Hurtado de Mendoza, Pedro. Madrid, m. s. XVII – ?, p. m. s. XVIII. Geógrafo, físico y astrónomo.
Pedro Hurtado de Mendoza se presenta, en su Espejo geográfico, como secretario de cartas de Gregorio de Silva y Mendoza, duque del Infantado, de Pastrana y de Lerma, y personaje de gran relieve político en la Corte de Carlos II. El duque había sido además discípulo de José de Zaragoza en el Colegio Imperial y a él le dedicó el jesuita su Euclides nuevo antiguo (1678). Fue protector de eruditos e historiadores y a él le dedicó también su obra Hurtado de Mendoza. Además, Hurtado de Mendoza informa que estudió con los jesuitas y se confiesa discípulo de uno de ellos, a quien no nombra, dejando entender que el libro que escribe es el fruto de esas enseñanzas. Por todo ello se ha especulado acerca de la posibilidad que el nombre que figura en la obra fuera un pseudónimo de Petrei. Sea como fuera, resulta indudable la vinculación jesuítica del Espejo geográfico.
Hurtado de Mendoza, en la introducción a su obra, se preocupa por delimitar de forma precisa el ámbito de la geografía respecto de las otras ciencias. Dice que la geografía puede dividirse de tres formas: artificiosamente, respecto de los círculos celestes, en zonas, climas, longitud y latitud; naturalmente, en tierras, istmos, islas y otras divisiones semejantes, y civil y políticamente, en imperios, reinos, repúblicas y otros estados. El texto está organizado de acuerdo con esta división. En relación con la magnitud de la Tierra, muestra estar al corriente de los trabajos que se estaban efectuando en Francia, por los científicos de la Academia de Ciencias de París. La discusión sobre la magnitud de la Tierra le lleva a plantear el tema de la unidad métrica. Aquí recoge la idea de Huygens, cuyo Horologium oscilatorium cita, de utilizar la longitud de un péndulo simple con período de un segundo para definir una medida universal de longitud. Habla también del centro de oscilación y de la isocronía del péndulo cicloidal.
En cosmografía, la postura de Pedro Hurtado de Mendoza frente a la teoría de Copérnico es análoga a la de Zaragoza y otros autores españoles abiertos a las nuevas ideas, a saber, aceptar la teoría de Copérnico como hipótesis, válida para “salvar las apariencias”, reconocer que “por mucho que el P. Riccioli, y otros, así Mathemáticos como Philósophos, se ayan procurado oponer con razones, y experiencias, a esta hypothesi, no ay alguna bastante para obligarnos a negar su posibilidad [...]”, y, finalmente, someterse en lo que atañe a la verdad física de copernicanismo, al dictamen de la Inquisición romana.
En la segunda parte, Hurtado revela un buen conocimiento de la geografía del Nuevo Mundo. Menciona a Bernhard Varenius a propósito de los límites septentrionales de América del Norte y muestra una información razonablemente buena sobre Groenlandia y las islas del Ártico. Creía que California era una isla. Muestra tener acceso a informaciones de primera mano sobre China, aún inéditas, procedentes de los misioneros jesuitas. Así, a propósito del carácter peninsular o insular de Corea escribe: “Esperaba yo que se enriquecería este lugar con las noticias de el nuevo y exacto Mapa de el Reyno de la Corea que el ya citado P. Antonio Thomás escrive, ha enviado para esta Corte”, lamentando a continuación: “Pero hasta aora no ha llegado ni aquí ni a otra de las partes de Europa con que aquel insigne Missionero se suele corresponder”. También se hace eco de la obra de Kircher, cuyas teorías organicistas defiende, comparando la red hidrográfica con el sistema humano de circulación de la sangre a través de venas y arterias, mostrando de paso un buen conocimiento de los descubrimientos de Harvey y Malpighi.
Con sus tres partes perfectamente equilibradas, el Espejo Geográfico es un buen exponente de las obras de geografía de la Europa finisecular. Es un buen ejemplo, asimismo, de la ciencia geográfica de los jesuitas, cuyos autores son los más citados y utilizados: Clavius, Riccioli, Milliet Dechales, Fabri, Ciermans, Grimaldi, Tacquet, Acuña, Rodríguez, etc. Junto a éstos, y a otros ya mencionados, hay también referencias a otros muchos autores: Mersenne (a propósito del sonido), Henry Oldenburg (informe de la Royal Society sobre la expedición a Guinea), Vicente Mut e Ismael Bouillau (a propósito de la corrección de determinados puntos geográficos, como la longitud del Mediterráneo).
Obras de ~: Espejo geográfico, Madrid, 1690-1691.
Bibl.: M. Fernández de Navarrete, Biblioteca marítima española, vol. II, Madrid, Viuda de Calero, 1851, págs. 564- 567; J. Gavira, Aportaciones para la geografía española del siglo xviii, Madrid, Blan, 1932; H. Capel, “La geografía como ciencia matemática mixta. La aportación del círculo jesuítico madrileño en el siglo XVII”, en Geocrítica, 30 (1980); V. Navarro y T. F. Glick, “Pedro Hurtado de Mendoza”, en J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España, Barcelona, Península, 1983, págs. 465-466.
Víctor Navarro Brotons y Thomas F. Glick