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Carlos de la Reguera

Biografía

Reguera, Carlos de la. Toledo, 18.IV.1679 – Madrid, 29.X.1742. Jesuita (SI), matemático y académico de la Lengua, cosmógrafo mayor de Indias.

Este toledano entró en la Compañía de Jesús en diciembre de 1694. Sus estudios los culminó en el Colegio de Murcia que también pertenecía a la provincia jesuítica de Toledo. Allí realizó sus últimos votos, los solemnes, en agosto de 1712. Su carrera docente, como no podía ser de otra forma, comenzó en la enseñanza de la gramática latina, sucesivamente en los Colegios de Huete y Guadalajara. Continuó como profesor de filosofía en su conocido Colegio de Murcia, entre 1712 y 1720. Culminó con la lectura de la teología en los Colegios de Plasencia y Toledo, en el trienio entre 1720 y 1723. Fue en esa fecha cuando fue reclamado para ser catedrático de matemáticas en uno de los centros más importantes, no solamente de la Compañía, sino de la ciencia española del barroco de los siglos XVII y XVIII: el Colegio Imperial de Madrid o Reales Estudios, los cuales habían sido proyectados por Felipe IV como la gran Universidad de la Corte, a la que se opusieron las otras universidades mayores y las órdenes religiosas.

El cargo que tenía aneja esta Cátedra de Matemáticas era el de cosmógrafo mayor de Indias. Se había acusado a los de la Compañía de haber absorbido en el siglo xvii a la Academia de Matemáticas de Madrid, estrategia desde la cual —indicaban estos autores— se había contribuido a la decadencia de la ciencia española. En realidad, aquella era una Cátedra de matemáticas y cosmografía que era detentada por el cosmógrafo mayor de Indias y que dependía de su Consejo. Unas lecciones que habían sido provisionalmente encomendadas a los jesuitas por parte de Felipe IV, siendo impartidas en el espacio del Colegio Imperial desde 1628. El titular de la misma recibiría la mencionada consideración de catedrático y cosmógrafo mayor del Consejo de Indias, como ocurrió hasta la expulsión de 1767.

José Eugenio Uriarte, toda una autoridad en obras publicadas y manuscritas por los jesuitas, atribuye a Carlos de la Reguera una “puntual relación” en la que se daba cuenta de las fiestas de canonización celebradas en Madrid, con la definitiva subida a los altares de los jóvenes jesuitas Luis Gonzaga y Estanislao de Kostka. De la Reguera era el autor de los jeroglíficos y poemas que se exhibieron, según cuenta el padre Francisco Vázquez en su carta necrológica. Así, este jesuita se mostró muy duro con aquellos que criticaron las fiestas realizadas. En realidad, la canonización de los modelos de la juventud, el 31 de diciembre de 1726, coincidió con un momento económico difícil. Las órdenes religiosas se reunieron en marzo de 1727 en el convento de San Felipe el Real para decidir la supresión de la procesión general, dejando libertad a todas ellas para que celebrasen los actos que deseasen realizar.

El Colegio Imperial no podía dejar pasar la ocasión y organizó unos actos con brillantez. Junto con los propiamente religiosos, incluyó otros de carácter literario —como era habitual— en el cual los jóvenes de la nobleza recitaron diferentes composiciones líricas.

Perteneció a la Real Academia Española de la Lengua, de la cual habían sido fundadores dos jesuitas a partir de 1713: José Cassani —uno de los jesuitas “más visibles de Madrid”— y Bartolomé de Alcázar.

Ambos dos se integraron en la primera junta de esta célebre corporación, presidida en julio de aquel año por el marqués de Villena —Juan Manuel Fernández Pacheco— y que habría de estar compuesta, inicialmente, por ocho socios fundadores. Inmediatamente, empezaron a ser recibidos nuevos socios y pronto, consideraron oportuno formar un diccionario —que conoceremos como “el de Autoridades”—, siguiendo el ejemplo continuado de las academias de París y Florencia.

De esta manera, una de las primeras tareas de la Academia era la de componer un “diccionario abundante de voces, autorizadas con ejemplos de los mejores autores, claro en la explicación, fácil en el uso y que supliese lo que en Covarrubias faltase”. Una tarea en la que estarían implicados todos los señores y primeros académicos. Felipe V aprobaba el 3 de octubre de 1714 la creación de la nueva institución, fijando en veinticuatro el número de sus miembros. La impresión del primer tomo de este diccionario se culminó en 1726. Para entonces, ya había fallecido Bartolomé de Alcázar, que no pudo contribuir mucho a la obra, contando con mayor presencia Cassani. El Diccionario de Autoridades había sido finalizado, con sus seis tomos, en 1739. Carlos de la Reguera se había incorporado a la corporación, como miembro honorario en 1729, siendo académico de número desde 1731. Desde esa posición, contribuyó a la redacción de las letras N, Ri, Ro, Z y las voces de varios oficios del Diccionario de Autoridades. Según José Simón Díaz, estos oficios se referían a los de los cofreros, silleteros y aserradores.

 

Obras de ~: Los Jóvenes Jesuitas. Puntual relación de las célebres solemnes Fiestas ejecutadas en el Colegio Imperial de Madrid a la canonización de S. Luis Gonzaga y S. Estanislao de Kostka, incluso los Sermones predicados en ellas y las Poesías y Poemas a dichos Santos, ed. licenciado Julian Rui Dávalos y Santa María, abogado de los Reales Consejos, Madrid, por Diego Martínez, 1728, et al., Diccionario de la lengua castellana: en que se explica el verdadero sentido de las voces con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes y otras cosas convenientes al uso de la lengua compuesto por la Real Academia Española, tomo cuarto, que contiene las letras G, H, I, J, K, L, M, N, Madrid, en la imprenta Real Academia Española, por los Herederos de Francisco del Hierro, 1734; que contiene las letras O, P, Q, R, Madrid, en la imprenta de la Real Academia Española, Herederos de Francisco del Hierro, 1737; que contiene las letras S ,T, V, X, Y, Z, Madrid, imprenta Real Academia Española, por los Herederos de Francisco del Hierro, 1739.

 

Bibl.: F. Vázquez, Carta necrológica, Madrid, 1742; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, vol. VI, Bruxelles, 1894, págs. 1611-1612; A. Pérez Goyena, “Contribución de los jesuitas al Diccionario de Autoridades”, en Razón y Fe, 63 (1922), págs. 458-481; J. Simón Díaz, Historia del Colegio Imperial de Madrid, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto de Estudios Madrileños, 1952; F. Lázaro Carreter, “El primer Diccionario de la Academia”, en Estudios de lingüística, Barcelona, Crítica, 1980, págs. 83-148; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, vol. VII, Madrid, CSIC, 1981- 2001, pág. 60; V. Navarro Brotóns, “La actividad científica en la España del Barroco: las ciencias físico-matemáticas”, en VV. AA., Congreso Internacional España y Suecia en la época del Barroco (1600-1660), Madrid, Fundación Berndt Wistedt, Comunidad de Madrid, 1998, págs. 737-750; J. Martínez de la Escalera, “Reguera, Carlos de la”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu, Universidad Pontificia de Comillas, 2001, pág. 3328; J. Burrieza Sánchez, “Esteban de Terreros: retrato jesuítico de un maestro de la palabra”, en VV. AA., III Centenario. Esteban de Terreros y Pando, 1707-2007, Bilbao, Universidad de Deusto, Instituto de Estudios Vascos, 2008.

 

Javier Burrieza Sánchez

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