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Martín Saavedra Guzmán

Biografía

Saavedra Guzmán, Martín. Barón de Prado. Córdoba, 30.IV.1594 – Madrid, 8.VII.1654. Caballero de la Orden de Calatrava, presidente de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada de 1637 a 1645.

Entró al servicio del Rey a los veinte años, sentando plaza como soldado en Barcelona en 1614, donde ascendió a alférez y luego a capitán de Infantería, grado con el cual gobernó el tercio de la guarda del estandarte real bajo las órdenes del marqués de Santacruz.

Trasladado a servir en la Real Armada, en un encuentro naval con dos navíos moros de Argel, cayó al mar y por poco pierde la vida, accidente que le generó sordera de por vida. Nombrado gobernador de Bari y Triani en Italia, en este cargo formalizó compromiso con Luisa de Guevara y Avendaño, dama proveniente de la nobleza y de gran ascendencia en la Corona. Se dijo que sus suegros aceptaron la boda, porque la hija a los veinticinco años permanecía soltera y la sordera del gobernador no era obstáculo para el matrimonio.

Su gobernación en Italia le dio la reputación de hombre probo y recto en sus actuaciones, como se desprende del juicio de residencia practicado, en el cual no hubo una sola queja. Este cargo lo desempeñó hasta 1632, año en el que, gracias a la prestancia familiar de su esposa, recibió por Real Cédula de Su Majestad del 11 de abril, la presidencia de la Audiencia que primero quedara vacante en América, como una regalía para incrementar la dote que Luisa de Guevara debía llevar a su matrimonio. De esta unión nacieron cinco hijos: Juana Antonia, Francisca Margarita, Marcela, Martín Domingo y Diego, el cuarto de los cuales nació en Santafé de Bogotá.

A su regreso a España en 1635, hizo valer la Cédula Real sobre la presidencia del Nuevo Reino de Granada, a pesar de “alguna sordéz, como hoy la conserva, y que habiendo de asistir en Tribunal, es defecto de consideración, y mas en el presente, que debe estar en todo, es defecto de consideración” (Academia Colombiana de Historia, 1967, III, 2: 188).

Recibido el esperado nombramiento, don Martín hizo sus preparativos y salió para su destino en los Galeones, en 1637. Al llegar a Cartagena solucionó algunos problemas internos de la gobernación y se embarcó por el Magdalena hacia Santafé, ciudad a la que llegó el 4 de octubre. Presentó su título a la Audiencia, presidida por el marqués de Sufraga, Sancho Girón, suspendido y en residencia, quien le informó sobre el gobierno del Reino.

Martín Saavedra se caracterizó por ser uno de los personajes más pintoresco de la colonia en la Nueva Granada. Poeta, de genio alegre, sentido del humor, amena conversación y aguda inteligencia; pero también pendenciero, mujeriego, jugador y bebedor. Tal lo demuestra el juicio de residencia, en el que fue acusado por exceso en la bebida, y actividades donjuanescas.

Así queda desvirtuada la imagen que la historia tradicional había creado de este presidente, como hombre que había llegado a la Nueva Granada lleno de achaques, casi en su ancianidad y consagrado con devoción a los menesteres religiosos.

Sátiro irrefrenable, en sus rondas nocturnas, perseguía por igual a españolas, criollas, mestizas, mulatas, negras e indias, casadas, solteras o viudas, sin discriminación ni reato ni respeto moral por su dignidad o por la de su mujer, prevalido de un grupo de alcahuetes, entre ellos varios curas. Fue esta la principal causa para que el poder político presidido por Saavedra y el poder religioso por el arzobispo fray Cristóbal de Torres, entraran en conflicto, con la intervención del primero en lo religioso y del segundo con quejas ante la Corona, que luego se manifestaron en el citado juicio de residencia.

Se dice que Saavedra y Guzmán ejerció su gobierno con una rosca de amigos, parientes y criados, circunstancia que generó problemas de corrupción administrativa y de enriquecimiento ilícito, cargos por los cuales en su mayoría fue absuelto, aún cuando condenado por cobrar intereses por su salario, estafa en joyas y hacer almoneda de bienes legados. La disminución de la minería y de la ganadería que se había iniciado en el gobierno anterior, en éste llegó a ser significativa gracias al quinto real, la mala administración y el sistema impositivo de alcabalas.

Pero también el gobierno de Saavedra y Guzmán realizó hechos positivos. La colonización continuó progresando, a pesar de los terremotos que en 1643 asolaron a Panamá y Pamplona y de una epidemia de peste que azotó a Mompox. Se recuperaron, las islas de San Andrés y Santa Catalina tomadas por los ingleses; se fundó una casa de expósitos y divorcio para el sin número de huérfanos y niños abandonados y se fundó la Universidad de Santo Tomás el 4 de agosto de 1639.

Pero quizás la obra de mayor trascendencia del presidente Saavedra y Guzmán fue la protección de la población indígena exterminada en gran porcentaje por el régimen encomendero que no se detenía en su explotación, razón por la cual solicitó al rey Felipe IV la supresión de dicha institución. Pero la Monarquía, más empeñada en mantenerlas para sacar de ellas mayores tributos, desechó la proposición.

En 1643, Luisa de Guevara viajó a España a preparar ante la Corte el regreso de su esposo, arguyendo su enfermedad a causa del clima y de los muchos años de servicio prestados a la Corona. Nombrado en su reemplazo, Juan Fernández de Córdoba y Coalla marqués de Miranda de Auta, a él se le encargó el juicio de residencia de su antecesor, que empezó con su llegada a Santafé con una lluvia de acusaciones.

Condenado en el juicio de residencia a pagar 10.000 pesos y por el Consejo de Indias a pagar el costo de cincuenta soldados durante una campaña, regresó a España a la cárcel, al menos hasta el 12 de diciembre de 1650, cuando Luisa de Guevara elevó memorial para que “le quitaran las guardas y lo liberasen de la prisión para poder atender a sus negocios particulares” (Academia Colombiana de Historia, 1967, III, 2: 288). De tal forma, una vez más las influencias de Luisa ante el propio Rey, obtuvo el perdón y la condonación de la tercera parte de la multa, que Martín debió de cancelar para abandonar la cárcel, de la cual salió poco antes de su muerte.

 

Bibl.: J. Ospina, Diccionario biográfico y Bibliográfico de Colombia, Colombia, Editorial Águila, 1937; J. M.ª Baraya, Biografías Militares, Bogotá, Imprenta del Ejército, 1962; Academia Colombiana de Historia, Historia Extensa de Colombia, vol. III, t. 2-vol. V, Bogotá, Impreso en Gráfico Editores Lta. Copyrght by Lerner Ltda., 1967; J. Durán Pombo, José Hilario López. Homenaje en el Centenario de su muerte, Bogotá, Imprenta Fuerzas Militares, 1969; L. C. Valencia Moreno, El Capitán Antonio Ricaurte, Bogotá, Imprenta de las Fuerza Militares, 1973 (Col. de Oro del militar colombiano, II); C. Gutiérrez Jaramillo, López José Hilario, Bogotá, Cargraphics, 1997.

 

José Roberto Ibáñez Sánchez

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