Aramburu, Ignacio María. Segura (Guipúzcoa), 31.I.1852 – Burgos, 5.I.1935. Jesuita (SI), siervo de Dios, operario y misionero popular.
Fue bautizado en la parroquia de Santa María de la Asunción, de proporciones catedralicias, que, junto con el monasterio concepcionista, con el Cristo gótico de cuerpo arqueado, y el ambiente profundamente religioso de la villa en que nació, condicionó su vida.
Con diecinueve años, Ignacio María ingresó en el Noviciado, que la Compañía de Jesús, dispersada desde la Gloriosa (18 de septiembre de 1868), había abierto en Poyanne (Landas), en Francia. Al comenzar el curso 1869-1870, el Poyannese Collegium et Domus Probationis albergaba una enorme comunidad de ciento ochenta personas (veintiocho sacerdotes, ciento diez escolares y cuarenta y dos coadjutores).
Noviciado, juniorado, Filosofía y último año de Teología se encontraron así instalados en lo que, durante once años, fue la casa madre de la provincia de Castilla, lejos de la inestabilidad política que caracterizó el Sexenio Demoliberal (1868-1874) y la consiguiente carlistada, tan virulenta por los cercanos valles vascos.
Pero Poyanne no fue sólo una comunidad más, sino un estilo, un talante, una forma de ser jesuita, hasta un espíritu, una apuesta y una esperanza. Aramburu, como tantos otros magníficos —Martín, Tariu, Gárate—, encontró su peana, alegre de enseñanzas, estudios, actos académicos, inminente de ejercicios espirituales, oraciones y pláticas. En 1871 hizo su noviciado, como sus humanidades y estudios de filosofía de 1872 a 1878. Tras hacer su magisterio (1878- 1881) en el recién fundado Colegio del Apóstol de la Guardia (Pontevedra), cursó la teología (1881-1885) en Oña (Burgos), siendo ordenado de sacerdote allí el 27 de julio de 1884, para hacer la tercera probación en Loyola (Guipúzcoa) el curso de 1885-1886. Aramburu entonces encontró ya Loyola mucho mejor, des pués del retorno definitivo de los jesuitas, efectuado en dos tiempos: en 1877, año en que se autorizó volver a un grupo de capellanes, y en 1880, año en que se permitió instalar el gran noviciado.
Nombrado administrador del mensajero del Corazón de Jesús en Bilbao en 1887, allí emitió el último voto el 15 de agosto de 1888, pasando a la residencia de Burgos en 1891, donde fue operario hasta su muerte en 1935.
Fueron cuarenta años de intrepidez aceptada y de celo consagrado, a cambio de perderle el miedo a las dificultades y a la muerte misma. Entre muchachos, obreros, mujeres, niños, enfermos, ancianos y sus mismas casas, muchas vidas burgalesas, de finales del siglo xix y de principio del xx, fueron mejores, gracias a los trabajos del padre Aramburu. Se dice que en aquel Burgos, de unos treinta mil habitantes, no hubo casa que la caridad del buen jesuita no hubiera visitado. Su confesionario como sus sermones, tan sencillos, causaron verdadero impacto religioso y social. Así, llenó Burgos con la realidad plural y valiente de la Congregación Mariana para los muchachos, el Apostolado de la Oración para los adultos, las Marías de los Sagrarios para las señoras, catequesis y obras sociales para los obreros y, en fin, la consolidación del Instituto de Damas de la Asunción para la evangelización de la mujer.
Disuelta la Compañía de Jesús en enero de 1932, Aramburu fue recibido por una familia de Burgos que lo acogió con toda caridad, donde murió tres años después con fama de santidad, el 5 de enero de 1935.
Su causa de beatificación fue introducida el 10 de julio de 1970.
Bibl.: J. M. Pérez Arregui, El Padre Ignacio María Aramburu, Bilbao, H. Arte, 1941; R. Auz Trueba, El apóstol de Burgos, Burgos, Aldecoa, 1942; F. del Val, “Aramburu, Ignacio María”, en Ch. E. O’neill, SI y J. M.ª Domínguez, SI (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societas Iesus- Universidad Pontificia Comillas, 2001.
Francisco Rodríguez de Coro
