Suárez de Figueroa, Cristóbal. ¿Valladolid?, c. 1571 – ¿Nápoles? (Italia), ¿1644? Abogado, literato, traductor.
Pocos son los datos documentales sobre este enigmático escritor del Siglo de Oro y muchos proceden de confesiones literarias autobiográficas, con toda la ambigüedad que éstas encierran. Dando por ciertos el lugar y fecha de nacimiento, otro de los misterios que rodean a este escritor está relacionado con el apellido Figueroa —con el que actualmente es conocido y de cuya utilización era criticado por algunos contemporáneos— ya que parece fuera de duda que su nombre familiar era exclusivamente Suárez: así se presenta él mismo durante su primer viaje a Italia (1588-c. 1603), en su Acta de doctorado in utroque iure (Universidad de Pavía en 1594), en cartas y documentos relacionados con sus cargos jurídicos y militares en el Milanesado y en el Reino de Nápoles a partir de 1595, e, incluso, en su primer trabajo literario como traductor (Nápoles 1602). Firma, pues, como “Christóval Suárez” en esta época, pero hacia 1604, coincidiendo con su regreso a Valladolid —“a tres años de calificada con título de Corte”— y tras el fallecimiento de su padre y otros familiares cercanos, es cuando empieza a utilizar el apellido Figueroa, común al de los duques de Feria, que acompañará al de “Doctor en ambos derechos” en la portada de sus libros a partir de ese momento.
Después de este primer periplo italiano, en España (1603-1622) quiso estar cerca de la Corte, trasladada de nuevo a Madrid, y gracias a no haber conseguido cargos relacionados con su carrera de abogado, podemos incluir a Cristóbal Suárez de Figueroa entre los mejores escritores españoles del siglo XVII, casi siempre bajo la sombra de mecenazgos italianos y españoles (familia Hurtado de Mendoza, conde de Lemos, República de Luca y duques de Lerma, Mantua, Avero y Alcalá, entre otros). Este hecho, unido a problemas económicos y a las disputas entabladas con otros escritores contemporáneos (Lope de Vega, Ruiz de Alarcón o el mismo Cervantes), convirtieron a Suárez de Figueroa en un hombre con fama de irascible, rencoroso, maldiciente y tremendamente crítico con la sociedad cortesana de su época. Precisamente, basándose en su enfrentamiento con Cervantes y en posibles semejanzas de estilo o léxicas, hay quien ha considerado recientemente a Suárez de Figueroa el autor del Quijote apócrifo, al identificarlo con ese desconocido licenciado Alonso Fernández de Avellaneda que firmó el Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha [...] (Tarragona, Felipe Roberto, 1614), un año antes de que viera la luz la segunda parte de la novela cervantina.
Dentro de las destacadas personalidades que conforman la literatura áurea española, a Suárez de Figueroa no le corresponde, en justicia, el papel de “segunda fila” que tradicionalmente se le ha asignado, ya que escribió obras, de calidad nada despreciable, en los principales géneros característicos de la época de la Contrarreforma. Con una evidente presencia de obras y autores italianos dentro de su producción literaria, es autor, por ejemplo, de una novela pastoril que mezcla la prosa y el verso (La constante Amarilis), de un poema épico en octavas (España defendida), de una biografía en prosa de tema americano (Hechos de Don García Hurtado de Mendoza), de tres traducciones de contemporáneos bastante correctas: dos del italiano (El pastor fido de Giambattista Guarini (1538-1612) —con dos versiones diferentes y utilizando sus “dos” identidades—, y La plaza universal de Tommaso Garzoni (1549-1589) y una del portugués de tema jesuítico (Historia y Anal Relación de Fernão Guerreiro (1550-1617), además de tres obras misceláneas en prosa que son, sin duda, su trabajo más original: El pasajero, Varias noticias y Pusilipo, su última obra, escrita y publicada en Nápoles.
Cansado de las polémicas y del escaso reconocimiento que le dispensaban sus compatriotas literatos, hacia finales de 1622, Suárez de Figueroa emprende nuevamente viaje hacia Italia, país que siempre consideró como su patria adoptiva. Bajo la protección entonces de Antonio Álvarez de Toledo, duque de Alba y nuevo virrey de Nápoles, ejerció como auditor en Lecce (1623) y Catanzaro (1628) y como fiscal en Trani (1632), aunque un excesivo celo en el cumplimiento de sus tareas, fue lo que, probablemente, le atrajo entre 1630 y 1631 más de un enfrentamiento con el tribunal de la Inquisición, del que, afortunadamente, siempre salió victorioso. Es en Nápoles donde concluye su trayectoria profesional y literaria, así como posiblemente sus días, ya que en España se pierde completamente su pista a partir de 1622. Como tampoco de esta última etapa se tienen noticias documentales sobre Suárez de Figueroa, una nota manuscrita —“ Acavé de dar este libro en Roma a 14 de nobiembre de 1644 años”— aporta nuevas dudas sobre este enigmático personaje: ya que si bien los rasgos caligráficos parecen autógrafos —con lo cual su vida se podría prolongar, por lo menos, hasta esa fecha— el año de la portada del libro en la que aparece esa nota de la que he dado yo la primera noticia, a saber, la reimpresión con variantes y añadidos de la España defendida (Nápoles, Egidio Longo, 1644), está retocada mecánicamente sobre un 1636 (ejemplar U2627 de la Biblioteca Nacional de España, en una presunta “quinta impresión por su autor reconocido y de las erratas enmendado”).
La nueva incertidumbre, sin embargo, no debe enturbiar la labor literaria del autor, inmerecidamente olvidado, de El pasajero (Madrid, 1617), obra de amena y ágil lectura, que retrata magistralmente la sociedad española de comienzos del siglo XVII. Es ésta, sin duda, su obra más conocida y original, ya que en otros trabajos no tuvo demasiados reparos en utilizar la imitación e, incluso, el plagio; en ella, bajo el pretexto de un viaje desde la Corte hasta Barcelona, camino de Italia, cuatro personajes de diversa condición social dialogan en los descansos o alivios —lo mismo que otras obras las dividió en variedades o juntas—, sobre los más variados asuntos; de los cuatro, el doctor, figura que encarna al propio autor, es el que con su erudición y experiencia está en el centro de todas las explicaciones y enseñanzas que se imparten en la obra.
Obras de ~: G. Guarini, El pastor Fido, tragicomedia pastoral de Battista Guarino [sic]. Traduçida de italiano en verso castellano por ~, Dottor en ambos derechos [...], Nápoles, Tarquinio Longo, 1602 (con el nombre también de C. Suárez se reimprime en Nápoles, Domingo d’Ernando Macarano, 1622; El pastor Fido, Tragicomedia pastoral de Baptista Guarini. Traduzida de toscano en castellano por ~, Valencia, Pedro Patricio Mey, 1609, nueva trad. con el nombre completo; ed. electrónica de E. Suárez Figaredo, 2006); La constante Amarilis. Prosas y versos de ~, Valencia, junto al Molino de Rovella, 1609 (nueva emisión a otro destinatario en Valencia, 1609; ed. bilingüe esp.-fr., Lyon, Claude Morillon, 1614; y reed., Madrid, Antonio Sancha, 1781; ed electr. de A. Satorre Grau, 2002); España defendida, poema heroyco de ~, Madrid, Juan de la Cuesta, 1612 (además, “quinta impresión por su autor reconocido”, Nápoles, Egidio Longo, 1644, aunque debajo puede leerse con dificultad 1636; ed. elect. de E. Suárez Figaredo, 2006); Hechos de Don García Hurtado de Mendoza, quarto marqués de Cañete por el Doctor ~, Madrid, Imprenta Real, 1613 (nueva ed. a otro destinatario en Madrid, 1616; y reed. en Santiago de Chile, Imprenta del Ferrocarril, 1864; ed. elec. de E. Suárez Figaredo, 2006); Historia y anal Relación de las cosas que hizieron los padres de la Compañía de Iesús, por las partes de Oriente y otras, en la propagación del Santo Evangelio los años pasados de 607 y 608. Sacada, limada y compuesta de portugués en castellano por el Doctor ~, Madrid, Imprenta Real, 1614 (ed. elect. de E. Suárez Figaredo, 2010); Plaza Universal de todas Ciencias y Artes, parte traducida de toscano, y parte compuesta por el Doctor ~, Madrid, Luys Sánchez, 1615 (nueva ed. con diferentes prelims., Perpiñán, Luis Roure, 1629 y 1630; y reed. con variantes y añadidos en Madrid, 1733; ed. elec. de E. Suarez Figaredo, 2004; ed. de M. Jalón, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2006); Relación de la onrosíssima jornada, que la Magestad del Rey don Felipe, Nuestro Señor a echo ahora con nuestro Príncipe, y la Reyna de Francia, sus hijos, para efetuar sus reales bodas. [...]. Es relación la más cierta que a salido de la Corte. Ordenada por el Doctor ~, residente en ella, Madrid, 1615; El Passagero. Advertencias utilíssimas a la vida humana por el Doctor ~, Madrid, Luys Sánchez, 1617 (nueva ed., Barcelona, Gerónimo Margarit, 1618; ed. con el tít. El Pasajero, de M.ª I. López Bascuñana, Barcelona, PPU, 1988; ed. elec. de E. Suárez Figaredo 2004); Varias noticias importantes a la humana comunicación, por el Doctor ~, Madrid, Tomás Iunti, 1621 (ed. elec. de E. Suárez Figaredo 2005); Pusilipo. Ratos de conversación en los que dura el passeo, por ~, Nápoles, Lazaro Scoriggio, 1629 (ed. elec. de E. Suárez Figaredo 2005).
Obra dispersa: “Discurso sobre la predicación del Sr. D. Fr. Diego López de Andrada, Arzobispo de Otranto, escrito cuando vivía por ~”, en Los prels. de Fray Gerónimo de Andrada, Tratados de la Purísima Concepción de la Virgen Señora Nuestra […], Nápoles, Lazaro Scoriggio, 1633; Soneto laudatorio “Mientras sobervio osar la ofensa trata” en los prels. de Juan Méndez de Vasconcelos, Liga deshecha por la expulsión de los Moriscos de los Reinos de España, Madrid, Alonso Martín, 1612; “Al Lector" (pról.), en A. Remírez de la Trapera, La Cruz, Madrid, Juan de la Cuesta, 1612; “La ‘Aprobación’ en los prels. de Gonzalo de Saavedra”, en Los pastores del Betis. Versos y Prosas, Trani, Lorenzo Valerii, 1633.
Obra desconocida (aunque citada por el autor): Espejo de juventud, requisitos convenientes a un cavallero; Obras espirituales de la Madre Bautista de Génova. Traducción del italiano (Battista Vernazza, Opere spirituali della reverenda e devotissima Vergine di Cristo, donna Battista da Genova, Venetia, presso gli heredi di Francesco Ziletti, 1588 y Verona 1602); Residencia de talentos, desengaños de los más presumidos; Olvidos de Príncipes, daños seguidos por ellos; Desvaríos de las edades, escarmientos para todos; L’Aurora, con los primeros exercicios de vivientes.
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Ángeles Arce Menéndez