Freylas, Alfonso de. Jaén, c. 1558 – 1622. Médico.
Pocas son las noticias que se conservan del período de la vida de Alonso de Freylas anterior al ejercicio de la Medicina, y escasos los datos sobre su familia, para algunos tales circunstancias podrían indicar un origen converso, sin demostrar, dada la profesión y el uso del topónimo como apellido. Estudió en Alcalá, en donde fue discípulo de Valles, representante de lo que se ha venido en llamar neoescolasticismo contrarreformista.
Obtuvo el grado de bachiller el 17 de mayo de 1574, de licenciatura el 18 de diciembre de 1577 y el de doctor en Medicina el 9 de octubre de 1578.
Ejerció su profesión en Córdoba, en donde pudo conocer la obra de Miguel Franco, de allí fue llamado por el Cabildo de la catedral de Jaén para desempeñar las funciones de médico del Cabildo y más tarde de Cámara del obispo, cardenal Bernardo de Rojas y Sandoval. Fue familiar del Santo Oficio y declaró como testigo en el proceso apostólico para la beatificación de san Juan de la Cruz. Gozó de gran prestigio y admiración en Andalucía, según el testimonio de su contemporáneo Juan de Viana Mentesano. Murió en Jaén entre el 24 de enero y el 16 de febrero de 1622.
Escribió dos tratados y un discurso: Conocimiento, curación y preservación de la peste y el Arte de descontagiar las ropas de seda, telas de oro y plata, tapicerías y otras cosas, y el discurso Si los melancólicos pueden saber lo que está por venir con la fuerza de la imaginación.
Los tres títulos se imprimieron en Jaén en la casa del mismo doctor Freylas entre 1605 y 1606 por el impresor baezano Fernando Díaz de Montoya. Con esta edición se inició la tradición impresora en aquella ciudad.
En el Índice de Libros Prohibidos de 1747 aparece incluida como obra de Freylas la titulada Conservación de la salud del cuerpo y del alma editada en 1606; dicha obra no ha sido localizada.
El primer tratado fue compuesto tras la experiencia del brote de peste que asoló Jaén en 1602 y a instancias del obispo Sancho Dávila y Toledo. Este estudio vino a engrosar el elevado número de tratados sobre la epidemia dentro y fuera de España, y obliga a incluir a su autor en la primera promoción de médicos que hicieron descripción de la terrible epidemia con algunas aportaciones originales sobre el tema. Se trata también de uno de los primeros tratados españoles que introduce la teoría de los seminaria de Fracastoro como explicación del contagio, estableciendo con claridad la infección como causa y la epidemia como consecuencia. De ahí que ofrezca un planteamiento médico muy afín al de Pedro Mercado sobre todo en lo referente a las medidas preventivas; Freylas se preocupó de manera especial de la prevención colectiva oponiéndose a la instalación de hospitales específicos para confinar a los apestados. Por otra parte, la obra lo sitúa en el ámbito de la Medicina personal al tomar en consideración las complexiones de cada sujeto, su edad y naturaleza, con el fin de aplicar las medidas adecuadas, entre las que se incluyen las de carácter psicosomático, como la influencia de la música.
Todas estas circunstancias han permitido que el tratado haya sido juzgado como una de las monografías de más mérito del siglo xvii (Hernández Morejón, Carreras Panchón, Granjel). A pesar de todo, conviene tener en cuenta que los planteamientos de Freylas se encuadran dentro de una mentalidad galenista y, atendiendo al conjunto de su obra, nos descubre una personalidad, en cierta medida, contradictoria que va desde el pragmatismo más acertado a la especulación un tanto visionaria.
Este primer tratado consta de tres partes. En la primera, describe en siete capítulos la peste en general refiriendo sus síntomas, señales precursoras y causas, para concluir que la epidemia que afectó a la población de Jaén fue realmente peste. La segunda parte consta de veinticinco capítulos en los que analiza la diversidad de síntomas en los distintos enfermos y propone medidas curativas basadas en sangrías, olores y otras sustancias. La tercera sección se centra en la preservación universal y particular de la peste, en la necesidad de evitar el contagio, enmendar el aire y dotar a la ciudad de muchos y variados alimentos.
Se opone en este apartado al establecimiento de hospitales para los apestados y, en su conjunto, llega a ser un verdadero estudio antropológico, desde el momento que analiza y estudia las diversas constituciones o “complexiones” del enfermo, haciendo a la hora de la preservación de cada “sugeto” un verdadero tratado de la persona. El Arte de descontagiar va añadido como cuarta parte, en él propone medidas higiénicas de carácter profiláctico y preventivo en circunstancias tan dramáticas como fue el terrible brote de 1602.
Freylas es original al concebir un plan de asistencia en el que se combina la higiene personal y pública. Propone un edificio fuera de la ciudad adonde se lleven las ropas previamente inventariadas, que debían pasar por diferentes departamentos para su clasificación y desinfección a través de un personal incomunicado gradualmente. Este tratado tiene la naturaleza de un manual de desinfección práctica.
El Discurso sobre los melancólicos, reunido en seis folios sin numerar, se añade tras los dos tratados. Este opúsculo se halla también estrechamente conectado a la actualidad científica de su tiempo. La melancolía era objeto de estudio de la literatura médica de la época, de la misma manera que el sueño fisiológico, entendido como una de las sex res non naturales que intervienen en el desarrollo de la enfermedad según la concepción galenista, era punto obligado de referencia de la práctica médica. Con este pequeño tratado Freylas se hace eco de la polémica suscitada en torno a las extraordinarias facultades de los melancólicos (Mercado, Velázquez, Huarte, García Carrero, Francisco Sánchez...). En tal sentido, cabría considerarlo como una más de las críticas al libro de Huarte.
Parte del principio de que sólo Dios puede saber lo futuro y comunicarlo a los mortales mediante sus ángeles buenos o malos. Sin embargo, ciertas situaciones venideras se pueden conocer de manera natural porque tienen principio y causa en los individuos alterándolos y conmoviéndolos; es el caso de los quebrados y gotosos que a través del frío y la humedad pueden predecir la lluvia. El sueño se incluye dentro de esas causas naturales, de ahí que intente demostrar si es posible que los sujetos melancólicos de forma natural pueden predecir lo que está por venir; para ello distingue varios tipos de melancólicos. Por un lado, los fríos y secos, por naturaleza cobardes, tímidos y amigos de la soledad; es la suya una melancolía negra y perniciosa, causante de enfermedades como la locura o los furores maníacos. Hay otra melancolía fruto de la meditación profunda, la vigilia y el estudio, que potencia el natural entender y produce una vehemente imaginación propiciatoria de un espíritu profético, encuadrado siempre en el orden natural; los sujetos con este tipo de melancolía pueden sospechar lo que está por venir, o pueden resolver durante el sueño las cuestiones pensadas en la vigilia, ya que el alma está contraída dentro, apartada de los sentidos exteriores, pero en vela, lo que le permite discurrir sin obstáculos sobre las especies recibidas en la imaginación.
Freylas rechaza cualquier otro tipo de adivinación por medio de una crítica metódica a ciertas posturas supersticiosas inclinadas a admitir la capacidad de adivinar en determinadas personas.
Obras de ~: Conocimiento, curacio[n] de la peste... Va añadido vn tratado nueuo del arte de descontagiar las ropas de seda...; con un discurso al fin, si los melancolicos pueden saber lo que està por venir... / compuesto por el doctor Alonso de Freylas [...], Jaén, 1606 (1605); El arte de descontagiar las ropas de seda, telas de oro y plata, tapicerías, lienzos y otras cosas contagiadas, con un discurso al fin, si los Melancólicos pueden saber lo que està por venir: con la fuerza de su ingenio o soñando, Jaén, 1999.
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María Dolores Rincón González