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Esteban Enrique Morel

Biografía

Morel, Esteban Enrique. Aubarre (Francia), 1744 – Ciudad de México (México), 15.II.1795. Médico introductor de la inoculación de la viruela en México.

Nació en Aubarre, diócesis de Marsella, pero se desconocen los datos de su infancia, aunque se sabe que estudió Gramática y Filosofía en Marsella y Medicina en las prestigiosas Universidades de Aix en Provence y Montpellier, donde obtuvo la borla en 1764. En la primera asistió a la Cátedra de Anatomía de Lieutaud y en la segunda tuvo como maestros al boticario Montet, al cirujano J. L. Laborie y a los insignes médicos Haguenot, Imbert, De Sauvage, Bourguignon, De Lamure, Le Roy, Barthez y Venel. Morel abandonó Francia en 1765 para iniciar su peregrinaje por las colonias americanas. Primero ejerció la Medicina en los hospitales militares de la isla de Guadalupe, donde también hizo las veces de protomédico; asimismo residió en las islas de La Martinica y Margarita.

Luego pasó a Venezuela, donde contrajo nupcias con Águeda María Romero y vivió en la ciudad de Banquisimeto; pero el matrimonio no duró y para 1771 estaba ya separado y practicando su profesión en La Habana. El inquieto galeno habría de hacer otra escala en 1777, esta vez en el Hospitalde la Caridad de Nueva Orleans por encargo de Bernardo de Gálvez, quien le extendió cartas de recomendación para viajar a la Nueva España en ese mismo año. Con estas recomendaciones el médico francés se dirigió a su destino y antes de llegar a la ciudad de México en 1778, hizo un par de escalas cortas en Guanajuato y Real de Catorce, lo que le permitió familiarizarse con los distritos mineros más ricos del virreinato.

Durante la terrible epidemia de viruela que azotó a la población en 1779, surgió la inoculación como una medida de control, la cual ya había sido introducida en Europa y era practicada en Asia y África desde la antigüedad. El Ayuntamiento de la ciudad de México decidió encomendar al doctor Morel la realización de un estudio acerca de las ventajas y desventajas de la inoculación, tarea que el francés cumplió de manera expedita y llevó a cabo la primera inoculación con alentadores resultados el 4 de octubre de 1779, en la afortunada Bárbara Rodríguez de Velasco. A continuación, el Ayuntamiento aprobó la creación de una sala de inoculación en el Hospital de San Hipólito y exhortó a la población a inocularse. Sin embargo, como la respuesta popular no fue significativa y el Gobierno no hizo mucho para apoyar esta medida de manera más enérgica, la sala cerró pocos meses después. Como consecuencia de lo anterior, el índice de mortalidad de esta epidemia fue mayor que el de la epidemia acaecida dieciocho años más tarde, en la que se inoculó regularmente a la población.

Como parte de la encomienda recibida por el Ayuntamiento, Morel escribió en 1780 un documento titulado Disertación sobre la inoculación. El manuscrito, de sesenta y tres páginas, presenta un estudio detallado del tema y los resultados de las catorce inoculaciones realizadas en niños y niñas, indios y no indios. La información y las referencias eruditas de Morel recogen las mejores obras del siglo xviii, desde las más tempranas hasta las escritas por los mejores expositores como Boerhaave y Van Swieten y diversos tratadistas de Inglaterra, Italia y Francia; en especial se apoya en la Memoire sur l’inoculation de la petite verole (París, 1774), de Charles Marie de la Condamine. No obstante haber llevado a buen término la tarea asignada, Morel no tuvo la satisfacción de ver publicado el fruto de sus esfuerzos y tampoco recibió los honorarios devengados.

Aún más, cuando en 1783 solicitó una plaza de médico en el Real Hospital de Naturales, ésta le fue negada a pesar de haber acreditado su competencia y sus títulos ante el Real Tribunal del Protomedicato.

Las razones de la negativa no quedan claras, aunque pudo influir el hecho de que el Tribunal del Santo Oficio le había abierto un expediente desde 1781, que finalmente quedó cerrado en 1795 cuando el francés decidió quitarse la vida en una celda de la prisión inquisitorial donde se hallaba en calidad de reo.

Durante su estancia en la ciudad de México, este brillante médico realizó diversos trabajos en las áreas de la salud y minera. Tuvo contactos con célebres boticarios, como Antonio Lacodre, Antonio Arvide y Méndez Prieto —los dos primeros vinculados al Hospital de San Andrés—, a quienes visitó asiduamente y ayudó a mejorar sus preparaciones como la sal sedativa, la sal esencial de quina, jabón mineral y ungüento mercurial citrino. También efectuó estudios sobre las aguas minerales, las propiedades del pulque y la elaboración de éter vitriólico. Asimismo, fue el médico de cabecera y atendió en su lecho de muerte al administrador del Real Seminario de Minería Juan Lucas de Lassaga. Esteban Morel vivió en la Nueva España en un período de gran auge económico y cultural. En esos años, importantes expediciones científicas en botánica y minería recorrieron su territorio, se fundaron instituciones académicas de corte moderno y soplaron vientos favorables para la modernización e institucionalización de la botánica, la farmacia, la metalurgia y la medicina. En este ambiente de intercambio de conocimientos fueron publicados periódicos ilustrados en los que Esteban Morel pudo intercambiar opiniones en torno a diversos tópicos de minería e historia natural con los criollos novohispanos Joaquín Velázquez de León, José Antonio de Alzate y Ramírez y Manuel Antonio y Valdés. El inquieto personaje llegó a ser bien conocido y se relacionó con funcionarios peninsulares de la talla de Vicente Cervantes, Fausto de Elhuyar, Francisco Xavier Sarría y Miguel Constanzó, entre otros. Junto a ellos participó en tertulias y reuniones en las que se ventilaban negocios y diversos temas de vanguardia sobre ciencia, economía y política. Éstos eran espacios adecuados para discutir las novedosas obras de mineralogistas, filósofos, naturalistas y científicos como Voltaire, Buffon y Rousseau. Morel contribuyó a ello ya que tuvo en su poder numerosos textos y manuscritos empapados de la nueva filosofía, alimento eficaz para su mente y la de sus compañeros de tertulia. La última etapa de la existencia de Morel estuvo marcada por su larga y tormentosa relación con el Santo Oficio y es relatada en un voluminoso expediente que se inicia en 1781 y termina catorce años después con el arresto y aparente suicidio de Morel en febrero de 1795, cuando aún estaba en curso su proceso. El legajo incluye las denuncias en su contra, los testimonios emitidos y algunos documentos encontrados en posesión del acusado al ser arrestado, así como las transcripciones de las cartas enviadas por su hermano desde París con las noticias sobre la Revolución Francesa, que habían sido interceptadas a raíz de la solicitud presentada por la Inquisición al virrey en 1794. El expediente contiene asimismo pasajes de su vida profesional e íntima, sus amoríos, sus faltas a la piedad religiosa y acusaciones de ser masón presentadas por su esposa. De las proposiciones asentadas se infería que “el físico Francés era hombre audaz, orgulloso, escandaloso, temerario hereje formal, deísta, materialista, con visos de atheísta [...] desobediente de la Iglesia y de las leyes de los Príncipes”, cuyos errores provenían de la lectura de libros prohibidos, especialmente de los de Voltaire.

Otra faceta de este médico ilustrado la integran sus actividades, junto con Diego de Guadalajara y Tello, para desaguar la importante mina del Morán en Real del Monte, de la cual fue propietario desde 1792 hasta 1794. También en este ámbito el galeno tuvo que enfrentar las dificultadas derivadas de las disputas por la propiedad de este yacimiento, a partir de los alegatos presentados en 1793 por el diputado territorial de minería Joseph Belio, en el sentido de que el francés no podía ser dueño de minas, dado su carácter de extranjero.

Todo indicaba que Morel saldría airoso en su defensa ante el Tribunal de Minería, pues contaba con el testimonio a su favor de la Real Cédula del 27 de septiembre de 1791, emitida por Carlos IV, autorizando su permanencia en el reino y el ejercicio de su profesión.

Además, Esteban no estaba solo, ya que figuraban entre sus contertulios el director del Tribunal de Minería Fausto de Elhuyar y otros poderosos mineros. Sin embargo, la situación dio un vuelco con el arresto de Morel ordenado por el Santo Oficio el 5 de septiembre de 1794, y con la incautación inmediata de sus bienes, incluyendo la mina, que al año siguiente pasó a manos de Belio. Resulta significativa la coincidencia cronológica entre el litigio sostenido en contra de Morel por la concesión de la mina del Morán y el juicio promovido por la Inquisición, que finalmente condujo a la incautación de sus bienes, a su arresto y al desenlace fatal Ninguno de sus contertulios fue inculpado.

 

Obras de ~: Disertación sobre la inoculación. Escrita por encargo de la Nobilísima Ciudad de México. Por el Dr. ~, [Ciudad de México], 1780 [Archivo Histórico de la Ciudad de México, secc. Salubridad, vol. 3678, exp. 1, fols. 3-66; ed. facs. en L. Schifter Aceves, Medicina, minería e Inquisición en la Nueva España: Esteban Morel (1744-1795), ed. de P. Aceves Pastrana, México, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco, 2002 (col. Biblioteca de Historia de la Farmacia, vol. 3)]; “Carta del Dr. Estevan Morel al Br. D. Josef Antonio Alzate”, en Gazeta de México, 28 de julio de 1784, págs. 127-128; “Suplemento”, en Gazeta de México, 17 de noviembre de 1784, págs. 1-8; “Respuesta de Dr. D. Estevan Morel á la carta de D. Joseph de Alzate, que salió en el Suplemento á la Gazeta de 29 de Diciembre último pasado, y a algunos párrafos de un papel anónimo del mismo día”, en Suplemento a la Gazeta de México, 18 de enero de 1785, págs. 1-7.

 

Bibl.: P. Aceves Pastrana, Química, Botánica y Farmacia en la Nueva España a finales del siglo XVIII, México, UAM-Xochimilco, 1993; R. McCaa, “Inoculation. An easy means of protecting people or propagating smallpox? Spain, New Spain and Chiapas, 1779-1800”, en Boletín de Historia y Filosofía de la Medicina, vol. 2 (septiembre de 1998), págs. 7-9; A. C. Rodríguez de Romo, “Inoculación, economía y estética: tres dilemas en la lucha contra la viruela”, en C. Viesca Treviño (coord.), Historia General de la Medicina en México, IV. Medicina Novohispana siglo XVIII, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Academia Nacional de Medicina, Facultad de Medicina, 2001; L. Schifter Aceves, Medicina, minería e Inquisición en la Nueva España: Esteban Morel (1744-1795), op. cit.; A. Morales Cosme, El Hospital General de San Andrés: un espacio para la modernización de práctica médica en la Nueva España, ed. de P. Aceves Pastrana, México, UAM-Xochimilco, 2002 (col. Biblioteca de Historia de la Farmacia, vol. 4).

 

Patricia Aceves Pastrana

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