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Lope Francisco Crisógono Hurtado de Mendoza y Figueroa

Biografía

Hurtado de Mendoza y Figueroa, Lope Francisco Crisógono. Madrid, 24.XI.1705 – 11.XI.1747. Contador del Consejo Real y Supremo de las Indias, superintendente general de Azogues, regidor perpetuo de la casa y torre de Dosango (Asturias) y de la villa de Madrid y académico.

Su padre, Francisco Gonzalo Hurtado de Mendoza, fue caballero de la Orden de Calatrava, procurador de la Hermandad de Cautivos de Zigoitia (Álava) y secretario de la casa del duque del Infantado y Pastrana. Su madre, Josefa de Figueroa, fue camarera de la condesa de Saldaña, duquesa de Lerma. Casados en 1699, Lope era el mayor de los cinco hijos que tuvo el matrimonio, que vivió precisamente en las casas de aquel duque, en Las Vistillas de San Francisco de Madrid. Lope fue bautizado el 12 de diciembre de 1705 en la parroquia de San Andrés. Tanto él como su hermano pequeño, Gonzalo, fueron caballeros de Santiago. Se da la casualidad de que Gonzalo se bautizó en la misma parroquia que su hermano, por quien más tarde fuera académico de la Española, el sacerdote Tomás Pascual de Azpeitia y Orozco. Lope Hurtado de Mendoza y Figueroa adquirió varios títulos, como los de señor de la casa de Arraya (Burgos), señor de la casa de Usavel en Arratia (Álava) y señor de la casa y torre de Dosango (Asturias).

Fue académico fundador de la Real Academia de la Historia, dentro de la cual desempeñó el cargo de censor en los años 1738 y 1739. También fue académico de la Real Academia Española. En el Acta de la sesión de 5 de junio de 1731 expresó su deseo de entrar en la docta casa, la cual lo admitió como supernumerario para ocupar la vacante de José de Montealegre, que se hallaba en Sevilla como oficial de la Secretaría del Despacho Universal de Estado. Más adelante, fue elegido miembro de número, en concreto el 25 de febrero de 1734, para ocupar la vacante dejada por Pedro de Acevedo. Lope era pariente de Francisco Manuel de Mata Linares, académico que fue elegido supernumerario el 26 de noviembre de 1733; por eso abandonó la sala de juntas de la Academia en los momentos previos a la toma de dicha decisión. Entre sus tareas, hay que decir que intervino en varios asuntos espinosos. Por ejemplo, intercedió ante la Hacienda Pública para la libranza del impuesto de la venta general de tabaco, que era el impuesto del que salía la asignación económica anual que Felipe V estableció para el funcionamiento de la docta casa (Actas de las sesiones académicas de 18 de marzo y 3 de abril de 1732); o se encargó de tramitar la compra del papel procedente de Capellades (Barcelona) para la impresión del tomo V del Diccionario de autoridades (1726-1739) (29 de marzo de 1735). Asimismo, durante una estancia en Sevilla en 1733, la Academia le pidió que hablara con Casimiro Ustáriz, el académico encargado de la redacción de las palabras correspondientes a la letra n para el Diccionario de autoridades, con el objeto de que le entregara su trabajo, “esperando la Academia del celo, actividad y buena conducta del Sr. D. Lope manejará este negocio en la mejor forma que convenga para su logro” (Acta de la sesión académica de 5 de febrero de 1733). Lope Hurtado de Mendoza escribió a la Academia dos semanas más tarde, para comunicar que Ustáriz prometió enviar el trabajo que llevaba realizado al respecto (19 de febrero de 1733). Pero al final no lo entregó, por lo que la Academia decidió encargar las palabras de la letra n a otro académico, en concreto a Carlos de la Reguera (12 de marzo de 1733).

Por lo demás, fue elegido secretario el 9 de abril de 1739, en sustitución de Pedro González, que decidió dimitir del cargo tras su nombramiento como obispo de Puebla de los Ángeles (México). No obstante, con anterioridad a su elección, Lope Hurtado de Mendoza desempeñó el cargo de secretario, de modo accidental, durante las ausencias o presidencias de Vincencio Squarzafigo (Actas de las sesiones académicas de 18 de noviembre de 1734, 13 de enero y 8 de marzo de 1735), o durante las ausencias de Pedro González. Por ejemplo, fue él quien firmó, el 17 de febrero de 1739, un certificado en el que se hacía constar que la Real Academia Española aprobó, en sesión de 1 de mayo de 1738, la publicación de España primitiva (1738-1740), del también académico Francisco Javier Manuel de la Huerta y Vega. Pero, como señala Fernando Lázaro Carreter, un incidente grave, como fue el de su inexplicable prohibición, provocó “una enérgica acción conjunta de ambas Academias ante el juez de imprentas (14 de diciembre de 1738), y la obra tuvo que ser autorizada” (Lázaro Carreter, 1972: 37). Precisamente, Huerta y Hurtado de Mendoza fueron los revisores del texto sobre la continuación de la historia de la Academia, a cargo de Antonio Gaspar de Pinedo, para el último tomo del Diccionario de autoridades (1726-1739), aprobado en la sesión académica de 17 de noviembre de 1739. En cuanto a su labor en dicha obra, en el Acta de la sesión académica de 10 de enero de 1732 se le asignó la redacción de las palabras que corresponden a la letra j, la cual había sido antes asignada a José Casani, pero que tuvo que dejar, “respecto del poco tiempo que tiene mediante otras ocupaciones para dedicarse a ella”. Adelantó, además, bastante el trabajo para la impresión del tomo sexto (1739), pues el 22 de abril de 1732 se leyó su redacción de las combinaciones ta y te. Finalmente, y tras varios intentos anteriores por parte de distintos académicos, leyó todas las combinaciones de la letra t entre 1736 y 1737. De cara a la elaboración del proyectado Suplemento del Diccionario, se le nombró formante del mismo (Acta de la sesión académica de 9 de septiembre de 1738). Se le concedió el mismo sueldo que si ocupara el cargo de revisor “y otras percepciones que justificará actuando de Vicesecretario” (Lázaro Carreter, 1972: 99). Formó parte de la comisión académica, junto con Francisco Antonio Zapata y Lope Hurtado de Mendoza, que solicitó al corregidor de Madrid las ordenanzas de los oficios de cara a la elaboración de dicho Suplemento (Acta de la sesión académica de 28 de agosto de 1738). Según Alonso Zamora Vicente (1999: 90b), colaboró también en los preparativos de lo que mucho tiempo después de su muerte constituyó la primera edición de la Gramática (1771) de la Real Academia Española. Ocupó la vacante de su plaza Ignacio de Ceballos Villagutierre.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional (Madrid), Pruebas para la concesión del Título de Caballero de la Orden de Santiago de Lope Hurtado de Mendoza y Figueroa, natural de Madrid, secc. Órdenes Militares, Santiago, exp. 3990; Data de hábito del caballero de la orden de Santiago, Lope Hurtado de Mendoza y Figueroa, signatura OM-Expedientillos, n.º 17216.

F. Lázaro Carreter, Crónica del Diccionario de autoridades (1713-1740): discurso leído el día 11 de junio de 1972, en el acto de su recepción, por el Excmo. Sr. Don Fernando Lázaro Carreter y contestación del Excmo. Sr. Don Rafael Lapesa Melgar, Madrid, 1972; A. Vargas-Zúñiga y Montero de Espinosa, marqués de Siete Iglesias, “Real Academia de la Historia. Catálogo de sus individuos. Noticias sacadas de su archivo”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CLXXV, cuad. I (enero-abril de 1978); A. Zamora Vicente, “Letras mayúsculas. Siglo XVIII”, en Historia de la Real Academia Española, Madrid, Espasa, 1999, págs. [63]-107; E. Bomant García, El origen de la Real Academia Española. Génesis, redacción y difusión del Diccionario de autoridades, Madrid, Departamento de Filología Española de la Universidad Autónoma, 2000; M. Freixas Alás, Las autoridades en el primer Diccionario de la Real Academia Española, Barcelona, Departamento de Filología Española de la Universitat Autònoma, 2003.

 

Francisco M. Carriscondo Esquivel