Ayuda

Fermín Gonzalo Morón y Tirado

Biografía

Gonzalo Morón y Tirado, Fermín. Alberique (Valencia), 29.IX.1816 – Valencia, 26.X.1871. Intelectual, político y literato.

Hijo de Ildefonso Gonzalo Morón, natural de Almaluez (Soria), bachiller en Leyes por la Universidad de Alcalá de Henares y alcalde mayor de aquella villa, y de Manuela Tirado. Tras estudiar las primeras letras en Manresa, Fermín Gonzalo Morón completó la instrucción primaria en Almaluez y, desde 1829 a 1832, estudió Filosofía en el colegio de San Antonio de Sigüenza, donde trabó amistad con el canónigo Judas José Romo Gamboa, que después fue cardenal arzobispo de Sevilla (J. E. Serrano y Morales, 1898- 1899).

En 1833, cursó Leyes en la Universidad de Zaragoza, de donde pasó a la de Alcalá al año siguiente.

En 1835, se trasladó con su familia a Valencia, donde su padre había sido nombrado alcalde mayor 2.º y donde su hermana Vicenta se casó en 1839 con Manuel Palacios Villalba, oficial de la Contaduría de Rentas de Valencia, con quien tuvo una hija llamada Carolina.

En Valencia concluyó Derecho y comenzó su actividad intelectual. Fue uno de los fundadores del Liceo valenciano en 1836, donde fue profesor de Historia. Incluso antes de aquella fecha, había empezado su carrera como periodista político y literario siendo redactor de El Turia, en cuyas páginas, de forma anónima, elogiaba el nuevo régimen monárquico-liberal y criticaba violentamente a los carlistas.

En 1840 se trasladó a Madrid y ocupó la cátedra de Historia de la Civilización Española en el Ateneo a la edad de veinticinco años. Un año después, publicó en seis volúmenes La Historia de la civilización española, resultado de sus lecciones pronunciadas en el Liceo de Valencia y en el Ateneo de Madrid en los cursos 1840 y 1841. La obra, según criterio de Luis Vidart Schuch —que cita a Fermín Gonzalo, junto a Sebastián Quintana, Antolín Monescillo, Víctor Arnau, José Fernández Cuevas y Gumersindo Laverde en el capítulo octavo de La filosofía española (1866) dedicado a “La tradición científica en España”—, contribuyó “a recordar la antigua cultura intelectual de nuestra patria”.

En esta obra, Fermín Gonzalo Morón trató de mostrar que el pasado ha de investigarse como indicaban los hombres de letras del Siglo de las Luces. En el Curso de Historia de la civilización de España señaló que la historia no debería escribirse como “un cuento destinado al recreo y placer de los lectores” ni tampoco habría de presentarse como “la descripción monótona y cansada de las dinastías del mundo y de los hechos más célebres de armas” que la habían “conmovido y agitado”. Morón recomendaba que los historiadores investigasen y estudiasen “las instituciones políticas, las leyes, los actos oficiales de gobierno, la administración, el comercio, las artes, los establecimientos y progresos materiales y morales” y todo aquello que pudiese dar a conocer la economía, el pensamiento y la moral de las naciones, para llegar a una “descripción viva y animada” de sus costumbres, de sus hábitos y de lo que constituía “el carácter y la vida de un pueblo”. Así, del estudio de las sociedades habría de pasarse al de los individuos, por ser tarea de los historiadores analizar simultáneamente “el desarrollo social y el desarrollo individual”. Además, recomendaba a los historiadores que no se contentasen con una narración seca y descarnada de la diversa serie de hechos, sino que estudiasen y presentasen las relaciones entre ellos, “las causas y los efectos”.

En sus lecciones orales, Fernando de Castro, catedrático de Historia en la Universidad Central, consideró esta obra como una de las mejores que se habían escrito en el siglo xix, siguiendo el método de la escuela histórico-filosófica.

En esos años, Fermín Gonzalo Morón fue colaborador del área de literatura española de la Enciclopedia española del siglo diez y nueve, o Biblioteca completa de ciencias, literatura, artes, oficios, [...], que comenzó a ser publicada por el editor Ignacio Boix, en Madrid, en 1842.

Desde 1841 hasta 1844, durante nueve tomos, fue director y redactor principal en Madrid de la quincenal Revista de España, de Indias y del Extranjero, publicación que, desde 1845 hasta 1848, codirigió con Ignacio de Ramón Carbonell. Entre otros textos, en sus páginas publicó, entre 1842 y 1844 —durante cinco números— su “Ensayo histórico-filosófico sobre el antiguo teatro español”, según el cual el teatro nacional español termina —tal como había afirmado Schlegel— con la muerte de Calderón, a quien consideraba su autor más destacado frente a Lope de Vega.

Fermín Gonzalo Morón también dirigió en Madrid La Época (1850), La Verdad (1853), El León Español (1855) y El Ateneo de Madrid (1859).

En Bodas reales (1900), Galdós lo cita como “diputado”; y lo fue, durante cinco legislaturas, entre 1843 y 1853, siempre por la circunscripción de Valencia.

Fue un liberal moderado, ferviente defensor de las libertades y al mismo tiempo de la Monarquía centralista.

Fue uno de los grandes oradores del partido moderado; se decía de él en esos años: “Es tan incansable cuando habla, que a todos los que le oyen deja cansados”, y se le comparaba en sus gestos con un palomo que arrulla riñendo con otros. “De estatura regular, robusto y moreno”, se subrayaba su carácter polémico y que “en todos los palenques hace la guerra a los ministros” (M. Sánchez Silva, 1850). En ese mismo sentido, como ateneísta en la capital “en el declinar de sus años”, lo describe Galdós en Prim, junto al padre Sánchez, y dice de ambos que “se pirraban por armar altercados con la juventud en el pasillo o en el Senado”.

Durante su etapa como diputado, y en vista del desorden y la corrupción administrativa, publicó Estudios sobre la Hacienda y Administración de España (1849), que contiene un sistema completo para reorganizar la administración y el gobierno. En esta obra, proponía tomar seis medidas para mejorar la Hacienda en España: en primer lugar, emancipar completamente el Tesoro de la tutela de los hombres de negocios; en segundo lugar, lograr la más amplia publicidad en lo que se refiere a recaudación y distribución de los caudales públicos, ya procediesen de la Península o de ultramar; en tercer lugar, reducir los gastos públicos en, al menos, doscientos millones; en cuarto lugar, aumentar los ingresos de contribuciones indirectas como la sal, el tabaco, etc.; en quinto lugar, adoptar un sistema completo de contabilidad que pusiese los fundamentos de la contabilidad provincial, estableciendo una sola caja de ahorros y aboliendo las numerosas contabilidades establecidas en los ministerios, y, en sexto lugar, dotar de estabilidad y decoro a los funcionarios mediante “un sueldo que no sea mezquino, evitando las destituciones arbitrarias, ascendiendo por escala de antigüedad y exigiéndoles estudios a los que por primera vez quieran entrar en la carrera de Hacienda”.

Junto con Donoso Cortés, Balmes, Valera, Marcelino Menéndez Pelayo o Manuel Durán y Bas, fue uno de los receptores de Vico en España (J. M. Sevilla Fernández, 1995-1996). Precisamente, como “hombre de más ingenio que juicio” lo calificó Menéndez Pelayo en sus Heterodoxos a propósito de la defensa del obispo de Plasencia, Cipriano Varela, condenado a dos años de confinamiento en un pueblo de la provincia de Cádiz, y al gobernador eclesiástico de Guadix, con una pena de cuatro años de destierro, impuesta por la Audiencia de Granada (julio de 1842), y en la defensa de su amigo Judas José Romo, obispo de Canarias, autor de un Memorial sobre incompetencia de las Cortes para el arreglo del clero.

En el verano de 1851, Gonzalo Morón quiso publicar en Valencia un periódico titulado El Trono y la Constitución, y entregó a la imprenta de José Mateu Garín los originales de sus artículos para el primer número.

Al día siguiente se dio cuenta de que se habían confiscado sus textos. Escribió una carta al comisario de seguridad pública, Jacinto Ronda, inculpándole de haber robado intencionadamente su “propiedad intelectual”.

El comisario, que no estuvo personalmente en la imprenta para confiscar dichos artículos sino que mandó a un empleado suyo, provocó un proceso por “falsa imputación por escrito de un hecho criminal”.

El 26 de agosto de 1851, la primera sentencia lo condenó a diecisiete meses de cárcel, sentencia confirmada en segunda instancia el 21 de septiembre de 1851. Empezó entonces una peregrinación de medio año por cárceles y manicomios por media Europa, que tuvo su rendimiento literario en la Colección de obras escritas por Don Fermín Gonzalo Morón durante su supuesta locura en Inglaterra, Francia y España (Madrid, Imprenta de Severiano Montero, 1852). Una vez de vuelta sobre la escena política, Gonzalo Morón intentó borrar de la memoria la condena. Ya desde la cárcel de Serranes (Valencia), pidió que se crease una comisión parlamentaria para investigar lo ocurrido y restablecer su honor. La comisión, constituida el 22 de noviembre de 1853, anuló tres días más tarde la sentencia de 1851 y El Trono y la Constitución salió ese mismo año de 1853. Quizás debido al origen de todo este proceso, estableció su propia imprenta en la Corte, de la que se conserva una hoja suelta firmada por él mismo y fechada en 1853 —El Ministerio y el Sr. Morón—, imprenta que dos años después funcionaba ya en Valencia bajo la dirección de Francisco Huertas y Royo.

En el mes de mayo de 1853, tuvo lugar el bautizo de una hija suya; los participantes e invitados al “elegante refresco” posterior en casa de Morón dan idea del reconocimiento social del personaje, a pesar de todo: fueron padrinos el arzobispo de Sevilla —conocido suyo desde los tiempos de Sigüenza— y el obispo de Córdoba y, en su nombre, Luis Pérez, contador de los duques de Montpensier, y testigo, el presidente del Consejo de Ministros (Gazeta, 7 de mayo de 1853, pág. 3). En ese tiempo, Fermín Gonzalo Morón fue autor del folletín El cura de la aldea, obra polémica con la realidad del clero español, pero expresión al tiempo de sus convicciones católicas.

En sus últimos tiempos, en que “su poderosa inteligencia, acaso por exceso de actividad, padecía algunos accesos de alucinación” (J. E. Serrano y Morales, 1898-1899), Fermín Gonzalo Morón continuó la Historia de la civilización de España hasta que en 1871 se le recogió en el manicomio del Hospital Provincial de Valencia por los “actos frecuentes que acusaban un estado anormal con daño de su propio decoro y seguridad y del respeto que merece la moral pública”, según se publicó en Las Provincias y recogió La Época. Periódico político y literario el viernes 7 de julio de 1871 (año XXIII, n.º 7341), La Iberia. Diario liberal, domingo, 9 de julio de 1871 (año XIX, n.º 4522) o La Esperanza. Periódico monárquico, viernes, 7 de julio de 1871 (año XXVII, n.º 8174). Del centro se escapó en el mes de agosto y fue detenido por la policía en los jardines del Parterre.

Convencido, en su perturbación, de que se le pretendía envenenar, se negó a tomar alimento y, a pesar de que fue forzado a recibir algún líquido mediante sondas nasales, éste y otros medios no fueron bastantes para sostener su vida. A las dos de la tarde del jueves 26 de octubre de 1871 murió en el hospital “en el estado más deplorable y falto de razón”, según La Época del sábado siguiente, 28 de octubre (año XXIII, n.º 7442), por lo que el señor Villarroya presentó —firmada por los diputados valencianos y por Viudes y Olías, Castelar, Romero Ortiz, Pidal y el conde de Torreanaz— a la mesa del Congreso una proposición de ley pidiendo una pensión para su viuda de 2.000 pesetas.

Este final no obstó para que, el 13 de julio de 1875, la Real Academia de la Historia, en informe sobre la Historia de la civilización española elevado al director general de Instrucción Pública, reconociese “al autor, elevación de miras, nervio en los raciocinios, lógica inflexible, y sobre todo originalidad de pensamiento, y el haber reunido documentos preciosos y estimables datos”, por lo que consideraba la obra digna de la subvención del gobierno mediante la compra de cien ejemplares con destino a las bibliotecas públicas (Gazeta, 6 de agosto de 1875, n.º 218, págs. 348-349).

Casado con María de los Dolores Pinedo, fue padre de, al menos, dos hijos: Rafael, nacido en Valencia, que cursó estudios de Derecho y de Filosofía y Letras en la Universidad Central, y Ricardo, natural de Madrid, en cuya Universidad se licenció en Derecho Civil y Canónico.

Este personaje inteligente y atrabiliario, conocido en el mundo del ateneísmo como “El Guizot español” por sus trabajos historiográficos y doctrinales, “es uno de los grandes desconocidos de la época romántica, mejor dicho de los años cuarenta del siglo xix” (F. Baasner, 1998).

 

Obras de ~: Curso de Historia de la civilización de España, Madrid, Est. Tipográfico, calle del Sordo-Alegria y Charlain- F. Díaz, 1841-1846, 6 vols.; “Ensayo histórico-filosófico sobre el antiguo teatro español”, en Revista de España, de Indias y del Extranjero, 4 (1842), págs. 132-144, 183-192, 226-239, 277- 287; 5 (1843), págs. 127-128, 256-258, 333-338; 6 (1843), págs. 186-191, 297-303, 365-368, 423-429; 7 (1843), págs. 42-56, 112-125, 186-192, 250-256, 282-315, 344-392; 8 (1844), págs. 13-18 [fue publicado igualmente en las páginas del Iris y en La Revista de Teatro; Don Martín Fernández de Navarrete (Madrid) (1843) (6.ª entrega del t. III de la “Galería de españoles célebres contemporáneos ó Biografías y retratos de todos los personajes distinguidos de nuestros días...”)]; Ensayo sobre las sociedades antiguas y modernas y sobre los Gobiernos representativos, Madrid, Imprenta de D. Marcos Bueno, 1844; Estudios sobre la Hacienda y Administración de España, Madrid, 1849; Colección de obras escritas por Don Fermín Gonzalo Morón durante su supuesta locura en Inglaterra, Francia y España, Madrid, Imprenta Montero, 1852; El cura de la aldea. Novela, Madrid, ¿1853?; Galería de bocetos de césares y estadistas contemporáneos.

Bocetos 1 y 2, El Duque de la Victoria. El Duque de Valencia, Valencia, Imprenta de Fermín Gonzalo Morón, 1856; Vida en el monasterio de Yuste del Emperador Carlos V (El Beato Juan de Rivera y la espulsión [sic] de los moriscos), Madrid, Imprenta de la Revista de Caminos de Hierro, a cargo de S. Baz, 1859; La elocuencia antigua y moderna ó sea la palabra y la espada, Madrid, Imprenta de D. Miguel Arcas y Sánchez, 1862; Cartas a S. E. la Sra. Duquesa de Medinaceli sobre los oradores más notables de las Cortes Constituyentes, Madrid, Imprenta de José García, 1870; Obras escogidas, Madrid, M. Minuesa, 1879 (vol. I: Historia de la civilización de España, ed. de su hijo Ricardo Gonzalo Morón); D. Martín Fernández de Navarrete, Madrid, s. f.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Consejos, 12159, exp. 7, “Gonzalo y Morón, Ildefonso”; Universidades, 4202, exp. 16, “Gonzalo Morón de Pinedo, Rafael”; Universidades, 4202, exp. 17, “Gonzalo Morón de Pinedo, Ricardo”; FC-Ministerio de Hacienda, 524, exp. 4905; FC-Ministerio de Justicia-MAG-Jueces, 4471, exp. 3479, “Expediente personal del Juez Ildefonso Gonzalo Morón”; Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral: 24 n.º 16, 24 n.º 65, 27 n.º 10, 32 n.º 10, 36 n.º 1.

M. Sánchez Silva, Semblanzas de los 340 diputados a Cortes que han figurado en la Legislatura de 1849 a 1850, Madrid, Gabriel Gil, 1850; L. Carbonero y Sol, “El cura de la aldea. Novela del señor D. F. G. M. (protestantismo, jansenismo y filosofismo)”, en La Cruz (Madrid), 2 (1853), págs. 290-293; L. Vidart Schuch, La filosofía española, indicaciones bibliográficas, Madrid, Imprenta Europea, 1866; M. Ossorio y Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo xix, Madrid, Imprenta y Litografía de J. Palacios, 1903, págs. 184- 185; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, t. 36, Barcelona, Hijos de J. Espasa, Editores, 1908- 1930, pág. 1144; G. Díaz Díaz, Hombres y documentos de la Filosofía española, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988; D. Flitter, Spanish Romantic literary theory and criticism, Cambridge, 1992; J. M. Sevilla Fernández, “Nuevos aportes (históricos y filosóficos) para la fortuna de Vico en el siglo xix español”, en Cuadernos sobre Vico, n.os 5-6 (19951996), págs. 217-238; F. Baasner, “El crítico literario Fermín Gonzalo Morón en el contexto de los años cuarenta”, en L. F. Díaz Larios y E. Miralles (coords.), Del romanticismo al realismo: actas del I Coloquio de la Sociedad de Literatura Española del Siglo xix, Barcelona, Publicacions Universitat, 1998, págs. 75-86 [recoge los contenidos presentados a: Sociedad de Literatura Española del Siglo xix. Coloquio (1.º 1996, Barcelona)]; F. A. Martínez, “Fermín Ciriaco [sic] Morón (1816-1871): un intel·lectual orgànic per a la burguesía moderada, un boig per a la posteritat”, en Suiliana, n.º 2 (1999), págs. 11-34.

 

Diccionario Biográfico Español

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares