seglar en Italia. Resultó más sencillo despreciar a su gobernador que al acuerdo, ya que Hinojosa lo había firmado solemnemente en nombre de Felipe III. En consecuencia, el Rey accedió de muy mala gana a respetar el acuerdo, pero hizo volver a Hinojosa para procesarle y le reemplazó por Pedro de Toledo, V marqués de Villafranca.

Hinojosa se sentía seguro en la creencia de que la Corona nunca admitiría en público que un gobernador y capitán general de Milán hubiese actuado de forma incompetente, y aún menos que hubiese actuado en contra de las órdenes. También utilizó sus contactos en la Corte, en especial su amistad con el tío abuelo de Lerma, Bernardo de Sandoval y Rojas, cardenal-arzobispo de Toledo e inquisidor general.

Fue absuelto en noviembre de 1616 y se le autorizó a reanudar su asistencia al Consejo de Guerra y su trabajo como capitán general de la Artillería. Comenzó de manera sistemática a intentar lograr de nuevo una situación de favor en la Corte. En 1618 el Rey le otorgó 30.000 ducados como ayuda de costa y 6.000 ducados de renta para compensarle por sus gastos al servicio del Rey. Muchos consejeros y aristócratas importantes se excusaron para evitar tener que acompañar al Rey en su viaje a Portugal en 1619, pero Hinojosa decidió viajar con Felipe y supo utilizar inteligentemente sus responsabilidades como capitán general de la Artillería para participar en muchos de los festejos y acontecimientos públicos que tuvieron lugar con motivo de la jornada. Una vez más obtuvo el favor del Rey y fue nombrado virrey y capitán general de Navarra (10 de octubre de 1620).

Hinojosa asumió sus funciones en noviembre de 1620, pero a los pocos meses Felipe III murió (31 de marzo de 1621) y se dedicó a procurarse el favor del nuevo régimen. Tuvo tanto éxito en esta empresa, que en noviembre de 1622, Felipe IV le nombró miembro del Consejo de Estado y tomó posesión el mismo día que lo hicieron el conde de Olivares y Fernando Girón, dos de los pilares del nuevo gobierno. Lamentablemente, la imprevista llegada del príncipe de Gales a Madrid en el mes de marzo hizo imprescindible para Felipe IV el envío de un embajador especial a Londres para negociar con Jaime I de Inglaterra. Por desgracia para Hinojosa, fue seleccionado para llevar a cabo esta tarea, quizás porque había tenido experiencia previa con los asuntos de aquel país en 1606. Sin haber asistido a más de cinco reuniones del Consejo de Estado, se preparó para salir de la capital precipitadamente. Y lo hizo a lo grande. Tan deslumbrante fue su partida de la Corte, que Felipe IV y el príncipe de Gales se aseguraron de presenciarla (13 de mayo de 1623). Desafortunadamente, Hinojosa demostró ser tan poco prudente como embajador como lo había sido como cortesano. En septiembre comenzó a decir que “daría lo que fuera por dejar aquella tarea diplomática” y su práctica de apoyar a seis religiosos (dos de los cuales resultaba evidente que eran jesuitas, ya que vestían el hábito) hicieron que Jaime I no le viese con buenos ojos, sintiendo hacia él un rechazo inmediato y negándose a correr a cargo de sus gastos. También tuvo la mala fortuna de contraer una enfermedad de transmisión sexual. Cuando dejó Londres en mayo de 1624, se comentó que con su comportamiento había dejado escandalizados a los ingleses católicos y ofendidos a los protestantes. Por su parte, nunca ocultó que (como se comentaba) “[...] se volvía colérico, y de su boca salían palabras llenas de ira”.

Con la capacidad que le caracterizaba, Hinojosa logró de nuevo el apoyo en Madrid. El 22 de agosto de 1626 juró su cargo como presidente del Consejo de las Indias, desempeñando éste, junto con el de Consejero de Estado, hasta su muerte en 1628. Su único hijo varón, Antonio, había fallecido a los seis años de edad en 1620 y su título pasó a su hija Ana María de Mendoza, que, aunque se había casado a la edad de trece años con el hermano del conde de Benavente en 1629, se quedó viuda en 1633 e ingresó en un convento. El título de marqués de la Hinojosa pasó a otro linaje.

 

Fuentes y bibl.: D. de la Mota, Libro del principio de la órden de la Cavallería de S. Tiago del Espada, Valencia, en casa de Aluaro Franco, 1599; A. López de Haro, Nobiliario Genealógico de los Reyes y Títulos de España, Madrid, Luis Sánchez, 1622, 2 vols.; Relación verdadera de la entrada, y recibimiento que hizieron á Don Juan de Mendoza, Marqués de la Hinojosa [...] y Embaxador traordinario (sic) de Inglaterra que al presente está por el Rey nuestro Señor, Madrid, Andrés Parra, 1623; G. González de Ávila, Teatro de las grandezas de la villa de Madrid, Corte de los reyes católicos de España, Madrid, por Thomas Iunti, 1623; A. B. Hinds (ed.), Calendar of State Papers Relating to English Affairs in the Archives of Venice, vols. XVII y XVIII, London, Institute of Historical Research 1911-1912; L. de Salazar y Castro, Los Comendadores de la Órden de Santiago, Madrid, Patronato de la Biblioteca Nacional, 1942-1949, 2 vols.; A. Bombín Pérez, La cuestión de Monferrato, 1613-1618, Valladolid, Colegio Universitario de Álava, 1975; G. Parente (ed.), Los Sucesos de Flandes de 1588 en relación con la empresa de Inglaterra, Madrid, Editorial Naval, 1990; P. Boronat y Barrachina, Los moriscos españoles y su expulsión, Granada, Librerías París-Valencia, 1991, 2 vols.; G. Gascón de Torquemada, Gaçeta y Nuevas de la Corte de España desde el año 1600 en adelante, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1991; L. Cabrera de Córdoba, Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614, Salamanca, Consejería de Educación y Cultura, 1997; A. de Almansa y Mendoza, Obra periodística. Andrés de Almansa y Mendoza, ed. y est. H. Ettinghausen y M. Borrego, Madrid, Castalia, 2001; P. Williams, The Duke of Lerma, Manchester, University Press, 2005.

 

Patrick Williams

 

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