Loarte, Gaspar. Medina del Campo (Valladolid), c. 1498 – Valencia, 8.X.1578. Predicador jesuita (SI) y escritor.
Fue uno de los jesuitas que procedía familiarmente del judaísmo y que podía ser considerado un cristiano nuevo. Había obtenido la licencia por la Universidad de Salamanca y era catedrático de Prima en la Universidad de Baeza entre 1546 y 1552, recibiendo en su primera colación de grados el propio de maestro en Artes y doctor en Teología, en diciembre de 1549. Había misionado por Extremadura en compañía de Diego de Guzmán y, por consejo de Juan de Ávila, acudieron a Oñate para realizar los ejercicios espirituales, dirigidos por Francisco de Borja, cuando el que era duque de Gandía vivía sus primeros días como jesuita. Tanto Gaspar de Loarte como Diego de Guzmán manifestaron su intención de entrar en la Compañía de Jesús. Así lo hicieron. Era enero de 1553. Francisco de Borja les envió para que predicasen a tierras de Navarra, La Rioja y Burgos. Gaspar de Loarte había sido procesado por la Inquisición, aunque fue declarado inocente a finales de 1552. Por el contrario, Guzmán se enfrentaba a la acusación de revelar el sigilo sacramental, con orden de ser desterrado a Andalucía. Para unir una dimensión más, el maestro de ambos, Bernardino de Carleval, se encontraba bajo proceso. Sin duda, ni Loarte ni Guzmán se habían convertido en fichajes cómodos para la Compañía de Jesús.
En estas circunstancias, el entonces provincial de España —lo fue entre 1547 y 1554 hasta que no recibió el nombramiento de la de Castilla—, el polémico Antonio de Araoz, abogaba por despedir a estos dos nuevos jesuitas de la Compañía, mientras que Francisco de Borja consideraba que era necesario retenerlos. El maestro Juan de Ávila, para buscar una solución adecuada, pensó que lo mejor era tenerlos alejados de La Rioja. Su consideración dentro de la Compañía vino sancionada por el parecer del inquisidor mayor Diego de Tavera —que había conocido a los jesuitas desde su primera llegada a la Corte en Valladolid en la primavera de 1545— y que, además era pariente de Diego de Guzmán. Ignacio de Loyola, como prepósito general, apoyó la medida propuesta por el maestro Ávila y, como jesuita, llamó a Loarte y Guzmán junto a su persona a la Ciudad Eterna. Sin embargo, los tres mencionados anteriormente sabían que sus problemas estaban originados por la ascendencia judeocristiana de los dos nuevos jesuitas y solicitaron a Antonio Araoz, en julio de 1553, que les permitiese su salida de la Compañía, sin que sus antiguos superiores tuviesen que devolverles los bienes que habían entregado. Araoz, entendiendo que si culminaba esta actitud se pondría en evidencia su posición y su forma de actuar, se disculpó ante Ignacio de Loyola y atribuyó este modo de pensar a Diego Mirón.
Tanto el medinense Loarte como Guzmán, ambos jesuitas, realizaron sus votos en la ciudad natal del primero, villa de las ferias, adonde había llegado la Compañía en 1551 bajo los primeros auspicios del hombre de negocios que era Rodrigo de Dueñas y después del mercader Pedro Cuadrado. Aquel de los votos era el año 1554, el de la visita del mallorquín Jerónimo Nadal, el cual había recibido el encargo de Ignacio de promulgar en las primeras fundaciones españolas las Constituciones que había elaborado. Nadal contó con puntual información del maestro Ávila acerca del problema de Loarte-Guzmán y consideró más conveniente culminar el deseo ignaciano de llevarles consigo a Roma, ciudad que alcanzaron en octubre de ese mismo año.
A partir de entonces, Gaspar de Loarte vivió la mayor parte de su existencia en Italia dedicado a la predicación, a la catequesis, a la dirección espiritual, a las misiones encomendadas con especial dificultad, así como a los cargos de gobierno. En definitiva, un jesuita entregado a los ministerios de la palabra. Ignacio de Loyola lo nombró rector del colegio de Génova, donde ejerció este oficio entre 1555 y 1562, continuándolo en el emblemático colegio de Mesina. La provincia de Sicilia le nombró su elector para participar en la Congregación General II, en 1565, tras la muerte del soriano de Almazán, Diego de Laínez, el segundo de los prepósitos generales. Volvía al año siguiente a Génova como rector de su colegio, en 1566. En 1571 era nombrado penitenciario de San Pedro en Roma, así como de la casa de Loreto, siendo al mismo tiempo predicador en 1573. Un año después era enviado a Macerata. Su regreso a España se produjo en 1577, cuando era casi un anciano de ochenta años, mientras acompañaba a Valencia a Jerónimo Doménech. Con todo, aún se sintió con fuerzas de participar en una misión destinada a los moriscos del reino de Valencia en 1578. No fue extraño que, en aquel momento, muriese víctima del cansancio, en medio de los trabajos apostólicos.
Este vallisoletano de Medina del Campo respondía al retrato y a los problemas a los que se tuvieron que enfrentar los jesuitas españoles de primera generación, en un territorio plagado de conversos y de los primeros descendientes de los mismos. Fue consciente de las necesidades de la Iglesia de su tiempo, de la falta de instrucción de doctrina cristiana que sufrían no solamente los fieles sino los sacerdotes que les debían atender. Por eso, una de sus iniciativas fue la impresión del catecismo que había dispuesto Pedro Canisio —todavía estaban algo más lejos los textos dispuestos por Astete y supuestamente por Ripalda, así como por Diego Ledesma—. Se empleó en esos mencionados ministerios de la palabra, algunos de ellos nuevos en la relación entre los sacerdotes y la ejecución de los mismos, por ejemplo la visita a los hospitales y cárceles. Trabajos apostólicos que trataba de hacer perdurar a través de la fundación de congregaciones, formadas por las clientelas.
Aportó recursos a la meditación espiritual de la Pasión de Cristo y de los quince misterios que constituían entonces la oración mariana del rosario. Una de estas aportaciones a ese ámbito de la meditación fue uno de los primeros tratados publicado por un jesuita, este propio de Loarte, titulado los Esercitio de la vita cristiana. Apareció por vez primera en 1557 y de manera anónima. Dos años después ya era reseñada su autoría, relacionada con Gaspar de Loarte, habiendo sido añadidas algunas adiciones. Este texto, junto a las mencionadas meditaciones del rosario, no solamente fueron bien acogidas y recomendadas por Carlos Borromeo, el que habría de ser arzobispo de Milán. De su aceptación, hablaban las traducciones que se ofrecieron de la obra. En 1607, por ejemplo, las meditaciones del rosario fueron publicadas en lengua japonesa, aunque con alfabeto latino y con ilustraciones, dentro de un manual de meditación donde se reunían otros textos de Loarte y del también jesuita Pedro Gómez. Se convertían, de esta manera, en ejercicios espirituales destinados a los miembros de la Compañía de Jesús. No era la introducción de estas meditaciones del rosario en el ámbito misionero del Japón, pues probablemente ya se habían publicado con caracteres japoneses en 1592.
Otros grandes de la espiritualidad, utilizaron sus textos con profusión, tanto Felipe Neri como la carmelita calzada italiana Magdalena de Pazzis, autora de referencia de la meditación de la Pasión. Se referían sobre todo a su Trattado della continua memoria della passione di Christo, formado por siete meditaciones de la Pasión, aplicables para cada una de las horas canónicas. Con todo, según ponen de manifiesto Ruiz Jurado y Borja Medina, quizás la obra más editada de Loarte fue Conforto degli aflitti (1574). Dedicó al arzobispo Borromeo unas páginas prácticas para ayudar a los peregrinos que acudiesen a Roma y a Loreto, en un Año Santo como era aquel de 1575: Trattato delle sante peregrinationi (1575). Trató de combatir las incidencias de la enfermedad más temida, la peste, a través de las armas espirituales: Antidoto spirituale contro la peste (1577). Tampoco olvidó la pastoral sacerdotal a través de los Avvisi di sacerdote et confessori, publicada después de su muerte, con carácter póstumo en Parma en 1579.
Obras de ~: Esercitio della vita cristiana, Génova, 1557 [The Exercise of a Christian Life, writen in Italian and newly translated into English, Paris, 1579; Ejercicios de la vida cristiana compuesto en lengua toscaza y traducido agora nuevamente por Angelo Roger en vulgar castellano, Caller, por Vincenzio Sambenito, 1574]; Instruttione et avisi per meditare la Passione di Christo, Roma, 1570; Trattato delli rimedii contr’il gravísimo peccato della abstemia, Roma, s. f., Venecia, 1573; Istruttione e avvertimenti per meditar i misterii del Rosario, della Santísima Vergine Madre, Roma, appresso Justina de Rossi, 1573 [incluidas en lengua japonesa con caracteres latinos como “Las Meditaciones sobre el Rosario y la Pasión” en Spiritval Shûgyô, s. f., y Nagasaki, 1607]; Conforto de gli afflitti, Roma, appresso Vincentio Accolto, 1574; Trattato delle sante peregrinationi, Roma, appresso Guiseppe degli Angeli, 1575; Antidoto spirituales contro la peste, Génova, appresso Marc Antonio Bellone, 1577; Avvisi di sacerdoti et confessori, Parma, 1579.
Bibl.: C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, vol. IV, Bruxelles, Oscar Schepens, 1892, págs. 1879- 1886; J. E . de Uriarte, Catálogo razonado de obras anónimas y seudónimas de autores de la Compañía de Jesús pertenecientes a la antigua Asistencia española, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1904, vol. I, pág. 271 y vol. IV, pág. 75; F. Gilmont, Les Écrits spirituals des premiers Jésuites, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (IHSI), 1961, págs. 260-268; M. Scaduto, L’Epoca di Giacomo Lainez, 1556-1565: Il governo, Roma, 1964; L. Sala Balust (ed.), Obras completas del santo Maestro Juan de Ávila, Madrid, Editorial Católica, 1970, págs. 101-104, 143-146 y 154-158; M. Scaduto, L’Epoca di Giacomo Lainez, 1556-1565: L’azione, Roma, Ed. La civiltà cattolica, 1974; N. Griffin, “A curious document: Baltasar Loarte, SI and the Years 1554-1570”, en Archivum Historicum Societatis Iesu, 45 (1976), págs. 56-94; M. Scaduto, L’opera di Francesco Borgia, 1565-1572, Roma, Ed. La civiltà cattolica, 1992; M. Ruiz Jurado y F. B. Medina, “Loarte, Gaspar”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario Histórico Compañía de Jesús, vol. III, Roma-Madrid, IHSI, Universidad Pontificia de Comillas, 2001, págs. 2402-2403.
Javier Burrieza Sánchez