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Luis Fajardo de Requesens y Zúñiga

Biografía

Fajardo de Requesens y Zúñiga, Luis. Marqués de Los Vélez (IV). Barcelona, 1575 – Valencia, 24.XI.1631. Virrey de Valencia.

Hijo de Pedro Fajardo y Córdoba, tercero del título y segundo marqués de Molina, y de su segunda esposa Mencía de Requesens y Zúñiga, hija única y heredera del comendador mayor de Castilla Luis de Requesens, señora de las baronías de Castellví de Rosanés, Martorell, San Andrés de la Barca y Molins de Rey, en Cataluña. Como hijo único, heredó los títulos de su madre, que se unieron al principal. La baronía de Martorell se convertiría en marquesado, pues, por lo menos desde 1628, Luis Fajardo se intitula también I marqués de Martorell. Ingresó en la Orden de Santiago el 1 de septiembre de 1610 y fue comendador de Villarubia.

Casó primeramente con María de Pimentel, hija del VIII conde de Benavente, Juan Alonso de Pimentel, y de Catalina Vigil de Quiñones, condesa de Luna, de cuyo matrimonio nació Pedro Fajardo de Requesens- Zúñiga y Pimentel, V marqués de Los Vélez.

En 1612, desde hacía tres años pleiteaba en la Real Chancillería de Valladolid con el conde de Luna, hijo y sucesor del citado conde de Benavente, pues pretendía suceder, por línea de su esposa, en la casa de los Benavente. Pero el 13 de abril se dio sentencia a favor del conde. El marqués de Los Vélez pidió revista del pleito y, para evitarlo, en septiembre de 1613, ambas partes llegaron al acuerdo del casamiento del hijo mayor del conde de Luna, Juan Alonso de Pimentel, con una hija del marqués de Los Vélez, llamada Mencía.

Según alguna fuente, contrajo segundas nupcias con Francisca de Melgarejo, natural de Mula, de la que tuvo a Francisco Fajardo de Melgarejo, caballero de la Orden de Santiago desde el 10 de marzo de 1620.

Fue noble cortesano, que acompañó al monarca Felipe III a Valencia, el 18 de abril de 1599, para recibir a su esposa. Nombrado virrey de Valencia por Felipe IV, entró en la capital el domingo 2 de enero de 1628. Al igual que sus predecesores inmediatos y sucesores durante el siglo xvii, sus mayores preocupaciones consistieron en acabar con las “parcialidades” entre la pequeña nobleza, perseguir a los bandoleros y prevenirse y defender el reino de los ataques de los corsarios, principalmente argelinos.

El 14 de febrero de 1628 pregonó una “crida” o pragmática compuesta de 139 artículos que en esencia repetían disposiciones de los virreyes anteriores contra bandidos, ladrones, vagabundos, pobres fingidos y otros ociosos; acaparadores de vituallas, falsificadores de moneda, etc. Se prohibía también las “tablas de juego”, pues, según se expresa en la pragmática, eran ocasión de disputas, escándalos y blasfemias.

Solamente exceptuó, por nueva disposición de 14 de diciembre del mismo año, algunas debidamente controladas y vigiladas.

La lucha contra los bandidos fue una actividad constante, no sólo en ciertas zonas de montaña, sino en la propia capital. Cuadrillas de bandoleros se burlaban o compraban a la justicia y cometían toda suerte de desmanes. A veces se conseguía apresar a alguno, pero lograba escapar de la cárcel de Serranos con la complicidad de alguien. Las varias pragmáticas dictadas para su castigo resultaban inútiles, y en general también las recompensas pecuniarias a quienes los capturaran vivos o muertos.

Para la defensa del reino de ataques de corsarios, existía una milicia o cuerpo especial, establecida por virreyes anteriores sobre un proyecto del marqués de Denia, elaborado en 1596. Consistía, en tiempos del virrey valenciano, en un batallón de hasta 10.000 hombres, los cuales, permaneciendo en sus casas y ejerciendo sus diversas profesiones, podían ser movilizados ante una invasión de enemigos. Estaba formado por compañías de cien hombres, agrupados en cuarteles o tercios, de los que seis correspondían a la ciudad de Valencia y los otros cuatro al resto del reino. Sus componentes, cristianos viejos, no tenían sueldo sino cuando eran movilizados, pero gozaban de ciertas ventajas fiscales y otras prerrogativas sociales.

Debió ser virrey querido por los naturales, pues cuando estaba a punto de concluir su primer trienio, los representantes del estamento militar, satisfechos de su gestión, elevaron petición a Felipe IV para que le fuera prorrogado el cargo, a lo que accedió gustoso el Monarca, el 24 de noviembre de 1631.

Luis Fajardo murió en el palacio virreinal, “por achaques nacidos de estragos que él mismo hizo de su robusta salud con bebidas y comidas notables”, según asegura una fuente fiable.

 

Bibl.: J. Mateu Ibars, Los virreyes de Valencia. Fuentes para su estudio, Valencia, Ayuntamiento, 1963; S. García Martínez, Bandolerismo, piratería y control de moriscos durante el reinado de Felipe II, Valencia, Universidad, 1977; A. Felipo Orts, Felipe IV y el Reino de Valencia (1621-1634). Relaciones con la Monarquía, orden público y problemática de la ciudad, tesis doctoral, Universidad de Valencia, 1984-1985.

 

Valentín Vázquez de Prada