Armona y Murga, José Antonio de. Respaldiza (Álava), 26.IV.1726 – Madrid, 23.III.1792. Político, escritor, corregidor.
Nació en la localidad alavesa de Respaldiza, perteneciente al valle de Ayala y próxima al monasterio de San Juan de Quejana, en el que sus hidalgos ascendientes habían ejercido cargos públicos. Sus padres se llamaban Matías de Armona y Bernardina de Murga, matrimonio del que nacieron Matías, Pedro, Josefa y María Antonia. En 1736 la familia se trasladó a Orduña, al norte de las tierras de Álava, donde su padre ocupó un puesto en la aduana local, que fiscalizaba el comercio con Castilla. Allí estudió en el colegio de los jesuitas, hasta que fue enviado a Sevilla con su hermano mayor, que trabajaba en la hacienda del Estado. En esta ciudad debió de proseguir sus estudios al mismo tiempo que su carrera de funcionario público, y cabe suponer que ambas cosas fueron realizadas con interés. En el marco de la amplia reorganización burocrática que realizaron los Borbones, Armona, con veinticuatro años, fue nombrado contador de almojarifazgos y puertos secos de la Aduana de Huelva, que controlaba el tráfico comercial exterior desde la desembocadura del Guadalquivir hasta Ayamonte. Permaneció diez años en el puesto, y durante este tiempo tuvo que hacer frente a situaciones difíciles, como la generada por el famoso terremoto de 1755 que, aunque se había centrado en Lisboa, produjo daños en otros lugares. Él realizó un detallado informe sobre los desastres producidos en aquella zona. El relato se integró con el de otros informantes en un volumen que preparó la Academia de la Historia titulado Noticia individual del terremoto de 1 de noviembre de 1755.
Se le encargó, más tarde, la tarea de revisar y ordenar la recaudación de rentas en Extremadura, por lo que se estableció en Trujillo en diciembre de 1763, aunque pocos meses después fue llamado de nuevo a la Corte y se le encomendó una misión de mayor responsabilidad: sanear la hacienda cubana, ya que los ataques ingleses habían supuesto un gasto económico excesivo, y organizar el correo marítimo regular con América y entre las colonias americanas, empresas que realizó con éxito. En La Habana se casó en 1771 con María Dolores de Beitia, de ascendientes bilbaínos.
Al año siguiente fue nombrado secretario de Cámara del virreinato de Nueva España, cargo que desempeñó poco tiempo. Durante los años que permaneció en tierras americanas trabó amistad con los científicos españoles y europeos que realizaban expediciones a aquellos lugares por lo que conoció de primera mano los avances en materia de Botánica, y organizó también una sección de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Volvió a España en 1776, fecha en la que se le designó intendente del reino de Galicia, y ese mismo año fue investido como caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, fundada cinco años antes.
Fue nombrado corregidor de Madrid en 1777, posiblemente como premio a sus bien realizados trabajos.
Este cargo era de máxima confianza política e implicaba múltiples funciones además de tener problemas añadidos por la proximidad al poder político del Estado, lo que propiciaba todo tipo de injerencias.
Desde el comienzo, Armona pretendió dar a la capital un aire de mayor modernidad, para lo que realizó diversas reformas sociales: mejoró los hospitales, las cárceles, y los centros educativos públicos y puso en funcionamiento unas normas de beneficencia para resolver el tema de la mendicidad. Solucionó los problemas de abastos que tenía la ciudad, especialmente el del suministro del pan; para esto construyó un gran depósito para almacenar el trigo en las cercanías de la Puerta de Alcalá, y depósitos en algunas villas productoras, y llevó a cabo una política proteccionista para evitar la excesiva subida de los precios.
Embelleció y reorganizó la capital desde su perspectiva ilustrada (los primeros trabajos de infraestructura se habían realizado en los años anteriores), arregló los accesos a Madrid y reconstruyó varias de las puertas de entrada a la ciudad, a las que dio un sentido más ornamental que práctico, continuó la canalización del Manzanares, y patrocinó la construcción del Jardín Botánico y de algunos edificios sobresalientes en la cultura ilustrada (como el Observatorio Astronómico o la Academia de la Historia). Desde su puesto municipal protegió las Letras, atendió a la Academia Latina Matritense, cuya plantilla de maestros aumentó, cuidó de la educación, y acrecentó y ordenó el archivo de la Villa.
Prestó Armona especial interés a la promoción de las diversiones públicas, ya que sus ganancias servían para mantener las obras municipales de beneficencia.
El cargo de corregidor conllevaba el título de “juez protector de los teatros de España”, lo cual le daba autoridad para reglamentar el mundo de la escena en general (coliseos, repertorios dramáticos, compañías, etc.), y la censura de las obras teatrales. Le preocupaba la organización de los coliseos madrileños, que se realizaba en medio de polémicas entre los defensores de un teatro popular que buscaba la diversión, y los ilustrados que pedían una reforma total que purificase el teatro en todos los sentidos. En 1784 se adecentaron los teatros madrileños y se organizaron festejos con motivo del nacimiento de los infantes gemelos, hijos de Carlos IV. Las Memorias cronológicas sobre el teatro español (1785), obra fundamental de la que existen varios manuscritos, aunque no editada hasta tiempos recientes, dejan constancia de las dificultades de esta empresa, así como numerosas anécdotas relacionadas con el mundo de los cómicos. En los últimos años de su vida tuvo que organizar los actos fúnebres con motivo del fallecimiento de Carlos III y los de la coronación de Carlos IV, así como hacer frente al incendio de la Plaza Mayor de 1790. A pesar de sus problemas de salud y de su deseo de ser relevado del cargo, siguió al frente del Corregimiento hasta el día de su muerte, en 1792. Fue siempre un funcionario leal y, en conjunto, realizó una gestión positiva al frente de todos los cargos que desempeñó.
Armona fue un hombre ilustrado que mostraba una continua curiosidad por acercarse a cualquier fenómeno cultural que pudiera enriquecer su personalidad.
Sus preocupaciones no se agotaron en la gestión administrativa.
Fue lector infatigable de todo tipo de literatura y tendió al saber enciclopédico, aunque sus aficiones intelectuales se dirigieron hacia algunos campos que tenían para él particular atractivo como la literatura, la historia, o la legislación administrativa.
En la extensa biblioteca que él reunió se combinaban los libros y los manuscritos. De estos últimos se conocen con detalle su cantidad y naturaleza porque se ha conservado un Índice general de los manuscritos que él poseía. Muchos de estos documentos fueron recopilados para la confección de las varias obras históricas que Armona dejó inéditas. Sus primeros escritos son unas Navegaciones antiguas y modernas a la Mar del Sur y otras partes del Globo, sobre viajes americanos, que realizó en la época de su estancia en Cuba (1772). Dos de ellas, El Prohemio histórico de la M. N. Tierra de Ayala (1788), bien documentado, y las Apuntaciones históricas y geográficas de la ciudad de Orduña (1789), recientemente publicada, tratan sobre su tierra de origen. Con informaciones de varia procedencia elaboró un manuscrito titulado Noticias de Madrid, mosaico variopinto de la historia de la capital entre 1636 hasta 1743, con páginas de Armona y de otros autores. Dejó unas interesantes memorias con el título de Noticias privadas de casa útiles para mis hijos, de las que se conservan una versión completa en dos volúmenes en la Biblioteca Nacional de La Habana y sólo el segundo volumen (1787) en la Academia de la Historia, editado modernamente.
Completan la producción de Armona una abundante colección de cartas, unas de asuntos oficiales y otras debidas a motivos familiares o literarios.
Obras de ~: Memorias cronológicas sobre el teatro en España (1785), ed. y estudio de E. Palacios Fernández, J. Álvarez Barrientos y M. C. Sánchez García, Vitoria, Diputación Foral, 1988; Noticias privadas de casa útiles para mis hijos, ed. y estudio de E. Palacios Fernández, J. Álvarez Barrientos y M. C. Sánchez García, Madrid, Ayuntamiento, 1989; Apuntaciones históricas de la ciudad de Orduña, ed. de J. I. Salazar Arechalde, Bilbao, Diputación Foral, 2002; Navegaciones antiguas y modernas a la Mar del Sur y otras partes del Globo, s. l., s. f.; El Prohemio histórico de la M. N. Tierra de Ayala, s. l., s. f.
Bibl.: J. Rubio, “José Antonio Armona, el buen Corregidor de Madrid”, en Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo, XVI (1947), págs. 3-89; P. Merimée, “Les Mémoires sur le théâtre espagnol d’Armona”, en VV. AA., Mélanges à la mémoire de J. Sarrailh, vol. II, Paris, Centre de Recherches de l’Institut d’Études Hispaniques, 1966, págs. 161-175; E. Palacios Fernández, “José Antonio de Armona, un funcionario eficaz para el Madrid de Carlos III”, en Cuadernos de Alzate, 7 (1987), págs. 14-28; J. Álvarez Barrientos, José Antonio de Armona, Corregidor de Madrid en tiempos de Carlos III, Madrid, Ayuntamiento, 1989.
Emilio Palacios Fernández