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Hernando Domínguez Camargo

Biografía

Domínguez Camargo, Hernando. Bogotá (Colombia), 7.XI.1606 – Tunja (Colombia), 18.II.1659. Jesuita (SI), escritor y poeta bogotano.

Hijo de Hernando Domínguez y de Catalina Camargo Gamboa, cuyo linaje proviene de Extremadura.

Su padre, Hernando, era natural de la villa de Medina de las Torres, y era de profesión mercader.

Entre otras actividades, fue tesorero general de la Santa Cruzada. El apellido materno de la familia Camargo proviene del pueblo de Llerena.

Hernando, el primogénito, desde muy joven ingresó en la Compañía de Jesús, primero como estudiante y luego como aspirante al sacerdocio. Ante la muerte del padre, en 1618, así como de la madre, acaecida poco tiempo después, sus hermanos menores, Lorenzo, María, Juan y Francisco, quedaron a cargo de su abuelo el capitán Francisco de Camargo, mientras Hernando se dirigió a la ciudad de Tunja, donde la Compañía de Jesús tenía una casa de probación.

Después de haber realizado sus estudios escolares en el Colegio Seminario de San Bartolomé, Hernando pasó de colegial a novicio de la compañía, en mayo de 1621. Uno de sus hermanos menores, fray Juan, quien tomará los hábitos franciscanos, alcanzará altas posiciones como lector de Teología Moral, predicador mayor en Cartagena de Indias y Santa Fe de Bogotá, entre otros cargos.

Después de ser ordenado sacerdote jesuita, Hernando Domínguez Camargo viaja a Ecuador (antigua presidencia de Quito, en tiempos coloniales). Allí escribe un poema sobre El salto del Chillo, que queda en ese país, y donde la Compañía de Jesús tenía una hacienda.

Alrededor de 1631 llega a Cartagena de Indias, en un tiempo en el que en el convento de los padres jesuitas se encontraban figuras ilustres, como fray Alonso de Sandoval, eminente teólogo (Cartagena de Indias, 1652), y Pedro Claver (1580-1654), considerado el apóstol de los negros, y canonizado por el papa León XIII en 1888. Allí permanece hasta 1636, cuando en una época de crisis, por causas desconocidas y sin renunciar a los hábitos sacerdotales, dimite de la Compañía de Jesús.

Regresa entonces a Santa Fe de Bogotá, su ciudad natal, en momentos en que al frente del arzobispado se hallaba fray Cristóbal de Torres, fundador unos años más tarde del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1653). Fray Cristóbal llama a Domínguez Camargo a su lado, y en 1635 lo nombra para regir el curato de San Miguel de Gachalá. Con esta parroquia se inician labores en una cadena de pueblos de la zona central del Nuevo Reino, hoy los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, en cuyas parroquias presta sus servicios sacerdotales y doctrineros, ya que algunos de ellos eran antiguos pueblos de indios. En Gachalá se inicia la vida contemplativa del poeta, lejos del mundanal ruido, donde escribe un Libro de misas que se dicen los meses del año, fiestas que se hacen y cabildos de este año de 1635 y otros manuscritos en los cuales deja constancia de las actividades de la parroquia.

En 1642 pasa a ser cura y vicario de Tocancipá, al norte de la sabana de Bogotá. Se trataba de un pueblo de indios, en el cual habían sentado sus reales unos pocos vecinos de origen español. Luego se traslada al curato de Paipa, en las cercanías de Tunja, donde aún viven algunos de sus parientes de Camargo. En este curato lo sucedería poco tiempo después otro letrado, poeta, escritor de teatro y más tarde historiador: Lucas Fernández de Piedrahita (Bogotá, 1624 – Panamá, 1688).

En 1650 ejerce como cura de Turmequé, un antiguo pueblo de indios, con notables riquezas de las culturas precolombinas que habitaron la región. En este lugar tranquilo y solitario escribirá, en 1652, su Inventiva apologética, un texto concebido como una sátira burlesca al Romance de la Pasión de Cristo, escrito por fray Hortensio Félix Paravicino, en un lance que recuerda las contiendas en prosa o verso libradas en España en la misma época por Luis de Góngora y Francisco de Quevedo. También por aquellos días inició la elaboración de los primeros cantos de su obra máxima, el Poema heroico, escrito en honor de san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.

En esa estancia lo acompañó durante algún tiempo su hermano menor fray Juan, ya hecho sacerdote y teólogo franciscano.

El Poema heroico, dedicado al presidente del Nuevo Reino, Martín Saavedra, y a fray Basilio de Ribera, fue publicado en Madrid en forma póstuma. Se trata de una obra ambiciosa, concebida en cinco libros, en la que describe en versos de marcada influencia gongorista la vida de san Ignacio de Loyola, inspirada probablemente en la biografía del santo que escribiera Pedro de Ribadeneyra en 1583. En el Libro primero, dividido en cuatro cantos, da cuenta del nacimiento a la juventud de san Ignacio, cuando estuvo al servicio del Rey en la Corte. El Libro segundo, compuesto por cinco cantos, plantea la conversión, penitencia y primeros pasos en la vida nueva del santo. El Libro tercero, en cuatro cantos, narra sus peregrinaciones a Roma, Génova, Jerusalén y vuelta a España. El Libro cuarto, en seis cantos, habla de sus estudios y persecuciones en ellos, y el Libro quinto, concebido en cinco cantos, plantea la forma como el santo reunió discípulos y fundó la Compañía de Jesús. No alcanzó a escribir los últimos años y el fallecimiento de san Ignacio, pues su propia muerte le impidió lograr este cometido, por lo que puede decirse, de acuerdo con el plan general que se había trazado, que se trata de una obra inconclusa.

En sus últimos años, Domínguez Camargo pasó a ser cura beneficiado de la iglesia mayor de Santiago, en la ciudad de Tunja, entonces una de las más prósperas y cultas del Nuevo Reino de Granada. Allí ejerció como comisario del Santo Oficio. En Tunja compró dos casas, donde guardó muchos recuerdos traídos de los municipios en los cuales había ejercido los curatos, y organizó su biblioteca, con sus propios manuscritos y algunos volúmenes, que en escritura pública donó al Colegio Mayor de los Jesuitas en Tunja. En sus últimos años pudo gozar de la compañía de varios de sus parientes, mientras terminaba los trazos finales de su Poema heroico.

Domínguez Camargo, el principal representante del barroco neogranadino, tuvo como sus grandes modelos a Góngora y Paravicino. Las variadas referencias a los clásicos grecorromanos, características de la época, demuestran que las comunidades religiosas del siglo XVII en el Nuevo Reino de Granada, y en especial la Compañía de Jesús, contaban con una amplia información cultural y recibían una bibliografía actualizada, tanto en latín como en castellano, de los libros que circulaban en la Península.

 

Obras de ~: San Ignacio de Loyola. Poema heroico, ed. de A. Navarro Navarrete, Madrid, Ioseph Fernández de Buendía, 1666; “Invectiva Apologética”, en A. Amescua y Navarrete (ed.), Ramillete de varias flores poéticas, Madrid, Imprenta de Nicolás de Xamares, 1676; Obras, pról. G. Meo Zilio, cronología y bibl. de H. Jorge Becco, Caracas, Biblioteca Ayacucho [1986].

 

Bibl.: R. Torres Quintero (ed.), Hernando Domínguez Camargo. Obras, est. de A. Méndez Plancarte, J. Antonio Peñalosa y G. Hernández de Alba, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1960; H. Luque Muñoz, Domínguez Camargo y la rebelión barroca, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1976.

 

Carlos José Reyes Posadas