Piñal y Rodríguez, Clodoaldo. Ceuta, 12.XII.1844 – Madrid, X.1912. Militar, periodista y especialista en armamento y geodesia.
Hijo de un capitán, Clodoaldo Piñal, mostró desde muy joven una gran inteligencia y capacidad de trabajo.
Ingresó, en 1859, cuando contaba quince años de edad, en el Colegio de Infantería de Toledo, destacando por su aplicación y abandonando el colegio con un excelente número de promoción y el empleo de subteniente, en 1862. Destinado al Regimiento de Cazadores de Cataluña n.º 1, de guarnición en Sevilla, fue destacado al año siguiente a San Fernando de Cádiz, donde, en contacto con los marinos encargados de la artillería, debió admirar su nivel científico y decidió ingresar por oposición en la Academia de Estado Mayor de Artillería de la Armada, situada en el propio San Fernando.
Al terminar con éxito sus estudios en la citada academia entre 1863 y 1868, en enero de este año recibió el empleo de teniente de Estado Mayor de Artillería de la Armada, siendo destinado a los talleres del parque en el Arsenal de Ferrol. Al mes de estallar la revolución de septiembre en Cádiz, Piñal fue destinado a la dotación de la fragata Zaragoza, que se encontraba, a la sazón, en el Apostadero de La Habana, hacia donde partió el 4 de diciembre de 1869.
Tras su paso por varios barcos, en marzo de 1871 volvió a Ferrol para ejercer la docencia en la fragata Esperanza, que hacía de Escuela de Artillería. En 1872, ocupando un destino burocrático en el departamento, le sorprendieron los sucesos insurreccionales republicanos del arsenal ferrolano. Alineado con la autoridad, Piñal se opuso a los insurrectos que capitaneados por el brigadier Pozas, se habían hecho fuertes en el arsenal. En los tres días que duró el motín, Piñal desarrolló una valerosa y eficaz actuación, tanto como jefe de pieza, en una de las baterías, como en el servicio de munición desde el baluarte. Por este comportamiento fue recompensado con la Cruz roja del Mérito Naval.
Su espíritu crítico le llevó a un enfrentamiento con el cuerpo general de la Armada en defensa de los cuerpos auxiliares, publicando una serie de artículos en El Correo Militar, por los que fue sumariado, aunque absuelto. Desairado, recurrió al presidente del Poder Ejecutivo de la República, Emilio Castelar, y obtuvo el pase de nuevo al Ejército de Tierra, con el empleo de capitán de Infantería a finales de 1873.
Tras el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto, se incorporó al 1.er batallón del Regimiento del Infante, participando en varias acciones en el frente carlista.
Recordando su formación técnica, de nuevo Piñal volvió a dar un giro a su carrera, presentándose a los exámenes de acceso a la Academia de Artillería de Segovia. Como alumno libre, el capitán Piñal, con treinta y un años de edad, cursó en seis meses los cinco años de carrera, y volvió a Ferrol, a finales de 1875 con el empleo de teniente de Artillería del Ejército.
Solicitó y obtuvo el destino en el frente norte, distinguiéndose en el sitio de Hernani, por lo que fue recompensado con el grado de comandante de Ejército.
A mediados de 1876 comenzó una nueva etapa, que había de durar tres años, en la que, destinado en la fábrica de cañones de Trubia, con algún corto período en la fábrica de fusiles de Oviedo, se entregó a la investigación técnica. Piñal inventó un revólver que mejoraba notablemente el sistema de extracción de los cartuchos disminuyendo el grado de dilatación de los mismos. El revólver Piñal, del que se llegaron a fabricar cincuenta ejemplares en la factoría de Oviedo, fue examinado por la Junta Superior Facultativa en 1880, aceptándolo al tiempo que sugería algunas modificaciones, pero cuatro años después el proyecto fue abandonado en beneficio del presentado por los hermanos Orbea.
En julio de 1879 descubrió su vocación por la geografía y pasó destinado al Instituto Geográfico y Estadístico, mandado por aquel entonces por el prestigioso general Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero. A las órdenes de éste participó, realizando las labores de campo, en su proyecto más famoso, la unión entre la red geodésica española y la de Argelia. En recompensa el teniente Piñal recibió el grado de teniente coronel de Ejército y además fue condecorado por las autoridades francesas con la Cruz de la Legión de Honor.
En este destino pasó diez años, ascendiendo en 1883 al empleo de capitán de Artillería.
Al llegar a Madrid, para incorporarse al Instituto Geográfico, Piñal entró en contacto con el movimiento intelectual militar representado por el Centro del Ejército y la Armada. Aquí pronunció Piñal una conferencia la noche del 12 de noviembre de 1887 que causó una gran sensación en los ambientes civiles y militares de la Corte. Bajo el título “Las reformas más urgentes del Ejército”, Piñal pasó revista con gran crudeza a la realidad de un Ejército que consideraba abandonado por los políticos, a quienes acusó de utilizarlo, históricamente, en beneficio propio. En un Ejército con la moral baja por la paralización de las reformas regeneracionistas proyectadas por el rey soldado Alfonso XII, fallecido dos años antes, los planteamientos de Piñal provocaron un sobresalto, sobre todo por su comparación con otros colectivos civiles. En la prensa civil se desató una fuerte controversia con la militar que forzó a la intervención del capitán general de Madrid.
Al final se produjo un movimiento solidario dentro del centro cultural, no exento de discrepantes, que terminó con el nombramiento de Piñal como secretario general del mismo. Fue ésta una de las mejores épocas del Centro, por la gran cantidad de actividades que se realizaron, especialmente las conferencias, algunas de las cuales fueron impartidas por hombres de Estado, como Antonio Cánovas o Emilio Castelar.
En 1890 fue destinado a la Fábrica de Armas de Toledo, en la que realizó diversas comisiones por España.
Al año siguiente pasó al Parque de Artillería de Burgos, desde donde se incorporó a la Junta de Experiencias, volviendo a Madrid en 1892, siendo destinado al Ministerio de la Guerra y de ayudante de campo del director general de la Guardia Civil. Tras unos años en Ceuta, su ciudad natal, pidió el retiro en 1903 cuando estaba destinado en la Escuela Central de Tiro de Madrid.
Desde siempre sintió una clara vocación periodística participando en sonadas discusiones en la prensa escrita tanto militar como civil. Sostuvo campañas a favor de la organización militar de España en El Día y en la Revista Científico-Militar, además de en La Correspondencia Militar, de la que era redactor y donde, bajo el seudónimo de “Telmo Guerra”, mantuvo la necesidad de una alianza con Inglaterra.
Tras el retiro del Ejército, se convirtió en propietario y director del periódico Ejército y Armada, desde donde insistió en la defensa geoestratégica de España, sobre todo en el área del Estrecho. Con el tiempo este periódico, típico representante de la prensa militar, llegaría a ser uno de los más activos en defensa de la colectividad castrense, provocando polémicas muy ruidosas.
Obras de ~: Las reformas más urgentes en el Ejército, Madrid, 1887; Importancia y necesidades del poder militar, Madrid, 1888.
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Pablo González-Pola de la Granja