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Andrés San Román

Biografía

San Román, Andrés. Andrés de la Madre de Dios. Palencia, ¿1622-1623? – Alba de Tormes (Salamanca), 1674. Moralista, escritor de teología moral, carmelita descalzo (OCD).

No se sabe prácticamente nada de sus primeros años. A los quince años vistió el hábito de carmelita descalzo en el noviciado de Valladolid, profesando en 1638. Después de otro medio año en el mismo Convento vallisoletano, pasó el tiempo del profesorado en los Conventos de Toro primero y después en Burgos. A finales del verano de 1640 fue a estudiar Artes y Filosofía en el Convento de Segovia, y Teología Dogmática y Sagrada Escritura en Salamanca. Después de ultimar los tres años de estudios teológicos y escriturísticos, fue escogido como pasante para el Colegio Salmanticense. De 1647 a 1652 enseñó Filosofía en el Colegio de Ávila. Vuelto a Salamanca en 1653 se dedicó a la enseñanza de la Teología Dogmática y Sagrada Escritura en el Colegio de San Elías, perseverando en la docencia largos años. Fue uno de los profesores de Teología que aprobó la discutida obra de fray Juan Falconi, Camino derecho para el cielo, en el escrito titulado Sentir del Colegio de San Elías. Carmelitas Descalzos de Salamanca, del 31 de marzo de 1665.

Su docencia en la cátedra se interrumpió por pedirle los superiores que se hiciera cargo de la prosecución del Cursus Moralis que había comenzado Francisco de Jesús María y que no había podido culminar por su salud quebrantada. Se le dejó libre de la cátedra para este otro trabajo que requería toda atención y tiempo.

En el espacio de tres años compuso el tomo segundo, que ya tenía licencias para la imprenta en agosto de 1666. El tomo tercero lo terminó en algo menos de dos años y quedó listo para ser impreso en 1668. El tomo cuarto lo acabó sólo y a duras penas ya cercano a la muerte y saldría póstumo en 1679, habiendo tenido la licencia del padre general en 1676. Este retraso del último tomo compuesto por él se debió a que durante unos cuantos años le tuvo la Orden empleado en cargos y prelacías que le restaban tiempo al estudio. En 1666 fue nombrado sustituto para el capítulo general que se iba a celebrar en Pastrana al año siguiente. La mayor parte de las veces el sustituto no tenía que asistir pero en esta ocasión, habiendo muerto el socio Pedro del Espíritu Santo, le tocó a Andrés ir al capítulo. En él le hicieron definidor general por la provincia de Portugal, nombramiento que duró muy poco, habiendo terminado las guerras entre los dos Reinos de España y Portugal que era lo que había facultado a la Orden para elegir definidor por Portugal “ex toto Ordine”. Enseguida se le eligió prior del Convento de Osma, y en el capítulo de 1669 salió elegido definidor provincial, cargo que ocupó juntamente con el de prior.

En 1670 el capítulo general le eligió provincial de su provincia de Castilla, cargo que desempeñó con buen tino “juntando entereza con blandura [...] y tenía gran eficacia para persuadir lo que era más religión y quitar abusos en contrario introducidos”. Así se juzga su actuación en este cargo en la memoria necrológica que se le dedica en el Libro de Difuntos de Salamanca.

Terminado su mandato en 1673 el capítulo general de aquel año le nombró rector del Colegio teológico de Salamanca. Siendo todavía provincial había contraído una enfermedad, denominada “achaque de mal de orina”. Afligido por grandes dolores “los médicos no entendiendo la raíz de aquel mal, le aplicaban muchos remedios a tientas, y de ordinario tan amargos y penosos que al más robusto y brioso acabaran antes que la enfermedad” (necrología). Buscando remedio los superiores le autorizaron para que fuera a tomar baños. Al volver de los baños se detuvo en Alba de Tormes. Allí le sobrevino un ataque fortísimo y después de unos días expiró en la paz del Señor a finales de 1674. Contaba cincuenta y dos años de edad y treinta y seis de carmelita descalzo. Su cuerpo se llevó a Salamanca, como él había deseado, y se le enterró en el claustro del Convento.

Los siete tomos del Cursus Moralis Salmanticensis, tres de los cuales habían sido compuestos por el padre Andrés, se presentan como una obra poderosa que ha sido muy elogiada por los moralistas de los siglos pasados. Andrés dice explícitamente que procurará unir, en todo lo que le sea posible, la claridad con la brevedad. No sé si lo consiguió siempre. El volumen segundo tiene como título Tres continens tractatus, quorum I. De Sacramento Ordinis. In cuius fine de Ecclesiasticorum obligationibus, privilegiis et immunitate agitur. II. De mareimonio. III. De censuris tam in communi, quam in particulari. Ubi de aliis poenis ecclesiasticis agitur, aliaque plura miscentur utilissima per R. P. F. Andream a Matre Dei, Collegi Salmanticensis Carmelitarum Discalceatorum S. Theologiae Lectorem, ac Definitorem Generalem, es decir trata sobre los sacramentos del orden y del matrimonio, las censuras y otras penas eclesiásticas. El volumen tercero, Tomus Tertius, quator continens tractatus quórum I. De Legibus. II. De iustitia et iure. III. De restitutione. IV. De contractibus, se ocupa de las leyes, de iustitia et iure, la restitución, los contratos del estado religioso. Por último el cuarto, Tomus quartus, quinque complectens tractatus, quorum I. De satu religioso. II. De horis canonicis. III. De voto et iuramento. IV. De privilegiis. V. De simonia. Per R. P. F. Andream a Matre Dei, eiusdem Collegii olim Lectorem, posteaque Rectorem, deinde Veteris Castellae Provincialem, et denique totius Ordinis Definitorem Generalem, recoge las horas canónicas, del voto y juramento, de los privilegios, de la simonía.

Es de advertir que la primera edición del segundo volumen se hizo en Salamanca, en 1668; la primera del tercero en Lyon, en 1670, y la primera del cuarto, en Lyon, en 1679. La obra del padre Andrés y demás autores del Cursus Moralis sobrevivió al escribir el padre Antonio de San José su Compendio en dos tomos, en 1779, que alcanzó gran número de ediciones.

De su escrito Destierro o deposición de escrúpulos, habla Teodoro del Santísimo Sacramento (1968: 69- 75) y transcribe grandes párrafos. Andrés de la Madre de Dios, además de los temas morales de su especialidad, “dejó otros muchos papeles manuscritos, en particular de sermones, todos de mucho aprecio y estima”, como se recoge en la Memoria de los religiosos que han muerto en este Colegio de Carmelitas Descalzos de N. P. S. Elías de Salamanca y algunos apuntamientos para noticia de sus vidas y virtudes, en la que figura un buen perfil sobre el personaje.

Hombre nacido para la cátedra y la pluma, que al mismo tiempo tuvo que emplearse en el buen desempeño de sus prelacías y oficios, fue también buen predicador, “sus sermones muy doctos y agudos, por su gran facundia y gracia natural [...] y así le solían encomendar [en Salamanca] los sermones más graves, y en predicando el carmelita ya se sabía, había de ser grande el concurso” (Memoria [...], fol. 85).

 

Obras de ~: Collegii Salmanticensis FF. Discalceatorum B. Mariae Virginis de Monte Carmeli primitivae observantiae Cursus Theologiae Moralis, Matriti, ex Officina Regia, apud Josephum Rodriguez de Escobar, 1726 (6.ª ed.); Destierro o deposición de escrúpulos, ¿Salamanca?, s. f. (en Archivo Histórico Nacional, Inquisición, leg. 4426, n.º 15).

Fuentes y bibl.: Archivo Conventual de Salamanca, Memoria de los religiosos que han muerto en este Colegio de Carmelitas Descalzos de N. P. S. Elías de Salamanca y algunos apuntamientos para noticia de sus vidas y virtudes, Salamanca, 1651.

M. del Niño Jesús, “Los Salmanticenses”, en Monte Carmelo, 37 (1933), págs. 539-548; S. de Santa Teresa, Historia del Carmen descalzo en España, Portugal y América, vol. IX, Burgos, Monte Carmelo, 1940, págs. 58-60; T. del Santísimo Sacramento, El Curso Moral Salmanticense, estudio histórico y valoración crítica, Valladolid, Ed. Sever-Cuesta 1968, págs. 55-75.

 

José Vicente Rodríguez Rodríguez