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Mariano Cortés

Biografía

Cortés, Mariano. Torre de Esteban Hambrán (Toledo), 24.III.1812 – Madrid, 18.VII.1889. Jesuita (SI) fundador de las Escuelas Dominicales.

Entró en la Compañía de Jesús en el noviciado de Madrid el 22 de agosto de 1828. En 1830 fue enviado a Alcalá de Henares, donde pasó un año repasando estudios menores. Estudió tres años de Filosofía en el Colegio Imperial de Madrid. Allí residía el 17 de julio de 1834, durante la matanza de frailes que comenzó precisamente en aquel colegio. La supresión de la Compañía por el Gobierno del conde de Toreno, por decreto de 4 de julio de 1835, le obligó a dispersarse durante unos meses, hasta que, en mayo de 1836, fue enviado con otros jóvenes a completar los estudios de Teología en Vals-près-Le Puy (Francia) durante tres años. En junio de 1839 volvió sin pasaporte a Loyola, donde los jesuitas mantenían abierto un Colegio de segunda enseñanza al amparo del ejército carlista. El fin de la guerra dispersó de nuevo a los jesuitas de Loyola.

Cortés marchó a Suiza, donde fue profesor de español en el colegio de Estavayer (1839- 1841).

Se ordenó sacerdote en Friburgo el 21 de abril de 1840.

Los jesuitas españoles, que estaban dispersos en España o exiliados, se establecieron en dos países americanos que les abrieron las puertas: Argentina en 1836 y Colombia en 1844. El padre Cortés formó parte de la primera expedición a Nueva Granada (Colombia), compuesta por doce sacerdotes y seis hermanos que salieron de París en enero de 1844 al mando del padre Pablo Torroella. Tardaron ciento trece días en llegar a Bogotá, después de desembarcar en Santa Marta y remontar el río Magdalena. Cortés trabajó primero en el Colegio de Bogotá, donde fue prefecto de una congregación de obreros y profesor (1844-1847) y luego en el de Medellín, donde fue profesor de Humanidades hasta el año 1850, en el que los jesuitas fueron expulsados de Colombia por el presidente José Hilario López. Regresó a España, donde la Compañía seguía dispersa, y se instaló en Madrid. El restablecimiento de la Compañía en 1852 para las misiones de Ultramar (Antillas, Filipinas y Fernando Poo) permitió un tercer restablecimiento de la Orden en España, que duró hasta la revolución de 1868.

Durante aquellos años, Cortés pudo ejercitar una actividad de manera estable. En 1854 formó parte de la primera comunidad del Colegio de Carrión de los Condes (Palencia), donde ejerció el cargo de padre espiritual.

En verano de 1855 atendió espiritualmente a los enfermos del pueblo, atacados por la epidemia del cólera. En 1856 fue destinado a Madrid como profesor privado de teología. Aquel año comenzó una Sociedad de Amigos de los Libros, que se disolvió pronto. Pero al año siguiente, el 19 de marzo de 1857, fundó, con la colaboración de la madre Sacramento, una obra llamada a tener gran éxito: la Real Asociación de Escuelas Dominicales, de la que fue el primer director, hasta que, en diciembre de aquel mismo año, fue destinado a enseñar Latín en Santa Coloma (Tarragona). En 1860 fundó en Zaragoza la Congregación de San Luis Gonzaga. Pasó después a la casa de Loyola como director de ejercicios espirituales, confesor en el templo y profesor de francés. Allí le cogió la supresión de la Compañía por el decreto de 12 de octubre de 1868. Todos los novicios y estudiantes y la mayor parte de la comunidad tuvieron que emigrar a Francia. Solamente quedó un pequeño grupo de jesuitas dispersos en los pueblos cercanos, entre los que se encontraba Cortés.

Al estallar la Tercera Guerra Carlista, el pretendiente Carlos VII permitió que los jesuitas volvieran a la casa de Loyola, convertida en hospital, en calidad de capellanes de los heridos. Cortés desempeñó aquella tarea desde diciembre de 1873 hasta mayo de 1876 y luego fue destinado a Madrid, como modesto “operario”, dedicado a los ministerios sacerdotales. Desde 1882 figura con el cargo de visitador de las escuelas dominicales, que fueron la obra de su vida. Las escuelas realizaron una labor cristianizadora y educativa en beneficio de las niñas pobres y de las muchachas del servicio doméstico, y se extendieron por toda España.

En 1888 había quince escuelas dominicales en Madrid, 153 en provincias y trece en Ultramar, con un total de 17.421 alumnas, que se reunían los domingos por la tarde para distraerse con juegos honestos y aprender catecismo, lectura, escritura y cuentas.

 

Obras de ~: Apuntes autobiográficos, leg. 1110 (Archivo de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares).

 

Bibl.: Origen, progreso y estado actual de la Real Asociación de las Escuelas Dominicales de Madrid, Madrid, Imprenta y Librería de D. Eusebio Aguado, 1865; L. Frías, Historia de la Compañía de Jesús en su Asistencia Moderna de España, t. II, Madrid, Razón y Fe, 1944, págs. 303 y 505; Santa María Micaela del Stmo. Sacramento, Autobiografía, ed. de M. M. Toffoli, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1981, pág. 183; Ch. E. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu-Universidad Pontificia Comillas, 2001.

 

Manuel Revuelta González, SI

 

 

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