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José María Luis de Aguirre y Ortés de Velasco

Biografía

Aguirre y Ortés de Velasco, José María Luis de. Marqués de Montehermoso (V). Vitoria (Álava), 8.XI.1733 – 28.XII.1798. Cortesano, militar, académico, pensador reformista.

Nació en Vitoria en 1733, hijo de Francisco Tomás de Aguirre, III marqués de Montehermoso, y de María Ignacia Ortés de Velasco. Los Aguirre eran una vieja familia alavesa con solar en el valle de Léniz (Guipúzcoa) y con servicios a la Corona desde el siglo xv y una estancia de Carlos V en su palacio.

Fueron sus hermanos Francisco Javier (1732) e Ignacio Luis (1738). El relieve social de la familia venía del hecho de que su abuela María Antonia de Salcedo y Chávarri, viuda de Vicente José Francisco de Aguirre y Zárate, fallecido en 1690, alojó durante dos días en su casa vitoriana en febrero de 1701 a Felipe V, que venía a tomar posesión del trono de España. En agradecimiento, en 1707 le nombró aya de Luis, hijo primogénito de María Luisa de Saboya, en cuyo empleo estuvo hasta 1715 en que ocupó el puesto de mayordomo y señora de honor de su segunda esposa la reina Isabel de Farnesio. Fue premiada en 1708 con el marquesado de Montehermoso, aunque no fue efectivo hasta 1714. Posteriormente fue aya del príncipe Carlos (1716-1723). Su educación pasó luego a su hijo Francisco Antonio de Aguirre y Salcedo, que fue mayordomo de semana de la Reina y del Consejo Real en Indias. Murió en 1737, y su hijo heredó el marquesado (II).

Tuvo gran fama su tío Felipe Tiburcio de Aguirre, que se había educado en palacio con la marquesa.

Presbítero, estudió en el Colegio de San Bartolomé de Salamanca. Fue alcalde de Casa y Corte de Navarra, oidor del Tribunal de la Junta del Tabaco, del Consejo de Órdenes, caballero de Alcántara y pintor aficionado de varios retratos familiares. Felipe V le nombró consiliario de la Real Academia de Bellas Artes, y su viceprotector, y también fue miembro de la Real Academia Española. Con Fernando VI alcanzó su definitiva aceptación en palacio en 1748 como capellán de las Descalzas Reales, sumiller de cortina y oratorio (1754) y ayo del príncipe Carlos (futuro Carlos IV). Tiburcio fue protector de sus sobrinos en Madrid. Francisco Javier sirvió a la Marina, luego fue Guardia de Corps, gentilhombre de Cámara y fue académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes y de la Española. Ignacio Luis siguió los pasos de su tío: estudió leyes en el Colegio de San Bartolomé de Salamanca, se ordenó sacerdote, fue socio de la Vascongada, siguiendo una exitosa carrera judicial como alcalde de Casa y Corte en Madrid, ministro de la Real Audiencia de Sevilla, presidente de la Real Chancillería de Valladolid, y del Consejo de Castilla.

Se desconoce el tipo de formación de José María, pero no parece que fuera colegial en ningún sitio, y acaso hiciera algunos estudios en la Corte protegido por su tío Tiburcio, pero no se sabe en qué lugar.

Decidió servir al Rey desde la milicia, sin que hiciera para ello una formación específica, ya que todavía no existía. Supone Aguilar Piñal que desde 1749 estuvo al servicio de Carlos de Borbón en Nápoles, donde fue Rey desde 1734 hasta 1759 que heredó la Corona española con el nombre de Carlos III. No se sabe en qué año regresó José María de Aguirre a España.

Durante su estancia en Madrid se le encuentra asistiendo a las reuniones de la Academia del Buen Gusto que dirigía la marquesa de Sarriá en su palacio de la calle del Turco, que duró desde enero de 1749 hasta septiembre de 1751. Su nombre no aparece en las Actas conservadas sino en las explicaciones que da Juan Ignacio de Luzán en las “Memorias de la vida de don Ignacio de Luzán” que preceden a la segunda edición de su Poética (1789), y por lo tanto no se conoce si también era poeta. A ella asistían conocidos personajes de la sociedad madrileña de la época como el duque de Arcos, el duque de Medinasidonia, el marqués de Casasola, el duque de Béjar, y el propio el marqués de Montehermoso, entre otros. Además de la marquesa, participaron otras féminas, pero de forma continua sólo asistieron Josefa y la duquesa viuda de Arcos, a las que se supone escribían versos que no se han conservado. Otras, como la condesa de Ablitas, la duquesa de Santiesteban o la marquesa de Estepa, constituían el grupo de las “mironas”, acompañantes amables de las veladas. Aunque lo fundamental en la Academia eran las discusiones sobre literatura, esto se combinaba con otras costumbres de carácter social, como los bailes, las representaciones dramáticas y los refrigerios. Las conversaciones literarias versaban sobre los grandes asuntos líricos y teatrales entonces en litigio.

La poesía se hallaba por entonces en un período de ebullición que enfrentaba a los partidarios de las corrientes barroquistas (José Villarroel, el conde de Torrepalma, José Antonio Porcel...) y a los que defendían la nueva estética clasicista (Ignacio de Luzán, Agustín de Montiano y Luyando, Blas Antonio Nassarre, Luis José Velázquez...). En ocasiones, la amable conversación se transformaba en acaloradas discusiones. Es posible que tuviera relación con el vallisoletano de ascendencia alavesa Montiano y Luyando, quien acaso le llevaría a otra tertulia que se celebraba en su domicilio.

Como su tío Tiburcio y su hermano, fue gentilhombre de Cámara y académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la de Real Academia Española.

Al morir su padre el 20 de mayo de 1759, heredó el marquesado su hermano Francisco Javier, que pasó a titularse IV marqués de Montehermoso. Al fallecer éste sin sucesión en 1763, pasaron los derechos a José María, como V marqués, que tomó posesión solemnemente en agosto del mismo año en Vitoria. El 22 de diciembre de 1764 casó en Azcoitia con su prima María Concepción del Corral y Aguirre, siendo, por lo tanto, cuñado del marqués de Narros matrimoniado con su hermana María Luisa. Tuvo cuatro hijos: Félix María (1765), que murió a los cinco años; Ortuño María (1767), María Josefa (1768) y María Ramona (1770), que también fallecieron niñas. Su amado tío Tiburcio acabó sus días en 1767, y su madre al año siguiente.

Fue socio fundador de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País. Ya en 1753 Francisco Javier de Munibe e Idiáquez, conde de Peñaflorida, organizó en su casa una tertulia. Acudieron a ella personajes de la nobleza, clérigos e intelectuales, entre los que destacaron Manuel Ignacio de Altuna, Joaquín de Eguía y Aguirre (luego marqués de Narros) y el propio anfitrión, a quienes se llamó “El triunvirato de Azcoitia”. Tenían reglamentadas las actividades: el lunes se hablaba de Matemáticas, el martes de Física, el miércoles se leían obras de Historia y traducciones hechas por los “académicos”, el jueves y domingo había concierto, el viernes Geografía y el sábado se discutía sobre temas de actualidad. Estas novedosas reuniones fueron valoradas por sus coetáneos de forma diversa, pero sin duda tienen el mérito de ser el origen de lo que sería más tarde la primera Sociedad Económica de España. Así, el padre Isla les censuraba en su novela Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes (1758), en un capítulo en el que aludía con desdén a la Física moderna. Le contestaron en un ensayo satírico titulado Los aldeanos críticos o Cartas críticas sobre lo que se verá, publicado en 1758, con el seudónimo de Don Roque Antonio de Cogollor. Fue hecho en colaboración con sus amigos el marqués de Narros y Altuna, aunque las ideas expuestas responden en su mayor parte a la erudición del conde.

El grupo guipuzcoano ilustrado, dirigido por Peñaflorida, presentó en 1763 a las Juntas Generales de Guipúzcoa un proyecto titulado Plan de una Sociedad de Economía o Academia de agricultura, ciencias y artes y útiles y comercio, adaptada a la economía y circunstancias particulares de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, el cual fue aprobado pero no puesto en práctica. Esta idea fructificó, sin embargo, cuando se dio paso a un proyecto más ambicioso que abarcaba a todas las provincias vascas con el nombre de Sociedad Vascongada de los Amigos del País, cuyos Estatutos se aprobaron en Vergara en diciembre de 1764.

Al año siguiente recibió la aprobación regia, convirtiéndose en la primera Económica. Adoptó el lema Irurac bat, que indicaba una estructuración en torno a un programa único cuyo desarrollo correspondía a las tres secciones provinciales de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Fue promotora del ideario ilustrado en el País Vasco, que luego divulgaron a otros sitios, y en la que se integrarían personas de España y del extranjero. Desde el principio, se encuentra en ella una selecta nómina de socios de origen alavés: los fundadores Juan Nepomuceno de Esquível, vizconde de Ambite, que fue consiliario por Álava; Carlos de Otazu; Félix María de Samaniego; Ignacio Luis y José María de Aguirre, marqués de Montehermoso, de quien se dice que en esas fechas era coronel agregado del Regimiento de Caballería de España, y académico honorario de la Real Academia Española y de la de San Fernando. Poco después entraron José Joaquín de Landázuri y el militar Pedro Jacinto de Álava. Para su inauguración oficial se dijeron cuatro discursos programáticos en boca de socios distinguidos que versaron sobre la hidráulica, la literatura, la amistad y la mujer. El marqués de Montehermoso pronunció un Discurso filosófico-moral sobre la mujer, cuyo texto no se ha conservado. Se conoce su contenido gracias a un resumen que del mismo hizo Peñaflorida en una Historia de la Sociedad Vascongada. En este ensayo el prócer alavés declara su ideario sobre un asunto en litigio: constata la desigualdad de los sexos, de la que deduce la distinta función social de cada uno de ellos; asevera la opinión generalizada de la sociedad que no destina a la mujer ni a cosas que exijan fuerza, ni a la reflexión, sino a que ejerza su tarea de esposa y madre. Superando los esquemas convencionales, insiste en que la “perfecta educación cívica y política” le debe permitir el desarrollo de sus cualidades intentando salir de este modo del encogimiento tradicional para “mirar con despejo y seguridad, hablar con halago, presentarse con nobleza”, sin necesidad de que sea docta pero tampoco ignorante.

Para conseguir este fin debe formarse en temas como la propia lengua para hablarla y escribirla con corrección, idiomas extranjeros (francés, italiano), hacer lecturas “instructivas y agradables”, aprender nociones de geografía, historia, dibujo, aritmética, música, baile, con todo lo cual “vivirá contenta en los límites que le prescribió la naturaleza”.

Fue numerario con residencia en Vitoria. Pertenecía a la segunda comisión de Álava, es decir, la que se ocupaba de “Ciencias y artes útiles”. Las actividades de la Sociedad fueron publicitadas, primero en un Resumen de Actas (1773) y luego en los Extractos que desde 1774, editados en la imprenta de Tomás de Robles en Vitoria, aparecían con periodicidad anual (hasta 1793) con el fin de dar a conocer a la sociedad española las nuevas propuestas ilustradas.

En los archivos de la Sociedad se conservan cartas y algún documento en el que intervino el marqués de Montehermoso. Está manuscrito un discurso titulado Observaciones sobre las diferentes ramas en que se extiende la Sociedad Vascongada (1778), a pesar de que en las Actas se hallen editados capítulos con el mismo tema. Éstas van dejando constancia de los lugares en los que se encuentra, y en ocasiones le presentan como “veterano”, o sea como en excedencia porque debe ocuparse sólo de sus actividades profesionales.

En 1771 se halla en su regimiento, y los dos años siguientes es coronel agregado del Regimiento de Caballería de la Reina. Y ya residente en Vitoria, asciende a mariscal de campo (1779-1782), y a teniente general de los Reales Ejércitos (1783-1787), aunque durante este tiempo ejerció de forma interina como capitán general de Guipúzcoa (1786).

En el año de 1781 se había integrado en la Secretaría de la Vascongada, en condición de vicesecretario y archivero, el clérigo alavés Lorenzo del Prestamero. Peñaflorida trabajó sin descanso por la Sociedad hasta su muerte que le sorprendió el 13 de enero de 1785. El marqués de Narros fue el encargado de escribir el oficial “Elogio a Peñaflorida”.

En las Juntas Generales celebradas en Vergara en julio de este mismo año fue elegido director el alavés José María de Aguirre, marqués de Montehermoso, pronunciando para esta ocasión un Discurso de apertura de las Juntas, que se editó en Madrid (1785), ejerciendo a la vez el puesto de consiliario de Álava. Trasladó la Sociedad su sede a Vitoria en el palacio renacentista de Escoriaza-Esquível, que estaba casi enfrente de su casa, y la capital alavesa tomó un mayor protagonismo en la organización.

Las Juntas del año siguiente se celebraron en ella, y aparecen con mayor frecuencia en las Actas problemas provinciales (el vino de la Rioja Alavesa, el cultivo de las patatas, el canal navegable en el Zadorra, la salmuera de Salinas de Añana, el trigo “tremesino” alavés...). En los Extractos de las Juntas generales celebradas en Vitoria en julio de 1792 aparece una detallada “Guía de forasteros en Vitoria” en la que se quiere ofrecer al visitante datos exactos sobre la pintura, la escultura y la arquitectura de la ciudad. No falta una ajustada descripción de las obras de arte que atesora el palacio de Montehermoso, en el que se encuentran cuadros de Murillo, Tiziano, Pantoja, Alonso Cano, Arellano, Rubens, Meléndez, Palomino, Iriarte, un relieve de Berruguete, vasos etruscos, bustos romanos, entre otras cosas, y “hay una selecta librería de las mejores ediciones, una curiosa colección de historia natural, como también de estampas y dibujos de los mejores profesores, y un monetario de bellísimas monedas y camafeos apreciables”, que muestran las aficiones culturales del marqués. Este año escribe a Lorenzo de Prestamero desde San Sebastián comunicándole su parecer sobre la elaboración del monetario que preparaba la Sociedad.

El 7 de marzo de 1793, Francia declaró la guerra a España, que había colaborado previamente en la reacción europea contra el poder de la Revolución, invadiendo Cataluña y el País Vasco. La región sufrió abundantes daños materiales, y las actividades de la Vascongada quedaron paralizadas, y destruido el Real Seminario, mientras que los Extractos de las Juntas Generales celebradas en Bilbao en julio de 1793 se publicaron en la imprenta de Baltasar Manteli este mismo año, eran los últimos que se publicaban. Hasta agosto de 1795 no se retiraron las tropas galas, iniciándose después las actividades, aunque nunca con el antiguo vigor. Parece que hizo en colaboración con el citado Prestamero, interesado por la botánica y un avezado investigador de la epigrafía y antigüedades romanas, colaborador en el Diccionario geográfico-histórico de España (1802) que editaba la Real Academia de la Historia, un Cuaderno de anotaciones de epigrafía romana y latina en Álava y otros lugares (1796), que se conserva manuscrito. En su viaje por el País Vasco en 1797, Jovellanos tiene ocasión de visitar en Vitoria a la plana mayor de la Vascongada residente en la ciudad: a los marqueses de Narros y de la Alameda, Salazar, Vicuña, Ortuño, Prestamero, pero no menciona que viera a Montehermoso (Diarios, VII). El año 1797 falleció su hermano sacerdote, y al siguiente murió en Vitoria el 28 de diciembre.

 

Obras de ~: Observaciones sobre las diferentes ramas en que se extiende la Sociedad Bascongada. Discurso presentado a las Juntas Generales privadas, 1778 (Catálogo del Fondo Prestamero, Archivo del Territorio Histórico de Álava, caja 17, n.º 12); Discurso de apertura de las Juntas Generales que celebró la Sociedad Vascongada en la villa de Vergara desde el día 28 julio de este año de 1785, Madrid, Antonio Sancha, s. f. (Biblioteca del Monasterio San Lorenzo de El Escorial, 44-V-37-3).

 

Bibl.: V. González de Echávarri, Alaveses ilustres, vol. I, Vitoria, Imprenta Provincial, 1900-1906; X. M. de Munibe e Idiáquez, conde de Peñaflorida, “Sociedad. Su historia”, en Revista Internacional de Estudios Vascos, XXI-3 (1930), págs. 317-333 y XXII-3 (1931), págs. 443-482; L. Silván, “Noticia biográfica de don Joaquín de Eguía y Aguirre, tercer Marqués de Narros, secretario perpetuo de la Real Sociedad Bascongada”, en Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, XXIII-3 y 4 (1967), págs. 369-404; J. Vidal Abarca, “Linajes alaveses. Los Aguirre: marqueses de Montehermoso”, en Boletín Sancho el Sabio, XIX (1975), págs. 181- 244; L. M. Areta Armentia, Obra literaria de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, Vitoria, Caja de Ahorros Municipal, 1976; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1981, págs. 88-89; E. Palacios Fernández, “Ilustración y literatura en el País Vasco”, en Peñaflorida y la Ilustración, San Sebastián, Universidad de Deusto, 1986, págs. 67-113; M. D. Tortosa Linde, La Academia de Buen Gusto de Madrid (1749-1751), Granada, Universidad, 1988; E. Bergara Larrañaga, Inventario del Fondo del Real Seminario de Vergara, Bergara-Donostia, Real Sociedad Bascongada de Amigos del País (RSBAP), 1994; F. Vives Casas, El palacio de Montehermoso, Vitoria-Gasteiz, 1996; M. C. Urdiain Martínez, Epistolario del Fondo Prestamero. ATHA, Vitoria, RSBAP, 1996; Catálogo del Fondo de la Real Sociedad de los Amigos del País. Archivo del Territorio Histórico de Álava, Vitoria, RSBAP, 1997; E. Palacios Fernández, La mujer y las letras en la España del siglo XVIII, Madrid, Ediciones del Laberinto, 2002; J. Astigarraga, Los ilustrados vascos. Ideas, instituciones y reformas económicas en España, Barcelona, Crítica, 2003; A. Martínez Salazar et al., Lorenzo del Prestamero (1733-1817), una figura de la Ilustración alavesa, Vitoria, Diputación Foral de Álava, 2003; A. Rivera (ed.), Historia de Álava, San Sebastián, Ed. Nerea-Diputación Foral de Álava, 2003.

 

Emilio Palacios Fernández