Ayuda

Bartolomé Pérez de Nueros y Maynar

Biografía

Pérez de Nueros y Maynar, Bartolomé. Calatayud (Zaragoza), c. 1548 – Alcalá de Henares (Madrid), 16.IX.1614. Jesuita (SI), teólogo y asistente de España.

Pertenecía a una notable familia, pues su padre Micer Joan Pérez de Nueros era abogado de Su Majestad en el Reino de Aragón. Su casa contaba con llamamiento a Cortes de este reino por el brazo de caballeros hijosdalgos. Tras el fallecimiento de su madre, Jerónima de Maynar, el joven Bartolomé recibió instrucción en Belmonte junto a su tío, mosén Bartolomé Maynar. Pasó a vivir, posteriormente, en Tarazona al lado de su padre, donde éste ejercía su oficio. A los quince años se hallaba en Salamanca junto a su hermano Juan, el cual habría de ser capellán real, aunque habría de ser admitido en la Compañía de Jesús “in articulo mortis”.

Precisamente, fue el gran predicador Juan Ramírez el que fomentó la vocación de Bartolomé dentro de la Compañía de Jesús. Entonces, ya contaba con la condición de clérigo. Era julio de 1564. Había sido, por tanto, tonsurado, habiendo cursado cuatro años de latinidad y casi dos años y medio de Leyes. Inició, en aquella ciudad universitaria los estudios de Artes, prolongados hasta 1567; prosiguiendo en Valladolid con los de Teología. Fue, además, pasante y estudió lengua hebrea por espacio de dos años. Destacó, de esta manera, por las aptitudes intelectuales que demostró. Cuando concluyó sus estudios, fue propuesto como oyente de Teología, junto a Francisco Suárez y Gregorio de Valencia. Comenzó leyendo su curso de Artes en Ávila, entre 1572 y 1575 aproximadamente. Regresó a Valladolid, importante ámbito que se iba consolidando entre los jesuitas de Castilla, donde pudo permanecer entre 1575 y 1584.

Ese último año le llamada el quinto prepósito general de la Compañía, el recién elegido Claudio Aquaviva, para que en su tierra natal de Nápoles fuese lector de Teología, confesor del virrey en aquella tierra —hablamos del duque de Osuna— además de prestar su auxilio a Alonso Salmerón, uno de los primeros compañeros de Ignacio de Loyola, en la edición de sus escritos. No estuvo más de tres años en tierras italianas porque el mismo Aquaviva le pidió que viajase a España en enero de 1587, como rector y profesor de Teología en Alcalá de Henares. Su función no iba a ser únicamente docente, sino que a la sombra del propio monarca Felipe II y del cardenal García de Loaysa, Pérez de Nueros habría de contribuir a la solución de los problemas que habían surgido entre la Compañía de Jesús y la Inquisición. Un problema del cual iban a participar otros jesuitas, enviados igualmente desde Roma.

Desde 1589, gobernaba como provincial la provincia de Andalucía, prolongándose su mandato hasta 1594. Antes había asistido a la congregación general V (1593-1594), la primera convocada sin que hubiese muerto el prepósito general. Había regresado a Madrid, viviendo en su colegio, desde la Ciudad Eterna, cuando fue requerido para ser asistente de España junto al general Aquaviva. Lo fue entre 1597 y 1608, tras la muerte de Antonio de Mendoza. Tras la celebración de una nueva congregación general (1608), la sexta y la segunda convocada en el prolongado mandato de Aquaviva, regresó una vez más a España y se le encomendó el gobierno de la provincia de Toledo por espacio de cuatro años. En 1613, era rector del colegio de Alcalá de Henares, donde permaneció hasta su muerte un año después.

Participó muy directamente en el prolongado proceso de elaboración de la Ratio Studiorum, sobre todo en la versión de 1591 que, todavía, no habría de ser la definitiva y en la que se había desembocado a partir de unas anotaciones realizadas al texto de 1586. Contribuyó Pérez de Nueros, a partir de un dictamen sobre la cuestión “de delectu opinionum”, a través de la cual se aconsejaba la prudencia en la determinación o imposición de opiniones en la cátedra. Se mostraba cauto en este asunto, recomendando estudiar lo que se decía en la Summa Teologica de santo Tomás de Aquino, observando las opiniones de las principales universidades, apuntando qué es lo más apropiado para la fe en el discurrir del tiempo o ejecutar estas medidas desde los maestros de la Teología. A su juicio era arriesgado definir muchas proposiciones, pues pensaba que lo más complicado era que los demás creyesen que los jesuitas condenaban las opiniones contrarias, según demostraban algunas experiencias con los dominicos. Era, sin duda, un asunto importante en el “modo de proceder” de los jesuitas en el ámbito de lo educativo. Se ocupó después de la promulgación de la versión definitiva de la Ratio Studiorum en 1599, de la uniformidad en la doctrina y así, en 1611, elaboraba una memoria sobre este asunto en la cual, en nombre de todos los profesores de aquella provincia de Toledo que gobernaba en aquellos momentos, defendía la necesidad de que existiese una cierta libertad en la opinión, basándose para ello en el decreto 41º de la congregación general V (1593-1594), aprobada por Clemente VIII. No fue ajeno a la controversia de la gracia o “de auxiliis”, pues fue uno de los firmantes de lo que había elaborado Gabriel Vázquez, representando al general Aquaviva en las congregaciones que con este motivo se celebraron bajo la presidencia del papa Paulo V, entre 1606 y 1607.

Se mostró muy crítico con la admisión de cristianos nuevos en la Compañía de Jesús, postura que había sido apasionadamente defendida por otros miembros del Instituto ignaciano. Desde esta polémica, se entiende la defensa que realizó de su propio linaje, especialmente en las vísperas de que Aquaviva prohibiese la entrada de los conversos en esta orden religiosa. Por eso, como provincial de Andalucía que era entonces, comenzó a firmar en todos los documentos como Pérez de Nueros, su apellido completo. Con ello pretendía aclarar que no tenía nada que ver, familiarmente, con el que había sido secretario de Felipe II, el controvertido y entonces perseguido Antonio Pérez, tenido en aquellos momentos como cristiano nuevo y que era relacionado con este jesuita. Destacó en su labor de editor sobre los Commentarii de Alonso de Salmerón, a través de once volúmenes, entre 1597 y 1601, además de lo escrito por Gabriel Vázquez, labor en la que se empleaba en 1613.

 

Obras de ~: Discurso de cómo en España se pueden evitar las competencias entre la jurisdicción eclesiástica y secular (Ms. en Biblioteca Nacional de Madrid); Epistolae P. Alphonsi Salmeronis, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, reedición, 1972, (32), vol. 2, págs. 811-819; Monumenta Paedagogica Societatis Iesu (1573-1580), Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1981 (124), vol. 4, págs. 798-800; Monumenta paedagogica Societatis Iesu, Collectanea ad Rationes Studiorum (1582-1587), Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1992 (140), vol. 6, pág. 97 y ss, 169-172, 278 y ss.

 

Bibl.: F. Sacchini, Historiae Societatis Iesu pars quinta sive Claudius: tomus prior, res extra Europam gestas & alia quaodam suplerit Petrus Possinus ex eadem societate, Romae, vol. 5, ex typographia Varesii, 1661, págs. 330, 523 y ss.; J. Uriarte, Catálogo razonado de obras anónimas y seudónimas de autores de la Compañía de Jesús pertenecientes a la antigua asistencia española, vol. V, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1916, pág. 436; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, vol. VI, Bruxelles, Oscar Schepens, 1894, pág. 523; A. Astrain, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, Madrid, Razón y Fe, 1925; R. de Scorraille, El Padre Francisco Suárez de la Compañía de Jesús, según sus cartas, sus demás escritos inéditos y crecido número de documentos nuevos, vol. II, Barcelona, E. Subirana, Edit. - Lib. Pontificio, 1917, pág. 514; F. B. Medina, “Pérez de Nueros y Maynar, Bartolomé”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, vol. III, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu - Universidad Pontificia de Comillas, 2001, págs. 3092-3093.

 

Javier Burrieza Sánchez

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía