Llamado en muchas ocasiones simplemente como Juan Daza, era hijo de Juan Daza, que tuvo las alcaidías de Roca y del Alcázar de Segovia, y de María Osorio.

Capellán real de don Fernando y doña Isabel, a quien encomendaron (1490) la averiguación de las almadrabas nuevas que, en el mar de Cádiz, construía el duque de Medina Sidonia y sobre lo que le había movido pleito el duque de Cádiz. En el año siguiente, siendo deán de la iglesia de Jaén, se le confió la visita de la Audiencia y Chancillería Real de Valladolid (1491) y como consecuencia de ella resultó la privación de su presidente Alonso de Valdivieso y de sus oidores, que fueron substituidos por nuevos ministros, así como algunos capítulos de reformación para aquel tribunal, que fueron confirmados por los Reyes Católicos (24 de junio de 1492). Dos años más tarde fue presentado para una dignidad en la Catedral de Burgos (4 de febrero de 1494) y tiempo después se hallaba como obispo electo de Catania (1496) y fue enviado a Flandes por la reina Isabel para tratar de las rentas y servicio de su hija Juana y en el año siguiente (1497) fue enviado a la frontera del Rosellón para tratar la paz con Francia, cuestión en la que ocupaban un lugar central las pretensiones sobre Nápoles. En el año siguiente (14 de febrero de 1498) fue presentado por los Reyes Católicos para suceder en la silla episcopal de Oviedo a Juan Arias de Villar, que había sido promovido a la de Segovia, y una de sus primeras decisiones fue ordenar el secuestro de las rentas de la diócesis que tocaban a su antecesor, el que fue mandado alzar por los Reyes Católicos (12 de octubre de 1498). Al cabo de cinco años fue presentado al obispado de Cartagena (16 de marzo de 1502) y, mientras se mantuvo en esta silla, realizó una visita a algunas ciudades de su diócesis, desde el cual, finalmente, fue promovido a la mitra de Córdoba para suceder a Juan Rodríguez de Fonseca (1504), ciudad en la que acabaría sus días y en cuya Catedral fue sepultado. [...]