Altamirano y Méndez, Cristóbal. Santa Fe (Argentina), 11.VI.1601 – Reducción de los Apóstoles San Pedro y San Pablo (Argentina), 27.IV.1698. Sacerdote jesuita (SI), misionero, benefactor y catedrático.
Era hijo legítimo de Cristóbal Matute de Altamirano, vecino fundador de Buenos Aires, y de Juana Méndez.
El capitán Altamirano, su padre, figura entre los conquistadores del Río de la Plata y uno de los once españoles que, con Juan de Garay, repoblaron Buenos Aires en 1580. Después de haber estado cautivo en tierras indígenas, pasó a la ciudad de Santa Fe, donde se avecindó como encomendero; allí nació su hijo Cristóbal.
Ingresó en el colegio de la Compañía de Jesús en enero de 1617, en el que hizo sus primeros estudios, y el noviciado en Córdoba del Tucumán. A la edad de veintitrés años pasó a las reducciones del Paraguay, sobre el río homónimo, en calidad de misionero. Allí consagró sus energías físicas, sus talentos y su abnegado corazón en la conversión de los indios infieles durante más de setenta años. A costa de mucho trabajo y sacrificio aprendió la lengua guaraní. Fundó en 1630 la reducción Nuestra Señora de la Asunción de Acaraguá, donde asistió doce años, atravesando grandes penurias, como la gran peste de 1636. Le dio ese nombre para reparar el agravio hecho por el famoso hechicero Nezú, que había destruido otra reducción homónima sobre el río Yjubú, dando muerte y martirio a su fundador, el beato Juan del Castillo. Allí Altamirano bautizó a más de cuatro mil almas.
Fue rector del Colegio de Asunción de 1652 a 1656, y gobernador de todas las misiones del Paraguay en 1662. Un año más tarde, los jesuitas celebraron en Córdoba del Tucumán la décima Congregación Provincial, en ella fue designado el padre Altamirano para representar la provincia del Paraguay ante las cortes de Roma y Madrid. Se trasladó a Buenos Aires en 1665 hasta el año de 1670, en que se embarcó para el Viejo Mundo llevando la representación de su colegio, en el navío San Hermenegildo. Desempeñó allí su cometido con tal satisfacción, que el padre general de la Orden lo nombró procurador general de todas las provincias jesuíticas en Madrid hasta 1674. Ese mismo año retornó a Buenos Aires, deseoso de retomar sus actividades en las misiones, a bordo de los navíos de registro de la expedición de Gómez del Rivero, al frente de treinta y cinco religiosos.
Se estableció en Córdoba como rector del Colegio Máximo, desempeñando sus funciones con gran acierto. Más tarde fue designado gobernador de las misiones, cargo que desempeñó durante cuatro años, en los que contribuyó con total eficacia a la organización de las fuerzas guaraníes. Con su intervención se logró desalojar a los portugueses de Colonia del Sacramento, el 7 de agosto de 1680, con tres mil guaraníes armados que combatieron con gran valentía, y por cuya acción fueron admirados y reconocidos por el general en jefe Antonio de Vera y Mújica, por su adiestramiento y disciplina. Altamirano terminó su gobierno en 1682, y quedó en esas provincias a cargo de la instrucción de los padres más jóvenes que se harían cargo de las misiones.
Cargado de méritos, terminó sus días a los noventa y siete años de edad y con ochenta y un años al servicio de la Compañía, en la reducción de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, como misionero de la Compañía de Jesús, a quien dedicó su existencia. Fue uno de los más esforzados misioneros, así lo recordó el padre Guillermo Furlong en sus escritos.
Bibl.: G. Furlong, Glorias santafesinas, Buenos Aires, 1929; E. Udaondo, Diccionario biográfico colonial argentino, Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1945, págs. 57-58; R. A. Molina, Diccionario biográfico de Buenos Aires (1580-1720), Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 2000, pág. 46; Ch. E. O’neill (SI) y J. M.ª Domínguez (SI) (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, Roma-Madrid, Institutum Historicum, SI-Universidad Pontificia Comillas, 2001.
Sandra Fabiana Olivero